God save the queen

¿Alguien podría explicarle al ex presidente de Boca esa cosa de la soberanía?

 

La llegada de Theresa May a la Argentina fue celebrada como un éxito diplomático del gobierno. El propio Canciller viajó especialmente a Londres para asegurar la presencia de la primera ministra británica en la reunión del G20. Los medios repiten que es la primera vez que nos visita un primer ministro después del conflicto bélico de 1982, olvidados de que Tony Blair estuvo en la Argentina en 2001. Tal vez algunos ignoren que Iguazú — donde Blair compartió mates y sonrisas con De la Rua— es territorio argentino, como pretenden ignorar que las Malvinas también lo son.

"Con respecto a las Falkland —declaró May en un extenso reportaje publicado en el diario Clarín— lo que me complace es que la Argentina y el Reino Unido comparten un enfoque maduro". La cronista anticipó que se reuniría con el presidente Mauricio Macri para "discutir una relación bilateral pragmática y amigable, más allá de las diferencias sobre la soberanía de las islas".

¿A qué están llamando maduro y amigable? Los isleños tildan de hostil cualquier reclamo de soberanía, en especial los provenientes del gobierno Kirchner que alcanzaron una escala regional, con América Latina y el Caribe rechazando en bloque la existencia de un enclave colonial al sur de nuestro continente, la expoliación de nuestros recursos naturales y la existencia de una gigantesca base militar en la confluencia de los dos océanos.

Gran Bretaña usurpó las Islas por un acto de fuerza en 1833, y desde entonces la Argentina no ha cesado su reclamo. En 1965 las Naciones Unidas establecieron que existe una controversia de soberanía en Malvinas que debe resolverse mediante dialogo y negociaciones diplomáticas entre la Argentina y el Reino Unido. Desde 1966 hasta 1982 existieron negociaciones, se analizaron distintas alternativas de solución que fueron obstaculizadas por los isleños.

La guerra sirvió de excusa al Reino Unido para negarse a reiniciar negociaciones, aunque las Naciones Unidas continuaron exhortando a ambas partes al dialogo a través de más de cuarenta Resoluciones. Esta construcción de la "hostilidad" de nuestra parte, siendo Argentina el país agredido, es una fabricación mediática del lobby isleño, que cuenta con un formidable aparato de propaganda y comunicación y hasta con algunos agentes del Servicio Secreto de Su Majestad. Estos tienen por objetivo erosionar la imagen de los políticos y funcionarios que ganen terreno y consenso en la Cuestión Malvinas, como, por ejemplo, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

Esta información sobre la "Operación Quito" que funcionaba, por lo menos, hasta 2013, fue revelada por Edward Snowden y publicado por el periodista Glenn Greenwald en The Intercept.

Es patético que haya compatriotas que también interpreten el justo reclamo argentino por nuestra integridad territorial como hostilidad: entre otros, el mencionado diario Clarín, aquellos penosos 17 intelectuales (Sarlo, Lanata y otros) y ahora, el propio gobierno nacional que adhiere a la caracterización británica y resuelve ser, en cambio de hostil, amigable y maduro. ¿Pero cuán amistoso puede ser cediendo nuestros recursos? ¿Cuánto podrá tolerarlo el pueblo argentino?

May llegó a la Argentina en el apogeo del Acuerdo Foradori Duncan firmado por los dos Vicecancilleres el martes 13 de septiembre de 2016. Será recordado, al igual que el pacto Roca-Runciman, como la pieza clave de un gobierno puesto a defender los intereses británicos en la Argentina. En el capítulo referido al Atlántico Sur de este texto "omnicomprensivo" presentado como un "Comunicado Conjunto", se acordó "remover todos los obstáculos que limiten el crecimiento económico y el desarrollo sustentable de las Islas Malvinas, incluyendo pesca, navegación e hidrocarburos". Esto implica, en texto claro, el desmantelamiento de todas las medidas legislativas, administrativas y judiciales que ha tomado la República Argentina para proteger sus recursos naturales.

Es alarmante que el Acuerdo comprometa el trabajo conjunto de las Fuerzas Armadas, sin elevar reclamo alguno por la gigantesca base militar, que tiene 2.000 efectivos británicos, buques de guerra, aviones de combate, tanques, misiles y hasta un submarino con capacidad nuclear, que aumenta sus recursos y equipamiento teniendo a la Argentina como hipótesis de conflicto.

Este Acuerdo no contempla beneficio alguno para la parte argentina, ni favorece un avance en materia de integración con los isleños: mientras un habitante de las islas puede circular libremente por Argentina continental, estudiar gratuitamente en nuestras universidades y recibir asistencia en el sistema de salud pública, un ciudadano argentino no podrá establecerse en Malvinas.

"Argentinos, británicos e isleños se benefician todos cuando el Reino Unido y la Argentina trabajan en conjunto”, afirma May en el reportaje que fue respondido por escrito a Clarín desde Downing Street. "Una particular muestra ello es el anuncio realizado esta semana de un nuevo servicio aéreo entre San Pablo y las Islas Falkland, que incluye escalas en Córdoba. Como dijeron los miembros de la Asamblea Legislativa de las Falkland, esto fortalecerá las conexiones de las Islas con el mundo, contribuirá a su crecimiento económico y desarrollo y traerá enormes beneficios sociales a la comunidad isleña”.

Es clara: recordemos que la misma May requirió este vuelo en una misiva que mandó a Macri en respuesta al pedido de que votaran a Malcorra como secretaria general de Naciones Unidas. No respondió sobre el voto, pero en cambio urgió a que se "removieran los obstáculos" a la explotación petrolera en las Islas y agregaran un vuelo a conveniencia de los isleños. El Acuerdo Foradori Duncan plasma, hasta literalmente, la ambición británica.

Como embajadora en el Reino Unido mi primera misión en 2012 fue ofrecer al Reino Unido un vuelo directo y regular desde la Argentina continental a las Islas, operado por Aerolíneas Argentinas. No lo quisieron. Ahora Macri aceptó el bochornoso condicionamiento de discriminar a las líneas aéreas nacionales y evitar que el vuelo tenga origen en la Argentina. Se acordó un vuelo semanal desde San Pablo a Malvinas operado por la empresa privada LATAM —de capitales chilenos y brasileños— con dos escalas mensuales en Córdoba.

La Asociación Argentina de Derecho Internacional emitió un dictamen advirtiendo que, si la Argentina accediera al incremento de vuelos, ello tendrá como efecto ineludible el afianzamiento de la presencia británica en las islas, "toda vez que la vía aérea sirve para el recambio de las tripulaciones de los barcos pesqueros a distancia que cuentan con licencia de pesca británica y extraen los recursos vivos marinos, que el medio aéreo es utilizado para el traslado de operarios de las empresas que sin autorización del gobierno argentino exploran hidrocarburos en las aguas circundantes a las Islas Malvinas, así como para el transporte de carga, equipos y repuestos que requieren dichas empresas para sus actividades y también es utilizado para facilitar el traslado de personal de las fuerzas armadas británicas de ocupación" . El Bloque FPV ha iniciado un pedido de juicio político al Canciller Faurie por este asunto.

En el siglo XVIII el primer Lord del Almirantazgo que pasó por la confluencia de los dos océanos, Lord Anson, avistó las islas y consideró que “en tiempos de paz nos servirán para abastecernos de todo cuanto necesitamos. En tiempos de guerra, nos harán dueños de los mares”.

La ambición imperial de tener una base militar ubicada estratégicamente en la confluencia de los dos océanos prevalece hasta hoy. Una base militar a disposición de la OTAN para servir a todos sus objetivos de control y supremacía política y militar.

En el siglo XXI se actualizan los intereses en juego, podemos identificar el yacimiento de abundantes riquezas que se encuentran en el Atlántico Sur, la disponibilidad de energía, los abundantes recursos ictícolas, los minerales que se encuentran en nódulos polimetálicos en la plataforma continental, que ya están siendo explorados por los británicos para su aplicación industrial.

El crecimiento poblacional y el calentamiento global nos señalan la importancia estratégica del agua dulce de la Antártida y la biodiversidad antártica, vinculada a la producción de medicamentos, donde se disputará la predominancia científica en el Atlantico Sur.

Esto debiera elevar la potencia de nuestro reclamo. En un reportaje de 1997, en la época en que dirigía un club de futbol, Mauricio Macri confesó no entender "esto de las soberanías". Consideró que la Argentina es un país grande y que las islas traerían un costo adicional. Así como el imperio británico no ha disminuido en sus ambiciones, Macri como jefe de Estado no ha orientado las suyas hacia la comprensión integral de la soberanía. La soberanía territorial, marítima, de recursos naturales. Tampoco parece enterado de que gobierna un país bicontinental, la importancia de una Argentina Antártica, con vastas riquezas en disputa. Mas bien la borra del mapa.

La reunión del G20 nos encuentra en medio de un default económico y moral. Los episodios preliminares y la ausencia de protocolo y de respeto por los mandatarios parece haber arrastrado al sólido profesionalismo de la Cancillería argentina al terreno de la improvisación y cualunquismo macrista. La agenda se diluyó, no sería posible mantener en la reunión de Buenos Aires aquellos objetivos que inspiraron el G20: facilitar que los países emergentes se reunieran con los países ricos del G7 para abogar por la creación de un mundo multipolar, el ordenamiento del sistema financiero mundial, la eliminación de las guaridas fiscales, el trabajo decente. Macri y Temer están actuando como verdaderos agentes de la des-integración regional al servicio de los Estados Unidos; nuestro Presidente es el único mandatario involucrado en las cuevas de Panamá que permanece en el poder, el FMI conduce nuestra economía y el gobierno tiene como ideal el trabajo esclavo para maximizar la ganancia de las empresas.

Hubiera sido posible y necesario que Macri formalizara, en su encuentro con la Primera Ministra británica, el consuetudinario reclamo por la soberanía en Malvinas. Sería oportuno aprovechar el contexto del Brexit, que deja más aislado al Reino Unido en su negativa a dialogar con la Argentina, como hizo España respecto a Gibraltar, pero ni siquiera mencionó la cuestión.

La Cláusula Transitoria Primera de la Constitución Nacional señala que "la recuperación de dichos territorios y el ejercicio pleno de la soberanía (…) constituyen un objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino". Toda acción u omisión que pudiera frustrar este objetivo y generar el afianzamiento de la presencia del Reino Unido en el territorio en disputa, es inconstitucional.

La Cumbre más triste e inútil de la historia termina en ese encuentro donde todos los argentinos nos sentimos frustrados.

Theresa May regresa a Londres con los objetivos cumplidos a rajatabla. Logró que el reclamo de soberanía por Malvinas cesara por completo. Consiguió que las acciones unilaterales del Reino Unido en el Atlántico Sur que enriquecen a los isleños a costa de los recursos argentinos, sean celebradas como un éxito por el gobierno argentino. Regresa a encarar muchas dificultades con la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea, su gobierno ha sido catalogado por el líder del laborismo Jeremy Corbyn, como shambolic: una mezcla de caos y desmanejo. Un adjetivo que le cabe a esta Cumbre.

Pero la Primer Ministra británica volverá contenta de haberse encontrado con un Macri "amistoso y maduro", hecho a la medida para servir al imperio.

 

 

 

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