Guantanamera

La violencia verbal y la coima no pueden ser un proyecto

Foto: Francisco Paco Olivera.

 

Como grupo de curas en opción por las y los pobres nos hemos reunido en nuestro encuentro anual. Curas de distintas partes del país queremos renovar las palabras del maravilloso poema de José Martí en Guantanamera: “Con los pobres de la tierra / quiero yo mi suerte echar”. Y sabemos que echar nuestra suerte con los pobres de la tierra implica insultos, desprecios, críticas y persecuciones.

El modelo social, político y cultural vigente es generador de pobres, se desentiende de la vida digna.

La corrupción, con sobornos a la luz del día, y una obscena ostentación de impunidad no nos permiten permanecer indiferentes. El ajuste, presentado como motosierra, perjudica a los trabajadores, los pobres, a los que tienen trabajos precarios y a los necesitados beneficiando al capital concentrado.

En la vida cotidiana, y especialmente en tiempos electorales, se presentan a grandes rasgos proyectos distintos de Patria. Proyectos de individualismo, de crueldad e indiferencia, y proyectos de justicia social, de paz y de verdadera libertad.

Nos reunimos convocados por la necesidad de ser “honrados con lo real”. La realidad es dura, es compleja, y es indispensable mirarla sin disimulos y, a veces, en su dramatismo. Pero a su vez, la vida es una esperanza común; la lucha popular y comunitaria en pos de un proyecto de pueblo.

Este modelo de ganancia excesiva de unos pocos genera un empobrecimiento creciente de cada vez más personas. Desde hace años afirmamos que “estas políticas no cierran sin represión” y, además, que “este modelo, ¡mata!”, utilizando una frase del Papa Francisco. La crueldad se hace patente y se ensaña con personas con discapacidad, infancias, jubilados, la salud y la educación públicas…

En este contexto, no nos olvidamos que Milagro Sala sigue siendo presa política y el Poder Judicial exhibe una doble vara injusta de toda injusticia. Además Cristina Fernández de Kirchner, la principal lideresa política, es encarcelada y proscripta en una farsa de juicio, mientras se blinda judicial y mediáticamente a funcionarios del gobierno, incluyendo a la hermana del Presidente.

En el orden internacional, el gobierno calla de un modo cómplice ante el genocidio en Gaza y avala a un criminal de guerra, Benjamín Netanyahu, reclamado por la Corte Penal Internacional. Acepta colonialmente un embajador que nos dice con quién debemos comerciar y a quién debemos votar. Nos alerta otro genocidio en ciernes, el ecológico, con el agronegocio, la minería extractivista y demás acciones destructoras del medio ambiente y provocadoras del cambio climático, del deterioro social que afecta especialmente a los campesinos y pueblos originarios.

A pesar de todo, celebramos la lucha perseverante de minorías valientes que no temen a los gases y a los palos, que por momentos se unen y se solidarizan en los múltiples reclamos al “topo anti Estado”, haciéndose más visibles y haciendo retroceder a la represión que ejerce Patricia Bullrich.

Abrazamos a Pablo Grillo, fotoperiodistas y medios alternativos, que nos ayudan a la honradez con lo real, aun a costa de sus vidas o de su integridad.

Nos llenan de alegría los nietos aparecidos, en medio del ataque, desguace y abandono de las instituciones que protegen la Memoria, la Verdad y la Justicia… y aplaudimos la perseverancia de Madres y Abuelas, repudiando que la Argentina se haya retirado del Comité de Derechos Humanos de la ONU.

Creemos que es indispensable la necesidad de conversión de nuestra dirigencia: de quienes esperamos que escuchen y aprendan de trabajadores y trabajadoras de los territorios, reconociéndolos como sujetos políticos del bien común que se juega en lo cotidiano.

Sabemos que otro país es posible. La vida es una esperanza común. Creemos que la lucha popular y comunitaria engendra un proyecto de pueblo.

Creemos que el odio, la crueldad, la mentira y la injusticia no tienen la última palabra en la historia.

Creemos que el amor, la justicia social, la verdad y la esperanza nos marcan caminos. Y esos caminos son un propósito que queremos andar.

La violencia verbal y la coima no pueden ser un proyecto.

Empezamos a preparar los 50 años de memoria de momentos también duros. Momentos donde el genocidio, hoy negado, campeaba en el terrorismo de Estado. La muerte, la desaparición forzada, la tortura mostraba a todos el cruel rostro del horror; el cambio de la identidad de niños que todavía hoy, adultos, ignoran en gran número su historia y su sangre. Pero esa memoria con verdad y justicia nos manifiesta, a su vez, un camino, un rumbo de pueblo. Y, en la Iglesia, no podemos callar las decenas de testigos: obispos, curas, religiosos y religiosas y gran cantidad de laicos, en su mayoría anónimos, mártires que marcan rumbos y nos revelan que también otra Iglesia es posible.

Ser honrados con lo real nos invita a mirar a la cara la injusticia y denunciar el pecado, y, a su vez, conocer una hoja de ruta para que vuelva la alegría y caminemos con esperanza.

 

Villa Allende, Córdoba, 4 de septiembre de 2025

 

 

 

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