Desde que hace un año, cuando fue presentado en sociedad como jefe de asesores del Presidente, Demián Reidel no para de ocupar espacio en los medios. Ejemplar original de la fauna exótica de Gordos Danes, Lemoines, cripto-bros, valijeras, perros y parientes, este amigo del Presidente es otro perfecto factor distractor. Su fórmula de supervivencia es dosificar anuncios faraónicos, obsecuencia enfática –“a Javier Milei lo aman en Silicon Valley”– y la promesa a su amigo el Presidente de un premio Nobel. Hace unos días fue noticia porque renunció a su cargo de jefe de asesores y por la lista de amigos que logró ubicar con salarios XXL en la empresa estatal Nucleoeléctrica, que preside hace un par de meses. A pesar de su perfil de insider del mundo financiero, sus fantasías de exhibicionismo, jactancia freak y discurso anti-Estado, la viene financiando… el Estado. ¿Algún resultado para mostrar? Veamos.
El 20 de diciembre de 2024 Reidel y su amigo el Presidente anunciaron el “Plan Nuclear Argentino”. Una descripción de este episodio y sus secuelas pueden verse en El Cohete a la Luna [1] [2]. Tamizando los alardes y las francas gansadas, lo central del “Plan Reidel” se sintetiza en cuatro puntos:
- Se va a desarrollar el pequeño reactor modular ACR-300 de INVAP, que por ahora es una patente en Estados Unidos que llevó varios años tramitar;
- Se van a instalar cuatro ACR-300 en el predio de Atucha de la empresa pública Nucleoeléctrica;
- Los cuatro módulos estarán operativos en cinco años; y
- Se piensa fomentar la minería de uranio.
Como corolario, no se va a avanzar en la central nuclear china Hualong I, de 1150MW, con efecto doble: se cumple con las exigencias del Departamento de Estado (esto no se dice) y se liberan los terrenos para la construcción de los cuatro módulos de 300 MW. En lo que sigue dejamos de lado la insoportable hojarasca de los infladores mediáticos, que deliran con el humo de la fundación de una “ciudad nuclear en la Patagonia” para centros de IA, y nos concentramos en el humo nuclear.
Reactores de papel y salarios de mentira
Con respecto al punto 1, el anuncio del desarrollo del ACR-300, hoy un diseño básico, se propuso eclipsar la paralización del prototipo del pequeño reactor modular CAREM que venía desarrollando la CNEA –64% de avance a diciembre de 2023–, que primero fue desmentida y luego confirmada por el gran contorsionista y presidente libertario de la CNEA, Germán Guido Lavalle, quien también ocupa la vicepresidencia de los directorios de INVAP y de Nucleoeléctrica.
Cuando asumió, Guido Lavalle no era un chanta como Reidel. Era una persona idónea. Sin embargo, no hay idoneidad que logre sobrevivir si se acepta:
- El desfinanciamiento del sector;
- El 80% de los salarios de CNEA por debajo de la línea de pobreza; y
- El silencioso y humillante aval a los delirios del pionero poblador de la Patagonia, futuro Nobel de economía y amigo del Presidente.
Para hacernos una idea de la precariedad que se vive en la CNEA, un profesional con diez años de experiencia –cargo TNG 310, según las siglas del escalafón (ver apéndice)– está ganando hoy en mano (neto) $806.963 de sueldo más un adicional por título; si el título es universitario, el adicional es $247.132. Total: $1.054.095, por debajo de la línea de pobreza, que en junio fue de $1.110.624 para una familia de cuatro personas. Si en vez de título universitario tuviera un título de doctor/a y más de 20 a años de experiencia –TNG 210 en el escalafón–, su total neto sube a $1.439.342. Esta es la institución que conduce Guido Lavalle.
Al asumir sostuvo que no se iba a paralizar el proyecto CAREM. Luego explicó que este desarrollo no había sido pensado para comercializar y que “no es económicamente competitivo”. Y finalmente concluyó: “El CAREM es donde estamos aprendiendo a hacer reactores”. Y lo paralizó. Si aceptamos que es un desarrollo para aprender, igual hay que terminarlo y demostrar que funciona. El CAREM es una marca y un examen frente al mundo. Figura en informes de organismos internacionales. Sin embargo, hoy está paralizado, desmantelados sus equipos técnicos, cancelados los contratos.
¿Cuáles vendrían a ser los aprendizajes de un desarrollo interrumpido? Los gobiernos de facto hasta 1983 y el neoliberalismo lumpen desde entonces llenaron el álbum familiar de emprendimientos tecnológicos inconclusos, que hoy están en la lista de frustraciones: desde el Pulqui II hasta el ARSAT III, podríamos escribir varios libros.
Entre los objetivos de la CNEA, Guido Lavalle también mencionó que se iba a poner en marcha la Planta de Agua Pesada (PIAP) de Arroyito, en Neuquén. Llevaría por lo menos tres años y una inversión importante. Excelente anuncio. Sin embargo, hasta la fecha, como todo lo demás, no muestra indicios de haber avanzado un milímetro: no hay previsión presupuestaria ni inversión a la vista. También prometió que iba a enriquecer uranio con centrífugas. Gran anuncio… Y así siguiendo.
Parásitos del éxito ajeno
Vamos al punto 2 del “Plan Reidel”. Un dato necesario para abordarlo es que INVAP creó en Estados Unidos, a fines de 2024, la empresa Meitner Energy para juntar inversiones que hagan posible avanzar en la ingeniería y licenciar el ACR-300 en ese país. En el documento “Estados financieros consolidados”, correspondiente al ejercicio finalizado el 30 de junio de 2024, se lee que BRT- BLACK RIVER TECHNOLOGY, INC. (EEUU), empresa que venía trabajando con INVAP, “ha adquirido el 40% de participación en la empresa Meitner Energy Inc.”.
Fue una gran noticia para el país que INVAP lograra patentar en Estados Unidos el ACR-300. Sin embargo, no es una novedad libertaria la aparición de oportunistas volátiles con sonrisas de serrucho que quieren capitalizar los éxitos de INVAP pegando su nombre a los logros de la empresa rionegrina, hija del Centro Atómico Bariloche de CNEA y de la Argentina industrial. Estos parásitos del éxito ajeno son un collar de melones que carga INVAP desde hace décadas. El amigo del Presidente es uno más.
El ACR-300, que para INVAP es una posible línea de negocios en Estados Unidos, es la sortija que encuentra el “Plan Reidel” para arrojar al éter la promesa de cuatro módulos con inversión privada. Hablamos de una inversión mayor a los USD 1.000 millones como cota inferior para el primer módulo, que podría multiplicarse por dos según imponderables que no hay RIGI que vaya a atemperar. Los cuatro módulos se instalarán en el predio de la empresa pública Nucleoeléctrica, de la que se espera privatizar el 49%. Es decir, tenemos dos promesas de inversiones ingentes, pero cero información sobre capitales privados interesados. Claro que proliferan versiones para aguantar la dilación. Por ejemplo, Alejandro Fantino el lunes último: “José Luis Manzano, pregunto (…) ¿está con alguna pata empresaria en la instalación de mini reactores nucleares para dar electricidad a localidades?” (ver entre 1:44:40 y 1:45:05). Sin embargo, los mejores indicios del agujero negro lleno de promesas son el silencio blindado de INVAP y el malestar del personal en Nucleoeléctrica, sometido a todo tipo de coerciones que apuntan a hacer más “atractivo” el 49% for sale.
En esta dirección, es clave la modificación del artículo 37 de la ley 24.065/92 de “Régimen de Energía Eléctrica”, que sostiene que “las empresas de generación y transporte de propiedad total o mayoritaria del Estado nacional tendrán derecho a recuperar solamente sus costos operativos y de mantenimiento totales”. Esta retoque, a través del decreto 450 del 4 de julio, se propone excluir a Nucleoeléctrica de esta restricción y habilitarla a que cualquier excedente o superávit ya no tenga que ser transferido a un fondo unificado que administra la Secretaría de Energía para obras de infraestructura. De esta forma, se habilita reinvertir o, lo más importante, repartir dividendos, algo que se les había escapado en la ley 27.742 de “Bases”. El punto de llegada siempre es el mismo: las prebendas que se presentan como “reducción del riesgo” para inversores se cargan a las tarifas de los consumidores y a los salarios de los trabajadores de la empresa. ¿Se prevé que el Estado y el potencial capital privado que adquiera el 49% de Nucleoeléctrica definan un “fondo para retiro de servicio de las centrales nucleares” al final de su vida útil, como explica la ley 24.804/97 de “Actividad nuclear”? ¿O la idea es que el privado capture la renta y el Estado los pasivos? La historia responde.
La prohibición que no se pronuncia
Vamos al tercer punto, por donde se termina de cortar el hilo. El amigo del Presidente habla de cuatro módulos ACR-300 en cinco años. Para esto hace falta licenciar el proceso en la Argentina. No en Estados Unidos, que era el objetivo de INVAP al crear la empresa Meitner Energy. No es un proceso sencillo en ninguno de los dos casos. En la Argentina, la Autoridad Regulatoria Nuclear (ARN) no licencia diseños –como la Nuclear Regulatory Agency (NRC) en Estados Unidos–, licencia instalaciones. Entonces, primero hay que discutir la ingeniería básica con la ARN y luego licenciar el sitio de emplazamiento, que el “Plan Reidel” decidió que será Atucha. Hasta acá tenemos tres o cuatro años. Tramitados los fondos para la obra, si se tienen en cuenta los imponderables que aparecen cuando se avanza en la ingeniería de un diseño nuevo, debemos sumar otros cuatro años. Es decir, en una Argentina platónica ya estamos en los siete u ocho años y estamos en la mitad del río.
Desde sectores históricos de la CNEA, como la Asociación de Profesionales de la CNEA y la Actividad Nuclear (APCNEAN) –creada en 1966–, desde hace años se batalla por una política nuclear centrada en el modelo CANDU, empleado en la central de Embalse en Córdoba –683 MW–, donde las ventajas son numerosas:
- El país es dueño de la tecnología;
- Podría incluir más del 70% de componentes nacionales, incluida la calandria, los elementos combustibles, el agua pesada, la puesta en marcha, etc.; y
- Existe el conocimiento y la experiencia de licenciamiento en la ARN. Recordemos que, entre 2014 y 2019, se realizó una extensión de vida de la central de Embalse, con una inversión de USD 2.140 millones, que empleó capacidades nacionales. El acuerdo original con China concebido por el gobierno de Cristina Fernández, que el macrismo se encargó de romper, incluía una primera central modelo CANDU.
La posición de APCNEAN, que no excluye el prototipo del CAREM –que juega en otro rango de energías y prestaciones–, permite plantear alternativas mucho más sencillas y viables. ¿Por qué arrancar con el ACR-300 –de 300 MW– desde cero en lugar de un plan nuclear con centrales CANDU de 300 MW? En este caso, igual que con el CAREM, sí podría hablarse de un Plan Nuclear Argentino. La respuesta es clara: porque no atraería inversiones extranjeras y porque a la Argentina se le prohíbe alcanzar la autonomía en las centrales de potencia. En estos últimos años aprendimos que tampoco se nos permite la línea de los pequeños reactores modulares. Quien lo dude, tiene a la mano los dichos de la generala Laura Richardson, la subsecretaria Ann Ganzer, o Peter Lengua de Piedra Lamelas.
Esclavo de sus delirios
El cuarto punto que completa el collage es la minería de uranio. La cronología se ordena con tres episodios. El primero fue el anuncio del “Plan Reidel”, el 20 de diciembre de 2024. El argumento es impecable: “En una segunda etapa desarrollaremos las vastas reservas de uranio que posee nuestro país. Esto no solamente cubrirá nuestra demanda doméstica, sino que posicionará a la Argentina como un exportador de elementos combustibles de alto valor agregado” (ver aquí entre 4:24 y 4:39).
El segundo episodio tuvo lugar a comienzos de marzo, cuando el gobernador de Chubut, Ignacio Torres, hizo público el reclamo al gobierno nacional y a la CNEA de los yacimientos de uranio ubicados en el territorio chubutense, incluido Cerro Solo. Este medio se refirió a los detalles del reclamo de Torres y expuso algunas reflexiones sobre el modelo productivo de esta provincia, anclado en los recursos naturales y la deuda pendiente de agregado de valor, y sobre la falta una mínima planificación para cimentar el anuncio.
El tercer episodio es el anuncio, el jueves último, de la creación de “YPF Nuclear”, una nueva subsidiaria de YPF que arrancará con la minería de uranio en la provincia de Chubut. Un titular de Perfil sintetiza el contenido: “El modelo Kazajstán y Australia, la ruta del plan nuclear de Demián Reidel e YPF para exportar uranio primarizado”.
En un tuit del mismo día, el amigo del Presidente expone la foto de “una reunión de trabajo” con el gobernador Torres, el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, y el presidente de YPY, Horacio Marín. Allí Reidel explica: “Es una pieza clave del Plan Nuclear Argentino, que avanza con decisión para que el país exporte el mineral que alimentará la energía del futuro”.
Es decir, pasamos de “cubrir nuestra demanda doméstica” y de “la Argentina como un exportador de elementos combustibles de alto valor agregado” a “que el país exporte el mineral”. Exportar uranio no tiene el más mínimo punto de contacto con las actividades nucleares nacionales, es lo mismo que exportar litio, cobre, oro o plata.
A la Argentina no le sobra uranio. Su reserva comprobada ronda las 30.000 toneladas; poco más de 8.000 toneladas en el yacimiento de Cerro Solo, de Chubut. Las tres centrales argentinas –Atucha 1, Atucha 2 y Embalse– consumen alrededor de 230 toneladas de uranio por año. La pequeña porción de uranio enriquecido para mezclar con el uranio natural (que se necesita para el “uranio levemente enriquecido” que emplea una de las centrales) se importa de Estados Unidos.
*** YPF Nuclear ***
Reunión de trabajo con el gobernador de Chubut, @NachoTorresCH, el jefe de Gabinete @GAFrancosOK y el presidente de YPF, Horacio Marín.
YPF avanza en el diseño institucional de YPF Nuclear, su nueva subsidiaria que liderará la minería de uranio en Argentina,… pic.twitter.com/kmvKmMDdmI
— Demian Reidel (@dreidel1) July 24, 2025
Cuando Reidel renunció al cargo de jefe de asesores del Presidente, a fines de julio, explicó que lo hacía para concentrarse en el plan nuclear, que caracterizó como “una política de Estado orientada a recuperar la soberanía energética y potenciar el desarrollo científico-tecnológico del país”. Esta fábula hollywoodense es el negativo exacto de la realidad: el “Plan Reidel” se propone privatizar y extranjerizar las capacidades logradas con inversión pública durante muchas décadas; en cuanto a su referencia a la ciencia y la tecnología, asistimos a un proceso de exterminio sistémico inédito del sector.
Homo servus est eorum quae dicit et dominus eorum quae non dicit.
Apéndice
En mayo de 2025, para no ser pobre, una familia de cuatro integrantes necesitó $1.110.624, según datos del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA), de la Secretaría de Trabajo de la Nación.
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