INFLACIÓN, PATRIA CONTRATISTA Y GEOPOLÍTICA

En medio de una crisis global inédita, el ajuste del FMI va más a fondo que cualquier precedente

 

Un gobierno a la deriva y surcado por conflictos internos, da manotazos de ahogado para intentar frenar a la inflación. Ante la presión de los gobernadores radicales y de algunos funcionarios, anuncia para la semana que viene un plan de “precios cuidados” y líneas de crédito para jubilados y AUH al estilo del chori-financiero que le dio tan buenos resultados en las elecciones de medio término de 2017. Hace un par de días, sin embargo, un Macri arropado con el aura profética del “sí se puede” instaba a un número selecto de poderosos empresarios a “no escuchar más cosas que tengan que ver con el populismo y la demagogia” pues “la culpa” —de más de 70 años de decadencia argentina— la tienen los controles de precios, los atrasos de tarifas y los cepos” (lpo.com 9 4 2019.) Muy pocos días antes, cantaba a los cuatro vientos que si ganaba las elecciones no sólo haría la misma política, sino que la haría más rápidamente (iprofesional.com 27 3 2019).

Así, las idas y vueltas del gobierno dejan trascender su pánico ante una situación económica que se descontrola. Dudas de todo tipo corroen a los mercados. El dólar fluctúa en torno a los $44, contenido momentáneamente por la llegada del último desembolso del préstamo del FMI y una incipiente liquidación de las divisas de los exportadores. Sin embargo el riesgo país ha superado los 800 puntos, blanqueando la inquietud del mundo financiero internacional ante la precariedad del endeudamiento argentino y la volatilidad de la gestión política, tanto presente como futura. Al mismo tiempo, Christine Lagarde no ha dudado en advertir severamente a los candidatos de la oposición que sería una tontería no respetar los acuerdos y “darle la espalda al esfuerzo que se está haciendo” (bae.com 11 4 2019). En este contexto, los mas altos funcionarios del gobierno reunidos en Washington DC con representantes de las altas finanzas constatan la imposibilidad de conseguir nuevas fuentes de financiación y la resistencia del FMI a autorizar mayores desembolsos del préstamo para controlar una futura corrida cambiaria.

Las dudas sobre el futuro argentino son detonadas por un hecho por demás significativo: la brutal restricción monetaria y las tasas de interés mas altas del mundo no han logrado contener una inflación que, en su desmadre, impulsa a las inversiones en pesos hacia los brazos del mítico dólar. El baile local entre las altísimas tasas de interés y el dólar se hace hoy al ritmo que marcan los que mueven la batuta en el mundo de los precios. Estos son, paradójicamente, aquellos empresarios a los que Macri instaba hace dos días a no claudicar en su apoyo a la política actual. Mientras uno de ellos, el titular de la Unión Industrial Argentina, le aclaraba que no existen “tantas disidencias en la cuestión de fondo… el problema es cómo se arregla esto” (bae.com 9 4 2019), otro empresario, representando a la industria alimenticia (COPAL), advertía proféticamente que la solución pasa por un acuerdo de precios siguiendo “la lógica del mercado,” un mercado controlado monopólicamente por un puñado de empresas que pujan por compensar con constantes aumentos de precios (50%) a la devaluación (100%) ocurrida el año pasado (ámbito.com 22 3 2019). Asimismo, recuerda acertadamente que un acuerdo de precios es mejor que un control de precios, pues este último desemboca inevitablemente en el desabastecimiento y el descontrol total de la economía.

Estas advertencias no fueron dadas en el vacío: hoy la falta de alimentos básicos empieza a generalizarse. Tampoco cayeron en saco roto: los funcionarios del gobierno pelean con un puñado de grandes corporaciones a fin de concretar los acuerdos que se anunciaran la semana que viene. Los mismos incluyen el supuesto control de precios de algunos alimentos por un período de seis meses.

Así, los escrúpulos de Macri ante el control de precios han quedado sepultados por el avance de una embestida de aumentos que, como en otras épocas de nuestra historia, es impulsada por los sectores empresarios que controlan monopólicamente sectores de importancia estratégica para el conjunto de la economía. El método utilizado es el mismo de siempre: desabastecimiento y acumulación de stocks. Esta ha sido la respuesta de la patria contratista ante una posible pérdida de control sobre sus mercados o sobre los subsidios y beneficios que con el tiempo han sustituido a la inversión productiva.

Hoy este sector lucha por sobrevivir los aprietes de un FMI que ha ajustado su puntería. En el pasado, los planes del Fondo chocaron contra el poder de estas fracciones empresarias, que con inflación desmadrada y corridas cambiarias lograron romper dos intentos de domar la lucha interempresaria dolarizando la economía: la tablita de Martínez de Hoz y la convertibilidad de Cavallo (MPR La economía política Argentina, Fondo de Cultura, 2007). Habiendo apoyado a este gobierno desde un inicio, estos sectores del empresariado están hoy inmersos en una batalla que, al decir de un funcionario del gobierno, “se va a definir con victoria o derrota”. Hoy no hay tregua posible, solo se va a llegar “al limite de lo que nos permite el Acuerdo del FMI” (clarín.com 11 4 2019). Un FMI que opera en circunstancias muy distintas a las de antaño.

Esta vez la patria contratista ha sido sacudida por el tornado de los gloriosos cuadernos de la corrupción empresaria. Un fiscal y un juez federal han desatado una opereta cuyo objetivo ultimo ha sido bloquear la reelección de CFK en octubre de este año. Alentados por los vientos de la desgracia que soplan desde el norte, se afanan por encontrar la corrupción K y sus conexiones empresarias y han provocado un zafarrancho cuyas consecuencias a nivel institucional son cada vez más dramáticas. La investigación de un juez —Alejo Ramos Padilla— ha abierto una ventana al infierno de la red mafiosa que, enquistada en las instituciones del país desde tiempo atrás, arma causas judiciales para destruir a la oposición, reproduciendo al mismo tiempo corrupción, extorsiones y acumulación de poder económico y político. No está claro, sin embargo, cuáles serán las consecuencias sobre los empresarios encuadernados, sus empresas y sus fortunas personales

Por otra parte, el ajuste de hoy día se diferencia de otros intentos anteriores de “estabilizar” a la economía. Hoy las medidas que se toman tienen una intensidad, profundidad y celeridad mayores que las de antaño. Esto es consecuencia de una coyuntura internacional marcada por la inminencia de una crisis económica de magnitud inédita y por la creciente militarización de la política financiera norteamericana, con el propósito de redefinir a los principales conflictos mundiales en términos de la hegemonía de los intereses económicos y políticos de los Estados Unidos.

Hoy los objetivos del FMI son múltiples. No sólo busca condicionar al próximo gobierno, cualquiera sea su signo político, creando las condiciones que reproducen un endeudamiento permanente y asegurando así una permanente succión del excedente, los ingresos y la riqueza del país por parte del capital financiero internacional. Busca también maximizar la presencia del capital extranjero en la estructura productiva del país y en las áreas de recursos no renovables. Esto implica, entre otras cosas, desarmar el tinglado de la patria contratista y desarticular todas las prebendas y subsidios que les otorga el Estado. En Vaca Muerta podemos encontrar un pequeño ejemplo de lo que se busca. Como hemos visto en notas pasadas, hoy existe un enfrentamiento entre el gobierno y el grupo Techint por la apropiación de los subsidios estatales para la producción de gas no convencional. El FMI ha impuesto restricciones a su otorgamiento y busca sustituir los subsidios con más privatización y desregulación de la actividad privada. En los últimos tiempos el gobierno ha dado impulso a la conexión directa entre las empresas petroleras con inversiones en Vaca Muerta y las grandes corporaciones en Houston, Texas. Para ello se han impulsado vuelos directos y mensuales desde el aeropuerto de Neuquén, supuestamente fiscalizados por el gobierno provincial. Así, en lugar de subsidios estatales tenemos potenciamiento de lazos entre corporaciones petroleras en ambos países en un ámbito que asegura poca fiscalización del gobierno nacional.

En este contexto, las próximas elecciones plantean alternativas que van más allá de un mero cambio de gobierno. La pelea por imponer el ajuste a poderosas fracciones empresarias de capital local que lo resisten, resignifica el problema del desarrollo nacional y la necesidad de gestar un acuerdo entre todos los sectores opuestos. No solo muestra la importancia de tener en claro cuál es la alternativa para salir del callejón sin salida en el que estamos. También indica la necesidad de definir cómo se articula el frente opositor, y qué función cumple cada actor social en la salida de la crisis. En este sentido, las alternativas de la coyuntura internacional pueden arrojar luz sobre los realineamientos posibles entre diversos sectores sociales con intereses contrapuestos.

 

Endeudamiento global y desigualdad social

Hoy la coyuntura económica internacional se agita al compás de los conflictos que sacuden a la economía norteamericana, el centro de un capitalismo global monopólico que ha integrado la producción y las finanzas mundiales a niveles imposibles de imaginar hasta hace muy poco tiempo. Esta forma de acumulación del capital ha engendrado una crisis sistémica, que en lo económico se traduce en una brecha creciente entre el crecimiento económico global y el avance del endeudamiento. Esta tendencia llevó a la crisis financiera de 2008 y desde ese entonces persiste sin aparente solución, amenazando la estabilidad económica del conjunto del planeta.

Hacia 2008 el PIB global era cercano a los 58 billones de dólares (trillions) y la deuda total ascendía a los 100 billones de dólares (trillions). La crisis financiera produjo corridas bancarias a nivel mundial. El peligro principal residía en la posible implosión de los grandes bancos americanos y europeos fuertemente endeudados con activos tóxicos, es decir irrecuperables. Para superar la crisis, la Reserva Federal y la banca central de los principales países del mundo implementaron una política de facilitación monetaria con tasas de interés cercanas a cero. Esta política inundó el mundo de dólares baratos y permitió salvar a los grandes bancos, pero a costa de incrementar los problemas que originaron la crisis financiera. Diez años después la deuda global había crecido a 250 billones de dólares (trillions) mientras el PBI global había ascendido a 80 billones de dólares (trillions).

Esta tendencia se replica en el mundo entero. En los Estados Unidos ha sido acompañada por un aumento de la desigualdad social. En las últimas tres décadas el 1% de la población con mayores ingresos aumento su participación de un 34% a un 40% en el total de la riqueza. En el mismo periodo, el 90% de la población con menores ingresos disminuyó su participación en el total de la riqueza de un 33% a un 21%. La producción manufacturera tuvo un crecimiento muy débil, debido a la expansión hacia afuera de las corporaciones multinacionales en cadenas de valor global. La economía funcionó espoleada por el aumento del consumo, un consumo sostenido por un crecimiento de la deuda privada y pública y por importaciones crecientes de bienes producidos afuera del país. El rol del dólar como moneda de reserva internacional basado en las transacciones de petróleo en dólares, permitió financiar al infinito el déficit norteamericano y acumular una deuda que hoy día es totalmente insostenible. Asimismo, la creciente desigualdad social engendró una situación política cada vez más turbulenta y la emergencia de tendencias populistas en los dos partidos tradicionales: demócrata y republicano. Hoy Estados Unidos está recorrido por profundos conflictos que han alterado dramáticamente a su escenario político y tienen enorme impacto sobre el desarrollo de los conflictos globales.

 

Crisis de liquidez, economías emergentes y rol del dólar

Otra consecuencia de la política de facilitación monetaria de la Reserva Federal aplicada desde 2008 ha sido una creciente brecha entre el total del endeudamiento en dólares y la cantidad de dólares que circulan. Esta consecuente crisis de liquidez global amenaza con desencadenar una implosión del sistema financiero en caso de una corrida bancaria en algún punto del planeta. Esto puede provocar rápidamente cimbronazos en otros países. En este sentido, la deuda en dólares de las economías emergentes, entre las cuales se incluye la nuestra, ya no es un problema aislado: juega un rol cada vez mas importante en la estabilidad del sistema financiero internacional. En 2019 vence un récord de 2,1 billones de dólares (trillions) de deuda externa de las economías emergentes (IIF.com 15 01 2019). Esto implica que nuestro país enfrentará serias dificultades para la obtención de financiamiento externo de los vencimientos de su enorme deuda externa. Esto también explica la preocupación creciente de los países centrales y de los organismos internacionales ante la posibilidad de que la desestabilización financiera de una de las economías emergentes —corridas especulativas sobre sus monedas, defaults, etc.— pueda contagiarse a otras. Si esto ocurre no hay capacidad financiera para enfrentar la crisis que tendrá serias consecuencias para el sistema financiero internacional (Bank of International Settlements, zerohedge.com 18 3 2019).

La posibilidad de que esto último ocurra depende de una serie de factores, entre los que interesa destacar rápidamente el efecto no deseado de la militarización de las finanzas norteamericanas. En los últimos tiempos los Estados Unidos han usado con mayor intensidad sanciones económicas de distinto tipo contra países (y corporaciones), sean estos aliados o enemigos, que se resisten a usar el dólar como medio de financiamiento de las exportaciones de petróleo o a usar al sistema Swift para las transacciones financieras vinculadas al petróleo (Rusia, China, Irán, India, Francia, Alemania). Esto ha provocado serios problemas en los países sancionados (ataques especulativos a sus monedas, salidas masivas de capitales) e incentivado la búsqueda de protección utilizando monedas y sistemas de financiamiento alternativos al dólar. En esta búsqueda están embarcados distintos países, siendo China el que más ha avanzado al poner en acción el año pasado al petro yuan respaldado en oro. El interés de Arabia Saudita por este nuevo sistema de financiación puede potenciar las amenazas a la hegemonía del dólar como moneda internacional de reserva ( zerohedge.com 7 4 2019). Si se afirma el rol del petro yuan, esto provocará un cimbronazo de enorme magnitud en la fortaleza del dólar y en la capacidad de Estados Unidos para enfrentar sus problemas de endeudamiento y creciente déficit fiscal.

Por otra parte, la inestabilidad del sistema financiero internacional es también potenciada por la estrategia de dominio norteamericano sobre el flujo y el precio del petróleo mundial. Esto desnuda otro aspecto de la crisis sistémica de esta fase de expansión global monopólica, basada en el uso intensivo y extensivo de recursos energéticos no renovables que han entrado en su fase de extinción. Este problema ha contribuido a dar enorme importancia geopolítica a las reservas mundiales de petróleo y gas convencional y no convencional entre las cuales los yacimientos de Vaca Muerta ocupan un lugar muy destacado.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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