Jallalla, un grito que volvió a resonar

Bombos, trompetas y el canto de cientos de mujeres volvieron a llenar de música las calles de Jujuy, después de casi dos años de silencio sepulcral. Flamearon las wiphalas junto a las imágenes de Tupac Amaru, Evita y el Che. Bailaron integrantes del colectivo feminista de la provincia con pelucas violetas en sus cabezas. Las caras de los presos políticos estencileadas en banderas ondearon en el aire. Una tela gigante con una foto de Milagro Sala mirando hacia el horizonte vistió de color la ciudad gris, de casas bajas y calles angostas. #JallallaMujeres reunió en la provincia norteña a más de setecientas mujeres, lesbianas, trans y travestis de distintos puntos del país que exigieron la libertad de todxs lxs presxs políticxs. El contador Gerardo Morales iba a dar esa noche un discurso para celebrar los “dos años de paz” en Jujuy, pero a último momento decidió no hacerlo. Patricia Cabana, más conocida como Pachila entre las integrantes de la Tupac Amaru, es una de las ex presas políticas del emperador jujeño. Con lágrimas en los ojos agradeció a quienes dejaron un día de su vida para viajar al encuentro y realizó un paralelismo con lo que es una de las esencias del movimiento que lidera Milagro Sala. “Acá la fuerza, los ovarios, los huevos —dijo— los tienen las mujeres”. En 2014, el anuncio de un aumento del boleto de transporte urbano provocó un cacerolazo y un acampe de tal magnitud, que las autoridades debieron dar marcha atrás con sus pretensiones; en 2017 el valor del viaje se incrementó rápidamente al precio que demandaron los empresarios pero en la calle ya no hubo protestas. Desde el Parque de la Memoria partieron históricamente las marchas para exigir Verdad y Justicia en el aniversario del golpe de Estado: los 24 de marzo se congregaban más de cincuenta mil personas; el 24 de marzo de 2016, tres meses después de la detención de Milagro Sala, no se congregaron allí más de doscientas. Pero el sábado 9 la capital jujeña vibró otra vez. Al ritmo de los Fabulosos Cadillacs, cientos de voces entonaron: “Tienen encarcelada a Milagro Sala / y piensan que las mujeres no vamos a hacer nada 
/ Desde toda la Argentina / exigimos su liberación
/ no más presas / paren la persecución”. La idea de realizar una movilización en Jujuy surgió el 13 de octubre, durante el 32º aniversario del Encuentro Nacional de Mujeres que se realizó en Chaco. Fue el mismo día que el Cuerpo Especial de Operaciones Policiales arrebató a Milagro de la prisión sui generis que el Poder Judicial montó en su domicilio. Ella estaba en pijama y descalza. La noticia se difundió como una ráfaga y comenzaron las reacciones. La convocatoria a la actividad que tuvo lugar el pasado 8 y 9 de diciembre fue una de las primeras. Para que se concretara la propuesta se realizaron distintas reuniones en Buenos Aires y en las distintas provincias del país. Las mujeres se autoconvocaron, se organizaron, contrataron micros, crearon canales de comunicación, produjeron cada una de las banderas que flamearon bajo el cielo celeste de la provincia y organizaron las actividades. La jornada del viernes se inició al mediodía con una conferencia de prensa. Desde temprano llegaron a la sede de la Tupac Amaru con sus bolsos, termos, mates y alegría las cientos de mujeres que viajaron desde los distintos puntos del país. La casa central de la organización barrial volvió a tener la vida que había perdido con el encarcelamiento de su líder. Por la noche leyeron poesías, cantaron canciones, bailaron. Fue el preludio de la fiesta que vivirían al día siguiente. El sábado los redoblantes impusieron el compás de quienes recorrieron el casco céntrico. Muchos jujeños que paseaban por la zona comercial se detuvieron en las esquinas para observar el paso de la movilización. La columna que llegó a tener cuatro cuadras de extensión se detuvo frente a la Casa de Gobierno y desplegó una bandera wiphala de 49 metros cuadrados con la cara de Milagro. Decenas de mujeres coparon un pequeño escenario que el gobierno dispuso para el acto “Dos años de paz” que celebraría esa noche. Allí pusieron en alto la imagen de la dirigente social al grito de “Paso / paso / paso / se viene el Milagrazo”. Luego, siguieron hasta el penal de Gorriti, donde se encuentran detenidos Alberto Cardozo y Javier Nieva, dos de los siete presos políticos de la provincia. Poco después emprendieron camino hacia la cárcel de Alto Comedero. Separada del penal por la ruta nacional 9, la columna de mujeres caminó sobre una explanada hasta ubicarse frente al sitio donde reciben sus visitas las presas políticas. Allí montaron una radio abierta desde la que enviaron mensajes a Gladys Díaz, Mirta Aizama, Mirta Rosa Guerrero y Graciela López, encarceladas junto a Milagro Sala. Minutos antes de las dos de la tarde, al tiempo que la movilización se acercaba a la cárcel, un grupo de integrantes del Servicio Especial de Operaciones Policiales, encapuchados y con armas largas, marchó en fila hacia el cerco perimetral del penal. Alertada por una compañera, Milagro estalló en ira contra las oficiales del servicio penitenciario. “Me pidieron que no me acerque a la ruta. Quiero que ya mismo se saquen la capucha los policías. Este no es el acuerdo que teníamos. Acá hay niños y no tienen por qué asustarlos. Saquenme a esos tipos porque si no me importa todo una mierda y rompemos todos los compromisos”, advirtió. Presenciaron la escena las diputadas Juliana Di Tullio y Mónica Macha; la senadora María Inés Pilatti; la rectora electa de la Facultad de Sociales de la UBA, Carolina Mera; Marta Dillon, del colectivo Ni Una Menos y Mara Brawer, del Comité por la Libertad de Milagro Sala. Fueron las primeras de otras 21 mujeres de distintos espacios que ingresaron a saludar a las detenidas. Al día siguiente, el medio ultra oficialista Jujuy al Momento, conocido también como Morales al Momento, tituló “Sábado de grieta en Jujuy” y escribió que la marcha de mujeres fue “ruidosa y notoria y —afortunadamente— no dejó desmanes ni incidentes que lamentar”. Pero señaló también que “mientras todo esto ocurría, el gobierno se esforzó por celebrar por segundo año consecutivo el aniversario de la paz”. Y agregó: “El mal tiempo jugó una mala pasada y la concurrencia a la plaza no llegó a ser multitudinaria. Sólo permanecieron frente al escenario un puñado de militantes, funcionarios y caras que suelen ser conocidas para quienes recorren los despachos públicos”. La imagen contrastó con la que vivieron quienes viajaron desde distintas provincias del país hasta llegar al penal de Alto Comedero. Luego de una mañana en la que marcharon bajo el sol abrasador, cuando iba a comenzar la asamblea de mujeres, se largó el diluvio. Inmutables cantaron: “¡Esta lluvia de mierda no quiere parar! / ¡Esta lluvia de mierda no quiere parar! / ¡Es Morales que no para de llorar!”. Y del otro lado del alambrado Milagro invitó a quienes entraron a llevarle el abrazo de miles de compañeras de la Argentina a bailar bajo el torrente de agua. Patricia Cabana estuvo once meses detenida en el penal junto a la diputada del Parlasur. Los tupaqueros estaban acostumbrados a realizar marchas multitudinarias cada vez que tenían que salir a reclamar por algún derecho. Tras la privación de la libertad de la máxima referente de la Tupac Amaru, esa capacidad de movilización se esfumó. Desde el salón de asambleas de la organización barrial, donde el viernes se realizó la conferencia de prensa para brindar detalles de la jornada del día siguiente, Pachila contó: “Este salón que ustedes ven era de miles y miles de mujeres delegadas. Estaba lleno siempre. Fue tanta la persecución que tuvimos en estos dos años en Jujuy, fue tanto el abuso que hicieron con nosotros, que nos llenaron de miedo. Si no era a nosotros mismos, era a nuestras familias. Son muy pocos los tupaqueros hoy, pero porque hay mucho miedo. Y yo les digo de corazón: mil millones de gracias por haber venido, por estar con nosotros. Quiero que esa fuerza que ustedes tienen la transmitan a todos mis compañeros. Yo no lo entendía cuando estaba adentro (del penal). Cuando salí llegué a entender lo que fue la persecución. Hoy muchas tupaqueras que veo en la calle, a las que les decía vamos, vamos, marchemos por Milagro, volvamos a las calles, somos militantes. Me respondían que no se puede”. El sábado, ese no se puede se resquebrajó en mil pedazos. La organización popular y la potencia de las mujeres hicieron que el Jallalla, que es un grito de esperanza y de festejo, se escuche en cada rincón de la provincia.    

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