Justicia para nadie

Cuando el Poder Judicial deja de impartir justicia, nadie la obtiene. Ni siquiera los que pertenecen a él

 

Siempre me llamaron poderosamente la atención aquellas personas que parecen no percibir que las cosas cambiaron en el mundo Siguen opinando y actuando como si el mundo siguiera siendo uno que a todas luce ya no es. Los nostálgicos de la guerra fría y su insistencia en pensar el mundo desde dos polos de poder bien definidos. Un poco pienso que es gente que habla en blanco y negro y con la imagen granulosa de los viejos televisores de los años '50.

Esta semana me pasó eso cuando leí la clarísima denuncia que hizo Agustín Rossi, ministro de Defensa de la Argentina, sobre la conformación de una mesa de enlace de las Fuerzas Armadas. Por lo que relató Agustín, una verdadera mesa de saldos de viejos nostálgicos. Señaló el ministro que la mesa de enlace “se presenta casi como una conducción alternativa a los jefes de las FFAA, asumiendo potestades, funciones y objetivos que son propios de la conducción militar en actividad”. Con enorme lucidez, Rossi se tomó la molestia de hablar con nombre y apellido acerca de quienes la conformaban y sus antecedentes. Le puso color a tanta imagen granulosa en blanco y negro. El efecto fue casi inmediato. Una a una las instituciones se comunicaron con el Ministerio de Defensa para señalar que no conformaban la tan citada mesa e incluso señalaron que, si algún miembro de las instituciones la conformaba, lo hacía a título personal.

Me llamó la atención que pretendieran sumar a las fuerzas de seguridad y a la policía. No solo porque las funciones de las Fuerzas Armadas son, por ley, bien diferentes a las de las fuerzas de seguridad, sino porque, y como bien señalara el ministro, había entre los nombres que la integraban al menos dos que el Ministerio de Defensa conoce bien: el general de Brigada (R) Daniel Reimundes y el general de División (R) Ernesto Bossi. Extrañas coincidencias unen a estos militares retirados. El primero fue procesado por hacer inteligencia ilegal. Luego fue sobreseído y esa sentencia, que fue apelada, duerme el sueño de los injustos en la Corte Suprema, como siempre recuerda Ari Lijalad. Bossi, por su parte estuvo vinculado a la SIDE durante la época en que era conducida por Santibañez, durante el gobierno de De la Rua. Además de su cercanía a las tareas de inteligencia, ambos tienen en común que promueven la participación de las Fuerzas Armadas en materia de seguridad interior.

Cabe resaltar que la prohibición de la participación de las Fuerzas Armadas en materia de seguridad interior, esto es dentro del país, es fruto de uno de los grandes consensos de la democracia luego de la última dictadura cívico militar. Y fue formulada como reacción de la democracia ante las atrocidades que llevo adelante dicha dictadura.

Mientras se investiga el inescrupuloso e inhumano espionaje a los familiares de las víctimas de ARA San Juan por parte de la AFI del gobierno de Mauricio Macri y mientras la verdad surge de los testimonios sobre esa tragedia que se colectan en el Poder Judicial de Caleta Olivia, sectores de las Fuerzas Armadas de viejas épocas parecen tener la necesidad de reunirse para conspirar.

Como siempre, admirable la lucidez de Agustín Rossi de denunciar con nombre y apellido lo que estaba sucediendo. Darle visibilidad. Trabajé con Agustín y creo conocerlo bien. Siempre he resaltado que es alguien a quien leo y observo cuando no entiendo algo de lo que sucede en política. Porque a su inamovible lealtad a la democracia hay que sumarle algo también invaluable: es la persona ideológicamente mas correcta que conozco y por eso no se equivoca cuando evalúa la política. Ha pagado enormes costos políticos por eso, pero en un mundo de pragmáticos, Agustín Rossi es una rara avis que siempre se para en el lugar que corresponde y no en el lugar que le conviene. Algunos, entre los que me cuento, llamamos a eso dignidad.

Lo que sucedió con la mesa de enlace de las Fuerzas Armadas me hizo recordar un episodio que sucedió hace unos meses. También una imagen granulosa en blanco y negro. Me acorde del ex Presidente Duhalde cuando, en medio de lo que él mismo denominó después una especie de brote psicótico o estado confusional, declaró muy suelto de cuerpo que en el 2021 no habría elecciones legislativas y que preveía un golpe de Estado.

Con toda honestidad, lo del brote psicótico no se lo creí nunca y de hecho creo que esa desmentida se le ocurrió a Duhalde después que Jorge Yoma contase una experiencia similar a propósito de los dichos del ex Presidente.

 

 

 

Lo que creo en efecto es que Duhalde funciona como vocero de sectores que piensan granuloso y en blanco y negro. Y creo que son los mismos sectores que tuvieron una anhelante erección cuando un sector de la policía bonaerense se levantó contra el gobierno de Axel Kicillof. Los mismos sectores que inspiraron las tristes declaraciones de Patricia Bullrich respecto a que el cambio de gobierno podría suceder en el 2021 dependiendo de las elecciones legislativas. Un golpe de tipo “institucional”, al estilo de los que sufrieron Lugo en Paraguay y Dilma en Brasil. Y que tan bien tradujo en su nota la periodista Nancy Pazos, cuando escribió una opinión del círculo rojo: “Se habla de una Asamblea Legislativa pero no veo a la clase política comprometiéndose con algo así, nos vamos a tener que comer a estos tipos tres años más”, responden desde el otro rincón”.

El fracaso de la intentona de instalar la idea de un golpe de Estado en los meses de agosto y septiembre de este año decantó en la más sutil – o menos sutil, según como se la mire— idea de conformar una estructura paralela. La idea de esmerilar a la actual conducción de la Fuerzas Armadas era necesaria, ya que sus autoridades fueron las primeras en salir a desmentir lo dicho por Duhalde en agosto. No creo que la mesa de enlace de las Fuerzas Armadas haya nacido solo orientada a ese fin, pero me cuesta creer que no sea ese objetivo, el de desgastar a la actual conducción de las Fuerzas Armadas, uno de los objetivos que podrían haber tenido en cuenta sus impulsores.

En más de una ocasión tengo la impresión de que existen hilos comunicantes entre cosas que suceden aparentemente aisladas. No sé cómo explicarlo, así que daré un ejemplo. Esta semana se revocó el sobreseimiento de Eduardo Miragaya y de Santiago Viola en la causa por el delito de instigación a cometer falso testimonio. La causa, aunque pequeña, me resulta apasionante.

En el año 2016, Gabriel Fabián Corizzo y Carlos Marcelo Scozzino declararon que habían sido testigos de la presencia del doctor Sebastián Casanello dentro de la Quinta Presidencial de Olivos en el transcurso del año 2015. Muchos periodistas clamaban espantados que Casanello debía ser apartado de la investigación sobre Lázaro Báez y sobre CFK, de la que era juez de instrucción por ese motivo.

Curiosamente otro periodista, Carlos Pagni, publicó que Viola y Miragaya habían realizado un montaje para obtener el apartamiento —recusación mediante— del juez Casanello de la causa Nro. 3017/2013 (en la cual se encontraba imputado el defendido del abogado Viola, Leandro Báez) para lo cual habrían instigado a los testigos a pronunciarse con falsedad.

Mientras la acusación por falso testimonio contra los dos testigos falsos avanzaba –y de hecho concluyó con un juicio a prueba en que tanto Corizzo y Scozzino reconocieron haber mentido—, la situación de Viola y Miragaya era bastante distinta.

Miragaya, que en esos días de 2016 era funcionario de AFI y además contaba con contactos dentro del mundillo de Py rápidamente fue sacado de la causa, si bien ese sobreseimiento fue apelado. Santiago Viola no tuvo la misma suerte, pese a la protección que recibió de un sector del macrismo. La causa volvió luego de un largo recorrido al juzgado de instrucción para que se investigara y el doctor Rodríguez los sobreseyó. Y Sebastián Casanello apeló ese sobreseimiento.

Antes de sobreseer a Viola y Miragaya, el juez de instrucción recibió la declaración de otro periodista, Tomas Méndez, que había recibido copia de los chats telefónicos de Miragaya y Viola. La fuente, según declaró Tomas Méndez, era un presunto ex AFI ya fallecido de nombre Sidras.

La causa es y era un escándalo. Las conversaciones entre los involucrados y la cantidad de llamadas entre Miragaya y Viola eran de por sí un verdadero papelón.

 

 

 

El viernes 13 la Cámara Criminal y Correccional revocó esos sobreseimientos y ordenó seguir investigando. Lo curioso es cómo votaron los miembros de la Cámara. Llorens votó en contra de revocar los sobreseimientos. De modo tan inexplicable como viene votando que las causas de espionaje ilegal se tramiten en Comodoro Py. De alguna forma Mariano Llorens parece representar un sector de Poder Judicial que prefiere optar por cubrir de olvido lo sucedido en la Justicia federal durante los años que gobernó el macrismo. En particular si son hechos que involucran a los servicios de inteligencia.

Quienes votaron a favor de revocar el sobreseimiento fueron los jueces Bruglia y Bertuzzi. De Bruglia no me sorprende porque ya había votado en contra de sobreseer a Viola en la primera oportunidad. Pero más allá de eso, la sentencia llama la atención.

Quienes impulsan solapadamente que la causa contra Viola y Miragaya se cierre definitivamente son los sectores históricos de Comodoro Py. Muchos de ellos con excelente relación con el macrismo y con lo que los abogados consideramos “la corporación judicial”. Sectores que por cierto no se embanderaron con la defensa de Bruglia y Bertuzzi, sino más bien lo contrario. No por convicción democrática sino por mero ejercicio de hábitos acomodaticios.

Mis hilos conectores me hacen preguntarme si la sentencia es un mero hecho judicial o la primera señal de una nueva pelea en ese edificio de lealtades inexistentes.

Y por cierto, sea cual sea la causa de la sentencia, celebro que Casanello haya conseguido que la causa siga investigándose. Porque yo lo vi golpear puertas durante el macrismo y vi a la corporación judicial negarle el más mínimo resquicio de justicia en un pedido que era absolutamente razonable y fundado. Porque, y aprendí eso en las épocas macristas, cuando el Poder Judicial deja de impartir justicia, nadie la tiene, ni siquiera los que pertenecen a él.

 

 

 

 

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