JUSTICIA VENCE A OLVIDO

Se publica en la Argentina el ensayo de Elizabeth Jelin sobre las memorias de las dictaduras.

 

Recién entre las postrimerías de siglo XX e inicios del actual quedó establecido este trípode de Memoria, Verdad y Justicia que constituye al sujeto histórico contemporáneo en estas y otras partes del globo, sacudidas por dictaduras, genocidios y procesos represivos. Por más cachuzas que se restablecieran las democracias y su correlato, el estado de derecho, esos tres basamentos trazaron una articulación imposible de concreción con uno sin el otro. De tortuosa construcción en forma independiente, se hizo imprescindible rescatar la Memoria que albergue la Verdad para que impere la Justicia. Principio de intercambio de factores cuyo abanico amplía derechos y genera libertad.

 

La autora, Elizabeth Jelin.

 

 

A tales coordenadas arriba la socióloga Elizabeth Jelin (Buenos Aires, 1941), al proponer abjurar meras expresiones voluntaristas, optar por Justicia y, en lugar de “olvido”, el antónimo Memoria. Con el mérito de haber obtenido esa conclusión hace veinte años en la redacción de Los trabajos de la memoria, cuya primera edición fuera realizada en España en 2002. Una versión apenas corregida tuvo lugar en Perú en 2012 y recién ahora llega en forma completa a la Argentina. Fruto de una investigación en equipo iniciada en 1998 bajo la denominación Proyecto memoria, arrancó como “una respuesta a las inquietudes académicas y ciudadanas que se estaban gestando acerca de la manera en que el pasado de los regímenes dictatoriales y la violencia perduraban, a menudo con obstinación”. Revisión del eufemismo “pasando reciente” tras el cual se escabullen las dictaduras y sus latrocinios, el material reunido por el equipo deviene libro rubricado en exclusiva por Jelin, en tanto “resultado personal de la búsqueda de un  arco conceptual para pensar e interpretar las luchas sociales por las memorias, por el sentido de ese pasado de dictadura, violencia política y represión estatal de los años '70 en distintos países”.

 

 

 

 

Su definición de Memoria como los “procesos subjetivos e intersubjetivos, anclados en experiencias, marcas materiales y simbólicas, y marcos institucionales”, no ha perdido vigencia; más aún, ha dado pie a fructíferas discusiones, tanto en los círculos aledaños a la autora como en ámbitos externos. Ha contribuido en los aportes y extensiones la radical transformación del universo memorial en el siglo XXI, tanto en las marchas y contramarchas verificadas en la Justicia como en los nítidos avances hacia el develamiento de la Verdad. Precisamente en este último período, en la Argentina los juicios de lesa humanidad adquirieron el estatuto de políticas de Estado, se declararon inconstitucionales las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, se ampliaron los derechos de las mujeres, trabajadores, privados de la libertad,  minorías y muchos otros. Circunstancias que relanzaron algunos conceptos planteados originalmente en Los trabajos de la memoria, no menos que haciendo visible lo provisorio de otros, como corresponde a todo avance de la ciencia. Valga como ejemplo de esto último la noción de entrepeneur, cuestionada ya en su momento por su alusión a cierto emprendedurismo voluntarista y vuelta intransitable a partir de la vulgarización implementada como baluarte ideológico de la arremetida macrista. Idea adoptada de la sociología norteamericana en la que Jelin abreva, alude a una instancia individual para aquel agente comprometido en la lucha por los Derechos Humanos que, involucrado “personalmente en su proyecto, pero (que) también compromete a otros/as, y genera participación y una tarea organizada de carácter colectivo”.

Sin recluirse en el marco teórico-metodológico de la sociología, Jelín suma criterios provenientes de otras disciplinas aledañas, sin el riesgo de adentrarse en honduras capaces de enturbiar el sendero emprendido por sí misma. Le basta con definiciones redondas, como las que proporcionan el diccionario lexicográfico de María Moliner o el de psicoanálisis de Laplanche y Pontalis. Horizonte que se replica al permanecer sostenida en las fuentes bibliográficas vigentes al momento de las ediciones española y peruana, referencias que se detienen en 2002. Limitaciones oportunas para aquella época y que en la actualidad resultan ampliadas por nuevas concepciones: al trasladar el concepto psicológico de “trauma” a los efectos del genocidio, instaurado por la académica Dominik La Capra, adhiere a la idea que “también afecta a todos los que entran en contacto de diferentes con él (la víctima): perpetrador, colaborador, testigo pasivo, opositor…”. Hoy por hoy, la equiparación en contenidos y efectos ha quedado, si no confusa, por lo menos extemporánea.

 

 

 

 

En el afán por “centrar la mirada sobre conflictos y disputas en la interpretación y el sentido del pasado, y en el proceso por el cual algunos relatos logran desplazar a otros y convertirse en hegemónicos”, Elizabeth Jelin esboza un manojo de herramientas, procura describir mecanismos discursivos y dispositivos ideológicos. Al estar vertidos tales esfuerzos a la historia latinoamericana de la segunda mitad del siglo XX, principalmente, Los trabajos de la memoria procura trasladar experiencia académicas de otros tiempos y latitudes. En este aspecto se inscribe entre los desarrollos pioneros en una temática lejos de estar agotada. Por el contrario, permite apreciar con mayor perspectiva los avances conquistados en la práctica política.

 

 

 

 

FICHA TÉCNICA

Los trabajos de la memoria

Elizabeth Jelin

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Buenos Aires, 2021

168 páginas

 

 

 

 

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