LA CARRERA VACUNÍSTICA

El trabajo del Estado con los laboratorios del mundo para ganarle al Covid 19

 

Todo cambió cuando a finales de agosto la farmacéutica AstraZeneca sinceró las fechas e informó que sus dosis terminarán de producirse en marzo y comenzarán a distribuirse en abril. Unas semanas antes el gobierno nacional había anunciado con estruendo un acuerdo con la empresa y la Universidad de Oxford y toda la expectativa estaba puesta en ese desarrollo. Pero a Axel Kicillof la posibilidad de que no se pudiera ejecutar un plan de vacunación durante el verano lo dejaba demasiado intranquilo. Pensaba en la vuelta de las vacaciones, la fecha de comienzo de clases y la llegada de una segunda ola. Varias alarmas que presagiaban un escenario inimaginable de afrontar en una provincia desgastada por tantos meses de pandemia.

En medio de esas ansiedades comenzaron contactos con las otras grandes farmacéuticas que juegan la misma carrera contra el tiempo. Todas estaban en fases avanzadas y con buenos resultados pero la única que les daba una fecha tempranera era la rusa. Con nombre de emblema soviético, la Sputnik V planteaba una entrega para finales de diciembre que cautivó al ex ministro de Economía. Los contactos con los rusos venían fluidos por la negociación de un antiviral que finalmente la provincia no compró pero que le permitió arrancar las conversaciones sobre su vacuna. La preocupación en la provincia y esas charlas con los rusos se informaron en Olivos y a Salud de la Nación, que también entró en las conversaciones. De esa manera los focos se corrieron de Gran Bretaña a Rusia, hacia donde la viceministra Carla Vizzotti se embarcó el 17 de octubre.

“Si todo va bien vamos a poder estar vacunando a finales de diciembre”, anunció hace diez días Alberto Fernández luego de conversar con su par Vladimir Putin y de comunicar las negociaciones con el instituto ruso de investigación de epidemiología Gamaleya. En la conferencia que oficializaba el final del aislamiento obligatorio en el AMBA, el Presidente también explicó que se habían firmado los acuerdos para recibir las vacunas producidas por China y AstraZeneca. Eran las primeras buenas noticias tras un par de meses pero las fechas para comenzar a aplicar las dosis parecen difíciles de cumplir.

“Entre una semana o diez días vamos a estar publicando el protocolo de los ensayos clínicos. También esperamos que dos semanas más tarde podamos publicar datos sobre la efectividad de la vacuna”, detalló hace unos días en un Zoom para periodistas latinoamericanos el director del fondo de inversiones que financia la Sputnik V, Kirill Dmitriev. El líder del proyecto ruso explicó que el estudio de la fase 3 de los ensayos será publicado en la prestigiosa revista británica The Lancet para que la comunidad científica pueda ver los resultados que obtuvieron.

Las dosis con las que debería vacunarse en diciembre se están produciendo en China, India y Corea. Con los plazos que mencionó Dmitriev, si es que no hay ningún imprevisto, las autoridades regulatorias argentinas recibirían en las primeras semanas de diciembre el informe con las precisiones de los testeos. Si bien la ANMAT –que autoriza, controla y registra los medicamentos– ya está trabajando junto a los rusos con los primeros trámites, para poner el sello y mandar a vacunar debe hacer una exhaustiva revisión de estudios que hoy aún no cuenta. Rusia no tiene una agencia precalificada y eso dificulta que la ANMAT pueda expedirse más rápido. Ese rango lo otorga la OMS y sí lo tienen la FDA de Estados Unidos o la EMA europea. El Cohete a la Luna consultó tanto a la ANMAT como a los representantes del desarrollo de Sputnik V por los plazos precisos para lanzar la vacunación y los dos prefirieron no contestar sobre ese tema puntual. Puertas afuera ambos son más cautelosos que los voceros oficiales sobre el día en que comenzará la aplicación en los trabajadores del sistema de salud y los grupos de riesgo.

En la ANMAT están trabajando con todas las posibles vacunas que llegarán. Comenzaron los trámites de registro y luego deberán revisar las fases de investigación, desarrollo, producción y control de calidad. También los estudios clínicos que avalan la seguridad y eficacia. Las plantas locales de fabricación, envasado o distribución, según sea el caso, también deben ser supervisadas. En situaciones normales todos estos trámites llevarían dos meses, pero por la ley 27.573 sancionada la semana pasada en el Congreso, ahora la ANMAT cuenta con treinta días para expedirse. En el organismo esperan que por la excepcionalidad de la situación y la decisión política se provean los recursos para cumplir el objetivo. “Ojalá podamos aplicarla en enero. Lo de diciembre lo veo un poco audaz. Los plazos están muy justos”, explicaron desde la ANMAT.

Como cuando competían en la carrera espacial, rusos y estadounidenses saben que el mundo mirará a quien llegue primero con la vacuna. La cuestión geopolítica marca el pulso de todos los desarrollos pero los laboratorios piensan también en cómo luego se impondrán en el mercado. Y para eso, como durante la Guerra Fría, las potencias relatan sus estudios de fase 3 como si fuera producción armamentística. El lunes pasado Pfizer anunciaba que su vacuna era eficaz en un 90% según sus ensayos intermedios. Al día siguiente sus acciones se disparaban en Wall Street. La respuesta rusa fue inmediata: el miércoles, el centro Gamaleya le comunicaba al mundo que ellos tenían un 92% de eficacia.

Los anuncios de Putin sobre la vacuna generaron escepticismo en la comunidad científica internacional. Aunque tiene un enfoque similar al de AstraZeneca, se le cuestiona que califique al Sputnik V como “segura y efectiva” cuando aún no tiene los estudios completos.

En el Ministerio de Salud nacional explican que como el trabajo para la Sputnik tiene una tecnología ya utilizada, que es la base de la vacuna contra el ébola, saben de qué se trata. La de Pfizer, que utiliza material genético, les parece “muy promisoria” pero tiene una tecnología nueva y que requiere ciertas características de refrigeración que pueden complicar su logística. Los funcionarios dicen que incluso sería más entendible que, por esos temas, se cuestionaran más los trabajos de Pfizer que los de la Sputnik V. Y remarcan que ninguna vacuna se puede distribuir si no cuenta con una exhaustiva revisión internacional y local.

Para verlo más gráfico y comprender que no es sólo Argentina la que comprará las dosis de Rusia, es preciso saber que los dos países más poblados de la región, Brasil y México, obtendrán 100 millones de sus vacunas. Para los otros de Latinoamérica hay destinadas unas 300.000 más. Naciones como India, Israel o Arabia Saudita también se anotaron en la lista de compradores.

A diferencia de la posguerra, esta no es más una contienda de dos. Con la misma lógica que los rusos, las farmacéuticas chinas Sinopharm y CanSino tienen toda la potencia de su Estado detrás y su destacada capacidad de producción. China busca además extender su liderazgo en desarrollo tecnológico y patentamiento. Un buen resultado de sus vacunas refrendaría aún más su destacada posición global.

Por las características mencionadas, los laboratorios chinos también fueron parte de las consultas cuando los plazos de AstraZeneca apuntaron a marzo y abril. Con una de ellas, CanSino, se avanzó mucho pero al revisar una planta con la que habían acordado para trabajar los propios chinos señalaron que no cumplía con sus estándares. Los proveedores locales están ajustando los requerimientos pero perdieron más de un mes en la carrera. Más allá de quien llegue primero a la línea, junto con Sputnik V, AstraZeneca, Pfizer y Johnson & Johnson integran el selecto grupo de vendedores al Estado argentino.

Aunque no lo anunció aún, por los plazos de producción el ministerio no tiene expectativas de que la vacuna de Pfizer –tan nombrada esta semana– entregue este año las 750.000 vacunas que prometió. Lo mismo sucede con AstraZeneca, que al cierre de esta nota informó que comenzaba en dos semanas la producción en la Argentina. Aquí se fabricará el principio activo que luego se exportará a México, donde otro laboratorio se ocupará de fraccionarlo y envasarlo para distribuirlo en Latinoamérica.

Muchas de estas empresas ya fabrican sus dosis en fase 3 cuando aún se están haciendo esos estudios sobre la eficacia y los efectos del medicamento. Sin la excepcionalidad de la pandemia esperarían los estudios de fase 4, de control farmacológico y vigilancia en la sociedad, para poner en funcionamiento las máquinas.

Para que todo el acuerdo fuera posible, en un viaje confidencial, Vizzotti y una comitiva reducida partieron a Rusia mientras en Buenos Aires se festejaba en caravanas el Día de la Lealtad. Llegaron a Moscú y recorrieron los laboratorios de Gamaleya, donde además de la vacuna contra el ébola se desarrolló la que combate el síndrome respiratorio MERS. Desde allá, durante la semana de estadía, funcionarios y científicos de los dos países se conectaron por zoom con la Comisión Nacional de Inmunizaciones de Argentina y la ANMAT para entender las particularidades de la vacuna y las necesidades en el proceso de validación. Una vez que todos estuvieron de acuerdo con los procesos formalizaron el interés por el acuerdo. De la comitiva participó Raquel Méndez, esposa del ministro de Salud bonaerense Daniel Gollán, quien desde acá siguió las conversaciones en tiempo real.

A su vuelta Vizzotti entregó buenas referencias de la Sputnik V a Alberto y a Ginés García. Mientras tanto, por si hicieran falta refuerzos, Cristina Kirchner recibía al embajador ruso en el Senado. A diferencia de las otras farmacéuticas que no pudieron precisar plazos, desde Moscú llegaban las fechas que Alberto quería escuchar y que también tranquilizaron a Kicillof. Ahora el gobernador prepara un enorme operativo con unos 5.000 vacunadores para cuando le den la señal de largada.

 

 

 

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