La competencia de Axel

Entrevista con el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof

 

En estos días, Axel Kicillof —gobernador de la provincia de Buenos Aires— es el bocado más apetecido por la oposición. Tanto o más que Cristina Fernández de Kirchner. Le tienen unas ganas tan inocultables, que no vacilan ni ante el ridículo. Tres días atrás, La Nación le dedicó un editorial titulado El sucesor incompetente. La intención era condenarlo por su manejo del tema de la deuda provincial. Condena prematura, desde que la negociación acaba de comenzar; equivale a bajarle el pulgar a un equipo al minuto y medio del primer tiempo. El único mérito del texto es la forma en que desnuda que el deseo del editorialista es más fuerte que su capacidad de ponderación.

El texto apela a una fábula que, según dice, se utiliza en una "destacada universidad norteamericana", protagonizada por un dentista "carente de idoneidad" que hereda el consultorio de un profesional brillante fallecido en un accidente y arruina su negocio "en pocos meses". Para empezar, el editorialista le concede al dentista chapucero más tiempo que a Kicillof, que asumió hace apenas un mes y días. Además, al comparar a la ex gobernadora Vidal con el dentista difunto, demuestra que no repara en nada con tal de pegarle a Kicillof. No sólo "mata" simbólicamente a Vidal, sino que además, al compararla con un profesional brillante, la expone a la luz que menos la favorece. Si la disputa es en términos de idoneidad —o sea de formación, de experiencia de gestión (y particularmente, de negociación con tenedores de deuda)—, la diferencia entre Kicillof y Vidal no podría ser más desdorosa. En las elecciones de 2019, el resultado marcó una diferencia de 14 puntos, que expresan la opinión de les bonaerenses sobre la idoneidad del gobierno anterior; pero si las elecciones se ganasen por concurso de antecedentes, como ocurre en tantos ámbitos, la diferencia habría sido más abrumadora.

El editorialista incurre en otros deslices, como sugerir que la provincia disponía de crédito internacional (mentira cochina) hasta que Kicillof "anunció" el default virtual. Esto último es todavía más falaz. Dos días antes del editorial de La Nación, el intendente de San Isidro Gustavo Posse —insospechable de ser portador de un solo gen peronista— declaró que la provincia "ya estaba en default en diciembre". En efecto, la taba de la situación económica que le quedaba a la administración 2020-2024 ya había caído de culo a la hora de las elecciones. Un reciente hilo de tweets de la economista Julia Strada lo explicó de modo inapelable:

Sólo en este año, 2020, vencen un total de U$S 2900 millones. El 64% de estos servicios es deuda tomada durante la gestión Vidal-Lacunza. 

No es sólo una cuestión de tamaño (aunque el tamaño importa, eh), sino de composición. La deuda en moneda extranjera pasó de 58% en 2015 al 82% en 2019. O sea, subió de U$S 5.419 millones a U$S 9.181 millones. 

La incidencia de la deuda sobre los recursos de la provincia de Buenos Aires creció de 44% en 2015 a 73% en 2019. Es decir: o pagás sueldos o pagás la deuda. En 2015 había muchos problemas, pero ese no. 

Lo cual demuestra que la alegría de la ex gobernadora en estos días no se debe a lo que Infobae, con inocultable misoginia, definió como "el efecto Quique Sacco", sino a la consciencia —porque Vidal no será brillante, pero tampoco tiene un pelo de tonta— de haberse preservado del incendio que hubiese estallado en la provincia si era reelecta. Lo que la dentista Vidal le cedió a Kicillof no fue un consultorio próspero, sino una provincia quebrada.

El tema de la deuda y sus potenciales consecuencias vertebró la charla que El Cohete A La Luna tuvo este jueves con Kicillof. El amplio despacho que ocupa en el edificio de la gobernación está apenas adornado por mementos de su carrera: el avioncito que recuerda la subgerencia de Aerolíneas en 2011, las muestras de petróleo de Vaca Muerta, la placa que recuerda las obras del plan PRO.CRE.AR y una estatuita que representa al Nestornauta con que la militancia hizo propio al personaje de Oesterheld.

 

 

 

 

 

La deuda interna

En estos días se habla mucho de la deuda, de cifras, monedas y porcentajes, pero de lo que no se habla mucho es: ¿dónde fue a parar ese dinero que nos prestaron?

AK: Estamos cumpliendo poquito más de 30 días de gestión. Toda esa discusión no me sorprendió, porque el gobierno anterior era de los que más blindaje mediático tuvo, se caracterizó por el marketing político: Durán Barba, el manejo de los medios, los trolls... No es algo que se desconozca: se vanagloriaban de eso.

El caso de la gobernadora Vidal representaba el extremo. Durante mucho tiempo no se conoció ninguna mala noticia a nivel nacional sobre la provincia de Buenos Aires. Parecía que acá no se había robado ni una bicicleta en cuatro años, y eso tiene que ver con la cobertura mediática. Por el otro lado nosotros veníamos señalando los problemas que iba a generar la deuda que tomaban. Si para algo no se usó ese dinero es para generar capacidad de pago. Un comercio o una industria toman deuda pero crean sucursales nuevas, compran una máquina que le permitirá producir más y tener con qué cuando haya que pagarlo. Eso —está claro— no ocurrió. La provincia ha tenido una etapa de contracción económica, de reducción de su capacidad productiva, porque sustituyeron mucha deuda en pesos por deuda en dólares.

Se trata de la crónica de un problema anunciado. Había un vencimiento muy grande el 26 de enero, pero caja no había. ¡Dólares no hay! Lo llamativo es que, cuando yo anuncio que estamos en conversaciones con los acreedores, se empezó a hablar de esa deuda como si fuera algo que produje yo en 30 días y ahora no sabría cómo pagar.

Hoy existe un público más atento a estas cosas, que sabe que venimos hablando del endeudamiento inmenso que se produjo, un sobreendeudamiento que no se canaliza, ni se expresa, ni se materializa en mejoras de ningún tipo. A este tipo de ciclo Eduardo Basualdo, un economista muy importante, lo denomina valorización financiera: consiste en endeudamientos por un lado y fuga por el otro. Dólares que entran pero no para ser utilizados por el sector productivo público ni privado, sino para integrarse a un esquema que endeuda al país desde el gobierno y recicla esos dólares a través de diferentes elementos financieros que terminan con la salida de capitales al exterior.

En este caso, el Banco de la provincia se endeudó en LELIQs, uno de esos títulos públicos que emitió Macri. La provincia financiaba a la Nación con esos títulos que además, a su vez, eran comprados por bancos y generaban una enorme ganancia para ellos. Así que entraban dólares pero no eran para la provincia, sino que a través de un proceso de reciclaje terminaban saliendo al exterior.

¿Se pagaron gastos comunes, también?

AK: Durante los últimos cuatro años la provincia sufrió un fuerte proceso de ajuste. Cayeron los sueldos de los trabajadores del Estado, los sueldos docentes, el gasto en obra pública, todo lo que forma parte de la función del gobierno: salud, educación, infraestructura, tanto en escuelas como en hospitales. Se restringieron los gastos al mismo tiempo se contraía deuda. El achicamiento de la economía hizo que el Estado recaudase cada vez menos porque había menos actividad. Entonces sí, la plata se tomó en dólares y se usó en parte para pagar sueldos porque había cada vez menos recaudación y encima se recaudaba menos en los sectores que más podían pagar. Este drama se vivió muchas veces en Argentina: programas de fuerte ajuste del gasto público que generan un déficit de las cuentas públicas que se salda endeudando al Estado, mientras las divisas se usan para negocios financieros.

 

 

Los subejecutores

Tenías clara la situación de la provincia porque hace mucho que estabas recorriéndola, enterándote de las consecuencias que estas políticas tuvieron entre la gente. Ahora que abrieron las puertas de los organismos públicos, ¿hubo algo que te sorprendiese de una manera que no esperabas, de esas cosas que revelan hasta qué punto había llegado la desidia respecto de lo público, lo estatal?

AK: Todo, a cada paso que das. Vos lo conocés bien, a partir del estado en que dejaron la radio de la provincia. (1.) Uno a veces se pregunta qué elemento de desidia, de maldad o de ideología estuvo operando. Acá hubo un brote de sarampión que tuvo que ver con que no se vacunó, y al mismo tiempo el Ministro de Salud (Daniel Gollán) me contaba que habían encontrado vacunas vencidas. Ahí tenés un caso concreto.

La provincia tenía aprobados créditos internacionales por sumas muy grandes para hacer obras muy importantes. Algunos venían de la administración anterior a esa, o sea que debían llevar mi firma como Ministro de Economía, otros se habían terminado de negociar durante el gobierno de Macri, de Vidal. Había dinero disponible para cosas como educación, salud, infraestructura, incluso algo que es muy importante que son las obras hídricas, que tienen que ver con las inundaciones y las sequías, porque pasan las dos cosas en la provincia. Está bien que eso venga financiado por organismos internacionales como el Banco Mundial, la CAF (Corporación Andina de Fomento), el BIRF, el BID, bancos de desarrollo y de fomento que están hechos para eso y prestan a bajas tasas. ¿Sabés cuál era el grado de ejecución de esos proyectos, cuánto de ese dinero se había usado para concretarlos? Un 6%. Había disponibles 1500 millones de dólares y tuvieron una casi nula ejecución. Y uno se pregunta: ¿por qué?

Creo que estuvo a cargo —por decirlo de un modo prolijo, no insultante— un grupo político o de gestión que no quiere al Estado, no le gusta el Estado, no le interesa el Estado. Es más en lo profundo creen que no debería existir. Es muy perverso, eso. Se presentan a disputar el Estado a través de un proceso electoral, pero después desde el Estado contratan a sus ONGs, abandonan funciones del Estado, hacen negocios desde el Estado o dejan que determinados negocios prosperen ante la ausencia de regulación. Fue el deterioro desde adentro. Una época de cuyas consecuencias seguiremos dándonos cuenta durante bastante tiempo. La forma en que usaron fondos para publicidad o pagos a medios de comunicación... ¡Recursos inmensos!

Esos no se subejecutaron.

AK: No, no, se sobreejecutaron: pagando a periodistas, eso creció muchísimo. En paralelo fallaban funciones básicas, como arreglar las aulas para que los pibes puedan tomar clases. Durante la campaña habían hecho una especie de profesión de fe: dijeron que la educación era importante, pero tan pronto fueron gobierno sometieron al sector al deterioro, el abandono, mientras se enfrentaban con los maestros y maestras.

 

 

 

 

Las vaquitas son de nosotros, la incertidumbre es ajena

En la provincia ganamos por 15 puntos, tuvimos el 52 % de los votos, pero la discusión hay que seguir dándola. Esos argumentos según los cuales "caés" en la educación pública, o la idea de que "a las universidades no llegan los hijos de los sectores populares"... Hay uno que me resulta especialmente inflamante, lo dijo alguien que además fue Ministro de la Educación: eso de que "hay que aprender a vivir con la incertidumbre". Y encima  agregó: "A disfrutarla". Han sido un gobierno que con los sectores más poderosos —los bancos, el sector financiero internacional, los fondos de inversión— hizo lo contrario: les dieron toda la certidumbre del mundo. Los que tenían que aprender a vivir en la incertidumbre eran los que podían perder el laburo y no tenían a nadie que los ayudase; los que no llegaban a fin de mes; los que no sabían qué monstruo prehistórico iba a pasar por debajo de la puerta junto con la boleta de luz.

Esa incertidumbre era toda para los sectores más desprotegidos, porque el Estado ya no se iba a ocupar de cuidarte, de protegerte, de defender tus derechos consagrados como tales por la Constitución Nacional. Introdujeron un elemento de ruptura con cuestiones que no eran sólo ideológicas, como las diferencias entre el peronismo y el antiperonismo: eran principios y valores básicos de la sociedad argentina. Pasó en áreas como los derechos humanos, donde todos entendíamos que la sociedad había reconstruido su democracia sobre la base de decir nunca más al terrorismo de Estado. Pero ellos empezaron a discutir si habían sido o no 30.000 desaparecidos, detuvieron toda la política de memoria, verdad y justicia que había empezado con Raúl Alfonsín —un radical—, con la CONADEP, con Sabato... Uno no sostiene esas políticas por deseo de revancha, y por eso mismo lo que hizo la sociedad argentina se valora a nivel internacional. Podemos tener diferencias respecto de algunas cosas puntuales, pero a partir de la base de que todos comprendemos: Nunca Más.

Empezaron a discutir cosas que, en nuestra ingenuidad, creímos que ya no eran discutibles.

AK: El tema de la educación pública, la salud, el papel del Estado, de la protección que tiene que dar el Estado a los sectores que menos tienen, todo eso se puso en cuestión. A veces frontalmente, a veces como por descuido o error, a veces en los hechos o en los actos. Al mismo tiempo instalaban nociones como aquella del "mejor equipo de los últimos 50 años" o "el gobierno de los CEOs”. Gerentes de grandes compañías a veces transnacionales, a los que les buscaron un nombre sofisticado y en inglés para que nadie entiendiese de qué estábamos hablando. Yo no tengo nada contra los gerentes de grandes empresas, ni en lo personal no en lo social. Lo que puedo decir es que no sé si están preparados o dispuestos a manejar el Estado. No es natural. No es obvio que el mejor gerente de la Coca Cola o de la Shell vaya a ser un buen ministro, hasta puede ser muy eficiente y honesto. Lo que digo es que el experimento de ponerlos a gestionar áreas del Estado —los hechos lo demuestran— salió horrible, muy mal. ¡Los terminó echando Macri, porque no cumplieron con las expectativas de nadie!

En todos los países del mundo se toman recaudos para que los funcionarios gestionen en función del bien público y no de sus propios intereses. En Estados Unidos están muy atentos a lo que llaman puertas giratorias, hay mucho trabajo de prevención para que no vayan del sector privado al Estado y después cuando terminen con el Estado vuelvan a su sector. Hay muchísima mirada social y política sobre esto, porque se trata de un riesgo: hablamos de información confidencial. Conflictos de intereses, lo llamaron ellos. Pero la verdad es que si perjudicás al público en general y beneficiás a tu empresa o sector, no es un conflicto de intereses: es corrupción. No tiene otro nombre. Si yo soy el gerente de la Coca Cola y me dan la Secretaría de Comercio y cuando termina mi gobierno la única que ganó plata es la Coca Cola...

Por eso creo que el experimento de estos cuatro años no es expediente cerrado. Tampoco es una cuestión de pesada herencia, porque esta idea del gobierno anterior tenía un objetivo y un propósito muy claro. Fue un gobierno al que desde el principio le empezó a ir mal en la economía, en todo. Entonces usaban la pesada herencia como excusa, como pretexto para ocultar lo que estaba pasando y lo que estaban haciendo. No estaban solucionando los problemas que podían subsistir del gobierno anterior, estaban empeorando todo. Arruinaron cosas que andaban bien, y todo en nombre de que se habían encontrado algo que no esperaban. Cuando yo era ministro y los tenía como oposición –me refiero a 2015—, eran especialistas en todo: conocían el gobierno, la Argentina, sabían qué hacer en cualquier área. Entonces llegaron al Estado, en vez de solucionar los problemas —la inflación, el que quieras—, lo deterioraron todo mientras decían: No, es la herencia que yo me encontré.

Tenemos que buscar una salida, aun con muchos medios de comunicación que siguen siendo funcionales a aquellos intereses. Encontrar una forma de mostrar lo que pasó pero no para usarlo de excusa, sino para deslindar responsabilidades en el camino de mejorar las cosas, de arreglarlas, de solucionarlas.

 

 

 

 

 

¿Problema? ¿Qué problema?

Manifestaste la intención de armar una suerte de libro que le informase a la gente sobre los datos de la realidad que se habían encontrado cuando asumieron. ¿Sigue siendo parte del plan?

AK: Sí, claro. Lo que pasa es que no quiero hacer de eso una bandera política ni un pretexto, pero el caso de la deuda lo ilustra muy bien. Endeudaron a la provincia de una manera muy irresponsable, inexcusable; no se puede explicar por qué lo hicieron de esa manera, para qué tomaron tanta deuda en dólares si no necesitamos dólares en la provincia, por qué concentraron todos los vencimientos en el periodo siguiente — o sea, en este. Tuvieron mucho acceso a los mercados de crédito porque le pagaron a los buitres más de lo que había que pagar, y entonces tomaron deuda y deuda y deuda... ¡Fue un festival! Después el sobreendeudamiento llevó a que incluso los que les prestaban les dijesen: Ya está, se cerró la canilla. Entonces corrieron al Fondo porque no podían pagar ni siquiera los intereses de la deuda que ellos mismos habían tomado. Esto es inédito, insólito, gravísimo. Y no había pasado nunca, aun en periodos donde hubo procesos de sobreendeudamiento. Algunos sectores periodísticos ocultaron todo esto, lo disfrazaron de otra cosa, les parecía normal y natural. Hasta lo festejaban y decían: Qué bien que han logrado reperfilar...

A esta altura todo el mundo sabe que el gobierno anterior endeudó al país de una manera infernal, muy compleja. Por eso lo condenó en las urnas, los datos están a la vista. Pero nosotros llegamos al gobierno de la provincia o la Nación y apenas pretendimos hacernos cargo del problema nos dijeron: "Cómo. ¿Qué problema?" A uno le toca recapitular, informar, presentar el inventario de lo que recibimos, pero no usándolo como excusa para esconder y encubrir un empeoramiento de esas situaciones. Hay que plantear estas verdades para que se sepa qué está pasando mientras lo solucionamos.

Vamos a ir hacia el desendeudamiento de la provincia de Buenos Aires.

Nos dejaron una Argentina que parece un espejo negro de Australia. Por un lado, el incendio fue adrede. Pero además, al llegar al cuartel de bomberos te encontrás con una autobomba a la que le faltan las gomas y descubrís que la manguera la están usando para colgar corderos y tirarlos a una pileta. No sólo crearon una situación dramática: también bloquearon las herramientas que deberías tener a disposición para solucionar esos problemas.

AK: Eso también forma parte de una maniobra que tiene un elemento comunicacional. Veremos qué impacto tiene entre los y las bonaerenses, para los que tenemos que trabajar, a los que hay que rendir cuentas y a los que representamos. Pero ocurrió también con la Ley Impositiva, que lo único que hacía era retomar la del año pasado y ajustarla por la inflación. ¡Era la Ley Impositiva de Vidal ajustada a partir de la inflación de Macri! Hoy las necesidades son mucho mayores y más imperiosas que el año pasado. Se trata de urgencias, de emergencias, de cuestiones gravísimas como el tema del hambre. Esta semana haremos los anuncios de infraestructura escolar, no se puede empezar en el estado que quedaron las escuelas después de cuatro años de abandono. Vamos a encarar el tema lo más rápido posible a pesar de estas restricciones de recursos. Usaremos las herramientas de que disponemos y si no alcanzan las crearemos, para que las clases empiecen con la mayor cantidad posible de edificios escolares en condiciones. Y en este contexto —esto es insólito—, la oposición se paró para decir: (Esta ley.) Es un impuestazo contra la clase media.

Me contaba un intendente de la oposición que cuando volvió a su pueblo, una parte de sus votantes les dijo: ¿Ahora se acuerdan? Los que dieron paso a los impuestazos, a los tarifazos, a la inflación descontrolada, un gobierno que fue absolutamente inactivo para cuidar a la gente y cómplice de favorecer determinados intereses, se planta ante la primera ley de un gobierno  a 15 días de asumir y dice que es indignante porque afecta a los sectores medios. Aun en inferioridad de condiciones, yo espero haber podido explicar bien qué estábamos haciendo. De momento se salieron con la suya, porque consiguieron reducir la recaudación con respecto a la del año pasado. Vamos a contar con menos recursos y con más problemas, por un hecho político —o mas bien fantasmagórico, o metafísico— que pasó acá. ¿Y por qué vamos a terminar recaudando menos? Porque le bajaron los impuestos a los operadores de cable. ¿Y quiénes son los operadores de cable?

También le aplicaron un descuento a las propiedades más caras de la provincia y a los grandes importadores y exportadores. ¡Terminaron defendiendo al sector económico que ellos históricamente vienen a representar!

Mientras agitaban la bandera de la clase media.

Por eso creo es interesante seguir discutiendo estas cosas. (2.)

 

(1.) Kicillof se refiere al hecho de que hace pocos días asumí como director de Radio Provincia. Lo cual me convierte en parte de su administración. Técnicamente —diría Laurita— esta circunstancia podría colorear mi percepción y condicionar mi tarea como periodista, a no ser que se tenga en cuenta que el 9 de diciembre yo pensaba lo mismo que pensé a partir del 11. De momento, mi cargo me ha permitido apreciar de cerca la desidia con que se trató durante los últimos años a esta institución de la radiofonía argentina: caen dos gotas en La Plata y se corta la transmisión, no contaban con caja chica ni para comprar pilas y los movileros usan sus propios celulares porque la radio no les proporciona elementos para trabajar. ¡Ni el servicio de Télam tenían!
 
(2.) La discusión sigue, en otros tres artículos de esta misma edición de El Cohete. Al final del último texto está el enlace que permite ver la entrevista completa en video.

  

 

 

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