La cosa se pone densa

El movimiento obrero está una vez más frente a la necesidad de tener su propio programa para el despegue

 

 

Contando monedas para morfar

“Es más difícil ser oficialismo que ser oposición. No se trata de romper la unidad construida, pero hay una pregunta incómoda: ¿para qué sirve?”, se preguntan referentes del oficialismo en un artículo de Paula Abal Medina. La socióloga recogió testimonios y dio su opinión en elDiarioAR: “Hay gente comiendo de la basura, tocando timbres, juntando cartón. Es parecido al 2001, piensan algunos, la diferencia es que no explota por las organizaciones sociales”. La plata no vale nada. Vas con 1.000 pesos y traés dos cositas. Hay barrios de la Capital donde un montón de gente toca timbre y pide ropita o zapatillas o “algo para comer”. Se viene un debate impostergable: salario social o ingreso universal, señala la autora. Con la economía de los pobres al rojo vivo, hambre, pobreza, desempleo, trabajo en negro, “algo hay que hacer”, exige la calle. Razón no les falta.

 

 

Personas en situación de calle: el caso Maia visibilizó la realidad de miles de personas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Miembros de organizaciones sociales en desfile por el Obelisco señalan: “Alquileres para pobres no existen. Larreta anunció que la ley contra la venta ambulante se va a aplicar sí o sí. El gobierno dio por agotado el IFE en noviembre. La canasta básica 58 lucas, 42 interanual; 25.000 la indigencia, 46 acumulado anual; 30 de paritaria, las pelotas. Encima está el 7 de la nafta, el aceite, la yerba, arroz y fideos por las nubes. ¿Soy pobre porque soy peronista o es al revés?”, dice una militante esperando su ración de olla. Es cuestión de ponderar esos testimonios y no descartar las voces invisibilizadas.

 

 

 

“La venganza será terrible”

 

Rehenes del larretismo: pacientes derivados, cirugías y quimioterapias postergadas.

 

 

“Un hospital, en pandemia, que atiende afiliadxs a PAMI, que es un Centro de Derivación Covid de la misma Obra Social, clausurado por fallas fácilmente subsanables, constituye otra medida gravísima contra los sectores más vulnerables, como respuesta demencial al reclamo de incluir a PAMI para colaborar con un esquema que se inició tarde y expuso a los mayores de 80 años a un maltrato indigno”, señaló un comunicado de jubilados autoconvocados. Amplísimos sectores de la comunidad rechazaron los causales de la clausura atribuidos a una decisión política y la “clausura” volvió atrás. La situación se normalizó en un día.

Daniel Álvarez Soler, delegado general del hospital por el gremio de Sanidad y lector de El Cohete, describió con cierta incredulidad la situación: “No creo que en un año electoral y con pandemia Larreta pueda cerrar un hospital con 1.200 trabajadorxs que atendemos a 71.000 pacientes de PAMI”, dijo en caliente. Sin embargo, la capacidad de daño del gobierno de la Ciudad fue cayendo como una ficha en el pensamiento de los trabajadores. Álvarez asignó la clausura a una maquiavélica “venganza del larretismo contra el gobierno nacional, la cabeza del PAMI, Luana Volnovich, y los adultos mayores, que parecen sus enemigos”.

Al describir la situación actual del Hospital explicó: “No hay dueño. Estamos judicializados en un contexto de quiebra con continuidad. Los administradores del hospital por manda judicial son PAMI y el síndico. Un resumen de la noche decadente de un hospital que supo de tiempos gloriosos, puede entenderse en sus palabras: “En el momento de la quiebra el PAMI macrista echó a toda la gremial médica y AMAP, el sindicato médico, se retiró del hospital”. Álvarez afirmó que “la clausura administrativa que se largaron a hacer es un vuelto. Nosotros estamos tranquilos porque tenemos el compromiso de que el Estado va a seguir sosteniendo al Hospital Español, que es un centro de vacunación, donde solo el 20% de los trabajadores de salud están vacunados. Clausuraron un hospital donde los trabajadores de salud no están vacunados”, denunció el delegado de los trabajadores.

 

 

 

Arcioni ya fue

 

La angustia de la vecindad de Lago Puelo, aprovechada por intereses políticos.

 

La burda opereta montada por la cana del despechado gobernador Mariano Arcioni —de cuya pésima gestión hemos hablado en esta columna durante los últimos años— se suma a un movimiento ambientalista que resiste a la depredación minera y protagonizó la explosión popular “No a la mina” en Esquel, que tras una consulta popular de 2003 consiguió una ley de protección contra las mineras. La impotencia agregada de los vecinos atrapados por incendios de discutido origen termina de esbozar el cuadro para que Alberto Fernández tuviera que soportar la pedrea de un grupo de violentos que posteriormente se retiraron en una camioneta de la brigada chubutense de investigaciones.

Los empleados públicos y los jubilados de la provincia vienen cobrando sus haberes en los últimos tres años con retrasos de hasta cuatro meses. Los aportes de la Nación resultaron insuficientes hasta esta paritaria, cuando se empezaron a regularizar los pagos, que aún no se han puesto al día. La ayuda oficial para los agobiados pobladores pondrá a los agresores a la altura de su enanismo político. La historia de la democracia en esa provincia estuvo siempre atravesada por revueltas populares de peso. Los combativos docentes de ATECH, los estatales de ATE, los trabajadores de la salud que conviven con la pandemia jugándose la vida en los colapsados hospitales, los petroleros y su historia de luchas, encarnan un colectivo que le marcó permanentemente los límites a este gobierno provincial políticamente acabado .

Arcioni, la vedette política de Sergio Massa, solo aspira a derribar las protecciones legales del ambientalismo para entregar la meseta patagónica y el agua potable a las demandas de las multinacionales mineras. La crisis económica pone en cuestión toda la representación política. El ministro del Interior Wado de Pedro, reconocido por su diálogo con los gobernadores, lo fustigó con una vehemencia poco común, revelando el hartazgo acumulado por el gobierno.

 

 

Las quitas de Rocca

El acuerdo salarial de la UOM en las ramas 17 y 21 la colocan nuevamente como la referencia salarial que fue hace tres décadas. El indudable deseo de los patrones, expresados por Paolo Rocca, de tener al frente a Antonio Caló por un nuevo mandato, facilitó este acuerdo que sufrirá el embate inflacionario que no cesa y la presión de las seccionales disconformes con el salario real que tienen los trabajadores del sector.

El complejo sistema electoral de la UOM dificulta la formación de listas alternativas por lo que la legitimidad de quienes dirigen se mide por resultados sin porcentajes. El gobierno monitorea el funcionamiento de este acuerdo porque la reactivación de la industria automotriz y la obra pública movilizarán la actividad que representa. La baja representatividad de la secretaría General desvía las miradas a lo que pase en las principales seccionales. Naldo Brunelli (San Nicolás), Abel Furlán (Campana) y Hugo Melo (La Matanza) son pesos pesados claves en la siderurgia, Las demás seccionales están en disputa. Córdoba abiertamente crítica, y el resto controladas aparentemente por Antonio Caló. Las elecciones seccionales darán el panorama definitivo y marcarán el retorno o no de los metalúrgicos al protagonismo sindical.

 

Hugo Melo: “Hay patrones que son peores que el coronavirus”.

 

El conflicto en Tenaris de Valentín Alsina mantiene a las partes en sus respectivas posturas a partir de la intransigencia de la empresa sobre modificar el llamado “premio obrero”, heredado de cuando ese establecimiento se llamaba Siam y era propiedad de la familia Di Tella. La resistencia de los operarios hizo que la negociación se trasladara al secretariado nacional de la UOM, donde lo incluyeron en la negociación paritaria con una nueva fórmula, sin reconocer todo el proceso productivo. En definitiva, un acuerdo a la baja, que se alcanzó a fin de año, se votó después de las vacaciones y fue rechazado por unanimidad.

Antonio Caló, en vez de bajar a la planta y acordar con los trabajadores, aisló el problema, lo llevó a la paritaria y lo quiso cerrar por arriba. Una reivindicación histórica de los trabajadores se transformó en prenda política por la metodología aplicada por el propio Caló. Rocca —que de maniobrar contra los trabajadores sabe mucho— ve la oportunidad de hacer tronar el escarmiento sobre los laburantes prisioneros de las fintas de sus dirigentes.

 

 

“Se va a acabar, la dictadura militar”

 

 

Coco Blaustein y Andrés Cedrón presentaron esta semana Se va a acabar, un valioso documental sobre la resistencia obrera durante la dictadura militar. Ninguna de sus anteriores realizaciones se emparda a este enorme recorrido por la historia sepultado por la violencia patronal y militar, la cultura de los dos demonios y lo que vino después. Es el eslabón perdido que nos conecta con ese gigantesco mundo de la lucha obrera a lo largo de la historia.

“Durante la dictadura cívico militar los trabajadores pasaron del 48% al 30% en su participación en la distribución de la renta nacional”. Miles de vidas humanas fueron el costo de la experiencia neoliberal en la Argentina, que no fue la última. La obra aporta a un viejo debate entre quienes ponen en la restauración democrática la refundación del sindicalismo y quienes pensamos que toda la historia está impregnada por un devenir continuo de luchas que se suceden. Para Blaustein, “Se va a acabar recoge relatos de la resistencia de los trabajadores en dictadura. Un pasado que explica el presente, pero también el futuro”. Dos de cada tres desaparecidos fueron trabajadores, y activistas de origen sindical.

 

 

Un programa para la acción popular

La crisis está llegando al quebranto social y la economía arranca demasiado lenta sin dar aún respuesta a las expectativas de consumo y empleo necesarias para calmar las aguas. El tiempo conspira cuando las políticas activas no se hacen efectivas. Con los índices actuales otro gobierno estaría jaqueado por las demandas, pero AF goza del apoyo mayoritario de quienes lo votaron aunque reclamen por resultados tangibles.

La derecha impotente hace esfuerzos por dividir el Frente de Todos. Cada vez con formas más violentas genera desorden y crece su discurso fascista y de antipolítica. Para muestra, 300 policías —incluida la montada— del radical Gerardo Morales castigando a rebencazos a niños para correrlos de una cancha donde juegan al fútbol desde siempre.

No alcanza con demandar al gobierno que tome medidas que no somos capaces de respaldar con la fuerza de la movilización. Los empresarios de la AEA tienen su proyecto. Si no lo enfrentamos con otro que exprese los intereses de los trabajadores y el campo popular terminarán imponiéndolo. Las vacunas para todos y la denuncia de las discriminaciones son apenas el primer paso. El empate al menos de precios y salarios es un reclamo muy sentido que cada vez se aleja más de las realidades paritarias.

La profundidad de la crisis exige que todo el campo popular se ponga en acción. El movimiento obrero argentino está una vez más frente a la necesidad de tener su propio programa para el despegue. Este debate es tan importante como la unidad misma que se reclama. Sin programa no hay rumbo y sin rumbo no hay destino.

 

 

 

 

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