LA DESESPERACIÓN ALIMENTA EL CONFLICTO

La oposición política navega por las conexiones cloacales de la mentira y la desinformación

 

Las minorías propietarias del poder económico y regentes durante décadas del destino de nuestro pueblo, sintieron tocar el cielo con las manos cuando por primera vez llegaron al gobierno de mano de los votos y no por el fraude o la traición de las botas. Esto ocurrió cuando un empresario futbolístico y su equipo de inescrupulosos gestores de negocios ganaron las elecciones de 2015.

Esa victoria electoral sostenida por las denuncias históricamente usadas para descalificar a todos los gobiernos populares; con una velocidad sorprendente e inesperada desnudó la incapacidad e incompetencia de los nuevos inquilinos gubernamentales. Solo cuatro años de corrupción y primitivismo político bastaron para que el peronismo y sus aliados, recuperaran una holgada mayoría electoral. Una vez más la voluntad popular restauraba su conciencia y se desprendía de las telarañas mediáticas que intentaban maniatarla.

Desde la lúcida y generosa decisión de la ex Presidenta de reconstruir una amistad que supo ser políticamente exitosa, la Armada Brancaleone de la restauración reaccionaria vaga a la deriva sin rumbo ni conducción. Esa asociación espuria del gran capital, con una justicia servil y medios dedicados a anestesiar y desinformar a la opinión pública, no ha conseguido aún otra forma de sobrevivir que recurrir a la reinstalación del odio que históricamente les dio identidad. Hoy además los desesperan la impotencia y la frustración. Los que luego de las elecciones de 2017 se repartían candidaturas y canonjías, hoy no encuentran otro camino de resistencia que navegar por las conexiones cloacales de la mentira y la desinformación.

El objetivo es tan evidente que basta con hojear sus diarios y escuchar parlotear a sus juglares. Dedican sus dineros y energías a sembrar sospechas, denunciar contradicciones y falsos enfrentamientos en el oficialismo, con la vana esperanza de dividirlo para volver a reinar. Olvidan estos aprendices de brujos que el peronismo conoce bien las claves históricas de su supervivencia: unidad, solidaridad y organización. Esto incluye el espíritu frentista que siempre permitió sumar el 20% de votos que le permitieran conformar cómodas mayorías electorales.

Este proyecto divisionista se exhibe con prisa y sin pausa, desde antes incluso de que Alberto Fernández y Cristina Kirchner juraran sus respectivos cargos. Es que el negocio del saqueo estructural de nuestro patrimonio colectivo justificaba impedir a como diera lugar el afianzamiento del un proyecto nacional, popular y transformador. Una Argentina en manos de una voluntad colectiva lanzada a la recuperación de dignidad con equidad social y protagonismo popular, puede significar un cambio de rumbo más profundo aún que aquel que alumbrara el 17 de Octubre de hace 75 años.

En esta guerra abierta y despiadada se encuentran empeñados los verdaderos señores del poder. Se enfrentan con un desafío inesperado que puede desbaratar por largo tiempo, quizás para siempre, el sueño perenne de su eterno retorno.

Ya no son solo los trabajadores organizados con las clases medias recuperadas por la cultura nacional, los únicos protagonistas del cambio. Se han sumado las organizaciones libres del pueblo, integradas por los marginados del trabajo y los excluidos de la obscena y opresiva maquinaria del consumo explotador y anestésico. Dicen presente también los jóvenes y muy especialmente las mujeres que han decidido ser protagonistas de una historia que han tomado en sus propias manos para protagonizar una gesta de profundidad aún desconocida. El activismo de las mujeres es irreversible y también lo serán los cambios que provoquen. El machismo cruje allí donde resiste y será testigo de su propia demolición.

Esta realidad positiva no debe llevarnos nunca a subestimar la capacidad de reacción de quiénes no se resignarán jamás a entregar dócilmente la propiedad de su poder. Diariamente sus medios de comunicación difaman, desinforman y prostituyen la dignidad del periodismo.

Ni siquiera el Papa Francisco, quién será seguramente el argentino más importante de toda nuestra historia, ha podido evitar ser víctima de obscenas manipulaciones como consecuencia de su evangélica opción por los pobres y el respaldo a las organizaciones que luchan por una sociedad más justa, equitativa y solidaria.

Este conflicto recién comienza. Y la lucha contra el Covid-19 es otro escenario en el que la confrontación se desarrolla y donde los responsables del más acelerado proceso de endeudamiento y fuga de capitales de que tengamos memoria, cuestionan al gobierno nacional y a los que tienen responsabilidades de gobierno. Los mismos que destrozaron en cuatro años el aparato productivo nacional, para instalar la timba especulativa son los que hoy cuestionan la decisión de proteger la vida por encima de los intereses bastardos de sus capitales que siguen multiplicándose y resistiendo a ponerse al servicio de un crecimiento económico más justo y solidario.

Una vez más, hoy como siempre en nuestros dos siglos de historia independiente, en la unidad de las fuerzas populares descansa la confianza de ser protagonistas de la felicidad genuina y duradera de nuestro pueblo. Una vez más el conflicto será el signo de nuestro tiempo y la esperanza de paz con justicia e inclusión, el horizonte del porvenir.

 

 

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