La dignidad de dar pelea

Entrevista a Abel Furlán, titular de la UOM, en plena pulseada con Techint

 

La Unión Obrera Metalúrgica comenzó esta semana un plan de lucha: paro de 48 horas el jueves y viernes y otro de 72 horas previsto para la semana entrante. Por primera vez en los 80 años de historia de la UOM “el trabajador percibe un salario por debajo de la canasta básica alimentaria y apenas encima del salario mínimo, vital y móvil, luego de aportar 189 horas mensuales de fuerza de trabajo a la producción industrial”, explicaron en un comunicado emitido el 14 de julio. El secretario general de la UOM, Abel Furlán, explica en diálogo con El Cohete que “a la hora de convocar a las cámaras, en una primera reunión en el ámbito privado, le hemos expuesto nuestra petición, y luego hemos tenido cuatro audiencias en el ámbito del Ministerio de Trabajo de la Nación. En ninguna el sector empresario se dignó a hacer oficial una propuesta. Ahí nos dimos cuenta claramente que el grupo Techint estaba delineando la estrategia de dilación en la discusión”.

La paritaria de la UOM se inició el 1º de abril. “Hemos consensuado con el sector empresario hacerla en cuatro tramos, habida cuenta de la incertidumbre económica que tiene la Argentina. El primer tramo era abril, mayo y junio. Lo cerramos en un 18,8%. La referencia había sido el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) y, como sabemos, esos porcentajes han sido superados por la inflación”, explica Furlán. Es por ello que los obreros están pidiendo “la incorporación de un 10% más a los efectos de que nuestros salarios tengan una mejora sustancial con respecto a la pérdida de poder adquisitivo ocasionado por la inflación”, indica.

La UOM reclama para el trimestre julio-septiembre “un 30% sobre los salarios básicos de convenio, que significa estar a resguardo de un salario que va a seguir siendo deprimido por el proceso inflacionario”, dice Furlán. Como en ese trimestre incluye el 7 de septiembre, Día del Trabajador Metalúrgico, desde la UOM solicitaron una suma fija no remunerativa de 60.000 pesos. Dentro de la petición también está también el adiciona por zona desfavorable. “Para el sur de nuestra Argentina, donde la realidad económica es otra, hemos solicitado un adicional del 30%”.

La UOM ha expresado que la conciliación obligatoria que pretendía aplicar el Ministerio de Trabajo para enfriar la situación no resuelve el conflicto. “Por el contrario, lo agrava”, señala el secretario general. “Hemos solicitado al Ministerio que se abstenga de dictar la conciliación obligatoria, a los efectos de que el sector empresario pueda tomar en serio la necesidad que tenemos los trabajadores de recuperar nuestro poder adquisitivo. Acá hay un sector empresarial muy importante que pretende tener un crecimiento de la industria con salarios de hambre y que los trabajadores naturalicemos esa situación”, describe Furlán.

 

 

Con una trayectoria gremial de 21 años y plena consciencia de clase, Furlán responde a la pretensión de Paolo Rocca que “por suerte acá ha pasado el peronismo, que nos dejó una enseñanza muy clara: que la industria era el vehículo para los salarios dignos. Sin salarios dignos no hay ninguna posibilidad de que un modelo industrial se desarrolle en la Argentina. Y un salario digno tiene que ver con que nosotros podamos no solamente garantizar el plato de comida, sino también el estudio de nuestros hijos, la salud, lo vacacional”. Y marca un límite al expresar que “hasta acá hemos llegado, se nos acabó la paciencia. La pretensión del sector empresario de que los trabajadores naturalicemos un salario de hambre no es posible en la Argentina. Nosotros vamos a pelear por nuestra dignidad”.

Furlán contrasta la canasta básica alimentaria (218.000 pesos en junio) con el salario mínimo, vital y móvil, “que los propios empresariados consensuaron con el gobierno y la CGT, de 118.000 pesos”, y remarca que “nuestro salario para la categoría ingresante está mucho más cerca del mínimo vital y móvil que de la canasta” que marca el piso de ingresos de una familia de cuatro personas para no caer bajo la línea de pobreza. “Esto es vergonzoso, no se puede sostener”, advierte. Cuando El Cohete pregunta cuál es la explicación, su respuesta es que “muy hábilmente el sector empresario aprovechó la situación que le dejó el macrismo, donde los salarios perdieron 20 puntos, donde hubo un proceso de desindustrialización. Nosotros pensábamos que con el cambio del gobierno rápidamente lo íbamos a resolver, pero vino la pandemia, que imposibilitó que pudiéramos hacerlo”, evalúa.

“A los empresarios les queda muy cómodo un modelo industrial con salarios de hambre y pretenden que nosotros naturalicemos esta situación, y eso es inviable. No hay empresas sin salarios dignos. Hay que replantearse seriamente este modelo que se pretende instalar”, subraya.

–¿Han tenido reuniones con el ministro de Economía, Sergio Massa?

–No. Hemos estado charlando con el Ministerio de Trabajo de Nación, tratando de que se entienda que lo nuestro no es una postura caprichosa. Sí es una postura muy firme porque queremos resolver el problema. Nosotros no podemos tener los salarios que tenemos, que compiten con un plan social. Es una vergüenza que yo tenga que explicar públicamente esta situación de los trabajadores metalúrgicos. Y que, aclaro, no es solamente de los metalúrgicos. En general la industria tiene salarios de hambre. Creo que llegó el momento de cumplir un rol protagónico en transformar la realidad que nos duele.

–La representación que estos grupos empresariales pueden tener en el precandidato Massa, ¿es lo que intenta aprovechar el sector empresarial en esta puja?

–La mayor contribución que podemos hacer los representantes de los trabajadores a la Argentina, incluso al peronismo y a la posibilidad de que Sergio Massa sea el próximo Presidente, es luchar por la dignidad del trabajo. Por eso debemos ser protagonistas activos de esta puja distributiva en representación de los que trabajan. La herramienta por excelencia es la negociación colectiva y vamos a luchar por el salario digno. No hay ninguna posibilidad de que resignemos esta lucha. Todo traspasó un límite, hemos hecho todos los esfuerzos. No desde esta paritaria sino desde hace mucho tiempo, advirtiendo al sector empresario que tomen nota de la situación de los trabajadores.

–¿Cómo han detectado ustedes esta maniobra dilatoria del grupo Techint?

–Primero porque todo se sabe. Segundo, ha sido muy evidente el cambio de estrategia. Nunca nos sucedió que después de cinco reuniones no haya en la mesa una propuesta del sector empresario. Entonces, uno analiza el estado de situación y se entera de algunas cosas, no hay mucho para deducir.

–¿Han sentido un aval a esa postura dilatoria por el actual gobierno?

–No. En este caso el gobierno hizo esfuerzos para que en el ámbito del Ministerio de Trabajo nosotros podamos alcanzar un acuerdo. El tema es que hace falta ponerse de acuerdo entre las partes, y como el sector empresario nunca se dignó a presentar una propuesta, no se alcanzó un acuerdo.

–¿Las cámaras fueron a cinco audiencias sin llevar una sola oferta?

–Están las actas que podemos hacer públicas de esas audiencias, donde el sector empresario nunca hizo una propuesta, ni una contrapropuesta. Se limitó a plantear algunas dificultades de algunas áreas y de algunos sectores de producción sobre la cadena de valor y a decir que era una propuesta desmesurada lo que nosotros planteamos. Pero nunca dejó una propuesta para que sea analizada. No tenemos una contraoferta oficial por parte del sector empresario.

–El plan de acción que se han propuesto indica que la lucha no será fácil. ¿Cuál es su análisis?

–Nosotros sabemos que va a ser una tarea ardua. Una lucha que no va a costar poco. Pero tenemos una ventaja: estamos convencidos de que nos asiste la razón. La otra es que nos colmaron la paciencia. No hay más paciencia para seguir teniendo salarios que no garanticen el plato de comida los 30 días del mes. Eso es totalmente indigno para los trabajadores, por eso vamos a luchar por nuestra dignidad.

–El de los metalúrgicos parece un caso claro de crecimiento que, al no ser distribuido, queda en manos de tres o cuatro vivos, como dijo la Vicepresidenta. Gana la idea de “primero crecemos y después distribuimos”.

–Nuestra lucha tiene como finalidad la recuperación del valor del trabajo. Lo que está en discusión es cuánto vale nuestro trabajo. Y si los empresarios pueden seguir aumentando sus ganancias a costa de salarios de hambre. La discusión de fondo es cómo se distribuye la riqueza que generamos los trabajadores. Por eso digo que tenemos la certeza de que hay un sector muy importante de los empresarios, tal vez el más poderoso de la Argentina, que anhela que naturalicemos los salarios de hambre, y contra eso vamos a demostrar rebeldía.

–También hay un sector empresarial que brega por la devaluación para incrementar sus ganancias y, al no conseguirla, paga bajos salarios.

–Nosotros tenemos la sensación de que se acostumbraron a tener trabajadores mansos, sin la rebeldía que significa defender la dignidad. Hemos decidido decir basta. No estamos pidiendo más que dignidad. Poner en valor nuestro trabajo. Las rentabilidades, los balances de las principales empresas de nuestra actividad, rayan lo escandaloso. Y nos están negando tener un salario digno. Y no queremos conformarnos con que el salario nos garantice apenas un plato de comida, nuestros hijos tienen derecho a tener una educación, necesitan junto al conjunto de familias del movimiento obrero tener garantizada la salud. Eso es lo que está en discusión y eso es lo que estamos dispuestos a defender.

–¿Cómo ve a los jóvenes que forman parte del movimiento obrero actual? ¿Tienen consciencia de clase o se impone la frustración al ver que no tienen salarios dignos?

–La sociedad ha cambiado y no solamente en nuestro país. Esos cambios en el mundo han hecho que las nuevas generaciones tengan otra forma de pensar, otra mirada. Antes existía mayor militancia y mayor compromiso en la defensa de esos derechos. Hoy el teléfono, las redes, imponen otra dinámica en la juventud. Una juventud que, también hay que decirlo, ha irrumpido en muchas fábricas y tiene tal vez un pensamiento distinto, pero cuando uno los escucha coincide en esas reivindicaciones. Soy de los que piensa que las sociedades siempre evolucionaron para mejor. Tal vez los que no seamos capaces de entender a los jóvenes seamos nosotros. Hay que prestarles atención, escucharlos y acompañarlos, porque tampoco nosotros tenemos la verdad revelada, en todo caso tendremos una partecita de la verdad y hay que estar abiertos.

–¿Qué espera dejar como enseñanza a la organización que lidera?

–Si bien sé perfectamente que la principal demanda de mis compañeros es el salario, soy muy consciente de que el activo más importante que le puedo dejar a mi organización, a la que me dio razón de existencia, es la creación de un instituto para formar política y gremialmente a mis trabajadores. Si somos capaces de formar ese ejército de hombres y mujeres de la UOM capacitados, a la altura de las circunstancias para discutir y entender de economía, de legislación y de política, seguramente vamos a estar garantizando mucho mejor los derechos que si lo hacemos desde la ignorancia. Voy a hacer mi mayor esfuerzo para que eso se concrete y poder dejarles esa herramienta educativa y formadora a hombres y mujeres, a la estructura intermedia más valiosa que puede tener cualquier organización, para que puedan defender mejor los derechos de los trabajadores.

–Los cambios tecnológicos afectan el empleo. ¿El movimiento obrero está evaluando anticiparse en capacitación?

–Hoy es necesario que el trabajador esté formado para comprender el mundo. Lo que ocurre en cualquier latitud puede impactarnos y repercute en nuestras vidas, como sucedió con la guerra (Rusia-Ucrania). La electromovilidad también impacta en nuestra industria. Va a cambiar la movilidad de un auto que pase de tener 1.600 piezas en el motor a funcionar con una plaqueta electrónica y una batería de litio. Lo demás es trabajo que se destruye. Si no entendemos todos esos procesos, si no nos preparamos para enfrentarlos, para reconvertir esos puestos de trabajo, donde los compañeros tengan la posibilidad de seguir creciendo en un modelo de desarrollo de la industria, seguramente la vamos a pasar mal. Con lo cual hay mucho para aprender. Y eso se hace preparándose, estudiando.

El movimiento obrero supo tener siempre un rol protagónico, no solamente en la defensa de los trabajadores, sino en pensar qué modelo de país queremos. Hoy la Argentina se apresta a dirimir en elecciones dos modelos de país. El de desarrollo de la industria no puede ser cualquier modelo, tiene que ser un modelo de desarrollo con justicia social. Una industria que progrese, que genere rentabilidad para los empresarios y salarios de hambre para los que la producen no tiene razón de ser. Y eso tiene que ver con una disputa de intereses. Cristina bien lo dijo en su momento: el mundo se debate por una cuestión de intereses. Debemos interpretar y entender que nunca nadie nos regaló nada. Nosotros vamos a ser capaces de revertir esta realidad que nos duele si somos capaces de generar las tensiones necesarias y si en la relación de fuerzas construimos lo mejor para dirimir esas cuestiones. No conocí, en tantos años que he sido metalúrgico, un empresario que por decisión propia te venga a ofrecer algo sin que se lo pidas o exijas. Todo lo que tuvimos como derecho es porque supimos pelearlo. Y esta oportunidad no va a ser la excepción.

 

 

 

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