La escalada continúa

La resistencia de la OTAN a reconocer que ha perdido la guerra en Ucrania aumenta la tensión mundial

 

Al cumplirse dos años de la invasión de Rusia a Ucrania, cuando la victoria militar frente a la OTAN es ostensible y los combatientes ucranianos, invadidos por la derrota y la desesperanza, no pueden más con su alma, al Presidente de Francia no se le ha ocurrido mejor idea que revolver el avispero nor-atlántico al decir que la derrota de Rusia es necesaria para garantizar la seguridad colectiva y la estabilidad de esa región y, por lo tanto, que no hay que excluir el envío de tropas de combate a Ucrania.

 

La respuesta de Vladimir Putin durante su discurso anual ante el Parlamento ruso fue muy clara: advirtió que se trataba de amenazas infundadas, pues si eso ocurriera se abriría la posibilidad real de que se desate una guerra nuclear de consecuencias trágicas. Pidió recordar el destino de quienes enviaron sus contingentes a Rusia en el pasado y advirtió que las consecuencias para los intervencionistas serían hoy mucho más trágicas pues Rusia tiene armas que pueden alcanzar objetivos en sus territorios.

 

Provocación

Emmanuel Macron hizo el anuncio el lunes, en París, frente a una veintena de jefes de Estado, principalmente europeos, en una conferencia en apoyo a Ucrania para responder a los pedidos de Volodimir Zelenski ante los anuncios de Estados Unidos de que disminuirá su ayuda en el conflicto. Al día siguiente de la reunión la propuesta fue rechazada tajantemente por los participantes y por el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg.

Es difícil creer que la propuesta de Macron no haya sido conversada con varios de los gobiernos que, luego de finalizada la reunión, se opusieron al envío de tropas. De hecho, la agencia de noticias francesa AFP ha citado una fuente militar que señaló que los aliados europeos venían estudiando el tema durante varias semanas y que Estados Unidos respaldaba la idea.

Inmediatamente después de los dichos del Presidente francés, el secretario de prensa de Putin, Dmitri Petkov, dijo que “en este caso, no debemos hablar de la probabilidad, sino de la inevitabilidad de un conflicto”. Y el canciller ruso, Serguéi Lavrov, lo enanizó al decir que le parece que “aquellos que no sólo expresan tales pensamientos, sino que incluso los admiten en su cabeza, deberían utilizarla para pensamientos más racionales, más seguros para Europa”. Tiene razón.

Como si fuera poco, dos señoras echaron más leña al fuego. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, dijo que la Unión Europea debería considerar la posibilidad de utilizar los activos rusos congelados para comprar conjuntamente material militar para Ucrania y que Europa debería prepararse para un enfrentamiento con Rusia, no en el corto plazo, pero sí en un futuro cercano. Al mismo tiempo, la secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, señaló la urgencia de que el G7 (los países occidentales más ricos) alcance un acuerdo para redirigir los activos rusos a Ucrania para apoyar la “resistencia continua” y su reconstrucción a largo plazo.

El viernes fue publicado en Rusia el contenido de una conversación interceptada entre altos cargos militares de Alemania, en la que supuestamente discuten cómo van a bombardear el puente de Crimea, que une la península con Rusia continental; abordan el tema del suministro de misiles Taurus a Kiev y mencionan que sus colegas estadounidenses y británicos “llevan mucho tiempo implicados directamente en el conflicto” ucraniano.

Una evaluación de los medios alemanes Der Spiegel y Bild ha confirmado la autenticidad de la grabación y descartado, en gran medida, una falsificación basada en inteligencia artificial, por lo que llaman la atención del descuido de los militares. Asimismo, destacan la preocupación del gobierno alemán de que haya más interceptaciones.

El portavoz del Ministerio de Defensa alemán ha dicho que no puede comentar todavía “el contenido de las comunicaciones aparentemente interceptadas” y el canciller alemán, Olaf Scholz, reconoce que la filtración de una comunicación entre altos cargos militares de Alemania es “un asunto muy serio” y debe investigarse rápida y meticulosamente. Ninguno la niega tajantemente. El Ministro de Relaciones Exteriores ruso Serguéi Lavrov ha dicho simplemente que “sabemos de la actividad de la OTAN en Ucrania”.

 

¿Es que no lo entienden?

El jueves, durante su discurso anual para informar sobre la situación del país y los principales rumbos a seguir en política interior y exterior ante la Duma Estatal y el Consejo de la Federación, las dos cámaras que conforman el Parlamento ruso, Putin calificó de “absurdas” las especulaciones sobre presuntos planes de un ataque ruso a Europa, y dijo que las amenazas inventadas por Occidente corren el riesgo de llevar al uso de armas nucleares que destruirían la civilización. ¿No lo entienden?, increpó. Añadió que Occidente parece haber olvidado lo que es la guerra y parecería que para ellos ésta no es más que una especie de dibujos animados.

Como para que quede claro el peligro de apostar a la escalada del conflicto, describió el potencial armamentístico y nuclear de Rusia y señaló que las fuerzas nucleares estratégicas se encuentran en estado de plena disposición para su uso garantizado, que se sigue trabajando en toda una serie de prometedores sistemas de armamento y que las capacidades de combate de las Fuerzas Armadas se han multiplicado significativamente y han adquirido una enorme experiencia de combate en todos los niveles del Ejército.

 

Putin señaló también que su gobierno es consciente de que Occidente intenta arrastrar a Rusia a una carrera armamentista, desgastar al país y repetir el truco que hizo con la URSS. “En lugar de Rusia, necesitan un territorio dependiente y moribundo, que se desvanezca, donde puedan hacer aquello que deseen”. Dijo también que las informaciones acerca de que Moscú planea desplegar armas nucleares en el espacio son infundadas. “Tales insinuaciones, que no son más que insinuaciones, son una trampa para empujarnos a las negociaciones en sus propios términos, que únicamente favorecen a Estados Unidos”.

Además, recordó que Washington bloquea la propuesta presentada en 2008 por Moscú de no desplegar armas nucleares en el espacio. Por eso dijo que las declaraciones de Estados Unidos sobre su interés en dialogar con Rusia sobre cuestiones de estabilidad estratégica son “demagogia” de cara a las elecciones presidenciales que se celebrarán en ese país en noviembre de este año. Sin embargo, señaló que Moscú está dispuesto a entablar un diálogo sobre estabilidad y seguridad, pero teniendo siempre en cuenta los intereses de Rusia.

Lo más importante de su discurso fue poner en evidencia la caída relativa del poderío económico de Occidente, lo cual representa la verdadera razón del asedio guerrerista con careta de defensores de la democracia. En efecto, Putin dijo que Rusia aboga por aunar los esfuerzos de la comunidad internacional para responder a los retos globales que suponen transformaciones de la economía mundial, así como del comercio, las finanzas y mercados tecnológicos, mientras “los antiguos monopolios y estereotipos relacionados con ellos se están derrumbando”. Asimismo, destacó el creciente papel del BRICS en la economía global y señaló que en 2028 los países del BRICS, contando los que se convirtieron hace poco en miembros de esta alianza, generarán alrededor del 37% del PIB mundial, al tiempo que la cifra del G7 descenderá por debajo del 28%.

Dijo que las tendencias globales ya han cambiado., que no hay manera de evitarlo y que continuarán construyendo sobre bases tecnológicas avanzadas una nueva arquitectura financiera mundial, libre de injerencia política. Señaló que Rusia es la mayor economía de Europa y la quinta del mundo en términos de producto interno bruto según paridad de poder adquisitivo.

 

 

 

No lo quieren entender

Apenas unas horas después de que Putin desmintiera ante el Parlamento ruso su intención de incursionar militarmente en Europa, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, declaró ante el Comité de Servicios Armados de la Cámara de Representantes de su país que “si Ucrania cae, la OTAN estará en un enfrentamiento con Rusia” e instó al Congreso estadounidense a asignar más fondos para Kiev, ya que esto beneficiaría a Washington “puesto que, en primer lugar, Ucrania es importante para nuestra seguridad nacional”. Dijo además que Putin “no parará allí y atacará a los países vecinos, principalmente a los países bálticos”.

Frente a estas irresponsables afirmaciones, el portavoz de la presidencia rusa dijo que las declaraciones de Austin conducen a una mayor escalada de las tensiones y aclaró que Rusia continúa desde el 24 de febrero de 2022 una operación militar especial con el objetivo de defender las repúblicas de Donetsk y Lugansk del “genocidio cometido por Kiev” y atajar los riesgos de seguridad nacional que representa el avance de la OTAN hacia el Este.

En su afán por prolongar la guerra, Occidente siembra un sentimiento de ruso-fobia. La muerte del opositor Alexej Nawalny, recluido en una prisión de Siberia, fue inmediatamente atribuida a Putin sin que hubiera la más mínima investigación. Casi todos los medios tradicionales compraron la narrativa del “asesino dictador de Moscú” y así se instaló en la opinión pública mundial. No es que Putin no fuera capaz de hacerlo. Pero, ¿para qué asesinar a Nawalny cuando no representaba ningún peligro para su candidatura presidencial en marzo, cuando ha ganado militarmente la guerra y cuando la entrevista realizada por el estadounidense Tucker Carlson, vista por más de 200 millones de personas, le permitió transmitir su posición frente a la OTAN, Ucrania y su interés por alcanzar la paz?

Su muerte, que según las autoridades rusas se debió a la formación de un coágulo –versión que coincide con la información brindada una semana después por el jefe del servicio de inteligencia ucraniano, Kyrylo Budanow– tuvo lugar un día antes de la Conferencia Anual de Paz y Seguridad de Munich de la OTAN, donde su viuda, Yulia Nawalnaya, tuvo tiempo de realizar una presentación. Además, dio lugar a que Biden lo tildara de hijo de puta –antes de recibir en la Casa Blanca a la madre y a la viuda– y a que la Unión Europea armara un nuevo paquete de sanciones económicas –el décimo tercero–, que no han impedido que Rusia haya crecido 3,6 % el año pasado y que Europa, y en particular Alemania, otrora la locomotora europea, se hayan convertido en furgón de cola de la economía mundial.

Europa no sólo se ha suicidado económicamente al renunciar a la energía barata que le suministraba Rusia. Varios gobiernos son cómplices de los atentados al gasoducto Nordstream 2 que transportaba gas natural desde Rusia a Alemania por el Mar Báltico –que tanto costó por las sanciones impuestas a empresas occidentales que participaban en su construcción en tiempos de Donald Trump– para que Europa le compre gas licuado, extraído con técnicas fracking, más caro y contaminante, a Estados Unidos.

La OTAN se resiste a reconocer que ha perdido la guerra en Ucrania. No se trata de que los Congresos aprueben la compra y el envío de armamento –y cebar con dinero al complejo industrial militar vía la emisión monetaria sin respaldo– para que ucranianos y rusos pongan la sangre. Es imprescindible desescalar el conflicto y alcanzar un acuerdo de paz. Como dice el economista estadounidense Thomas Palley, la política exterior de Europa ha sido capturada por los intereses neo-conservadores de su país, lo que supone una grave amenaza tanto para la democracia europea como para la seguridad mundial.

 

 

 

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