Estar pensando procesos para amalgamar una experiencia social, económica, cultural y política diferente, con perspectivas de futuro, es el desafío. De esto nos viene hablando CFK. Tenemos que romper nuestras formas de individualismo, ese lugar dañino al que nos tentaron a entrar y muchos sucumbieron como ante el canto de las sirenas. Otros jamás entraron, y otros y otras echaron mano a la práctica de Ulises, pusieron cera en sus oídos y se ataron al palo mayor para resistir el convite. CFK está a la cabeza de las persecuciones y también sigue siendo el punto más alto de resistencia a este modelo cruel y de entrega. Desde su aparición ha sido nuestra heroína, la conminada para atravesar la Odisea nacional, en estas tierras del sur. No hay futuro sin la heroína que nos acercó a la dignidad y superó todo. Intentó pararse, para asumir una candidatura provincial, desde un liderazgo nacional, para hacer lo que hay que hacer, desde donde se la necesite más. Ella sabe que, donde se para, nacionaliza, y es la antítesis de este modelo. Ella es quien “dejó un país incómodo para los dirigentes y cómodo para la gente”, parafraseando su despedida en plaza llena antes de convertirse en calabaza. En ese esquema hay lugares para todos y todas las que se sientan un eslabón para escalar nuevamente la cuesta del gran reino animal. Ya entrados en la cita mitológica, sabemos que Sísifo nos anima cargando la piedra todos los días; y nos empujan nuestros hombres y mujeres cargando todos los días su propia piedra, la adversidad en el desempleo, la salud, la educación y todo lo que afecta la vida cotidiana.
La derecha argentina tiene un plan sistemático: el aislamiento y el agotamiento de la experiencia que el pueblo reconoce en el apellido Kirchner. Después del debate de candidatos a legisladores porteños, donde sonaba sin cesar el sonsonete interminable de que CFK es mala, quedó más claro aún. Nosotros, erradamente, queríamos municipalizar la elección, hacer la epopeya del bache, mientas el gobierno ponía a alguien que solo hablaba de motosierra para el desguace nacional y demonizaba a Cristina.
Es el momento de mostrar nuestras agallas y allí necesitamos a todos y todas. Necesitamos la grandeza de nuestros dirigentes.
La unidad es un concepto que muta en el tiempo del peronismo, siempre para redimirse y buscar el triunfo, así lo dicta la primera estrofa de la marcha peronista.
Es una búsqueda que puede ser virtuosa o tortuosa, parece que últimamente tenemos que intentar desandar la segunda. Entiendo que sucesivos trabajos de construcción de unidad se dan siempre, es una búsqueda en una fuerza política que siempre fue vertical, un solo jefe o jefa. Perón dejó un solo heredero, el pueblo, y fue claro, lo señaló como único. Así es de difícil, la búsqueda de este movimiento nacional y popular, porque los herederos son muchos, es una comunidad que debe construir ese liderazgo, no es un tema de burocracias partidarias solamente, también juegan carisma, valentía y emocionalidad. La unidad entonces se concretó por lo general de manera vertical, y alguna vez en una gran elección interna, como aquella de Menem/Cafiero.
Pero en esas sucesivas búsquedas el dedo fue conformando parte del ADN del movimiento, porque fue sostenido por millones y por lo general en modo de triunfo, favorecido a muchos que luego lo niegan, cuando les dio la gloria. Las PASO fueron creadas por el kirchnerismo, y las usó muy poco. Entonces bienvenidas las búsquedas que se abren y las lideresas que son capaces de repensar su proceder, basado en una razón indiscutible, la de ser mujer.
La derecha, con mucha perversión, se hace presente en un momento en que el diálogo empieza a unir las partes, y a presentar una gran oferta competitiva para las elecciones. Y por eso elige manipular a la justicia en medio de nuestra conmemoración por los fusilamientos del General Valle y los del basural de José León Suarez, también en las vísperas de los bombardeos en la Plaza de Mayo. Así es el odio, así de persistente en el fracaso, por eso no vence, porque no puede terminar jamás su tarea.
Siempre fue la derecha o nosotros. Siempre pensamos eso. Cuando digo nosotros, digo el kirchnerismo y sus adyacencias silvestres. Hablo más amplio aún, hablo de esa mayoría kirchnerista que, según el Chivo Rossi, es más importante entre la gente que entre los dirigentes. Algunos afiebrados políticos pensaron en una elección con la derecha y ultra derecha divididas, y que así se podía ganar. Y se lanzaron con todo contra el kirchnerismo. Pero la vida te da sorpresas: la derecha y la ultraderecha en la PBA van unidas. No existen más esos —sus— presupuestos fácticos. Ya fueron. Se los comió el resultado de las elecciones en CABA, donde Jorge Macri adelantó las legislativas porteñas. No solo eso. Cristina confirmó que va a ser candidata por la Tercera Sección Electoral y desató la persecución. Bastó esa conformación, fue la orden. Para despertar los miedos y los fantasmas que acosan a la derecha, desde hace tanto en horribles pesadillas. CFK dijo claramente: “El Enemigo es la derecha y la manera de sacarlos es la Unidad”. Y ya vimos cómo de inmediato, en estás horas cruciales, la derecha tiene capacidad de recoger la piola y condenarla. Las mujeres gigantes como ella pueden recalcular, los machirulos usurpadores de la justicia en la CSDJN, no. Cristina salió a la cancha y atravesó su Odisea; fue basureada e insultada por la prensa, burlada y tergiversada, maltratada y humillada mediáticamente, víctima del Lawfare ella y su familia, fue viuda en el ejercicio de la presidencia, le gatillaron en la cara y ahora la apresaron, la proscribieron. No pudieron sacarla de su casa, un triunfo de la gente que se congrego en San José 1111 y la movilización popular. Tenemos que ayudarla a bailar, y sabemos que ella sabe que hay muchas formas de hacerlo, aún sin balcón. De todo se recuperó y se puso al frente siempre, esa yegua briosa de Tolosa. Podrán decir lo que quieran, pero no podrán ignorar que se está ante la presencia más importante de la política argentina en estos tiempos.
Como decía Perón, lo importante es no pasar desapercibido y Cristina lo logra, en el odio del círculo rojo y todo lo que deja sentir el tufo derivado de aquella oligarquía con olor a bosta y sus proles. Pero tampoco pasa desapercibida para los que con ella tenían cuatro comidas diarias, empleo y podían pagar el transporte, su pueblo. Ni tampoco para las banderas rojas de la izquierda argentina que siempre fueron esquivas al peronismo y hoy acuden solidarias. Hablar bien o mal de ella es lo mismo, porque seguirá ocupando el centro de la escena y eso los descontrola, no saben qué hacer. Les es imposible manejar la emocionalidad popular. Por eso presa o muerta, en esa inventiva del exterminio carente de originalidad, que vienen pregonando desde que existe el peronismo y al que no pueden hacer desaparecer.
Este gobierno nos preocupa, pero como a Evita, muchos y muchas le tenemos más miedo al frío corazón de los compañeros, que se olvidan de dónde vinieron, que al de los oligarcas. Nuestra heroína hizo su viaje de regreso, navegó su odisea, su road movie y ahora vuelve y se planta, como en las pelis, para lograr justicia. Como a Ulises le queda la prueba más difícil, pasar la flecha por el ojo de una serie de hachas alineadas, eso probaba la identidad de aquel. En nuestro caso prueba la identidad de quién conduce y lidera, sin ningún tipo de dudas. Lo hará en las narices de esos acomodaticios cortesanos del poder de turno, esos que prestan un servicio judicial, que nada tiene que ver con la justicia y la proscriben. Desde un balcón, les dice, no temo y baila. Mientras un ejército de odiadores juega a no entender qué está pasando.
Son gente sin empatía con la emocionalidad ajena. Siempre pensé que atravesar el ojo de las hachas alineadas era la prueba más difícil para Ulises. Pero después de todo lo ocurrido, en ese viaje, en esa odisea, donde el héroe y en este caso la heroína buscan siempre la salida, entendí que la Odisea era la preparación para tener el temple y la concentración necesarias para concretar la hazaña y que la flecha pasé limpia, con éxito. La palabra Éxito deriva del latín, exit, que significa salida, pero no cualquier salida, sino la que encontraba el héroe y el camino a seguir, el correcto, el que salvaba todos. Un significado alejado de la superflua interpretación contemporánea, llena de artilugios falsos, panelistas de la nada, con fama, novias de ocasión, perros hablantes. Exitosos de las redes y premiaciones hechas a medida de quien ejerce la presidencia por los amigos nacionales e internacionales. Hoy veo ante nosotros a una enorme líder del movimiento nacional y popular, con el arco tensado desde un tercer piso en el barrio de Constitución, para torcer el rumbo de la decadencia nacional, habilitar la renovación política y seguir comiendo y compartiendo el pastel. Han acelerado el futuro y han puesto al pueblo en las calles, para que vea o propicie el desenlace de esta Odisea criolla. Como diría Atahualpa Yupanqui, la flecha vuela en el aire.
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