LA FLOR AZUL

El Movimiento Arraigo y el desafío de organizar un federalismo del Siglo XXI

 

“Qué solo me voy quedando mi viejo tunal...”, inicia la chacarera del maestro Mario Arnedo Gallo, padre de Diego Arnedo, exquisito bajista de la aplanadora del rock, Divididos, trío que además interpreta de manera bellísima una versión de este canto popular que habla poéticamente del desarraigo.

 

 

 

 

Días atrás tuvimos el honor de contar con la presencia del Presidente Alberto Fernández en la Comisión de Arraigo del Partido Justicialista Nacional, en el marco de las diversas actividades que se vienen desarrollando por el envión de José Luis Gioja como presidente y Ginés González García en su rol de Coordinador de los Equipos Técnicos, generando debates, iniciativas y políticas públicas con la idea de ser aplicadas e implementadas por el Frente de Todos en las órbitas nacional, provincial y municipal. Del resultado del encuentro me surgen dos conclusiones para compartir, entre las más relevantes.

La primera, la importancia que Alberto Fernández le otorga al PJ en momentos de definición de la nueva conducción del partido. Es evidente su gestualidad y consideración hacia el Peronismo y su estructura partidaria como columna vertebral de nuestro frente electoral, en lo que sería una muy importante reivindicación de una institución que ha cobrado jerarquía constitucional desde la Reforma de 1994 junto al resto de los partidos políticos, muy desprestigiados y desactualizados desde entonces. Resulta ponderable la apuesta a fortalecer estos instrumentos de participación, formación y representación, engranajes principales de un sistema instalado de conformación de frentes y coaliciones electorales y políticas que imagino será moneda corriente en estos tiempos de modernización democrática.

La segunda reflexión, muy compartida por quienes participamos de la actividad, ha sido la amplia superación de todas nuestras expectativas al escuchar el discurso del Presidente. La claridad conceptual, la energía, la convicción y decisión respecto a la necesidad impostergable de iniciar un camino diametralmente distinto en la Argentina, que deje atrás el centralismo estructural para avanzar definitivamente en un modelo federal que promueva y garantice el arraigo, fueron la más maravillosa música que muchas y muchos venimos esperando escuchar hace tiempo.

 

 

 

 

 

 

Desde el Movimiento Arraigo planteamos como solución a los problemas sistémicos que afectan a la Argentina y a América Latina y el Caribe, y también como salida de la pandemia que ha mostrado de manera descarnada las consecuencias de la acumulación; un horizonte, un nuevo sentido que unifique bajo un mismo paraguas las decisiones de Gobierno, los programas y políticas públicas, la coordinación con provincias y gobiernos locales, los acuerdos con sectores de la economía, la producción, la industria y las organizaciones rurales, sociales y religiosas, la posición geopolítica frente al mundo y la región, las respuestas a índices inaceptables de indigencia, hambre y pobreza.

El rumbo propuesto no se trata de ninguna fórmula científica ni de inventos magistrales. Simplemente consiste en cumplir y adaptar aquello que nos propusimos cuando decidimos conformar una Nación: organizar un país federal, tanto desde lo jurídico como en lo político e institucional. Aquella consigna que antes se tildó de “barbarie” para imponer un sistema “civilizado”, muy favorable a garantizar los intereses de quienes acumularon y acumulan a partir de distintas variables de concentración –poblacional, de la tierra, del transporte, la conectividad, los servicios, la vivienda, el empleo, la producción de alimentos, los medios de comunicación, etcétera–, luego de casi dos siglos nos viene a golpear la puerta para que le pidamos disculpas y volvamos al inicio, con las adaptaciones que demanda la nueva era.

Para explicar el desarraigo no sólo podemos escuchar La flor azul de Arnedo Gallo. Recomiendo también la versión del Dúo Coplanacu. Prácticamente toda la obra folclórica argentina, cientos de textos de poesía y literatura, pasando por pinturas memorables y otras variadas manifestaciones artísticas, vienen dando cuenta hace décadas de la fragmentación, tristeza y nostalgia presentes en la idea y sensaciones que rodean al destierro. Si hay algo que debemos agradecer al desarraigo es la explosión de matices culturales que proporcionó su consolidación y que forman parte de nuestro más rico y auténtico patrimonio cultural.

Como un río manso que se transforma en salvaje ante la llegada de la inundación, el desarraigo nos trae de manera brutal muchas de nuestras miserias y errores como resultado trágico de nuestra desorganización. Es evidente que somos un país de enorme virtuosismo. Como dice Cerati, crear belleza ante tanto caos es virtud. Y así lo hicimos, a pesar de nuestros desatinos no forzados. Pero con la belleza no alcanza para poblar, alimentar y desarrollar a nuestro pueblo.

Nuestra propuesta consiste en que toda la inversión pública disponible sea volcada hacia la conformación de un nuevo federalismo del Siglo XXI que garantice y fortalezca el arraigo de las distintas y diversas comunidades del país a partir de oportunidades de desarrollo y acceso a derechos. Para ello resulta imprescindible incorporar un programa ambicioso de recuperación ferroviaria, fortalecimiento del sistema de aeronavegación estatal, aprovechamiento de recursos marítimos y fluviales para promover marina mercante y recuperación de astilleros, conectividad total a partir de los 30.000 kilómetros de Red Federal de Fibra Óptica desplegados por los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, inmediata cobertura al 100% de agua corriente potable y cloacas en cada territorio poblado de la Patria, obras viales, autopistas y caminos rurales de conexión nacional e interregional, gasificación y electrificación completa de la Argentina, universidades en cada región adaptadas al potencial productivo y cultural de la zona, acceso justo al hábitat urbano y rural, producción local de alimentos sanos con promoción de la agroecología y a precios justos por cercanía, mercados regionales concentradores, acceso a semillas, hospitales y centros de salud en todas las comunidades, amplio debate sobre un nuevo modelo educativo adaptado a las realidades y necesidades territoriales, políticas agresivas en materia de parto respetado, lactancia y acompañamiento al embarazo, despliegue ambicioso de espacios públicos y verdes, desarrollo de parques industriales y agroindustriales en cada territorio. Todo ello planificado estratégica e integralmente con metas y plazos definidos, entre todas las fuerzas políticas, económicas y sociales, la Nación, las provincias y los municipios.

Construir el relato, en el mejor sentido del término, que pueda ser apropiado por cada argentina y argentino para consolidar esa idea de gran acuerdo y unión nacional.

Esto es simplemente la propuesta del Movimiento Arraigo, que entre tantas otras organizaciones, actores y espacios políticos, actuales y anteriores, venimos insistiendo en la necesidad de construir una nueva normalidad, como claramente lo expresó Alberto Fernández en el encuentro referido.

No se trata de “sacar” gente de la ciudad para llevarla al campo. No hay ciudades y campos. Hay zonas urbanas y rurales dentro de un mismo territorio dividido en Nación, provincias y municipios. Las ciudades y los campos son también los comerciantes, los artistas, los camioneros, las madres y mujeres, los y las jóvenes, trabajadoras y trabajadores, empresarios y empresarias pyme, educadoras y educadores, deportistas.

No podremos lograr una migración inversa de núcleos urbanos de concentración poblacional a zonas del interior si no están primero garantizadas las condiciones necesarias que consoliden el arraigo de los pueblos y demuestren que comienza a modificarse y virar la matriz estructural de la hiper-concentración.

Para terminar de enmarcar la fundamentación, es necesario plantear la implicancia y protagonismo de los gobiernos locales y municipios en esta nueva etapa del mundo y la historia.

Desde el Movimiento Arraigo estamos convencidos de que el desarrollo de los pueblos en el Siglo XXI estará definitivamente atado a la fortaleza de los territorios locales para dar respuesta a todas las demandas de las comunidades. El modelo de cercanía y democracia directa que se genera en los municipios es la más alta calidad de participación que hoy existe en la Argentina y el mundo. Para avanzar en un nuevo federalismo, que promueva el arraigo y fomente el acceso a derechos de manera integral a los pueblos, además de toda la coordinación e inversión pública desde la Nación y las provincias, es imprescindible la robustez y consolidación de los gobiernos locales como actores centrales en la relación con el pueblo.

Podemos impulsar iniciativas de acceso a la tierra y vivienda urbana como es el Plan Procrear o nuestra propuesta junto a Unión de Trabajadores de la Tierra y Marcha al Campo de Arraigo o Procrear Rural para producir alimentos, pero sin un protagonismo absoluto de los territorios municipales en el ordenamiento territorial e implementación de las políticas, en sintonía con las provincias, se torna absolutamente inviable. Así en cada ámbito de las relaciones entre Estado y sociedad.

Ejemplo de lo hasta aquí dicho son algunas de las propuestas llevadas al ámbito legislativo de la provincia de Buenos Aires. Proyecto de Ley de Arraigo, Programa BA Conectada y Promoción de la Agroecología se inscriben en esta idea.

Pretendemos copiar el modelo de Procrear urbano pero orientado a la tierra y la vivienda para producir alimentos, fomentando la soberanía alimentaria local, promoviendo producción agroecológica y seguridad alimentaria, aprovechando la enorme cantidad de tierra fiscal disponible, tanto nacional como provincial y municipal.

No se trata de regalar tierra ni avanzar con expropiaciones.

Así como el Procrear Urbano ha sido un éxito absoluto en términos de acceso a la vivienda para miles de familias, necesitamos el mismo modelo para los pequeños y medianos productores, cooperativas, organizaciones y familias con probada experiencia en la materia. A través de la conformación de un Fideicomiso con participación del Ejecutivo Provincial, el Banco Provincia de Buenos Aires y cualquier entidad financiera interesada, incorporando tierra fiscal, con plena participación de los municipios en los planes de ordenamiento territorial para definir las áreas urbanas y peri urbanas, se pondrán a disposición líneas de créditos hipotecarios para la compra de la tierra, la construcción de la vivienda y la inversión necesaria para las obras de infraestructura vinculadas con la producción –agua, biodigestores, electricidad, conectividad, invernaderos, sistemas de riego, etcétera–.

Un programa de Arraigo o Procrear rural implica poner a rodar un círculo virtuoso de manera directa e indirecta:

  • se avanza en resolver parte del problema estructural del hábitat;
  • se ofrecen por primera vez en décadas programas para que productores y productoras puedan ser titulares de tierras para poder invertir y obtener seguridad y previsibilidad;
  • se abre la puerta de la recuperación de nuestras tradiciones productivas: lácteas, cárnicas, frutihortícolas, elaborados y derivados, en los territorios, generando empleo y acercando alimentos del productor al consumidor, disminuyendo fuertemente precios de logística de los productos que,  en promedio, recorren mil kilómetros cada uno antes de llegar a las góndolas;
  • se apunta a lograr soberanía alimentaria local, apostando a producir la mayor cantidad de alimentos de manera local, buscando cubrir la demanda interna de los pueblos y comunidades. En San Antonio de Areco tenemos 80.000 hectáreas de altísima capacidad productiva. Sin embargo no producimos alimentos necesarios para cubrir la demanda de menos del 1% de una población de 30.000 habitantes;
  • se fomenta el desarrollo de ferias y mercados locales que incluya a feriantes, artesanos, artistas, productores y productoras, incentivando circuitos turísticos culturales gastronómicos locales;
  • permite desplegar mercados concentradores regionales. Así como la Unión de Trabajadores de la Tierra, coautor del proyecto Arraigo a nivel provincial y pionero en el orden nacional, administra actualmente el Mercado Central, su vocación es la de desconcentrar a partir de nuevos establecimientos concentradores regionales;
  • en términos sanitarios se promueve la producción agroecológica para que los alimentos sean cada vez más sanos y las producciones alejadas del modelo de aplicación desmedida de agroquímicos. China, Francia y otros países han cerrado las puertas a las fábricas de producción de agroquímicos. En Argentina esperamos la aprobación del mercado internacional para el trigo transgénico. El mundo avanza hacia el rechazo de alimentos transgénicos y con presencia de agroquímicos en su producción, exigiendo cada vez más certificados agroecológicos en los productos. El Siglo XXI demanda otro tipo de alimentos y Argentina se encuentra en óptimas condiciones de ponerse al frente;
  • se inicia el camino de promover fuerte el arraigo a partir del ordenamiento territorial, el cuidado del medio ambiente y la recuperación de modelos productivos seguros y sostenibles.

Desde el macrismo observamos distintas reacciones que hablan a las claras sobre los intereses que representan o encarnan. Por un lado, el diputado Ricardo Buryaile expresó en algún medio que Arraigo es un proyecto voluntarista pero inviable, que la producción actual de alimentos es óptima y protege el medio ambiente a través del sistema de siembra directa, y que para generar Arraigo y producción local se requieren fuertes inversiones en materia de centros de salud y educativos, entre otras cosas. En síntesis, Buryaile propone mantener y profundizar el estado actual de cosas. No abandono la idea de poder acercar posiciones con el diputado, a quien considero un dirigente razonable, responsable y con vocación de diálogo y consenso.

Por el otro, en el caso del Proyecto de Ley de Arraigo, el ala más dura del macrismo-vidalismo bonaerense decidió directamente dejar sin quórum a la comisión respectiva (a pesar de tener las mayorías necesarias para frenar su votación), dejando sentados en la mesa y ofreciendo su acompañamiento desde la Sociedad Rural de la Provincia, pasando por Federación Agraria, Bases Federadas, FECOFE, UTT, Carlos Carballo como representante de la Red de Cátedras de Soberanía Alimentaria, Universidades Nacionales ubicadas en zonas del interior bonaerense como la Universidad Nacional del Noroeste (Junín) y la Universidad Nacional del Sur (Bahía Blanca).

Peor aún, días atrás rechazó sin tratamiento, luego de meses sin movimientos, el Proyecto de Ley de Promoción de la Agroecología que, como refiere el título, apunta a generar los incentivos necesarios a productores y municipios para la producción agroecológica. Este proyecto cuenta con apoyos del Director Nacional de Agroecología y titular de la Red Nacional de Municipios y Comunidades que fomentan la Agroecología RENAMA, la Sociedad Rural bonaerense, universidades y organizaciones rurales y civiles. La UTT es coimpulsora del Proyecto. Es necesario comentar que la provincia de Buenos Aires carece de legislación referida a la producción agroecológica. Es decir que teníamos por delante la excelente oportunidad de iniciar un debate riquísimo sobre un tema necesario y de gran actualidad, en un ámbito de fino equilibrio de fuerzas como es la Legislatura Bonaerense. Lamentablemente se desaprovechó sin siquiera detenerse a analizarlo. El odio, a veces, es así.

En definitiva, así es el inmenso desafío que asumimos desde nuestra organización y que, claramente, el Peronismo Nacional y Alberto Fernández decidieron liderar, al ritmo de La Flor Azul.

 

Árbol fuiste bien coposo

Pobre corazón

Árbol que quedó sin hojas

Sin nido ni amor.

 

Amalhaya con la suerte

Que a mí me ha tocao

Cantar por cantar, cantando,

sin ser escuchao.

 

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