La gran estafa

El caballo de Troya de la derecha

 

El mito griego del caballo de Troya celebra la capacidad del engaño para ganar una guerra, ensalza la astucia para introducir la confusión y el desconcierto en el objeto a ser conquistado. El engaño, la astucia, como los elementos principales de la conquista. Y la sorpresa, tardía, al encontrar la verdad en el interior del artefacto.

Algo de eso parece haber ocurrido con Milei, transformado en los últimos días —a su pesar o no, el tiempo dirá— en el instrumento usado por Macri para apoderarse de la ultra-derecha electoral negacionista, reivindicadora de los peores momentos de la historia argentina contemporánea. Indicando así de paso el rumbo a una derecha moderada, desconcertada, confusa, ambigua y, en último término, cooptada también de alguna manera en este proceso.

La ausencia de escrúpulos en el empeño del conquistador para lograr su objetivo implicó el desarrollo de varios pasos, que indican una mente astuta para lograr ese oscuro objetivo.

En primer lugar, la conducta observada en el análisis de las fuerzas electorales en conflicto, con un nuevo actor inesperado, apreciando adecuadamente las capacidades reales y verdaderas de cada una de ellas. Lo que implica la posibilidad de influir en el desarrollo de los sucesos, en este caso a partir de las propias habilidades, no importa cuáles sean, ya que no se trata de valores, sino de los instrumentos adecuados. A partir de su necesidad de protagonismo, ahora clara, y el despecho ante la actitud de sus antiguos aliados, que lo descartaron para esta nueva etapa política.

Es así que para avanzar en sus propósitos eligió a uno de los bandos cambiemitas incitando las pasiones para que los enfrentamientos sean sangrientos, políticamente hablando desde ya, de manera de dejar fuera de juego al elegido como supuestamente blando, o racional, o dialoguista.

Lograda esta primera tarea, apoyó tibiamente a la triunfante de su espacio político mientras en un doble juego cortejaba al nuevo actor en escena, Milei, previendo la posibilidad de usarlo en caso necesario.

Ocurrida la derrota de Bullrich en elecciones generales presidenciales, descalabro este del frente fundado por el propio Macri al que colaboró tomando distancia de la evolución de la campaña, la apoyó en el momento aciago, abrazándola. Pero su mente ya estaba jugada en su nueva apertura.

Debemos tener presente que Macri se sumó a los desvaríos de Milei en sus primeros momentos de lucha electoral, aunque con pequeñas distancias, apoyando su crecimiento en las propuestas económicas, sin criticar en ningún momento sus posiciones a favor de la última dictadura y sus crímenes, en un tácito apoyo a esa conducta, especialmente con su candidata a la vicepresidencia.

También favoreció una cooptación del candidato la evidente fragilidad humana y política de Milei, quien se manifestó siempre con espontaneidad en sus propuestas y desvaríos de todo orden ante un electorado atónito y en parte entusiasmado con la novedad.

Cuando la sociedad en su conjunto opta en la elección presidencial por el candidato racional y propositivo, como cabeza de un nuevo frente popular, Milei, al igual que Bullrich, caen en shock y entonces Macri realiza una movida maquiavélica, en la que ambos son denostados y denigrados de la peor manera en su humillación personal y política, y manipulados, aprovechando sus fragilidades. Si consintieron ese sometimiento en un momento especial será para un análisis de otros profesionales ajenos a la política, pero no atenúa la indiferencia con que fue practicada la cirugía sobre sus personas.

Esta breve descripción de lo ocurrido hace pocos días en el circuito político no alcanza para describir el contenido detrás de las maniobras y estrategias para lograr ese objetivo. Se trata de la lucha por el poder a cualquier precio. No es un relato de tácticas como si fuera una partida de ajedrez, aunque hayan sido usadas. Pero en el aquelarre que significó el encuentro y sus decisiones es de suponer que se utilizaron todas.

En el caso de Bullrich, en su peor momento posterior a su derrota, débil en su amargura, golpeada por la traición, se nos brinda una clase práctica de síndrome de Estocolmo.

Ninguno de los dos sometidos son carmelitas descalzas ni requieren defensa ante lo ocurrido, pero su insignificancia ante el conquistador resultó patética.

El resultado del artilugio consistió finalmente en un especial y novedoso contubernio que deslegitima todo el proceso electoral, pues logra introducir dentro de LLA las ideas y los acólitos del conquistador para un eventual gobierno que no respeta las ideas expuestas explícitamente en toda la campaña con claridad por Milei, quien permanece como cabeza del balotaje.

Se concreta así una gran estafa política, que desnaturaliza el actual proceso electoral y pone en jaque el juego democrático.

Nadie puede asegurar a quién vota: si al impredecible Milei, con su voluntad cambiante y voluble sometida, o al instigador de esta estafa, que tiene un claro antecedente político en nuestra historia reciente, incluida su derrota del 2019.

En este impresionante proceso de transformismo político han sido puestos en juego todos los anti-valores posibles: la mentira, el ocultamiento, el engaño, la traición, la amenaza, la intimidación, la extorsión, y el chantaje.

¿Estamos describiendo entonces en esta conquista a pobres ingenuos que debieran merecer nuestra piedad? Por supuesto que no. En este tipo de juegos y en este ambiente de cacería no hay inocentes, simplemente el más taimado se comió al resto.

¿Su propósito? Su beneficio personal, en primer lugar, cualquiera sea el renglón a considerar: su impunidad ante la Justicia por sus crímenes, el ego, la fortuna, el poder, la capacidad para continuar saboreando la posibilidad de un triunfo, aunque sea pasajero. Pero también la consideración, esa necesidad tan humana, quizás la mayor de todas. En este caso también de sus mandantes allende los mares y algunos de estas tierras. Con el objetivo de alcanzar el poder y poner en práctica políticas que ya conocemos con sus secuelas de pobreza, endeudamiento y atraso. Ahora profundizadas por el ansia de revancha y que su contenido excede estas líneas, pero es ampliamente conocida. Nadie puede hacerse el distraído al respecto.

En mi anterior artículo sobre Milei en estas páginas, me animé a predecir futuros. Como me suele ocurrir en estos casos, fallé en quedarme corto: en una alternativa sobre un hipotético gobierno de Milei, supuse la eventual intervención de Macri y su banda para llenar los vacíos. Pido disculpas por el yerro, el susodicho no esperó a esa eventual intervención, se adelantó a cumplir ya lo que fue entonces un mero vaticinio.

Hemos descrito en forma sucinta algo ocurrido en estas tierras, como una alegoría o un cuento de la literatura de ficción, pero este descenso a los infiernos ha pasado por aquí.

 

 

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