La impunidad juega de local

¿Puede la justicia juzgarse a sí misma, puede Comodoro Py juzgar a Comodoro Py?

 

Ya en su etapa final, el juicio por el encubrimiento del atentado a la AMIA continuó con las últimas palabras de los imputados José Barbaccia y Víctor Stinfale. Cual espectáculo deportivo, la localía de quien “pertenece” se notó más que nunca y se adecuó
a los tiempos que corren: el tribunal fue completamente permisivo con el imputado en cuanto a su discurso, mientras que las querellas jugaron de visitante. En la tribuna, entre otros conocidos de Comodoro Py, el asesor del ministro de Justicia.

El Tribunal Oral Federal 2 llamó primero al entonces abogado de Carlos Telleldín, Víctor Stinfale, quien participó en la operación de pago de 400.000 dólares a cambio de una declaración falsa. Stinfale, acusado del delito de peculado, dijo que no haría uso del derecho a sus últimas palabras.

José Barbaccia, por su parte, el ex fiscal de la causa AMIA, quien estuvo claramente involucrado en el desvío de la investigación hacia una pista policial falsa, sí aceptó hacerlo.

Sin ningún tipo de freno por parte de los jueces, quienes tal vez olvidaron la ley, el imputado brindó lo que pareció un alegato jugando de local, en el que se refirió a Memoria Activa muy despectivamente.

No es la primera vez que los magistrados aceptan este tipo de extralimitaciones por parte de los imputados, en particular de los ex fiscales Mullen y Barbaccia.

Esta reprochable condescendencia contrasta con el celo que exhibieron al coartar el derecho a réplica de las querellas, como ya denunciamos en reiteradas ocasiones. La mitad del tiempo que el tribunal le obsequió al imputado Barbaccia sobraba para replicar, en el marco de ley, las mentiras y agresiones que, sin ningún límite ético o legal, fueron expresadas por su defensa contra las víctimas del atentado. Las víctimas jugamos de visitante.

El ex fiscal centró su discurso contra Memoria Activa, agrupación que, según él, “manipuló” la causa para llevarla hacia “intereses” propios.

¿Qué “intereses” podrían ser aquellos? ¿Qué cree el ex fiscal, que disfrutamos ser parte de esta causa y de invertir recursos en buscar esa justicia que funcionarios como él debieran habernos dado? ¿Acaso piensa que elegimos ser familiares de víctimas del peor
atentado de nuestra historia? ¿También va a decir que encubrimos el atentado donde murieron nuestros familiares?

Poco interesa lo que piensa o cree un personaje de la calaña de Barbaccia. El punto es, ¿alguna persona de bien podría consustanciarse con semejante diatriba? O, por otro lado: si supuestamente es inocente, ¿por qué necesitaría utilizar agresiones en su defensa?

Sería importante saber si los jueces de Comodoro Py les permiten a imputados que no pertenecen a la corporación judicial este tipo de presentaciones irrespetuosas contra quienes buscamos verdad y justicia hace años. Según la ley, “el abogado en el ejercicio profesional estará equiparado a los magistrados en cuanto a la consideración y respeto que se le debe”. Por tanto, ¿realmente rigen en Comodoro Py las normas que protegen los derechos de las víctimas o están más cerca —como se vio en esa jornada— de aplicar un injustificable doble standard?

 

Un argumento poco acertado

Por otro lado, el imputado alegó que en el juicio se demostró su inocencia respecto a su conocimiento del pago ilegal a Telleldín. Explicó que los llamados que se le atribuyen a su compañero Eamon Mullen a un teléfono a nombre del agente de la SIDE Alejandro
Brousson (jefe de la operación), en realidad estaban dirigidos a otro agente apodado “Pinocho”. De esta manera, pretende contradecir a la acusación respecto a que los ex fiscales hablaban del pago con agentes de la SIDE. Sin embargo Barbaccia omitió decir
que el agente “Pinocho” explicó, en la declaración del TOF 3 que el imputado citó como prueba, que se encontraba abocado al pago y en el lugar de los hechos en todos los momentos en que Mullen se comunicó con él. Es decir, si las llamadas en realidad fueron
al agente “Pinocho”, como sostienen los ex fiscales, la acusación se acredita con más contundencia.

Como si no bastara la hipocresía, el acusado aprovechó para mencionar al fallecido fiscal Nisman: “A uno de los fiscales lo mataron, los otros dos fuimos traídos a juicio”, dijo y recordó (con muy mala memoria) que Nisman nunca los acusó, cuando, según consta en
el expediente, Mullen y Barbaccia lo recusaron luego del requerimiento de elevación a juicio. Allí, le reprocharon, entre otras cosas, haber participado del “complot kirchnerista”, el cual promovía la acusación en su contra.

Por último agregó que no es “amigo del ministro”, en referencia a Germán Garavano, denunciado por haber cambiado el alegato del Ministerio de Justicia a último momento en defensa de los ex fiscales. Resulta otra vez extraño que el acusado Barbaccia diga eso cuando tanto hoy como en otras ocasiones, los asesores del ministro se hacen presentes en la sala de audiencias y saludan con afecto a los ex fiscales.

 

Preguntas finales

El ex fiscal federal José Barbaccia, con su descargo enfurecido, es un fiel exponente de la justicia del edificio de cloacas desbordadas. En este juicio se juzgan causas armadas, pagos ilegales, testigos e imputados coaccionados, las relaciones promiscuas entre
agentes de inteligencia y funcionarios judiciales y el desvío de la investigación judicial más importante de la historia de nuestro país.

¿Cambió algo en los tribunales federales de Retiro? ¿Sorprende que se presenten en apoyo de Mullen y Barbaccia funcionarios y magistrados que actualmente continúan desempeñándose en Comodoro Py?

Lamentablemente, a tres años de comenzado el juicio el mismo interrogante sigue vigente hoy más que nunca y la respuesta no se muestra fácil: ¿puede la justicia juzgarse a sí misma? O mejor dicho: ¿puede Comodoro Py juzgar a Comodoro Py?

 

 

 

 

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