La lotería de Voltaire

Un filósofo sin un sólo pelo (¡ni siquiera en la peluca!) de zonzo

 

¿Cuánto sabe usted de Voltaire? Créame que antes de investigar y leer para poder escribir este artículo, mi conocimiento era mensurable entre nulo muy pobre.

En todo caso, nació como François-Marie Arouet pero supongo que nadie lo reconocería así sino por su sobrenombre (Voltaire). Fue un pensador, escritor, filósofo e historiador francés de la Epoca del Iluminismo (o Ilustración).

Se lo reconoce como enfrentado al cristianismo en general y a la iglesia católica en particular, defensor de la separación entre religión y estado. Nació en París el 21 de noviembre de 1694 y murió, también en París, el 30 de mayo de 1778. Es reconocido como uno de los filósofos, escritores e intelectuales más respetados del siglo XVIII. Fue el hijo menor de una familia de clase media alta, parte de la aristocracia francesa y sus padres tenían la aspiración que se convirtiera en un ‘gran abogado’. Estuvo preso por 11 meses en la famosa prisión de la Bastilla,en donde los historiadores sostienen que comenzó su carrera como escritor. Después se exiló en Inglaterra y cuando volvió....

...Cuando volvió, mientras recorría su tercera década de vida, comienza la historia que quiero contar acá. Esta historia tiene muy poco de lo que transformó a Voltaire en una persona prestigiosa o famosa y tiene mucho de lo que lo hizo muy rico.

Un poco de contexto.

El gobierno francés, necesitado de dinero (no me diga que le suena familiar...) había decidido emitir bonos del tesoro con distintas denominaciones, tal como hacen casi todos los países del mundo. Por ejemplo, había bonos que valían 1000 libras, otros 10.000, otros 100.000. Es decir, había una variedad importante de manera tal que toda persona que quisiera ‘ahorrar’ usando esos bonos, podía elegir las diferentes denominaciones de acuerdo con su poder adquisitivo. El problema es que llegado el día de su expiración o en el momento de tener que pagar los intereses –como también suele pasar en todos los países del mundo—, se encontraron con una dificultad mayor: no tenían el dinero suficiente para hacerlo.

La situación se hizo realmente crítica, y supongo que en aquel momento no podían recurrir al equivalente de lo que hoy termina agravando todos los problemas de cualquier país: hablar con la gente del FMI. Hacerlo termina hundiendo al país en cuestión. El equivalente de quien hoy sería el vice-ministro de economía, Michel Robert Le Pelletier-Desforts, tuvo una idea que muchos consideraron ‘brillante’, pero usted verá que no les fue mucho mejor. Fíjese por qué.

Al vice-ministro se le ocurrió ‘ligar’ los bonos en cuestión con billetes de lotería. Sí, aunque parezca raro, a pesar del tiempo transcurrido –ya que hablamos del siglo XVIII—  ya existía la lotería, tal como sucede hoy. Uno compraba un billete con un determinado número, había un sorteo semanal (y el mayor era como en la actualidad cerca de navidad) y había varios premios asociados con cada número.

El vice-ministro le ofreció al pueblo francés una alternativa. En lugar de tener que pagar el precio de cada billete de lotería, una persona que tuviera un determinado bono, podía pagar acceder a un billete de lotería abonando ¡una milésima parte del bono del tesoro francés que tenía en su poder! Por ejemplo, si una persona tenía un bono de 100.000 libras y quería comprar un billete de lotería, podía aprovechar que era poseedor de ese bono y sólo tendría que invertir 100 libras para comprarlo. Por supuesto, si tenía un bono de 1.000 libras, solamente tenía que invertir una libra para comprar el mismo billete.

Pero eso no fue todo. En el caso que el comprador ganara la lotería con ese número, el gobierno francés le garantizaba que el premio a cobrar sería exactamente el valor del bono (que en el mercado, en ese momento, estaba ciertamente muy devaluado, porque no se podían cobrar). Pero además, había un premio extra: el ganador obtendría una suma de 500.000 libras más.

Resumiendo: una persona que tenía un bono del tesoro de 100.000 libras (por poner un ejemplo), que no podía recuperar su dinero porque el gobierno no tenía como pagarlo, podía comprar un billete de lotería invirtiendo nada más que 100 libras. Si el billete resultaba premiado, el gobierno no solo le pagaba las 100.000 libras (que de otra forma el dueño no tenía forma de recuperar), sino que además, le agregaba 500.000 libras.

El vice-ministro estaba supercontento, porque la gente comenzó a comprar bonos nuevamente, ya que además, como accesorio, tenían el incentivo de ganar la lotería. Pero... en el camino sucedió algo muy curioso que terminó poniendo al propio gobierno francés en una situación desesperante. Es que el vice-ministro había hecho muy mal las cuentas.

Antes de avanzar, me gustaría contestar —junto a usted— una pregunta que inexorablemente uno debe hacerse: ¿cuánto sería una libra a valores de hoy? O, si usted prefiere, ¿cuánto representarían hoy 500,000 libras?

Para poder tener idea del dinero involucrado, uno tendría que poder hacer una conversión de la moneda.

Lo notable es que el premio que se ofrecía era de 500.000 libras y yo me imagino que a usted le debe estar pasando lo que me pasó a mí originalmente: ¿libras? ¿en Francia? Sí, aunque parezca raro, eran ‘libras’; y fue en Francia.

De todas formas, independientemente de la denominación, tratemos de transformarlas a valores actuales. Los historiadores tomaron dos caminos que quiero comentar acá. Los resultados difieren sustancialmente, pero sirven para establecer una suerte de ‘mínimo’ y ‘máximo’. Obviamente, ninguno de los dos es perfecto, pero al menos, ofrecen una idea de los montos.

La primera forma es elegir el patrón oro, y tratar de ver cuánto oro se hubiera podido comprar en aquella época con las 500.000 libras. De acuerdo con los datos de la época, esa cantidad de libras rondaría el equivalente del oro que uno podría comprar hoy con casi 6 millones y medio de dólares.

Otra manera de evaluar el poder adquisitivo de ese medio millón de libras es calcular cuántas horas debería trabajar una persona –en promedio— para llegar a conseguir ese dinero. Una vez establecida ese número de horas, multiplicarlas por el salario promedio actual y averiguar cuántos dólares son. En ese caso, el número es escandalosamente mayor, algo así como 121 millones de dólares. En cualquiera de los dos casos, por defecto o por exceso, es un número descomunal, especialmente si pudieron –como usted verá— repetir el proceso sin ser descubiertos durante dos años.

¿Cómo funcionaba el plan?

Suponga que dos personas tenían bonos de diferentes denominaciones: uno de 100.000 libras y otro de 1.000. El precio del billete de lotería valía diferente. En el primer caso, el precio era de 100 libras mientras que el segundo, era de una sola libra. Sin embargo, las chances de ganar la lotería eran las mismas y además, el gobierno francés agregaba un premio adicional de 500.000 libras a cualquiera de los ganadores de esa lotería, independientemente del valor que había pagado por el billete.

Aquí es donde apareció en escena el famoso Voltaire. En esa época todavía no tenía ni el prestigio ni el reconocimiento que ganó posteriormente, pero sí tenía múltiples conexiones. Voltaire tuvo la fortuna de encontrarse con un matemático del que terminó siendo gran amigo. Me refiero al famoso Charles Marie de la Condamine. Este le hizo una observación que terminaría siendo decisiva.

Voy a imaginar un diálogo entre ambos (que contiene la verdadera trama de esta historia fascinante): “Hagamos lo siguiente –dijo el matemático—. Tratemos de comprar la mayor cantidad posible de bonos de la menor denominación, o sea, los de 1.000 libras. Por cada uno de ellos, vamos a tener que pagar una libra. Si podemos conseguir suficientes de estos bonos, podremos comprar suficientes billetes de lotería de manera tal de garantizarnos que vamos a poder conseguir el número ganador. Si es así, vamos a recuperar las 1000 libras del bono –que sería la parte menos importante— pero vamos a obtener las 500,000 libras que acompañarán el premio. Si repetimos esto durante todas las semanas, vamos a hacer una fortuna. Por supuesto, con estos bonos solamente no va a alcanzar pero tenemos que lograr acumular la mayor cantidad que podamos”.

Y eso hicieron. Por supuesto, tuvieron que sortear algunas dificultades. La primera de ellas era obtener suficientes notarios que pudieran certificar las transacciones. No había muchos en esa época y ellos no querían despertar ningún tipo de sospechas. Por otro lado, como escribí más arriba, necesitaban tener suficiente dinero para poder comprar la cantidad de bonos que necesitaban. Los de 1.000 libras no eran suficientes y por lo tanto, tenían que invertir más dinero para comprar los de denominación más alta. Voltaire era una persona muy conectada y dijo que se ocuparía. Naturalmente, las personas más ricas que podía conseguir querrían una parte del ‘botín’. Ese no sería el problema porque como ‘casi’ podían garantizar que ganarían todas las semanas, el dinero a repartir resultaba obsceno y habría suficiente para todos.

Y lo consiguieron. Digo, comenzaron con la idea y la desarrollaron por exactamente dos años. Voltaire, arrogante como era, no pudo con su ‘genio’. Así como sucede en la actualidad, usted habrá visto que hay personas que suelen ‘escribir o dejar alguna marca’ en los billetes que están en curso. De alguna manera, es como dejar una inscripción que los identifique o que le traiga algún tipo de recuerdo. Voltaire hizo lo mismo. En aras de burlarse del propio gobierno (que ya lo había encarcelado durante 11 meses), Voltaire escribía detalles que valoraban la gestión de su matemático amigo (de la Condamine). Tanto hizo que el gobierno los descubrió. Y les hizo juicio tratando de recuperar el dinero. Pero por más intentos que hicieron, no tuvieron éxito porque la asociación que habían logrado Voltaire con de la Condamine no habían cometido ningún ilícito: se habían apegado a las reglas y habían ideado una trama que les permitió enriquecerse ...¡a todos! De hecho, tanto Voltaire como el matemático se hicieron inmensamente ricos y ambos pudieron dedicarse a lo que más les interesaba: uno, Voltaire, a escribir. El otro, a la matemática.

La historia de Voltaire es más conocida, pero de la Condamine también hizo historia con su periplo. Decidió viajar a Sudamérica, más precisamente a Perú, Ecuador y Brasil. Primero estuvo recorriendo la cordillera de los Andes. Su objetivo era medir la circunferencia de la Tierra. También logró trazar un mapa del río Amazonas y participó en la definición de lo que habría de significar la unidad de medida de distancia más famosa: ‘un metro’. Después se dedicó al estudio de la quinina, que terminó sirviendo para combatir la malaria, y más adelante intervino también en el desarrollo de la vacuna contra la viruela y la producción de látex.

Tanto Voltaire como de la Condamine terminaron casándose con sus respectivas sobrinas (cada uno con la propia, cada uno con la hija de su propia hermana), pero la parte de sociales me importa un poco menos (o nada).

Para terminar, si está interesado en esta historia y quiere tener más detalles, le sugiero que lea el artículo que publicó el inefable Andy Williamson en este sitio: http://www.todayifoundout.com/index.php/2013/05/how-voiltaire-made-a-fortune-rigging-the-lottery/

Yo me enteré de esta historia en mi última visita a Londres, a principios de agosto de 2018. Obviamente, más allá de mi gratitud a los colegas ingleses, como mis conocimientos de historia son virtualmente nulos, extraje varios datos de diferentes sitios. Algunos de ellos los puede encontrar acá:

1)    en español https://verne.elpais.com/verne/2017/12/20/articulo/1513764103_684537.html

2)    https://www.goodreads.com/book/show/26721330-a-cabinet-of-philosophical-curiosities

3)    https://www.smithsonianmag.com/smart-news/voltaire-enlightenment-philosopher-and-lottery-scammer-180967265/

4)    https://www.britannica.com/biography/Charles-Marie-de-La-Condamine

5)    http://www.phfawcettsweb.org/condam.htm

6)    http://www.bouncing-balls.com/timeline/people/nr_condamine.htm

7)    https://en.wikipedia.org/wiki/Voltaire

8)    https://wiki2.org/en/Voltaire

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