La mafia calabresa en la Argentina

Primera de una serie de tres notas sobre la mafia del académico calabrés Rocco Carbone

 

En la serie de notas que comienza hoy, Carbone ilumina los sótanos de la democracia, la cultura secreta del crimen organizado en la Argentina. En sus tres entregas abordará los códigos de la ‘ndrangheta (la mafia calabresa), sus rituales de afiliación, la estructura de la organización con todos sus cargos –desde picciotto hasta stella–, los negocios del narcotráfico suspendidos entre América Latina y Europa, las fundaciones (FIFA y CEPLA), plataformas políticas de una internacional de las derechas, hasta mostrar porqué el ex Presidente Macrì se asume calabrés y sus formas raras de persignarse en la Catedral.

 

 

Desde el 10 de diciembre de 2019 la Argentina cuenta con una nueva escritura colectiva. Una reflexión sobre lo común que las distintas fuerzas sociales y políticas que hoy integran el gobierno del Frente de Todxs amasaron en cuatro años de resistencia frente a las penumbras del Cambio. Esas consideraciones plurales suelen llamarse Discurso Inaugural, presentado por el Presidente Alberto Fernández ante la Asamblea Legislativa. Ahí hay pasajes extraordinarios que se sintetizan en dos palabras de alto voltaje: Nunca más. Recupero cuatro fragmentos de esa intervención:

  1. Nunca más a una justicia contaminada por servicios de inteligencia, operadores judiciales, procedimientos oscuros y linchamientos mediáticos.
  2. [...] estaremos reorganizando y concentrando los esfuerzos de la Justicia de modo que se pueda enfatizar con eficacia y transparencia la investigación del crimen organizado, el crimen complejo y el narcotráfico y la droga, que son flagelos que debemos abordar con un carácter sistémico.
  3. Se trata de aprovechar valiosos y mayoritarios recursos que hoy existen en nuestro sistema de Justicia, de modo de terminar con la mancha ominosa que un sector minoritario le provoca a la credibilidad de las instituciones.
  4. Nunca más al Estado secreto. Nunca más a la oscuridad que quiebra la confianza. Nunca más a los sótanos de la democracia.

Cuatro puntos que creo pueden agruparse bajo el signo de una categoría conceptual común: mafia. Cuando hablamos de mafia, hablamos de un doble Estado oculto, paralelo al Estado legal y al mismo tiempo en permanente condición de diálogo con él porque es fuente de negocios y poder. La mafia acosa a la democracia y la niega. Y a lo largo de su mandato Cambiemos ha acosado a la democracia –acaso por eso mismo enfatizó tanto la categoría república– y humillado permanentemente al campo popular. En estas reflexiones quiero presentar algunos elementos que a mi juicio habitan los sótanos de la democracia y que están vinculados con la cultura ‘ndranghetista (mafia calabresa).

La ‘ndrangheta es una organización unitaria que une antiguo y moderno, arcaico y global, y en esos nexos produce un nuevo fenómeno cultural que conjuga violencias inauditas –en la Argentina cambiemita ese signo fue asumido por la ex ministra Bullrich–, negocios (legales e ilegales) y poder. Lo explica con pertinencia Enzo Ciconte: “Los hombres de los locales de ‘ndrangheta viven como en un archipiélago en el que conviven hombres violentos, asesinos, criminales y narcotraficantes de toda la vida, con representantes de varias profesiones, hombres más allá de toda sospecha, aquellos que suelen definirse como buena gente: magistrados, abogados, notarios, contadores, hombres que saben manejar dinero, en efectivo o virtual, ese que se mueve vía computadoras. Y luego hombres de los partidos y de las instituciones, astillas de la masonería y hombres de los servicios, tal vez activos o tal vez pasivos. Unos protegen a los otros y a su vez son protegidos” (Riti criminali, Rubbettino, Soveria Mannelli, 2015, p. 8). Además, en su estructura revistan hombres (profesionales) invisibles que tienen la tarea de establecer vínculos estratégicos con el mundo de la política, de la economía y de las instituciones legales. En la Argentina el desconocimiento relativo a cuestiones de ‘ndrangheta –y de mafia(s) en general– le ha brindado a esta organización anonimato, opacidad y por ende mucha libertad de acción que le permitieron dar un salto cualitativo, “refinarse”, no sólo en los términos de la acumulación desenfrenada de capitales sino en lo que concierne a la disputa por el poder político: la dirección del gobierno del país.

Esto en la Argentina se dio entre 2015 y 2019. Como en todos los campos del saber, también en el análisis del fenómeno mafioso ve más cosas quien está dispuesto a bucear con paciencia en la propia historia de las mafias y en ciertas lógicas –digamos culturales– del pasado reciente nacional. No ver en Cambiemos una veta mafiosa indica un déficit de conocimiento. La ‘ndrangheta no es sólo un fenómeno criminal sino también un instrumento de promoción social, un modelo, una cultura, un comportamiento, un poder, elementos que confluyen en una visión del mundo. Si atendemos otra vez al propio Ciconte, hay que señalar una hipótesis sugestiva: que la ‘ndrangheta “dondequiera que se mueva reproduce exactamente lo que ha dejado en Calabria” (p. 14).

 

 

El mito

¿Qué es un mito sino un modo de contar la historia de otra manera? Osso, Mastrosso y Cargagnosso, según la leyenda, serían tres caballeros españoles que en Toledo habían integrado la Garduña. Supuestamente la Garduña fue una sociedad secreta criminal que habría operado en España y sus colonias desde mediados del siglo XV hasta el XIX. Las fuentes históricas que hablan de ella son muy discutidas y la misma existencia de la sociedad es puesta en tela de juicio por varios historiadores modernos. Esos tres caballeros habrían llegado a lo que hoy llamamos Italia alrededor de 1412: “Eran fugitivos porque habían lavado con sangre una ofensa de honor que había recibido una de sus hermanas. Se quedaron 29 años, 11 meses y 29 días en la isla de Favignana [...]. Luego volvieron al mundo con las reglas de la sociedad que habían elaborado en ese período –las tablas mafiosas– y de ahí fueron a Sicilia, Calabria y Campania” (Ciconte, p. 23). En Sicilia, Osso habría fundado la Cosa Nostra, Mastrosso, en Calabria, la ‘ndrangheta, y Cargagnosso, la Camorra en Campania. La ‘ndrangheta es también conocida como famiglia Montalbano y para saber si alguien está afiliado a esa estructura se le suele preguntar si conoce a (tío) Peppino Montalbano o a propia la familia Montalbano. Esta era la denominación de la organización criminal calabresa en el siglo XIX. La respuesta a esa pregunta suele ser: “La conozco, la sirvo, la llevo puesta hasta la última gota de sangre” (Ciconte, p. 81).

 

 

Códigos y jerarquía

Los códigos mafiosos, los rituales, las ceremonias sirven para introducir a un sujeto en un mundo secreto. A través de ciertas operaciones del lenguaje se activa el derecho para empezar a participar de las reuniones secretas de la mala vida y de la onorata società (nombre que los ‘ndraghetistas usan para nombrar la organización). Las ritualidades ‘ndranghetistas no son apenas expresiones folklóricas, sino herramientas para la distribución de poder dentro de una estructura criminal que tiene un fuerte sentido jerárquico. Todos los ritos se formalizan a través de la favella, la lengua de la ‘ndrangheta, que sirve para articular formulaciones altamente alegóricas. En cuanto a los códigos, es probable que hayan nacido en las cárceles borbónicas y que “sean la herencia de los masones a los malandrines [...]. En los lugares de detención los carceleros borbónicos solían encerrar juntos [...] a criminales comunes y políticos que las autoridades de ese tiempo consideraban enemigos más peligrosos que los criminales. Y en cambio eran patriotas, hostiles a los Borbones, que soñaban un país distinto. Muchos pensaban en una Italia unida. Todos eran perseguidos, y para evitar las atenciones de la policía encontraron refugios en las sectas secretas y en la logias masónicas. [...] Los ritos iniciáticos, los códigos, las jergas se transmitieron de los masones a los malandrines” (Ciconte, pp. 18-19). Luigi Settembrini –escritor, senador del Reino de Italia, preso político– en Ricordanze della mia vita cuenta cómo en las cárceles se había inventado un argot, una lengua secreta, una especie de lunfardo para excluir a los carceleros de las conversaciones y de ella dice: “creamos una lengua que ni siquiera el diablo podía entender” (1892; Paravia, Torino, 1944).

 

 

Luigi Settembrini: ni el diablo.

 

Tal como indiqué en mi libro Mafia Capital. Cambiemos: las lógicas ocultas del poder (Luxemburg, Buenos Aires, 2019), la mala vida calabresa empieza a organizarse en los primeros decenios del siglo XIX. En sus orígenes era una criminalidad organizada de base campesina que tenía sus códigos transmitidos oralmente en alguna forma dialectal. Esto sucedía porque la cultura calabresa era y es tendencialmente oral, porque los dialectos casi no tienen escritura (de hecho, asumen el alfabeto del italiano para ser transcritos, siempre a medias y con dificultad porque poseen sonidos que el alfabeto nacional no puede representar) y porque en Calabria a comienzos de 1800 había un analfabetismo difundido. Cuando los uomini d’onore calabreses arrancaron sus actividades delictivas dentro del crimen organizado, no sabían leer ni escribir. Luego de la desarticulación del sistema feudal del Regno delle due Sicilie y antes de la articulación del orden unitario italiano, que es cuando el actor mafioso aparece como tal, los niveles de alfabetización en Calabria dejaban mucho que desear. Los códigos orales, que eran empleados a la hora de activar los rituales de afiliación, en algún momento del desarrollo de la criminalidad calabresa organizada empezaron a ser escritos. Los rituales pasan de la oralidad a las formas escritas cuando en la organización se afilian sujetos no-campesinos, que “tenían cierta disponibilidad financiera que les permitía adquirir los rudimentos de la escritura” (Ciconte, p. 20). Entre fines del siglo XIX y los primeros años del XX en las sentencias de los magistrados de la Corte di appello delle Calabrie empezaron a aparecer algunos datos probatorios acerca de la existencia del crimen organizado y a circular la palabra picciotteria, término impropio para nombrar al crimen calabrés. Con esa palabra se pretendía presentar a la mala vida calabresa como una rama de la Camorra napolitana, cuando en realidad se trataba de una organización autónoma y ya estructurada.

Ya a fines del siglo XIX la ‘ndrangheta presentaba una estructura nada ocasional, ni esporádica ni mucho menos eventual. Tenía todos los condimentos de una organización con códigos, estatutos y leyes. Los códigos atravesaron tanto la historia como la geografía y tienen vigencia hasta hoy. Su función es establecer y mantener una identidad. Como todas las ritualidades, también los códigos ‘ndranghetistas tienen otra función: conservar la memoria de ciertos saberes, mantenerla en el tiempo y transmitirla. La ‘ndrangheta está atravesada por una serie de “liturgias”, integradas por códigos secretos, afiliaciones rituales, atribuciones de dotes (cargos) y avances de “grados” [1]. Rituales, códigos, lengua, gestos de la ‘ndrangheta –repetidos a lo largo de casi 200 años de historia– son correas de transmisión que permiten conservar ciertos valores y normas de comportamiento propios de la società. Correas de transmisión entre dimensiones temporales lejanas, entre el pasado, donde se sitúa el origen de la organización criminal, y el presente globalizado que habitan sus integrantes. Vínculos que la geografía y las migraciones (de Calabria hacia el mundo) hubieran podido quebrar o volver más laxos. Esos dispositivos, pese al transcurrir del tiempo y de los desplazamientos geográficos, permiten elaborar la idea de pertenencia a una estructura arcaica, ahora globalizada, y que sin embargo tiene un anclaje territorial que no puede obviarse –Calabria– ni culturalmente ni en términos de negocios y de poder. El colaborador de la Justicia Giovanni Iannò –en el marco de la operación de la justicia italiana conocida como Crimine– en mayo de 2013, frente al tribunal de Locri, sostenía que: la ‘ndrangheta coloniza los nuevos territorios, exporta su estructura organizativa, el método mafioso, su sistema relacional, la familia y a partir de eso infiltra el empresariado, las profesiones liberales, la política, la administración pública. “La ‘ndrangheta [...] tiene su cultura y su mentalidad [...], trasplanta los locales, la naturaleza de ‘ndranghetista... la tiene en la sangre” [2]. Junto con las familias viajan códigos y locales. Y tal vez por eso, como veremos, el ex Presidente Macrì se asume calabrés y se persigna de manera llamativamente extraña.

 

 

El ex Presidente y la señal de la cruz.

 

 

 

* Universidad Nacional de General Sarmiento/CONICET

 

 

[1] Esta es una palabra que los ‘ndranghetistas no usan porque pertenece al léxico de las fuerzas del orden.

[2]https://www.camera.it/_dati/leg17/lavori/documentiparlamentari/indiceetesti/023/038/00000004.pdf. Documentos parlamentarios: XVII LEGISLATURA - DISEGNI DI LEGGE E RELAZIONI - DOCUMENTI - DOC. XXIII, no 38.

 

 

--------------------------------

Para suscribirte con $ 1000/mes al Cohete hace click aquí

Para suscribirte con $ 2500/mes al Cohete hace click aquí

Para suscribirte con $ 5000/mes al Cohete hace click aquí