LA NEGACIÓN COMO POLÍTICA DE ESTADO

El gobierno de Chubut pretendió imponer un cerco policial a la población en riesgo,

 

El brote de Hantavirus en Epuyén, pequeña población rural del noroeste de Chubut, expresa el conflicto social y político actual en un escenario marginal en el esquema del poder hegemónico y, por lo tanto, con otros actores y discursos en juego. Ocho personas muertas en un mes por la misma causa en una población de dos mil habitantes es una tasa altísima, que distintos sectores de la sociedad pelean porque sea amortizada en favor de su autonomía y derecho a exigir condiciones de vida justas y dignas.

Las autoridades sanitarias del hospital público local y del de Esquel, cabecera de la zona de influencia que comprende a más de 80.000 habitantes, así como la conducción del ministerio de Salud de Chubut (a cargo de Nicolás Pizzi, foto principal), están seriamente cuestionadas por espacios de la comunidad que acumulan un sinnúmero de reclamos por la severa crisis sanitaria. El cuestionamiento alcanza también a la cartera de Gobierno que pretendió imponer un cerco policial a la población en riesgo, y a los gobiernos municipales que pretenden desarticular toda gestión autogestiva de la población y ven amenazas partidarias en las acciones políticas de base.

A la vez, el papel de los medios de comunicación y las prácticas de desinformación estatal se conjugaron para alentar un riesgoso cuadro de aislamiento político y económico del cordón de localidades cuyos mayores ingresos económicos se generan en la temporada alta de verano. Este informe recoge los aportes de voceros de la comunidad en el derrotero de varias semanas, lo que permitió leer e interpretar críticamente los partes oficiales del gobierno de Chubut.

 

Big bang

El origen del brote es uno de los elementos a determinar. Mientras las autoridades sanitarias sitúan el inicio de “la contingencia epidemiológica” el 3 de diciembre pasado, la reconstrucción de familiares y amigos de las víctimas permite asegurar que por lo menos un mes antes se generó el primer escenario de contagio. Lo confirman los cuadros oficiales que analizan los eslabones a partir del caso índice.

El 3 de noviembre fue la fiesta de cumpleaños de 15 años a la que asistió un hombre adulto, trabajador rural (llamado “caso índice”), que durante varios días fue al hospital local a tratarse por el cuadro que recién ocho días después empezó a considerarse como hanta. Compartió la mesa con cinco personas más, dos de las cuales fallecieron.

Su nieta de 14 años es la primera víctima fatal; presentó síntomas 22 días después de la fiesta y falleció el 2 de diciembre. También enfermaron dos varones: un adolescente compañero de curso que sobrevivió y el abuelo de la jovencita del cumpleaños, que falleció, según el mapeo del primer anillo de contagio que va completando la propia comunidad en un ejercicio difícil pero imprescindible en el aprendizaje colectivo.

Aldo Valle se convirtió en la segunda víctima fatal. Durante varios días fue y vino al hospital, reconstruyó Nelson Avalos, periodista asentado en el área rural e integrante de esta familia que quedó diezmada. Fallecieron dos hijas y un hijo de 16 años; su compañera estuvo enferma y se recuperó. Todos acompañaron y cuidaron a Aldo en los hospitales de Epuyén y Esquel donde no se cumplieron medidas de seguridad, ni para los familiares, para otros pacientes, ni para el personal hospitalario. No se utilizó el protocolo de aislamiento de los enfermos o contagiados hasta muy avanzado el brote, asegura Avalos de acuerdo a su propia experiencia durante todas esas semanas, incluído el velatorio de su primo Aldo el 11 de diciembre.

 

 

Aislamiento, juego perverso de sentido

En la emergencia de la desinformación y las pérdidas irreparables muchos vecinos crearon espacios de base solidarios, los que fueron atacados de distinta manera desde los gobiernos municipales de las localidades afectadas, así como desde el gobierno provincial, lo que revelan innumerables hechos cotidianos relatados por vecinos durante semanas. En distintos puntos de la región se armaron campañas para colaborar con alimentos no perecederos, elementos básicos de higiene y limpieza, juegos y golosinas para los niños aislados, que se amontonan en Epuyén sin ser entregados a sus destinatarios. Con el argumento de aislar a los enfermos contagiosos, se pretendió aislar social y políticamente a los sectores de la comunidad que desconfían de la capacidad real de las autoridades sanitarias. Así se impidió la entrega directa de la ayuda y la intervención de los vecinos en la asistencia de las familias aislada y se agregó dolor a la emergencia.

Cuando el brote era inocultable, el gobierno provincial dispuso el envío de policías para obligar a un grupo de afectados a cumplir con una cuarentena. Varios efectivos policías presentaron carpetas médicas para evitar una misión estilo “cascos blancos” y otros argumentaron que no existían garantías sanitarias para ellos mismos. Se sumó el malestar por la decisión de sostener una medida sanitaria con prácticas policiales, en una zona ya militarizada. El Poder Judicial salió en auxilio del Ejecutivo; la Fiscalía de la circunscripción hizo una presentación y un juez penal dispuso la presencia policial y ordenó otras medidas, con fundamentaciones y precisiones que no fueron difundidas.

Queda para cuando se supere la crisis del brote analizar la concepción autoritaria y persecutoria que supone centrar en el enfermo la responsabilidad de no propagar la enfermedad. Muchos de los aislados no están en condiciones económicas de cumplir la cuarentena, ya que son cuentapropistas. Los vecinos y organizaciones locales (ATE, CTA Autónoma, ATECH, APDH) hicieron rápido ese análisis y promovieron campañas de aporte de dinero y de recursos de consumo diario para familias completas. De todos modos, en nombre de la seguridad sanitaria el gobierno local hizo lo imposible por bloquear la relación directa de los grupos solidarios con las familias en aislamiento, aseguran testimonios de la localidad.

 

 

Al momento de cerrar este informe, en Epuyén estaban en cuarentena sanitaria unas 25 familias que suman unas 85 personas. También hay una mujer con varios niños en Puelo y otros en El Maitén, Cholila, Trevelín y Esquel, localidades del área vecina a Epuyén. El Bolsón y Bariloche por la cercanía también son parte del cordón institucional de salud.

El otro aislamiento es el del gobierno, de recorrida en la zona sacándose fotos en temporada rota. Mientras se usan recursos públicos, mucha gente sigue sin saber cosas básicas como cuánto es el período de aislamiento. Una niñita en aislamiento con el barbijo sucio de chocolate confirma a cualquiera que no se están entregando barbijo de la calidad requerida ni en la cantidad suficiente para el recambio.

 

La crisis sanitaria es política

En este brote se advierten otros conflictos de fondo de interés directo para toda la zona endémica de la cepa “Andes” del Síndrome Pulmonar por Hantavirus (SPH), que emergió en Sudamérica en 1993. En marzo de 1995 se produjeron casos en una familia en El Bolsón (Río Negro) que analizaron investigadores del Instituto Malbrán. Al año siguiente, otros en la misma localidad. En esos episodios ya quedó constada la transmisión de persona a persona del Hantavirus que produce el Síndrome Pulmonar, según la bibliografía citada en distintos informes científicos y de organismos públicos argentinos.

Por eso es alarmante que funcionarios públicos de Chubut en varias oportunidades aseguraron a los familiares de las personas enfermas que no existía riesgo de contagio, permitiendo reuniones masivas como la fiesta de egresados de nivel medio con 500 personas y los velatorios de las primeras víctimas. Esposas viudas pueden dar fe de ello.

Por otra parte, para el diagnóstico de confirmación la sangre a analizar debe viajar dos mil kilómetros al Instituto Nacional de Enfermedades Virales (INVH) con sede en Pergamino o al Malbrán (CABA). La respuesta demora por lo menos 72 horas. En diciembre falleció un hombre en Epuyén cuyo diagnóstico positivo llegó después de su entierro.

Además Epuyén pertenece al área programa con cabecera en Esquel, a 130 kilómetros. Ese hospital cuenta con cuatro (4) camas para terapia intensiva. No tiene sala de aislamiento ni laboratorios para más de 80.000 pobladores del área, que suman además los de Palena y Futaleufú, localidades de Chile a las que presta servicio por un acuerdo de colaboración. En tanto, en El Maitén existe un moderno edificio hospitalario sin personal designado que permitiría reconstituir el colapsado de Esquel.

Otro aspecto estratégico es el del destino de las investigaciones científicas realizadas tanto con enfermos y víctimas de la región, como las recolecciones de muestras de roedores y misiones en el territorio. También el papel de los laboratorios públicos y el desmantelamiento de organismos públicos clave en la autonomía sanitaria de nuestro país, así como el derecho a que el conocimiento científico producido esté en manos de la comunidad.

Estos muertos los puso el pueblo. Parte de la lucha es no permitir que se los use para aterrorizar y aislar como en las películas de género, ni tampoco para generar consenso en favor de proyectos de “ayuda humanitaria” como la base norteamericana en Neuquén.

 

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