LA PASIÓN REVOLUCIONARIA

La filósofa y politóloga belga Chantal Mouffe desglosa la potencia de los afectos en la lucha política

 

Más resaca que secuela, uno de los principales efectos dejado por la pandemia reside en el intento de imponer como fenómeno tan natural como inevitable —y aún en tanto única solución posible a cualquier crisis— el modelo autoritario neoliberal hegemónico. Consolidación del statu quo, el afán de las élites a la vez asoma indicando su propia debilidad en muchas latitudes, pese a las condiciones favorables que le animan: la demanda social de seguridad y protección, enmarcada en la endeblez o ausencia de programas, propuestas y proyectos superadores.

Situación ostensible, nuevamente emergente en las regiones centrales del capitalismo, principalmente el norte de Europa, cuenta con su movida simétrica y opuesta, suerte de resistencia activa. Ya a fines de los años '80 del siglo pasado, el politólogo radicado en Essex, Reino Unido, Ernesto Laclau (Buenos Aires, 1935-Sevilla, 2014) y su compañera Chantal Mouffe (Charleroi, Bélgica, 1943) le dieron en llamar “momento populista” en su célebre libro Hegemonía y estrategia socialista (1987). Pocos textos en la historia han tenido la oportunidad de constituirse en piedra basal de un movimiento político capaz de llegar al poder como ha sido en su momento aquel Podemos de Pablo Iglesias e Iñigo Torrejón en España.

 

La autora, Chantal Mouffe.

 

 

Reacción y pandemia fueron y son los vehículos para el reacomodamiento feroz por parte de las élites en una contraofensiva global denominada “pospolítica” llevada a cabo por la centroderecha neofascista en alianza con una reconvertida socialdemocracia, bajo la idea de la ausencia de alternativa posible al imperio de la globalización neoliberal financiera. Avance arrasador intentado a partir del derrumbe de uno de los pilares democráticos, la igualdad, percudida por la erosión de la economía productiva y la consiguiente precarización y pauperización de los sectores medios. En la misma línea ideológica, el aparato comunicacional se encargó de transformar el concepto “populismo” en un adjetivo contenedor de todos los males del mundo, aún cuando en su definición original filosófico-política, muchas de sus organizaciones partidarias pudieran calzarse el sayo.

Tanto Laclau, mientras vivió, como Mouffe, continuaron enriqueciendo su aparato teórico, incorporando renovadas perspectivas al son de las más o menos cambiantes circunstancias políticas en los países hegemónicos. Camino en el que reforzaron sus propuestas de prácticas políticas tendientes a combatir la ofensiva neoliberal, mediante la ampliación del campo de aplicación con reivindicaciones ecológicas y atinentes a las expectativas de los movimientos sociales como el feminismo, los migrantes y la comunidad LGTB+, entre otros.

 

Ernesto Laclau y Chantal Mouffe.

 

 

Dentro de esta tesitura, Chantal Mouffe vierte ahora su atención hacia un aspecto que, sin ser novedoso (está presente desde La República de Platón y ocupa un continente importante en la Ética de Spinoza, entre muchos) ha sido tradicionalmente desatendido por parte de las fuerzas progresistas: la política de los afectos. Heredera del Iluminismo, la “izquierda globalista”, advierte la politóloga, se conserva dentro de un marco racionalista para el cual todo apartamiento de la idea del progreso indefinido guiado por la Razón resulta inconsistente. Acaso sin percatarse, señala, esa izquierda adopta “la visión de un mundo neoliberal que postula el fin del modelo adversarial en política, concibe el progreso moral como la creación de un mundo sin fronteras donde todo y todos pueden moverse libremente sin restricciones; un mundo sin antagonismos, donde la política es un ámbito de decisiones racionales tomadas por expertos”. En otros términos: un universo sin pasiones.

Reducir el espacio de los afectos a la sensiblería de los amantes predadores capaces de horadar con un corazón flechado la corteza de los árboles, es menoscabar la certera profundidad del postulado. Denominación genérica para la enorme variedad de pasiones desatadas a lo largo de la vida de los pueblos, alude —en principio— al enmarañado dispositivo psíquico que el psicoanálisis freudiano encuadra bajo la noción de “identificación”. Procedimiento mediante el cual, a gruesos trazos, el sujeto adopta un rasgo ajeno como propio, para la autora constituye el mecanismo mediante el cual “puede crearse una adhesión a las instituciones democráticas”, capaz de redundar  en “un compromiso apasionado con un sistema de referencia”.

Reforzado por la debilidad de las teorías liberales al rehuir la dimensión afectiva en el fundamento del carácter colectivo de las identidades políticas, el proyecto “agonista” de Mouffe es concebido “sin recurrir a los dictados universales de la razón”, al facilitar una primera instancia en que las personas logren percibir “que su involucramiento en política les da voz, las empodera”. Distingue a tales efectos las emociones (privativas de la individualidad) de las pasiones (propias de lo colectivo), donde se produce la confrontación entre identidades políticas, construidas con objetos disponibles socialmente como imágenes y significantes.

 

 

 

 

Mediante un desarrollo teórico erudito de singular complejidad, El poder de las afectos en la política (tal el título de la flamante edición local) abunda en las referencias autorales y bibliográficas en que la autora sostiene su marco conceptual y propositivo. Como práctica política concreta, se aboca a la “Revolución democrática verde” del ambientalismo europeo, preocupado por el “antropoceno” (o “capitaloceno”, o “plantacioceno”), esa “nueva era geológica en la cual los humanos se han vuelto fuerza dominante en la configuración del clima del planeta”. Tragedia en ciernes, no menos real y acuciante, por más que figure opacada para sociedades con más de cien por ciento de inflación anual. Esta última circunstancia parece haber inspirado a los editores la oportuna inversión del título original en inglés, en subtítulo: “Hacia una Revolución democrática verde”, detalle que de modo alguno modifica el meollo del asunto; por el contrario, lo sitúa para el lector latinoamericano.

Tampoco lo hace la traslación de las ideas planteadas de lo boreal a lo austral. Entre líneas, al lector rioplatense no le pasará inadvertida la experiencia recabada en la Argentina por Laclau respecto al peronismo, apasionado movimiento nacional y popular si los hay, así como su inevitable ósmosis en el pensamiento de su compañera durante treinta años, Chantal Mouffe, la autora. Intersección de discursos sistemáticos que ha dado pie a rapiñas y más elaboraciones salvajes que rigurosas, se presta al pastiche irresponsable de mezclar peras con kryptonita (para ser suaves), principalmente en los niveles de análisis. Insolencia intelectual, pone en riesgo ampliación y continuidad, aún la discusión de un esfuerzo como el de Mouffe y Laclau, capaz de aportar criterios y metodologías de análisis y prácticas urgidas por el campo popular.

 

 

 

 

FICHA TÉCNICA

El poder de los afectos en la política, hacia una revolución democrática y verde

Chantal Mouffe

 

 

 

 

 

 

 

 

Buenos Aires, 2023

92 páginas

 

 

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