La realidad y su discurso

El FMI garantiza la libra de carne y la reprimarización del país

 

Según el INDEC de Macri-Todesca, en 2011 la tasa de crecimiento del PIB fue del 6,2% (en 2010 se había crecido al 10,3%) y las exportaciones totalizaron 83.950 millones de dólares (siendo las MOI –Manufacturas de Origen Industrial— el 35,5% de las mismas). A partir de ese año empieza a descender el PIB y mucho más abruptamente caen las exportaciones, que en 2018 solo llegan a 61.621 millones (descenso del 26,6% en dólares corrientes) de las cuales las MOI representaban el 33,3%, con el agravante que en el año 2011 hubo superávit comercial (las exportaciones superaron a las importaciones de mercaderías) en 10.347 millones y en el año 2018 el resultado fue negativo (déficit comercial) de 3.820 millones.

Esos números bastan para ver la diferencia del modelo económico en base al mercado interno y este engendro funcional al capital internacional y monitoreado por el FMI, que no quiere que produzcamos ni un alfiler y que solo vendamos extracciones de nuestro suelo (minerales, petróleo y gas) y lo que se cultiva sobre él.

Después de dejarle grandes beneficios al capital financiero, el gobierno se rindió incondicionalmente al FMI y toda su política económica quedó controlada y supeditada a las decisiones de los burócratas de ese organismo internacional, que funciona como un apéndice de la política externa de los Estados Unidos.

En la lógica de subordinación macrista no es para menos, no solo le prestó a ese gobierno la suma de 27.804 millones, con los que pudo cubrir todas las cuentas, todos los pagos  y financiar el déficit fiscal en 2018, sino que para este año 2019 el préstamo (y siempre y cuando el gobierno ejecute lo que “acuerda” con el FMI) suma 22.658 millones de dólares,  de los cuales 10.843 millones ingresan en marzo y explican la aparente paz cambiaria.

Pero en la presentación de las cuentas públicas y financieras de la Administración Nacional que hicieron el Ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, y el Secretario de Finanzas, Santiago Bausili, reconocen que las cuentas cierran si se renueva más del 60% de los títulos que vencen en el año, por un valor total de 25.870 millones (roll over) que, ante una elección presidencial y con el demonizado populismo como eventual ganador, implicará el riesgo de que la renovación sea sensiblemente menor y en ese caso se produzca un profundo desequilibrio de las cuentas públicas) [1] y fije el marco para lo que ellos denominan “volatilidad cambiaria”, por no llamarlo compra de divisas y fuga de capitales.

Por supuesto que en todo este tiempo el FMI garantiza la “libra de carne” y  la reprimarización del país. Por eso —para cumplir con las metas acordadas para 2019— se prevé la venta de activos del fondo público de pensiones. El último informe elaborado por los técnicos de ese organismo estima que el Fondo de Garantías de Sustentabilidad de la Anses deberá liquidar este año una suma equivalente al 0,4 por ciento del PIB, aproximadamente unos 1.800 millones de dólares, con lo que resentirá para siempre la sustentabilidad del sistema.

A lo que le suman, sin miramiento de ningún tipo, la permanente prédica de que se debe reducir el pago de jubilaciones y pensiones: el responsable de programas para Desarrollo Humano del Banco Mundial, Rafael Rofman, sugirió a comienzos de febrero que hay que revisar las pensiones por viudez. “Las pensiones por fallecimiento fueron pensadas en un modelo donde un cónyuge trabajaba y el otro era dependiente. Pero si ambos tienen su jubilación, como es el caso hoy en Argentina, habría que repensar el rol de la pensión”. El FMI, a su vez, planteó en su último documento que el país debe encarar una reforma previsional que disminuya el haber de los futuros jubilados. En función de ello es que están estudiando las pensiones por discapacidad para retirarlas en muchos casos, ajustar las jubilaciones obtenidas por moratoria con un índice menor que el del ajuste por RIPTE e inflación, instrumentar planes de retiro de empleados públicos nacionales y provinciales, etc., que se suman a la reducción y/o eliminación de subsidios a los servicios públicos y al transporte y la parafernalia de medidas de ajuste que adoptó Macri desde que asumió el 10 de diciembre de 2015.

En esa reunión del 7 de enero de 2019, el Secretario de Finanzas adelantó que venderá al mercado entre 6.000 y 11.000 millones de dólares del FMI, que es deuda externa y constituirán una porción importante de la oferta de divisas que tendrá este año la Argentina y, con esos pesos, cubrirán gastos fiscales en moneda local. (Se endeudan en dólares que no sabemos cuál va a ser su valor en unos meses, se los venden a los que los compran para fugarlo, y se usa el producto de su venta para pagar compromisos en pesos.)

Paralelamente y en plan de ajuste, el gobierno decidió en forma unilateral modificar los pagos de las compensaciones económicas a la producción de gas no convencional previstas en la resolución 46/2017 de la Secretaría de Energía de la Nación, para el desarrollo del yacimiento de Vaca Muerta que realiza la empresa del grupo Techint, Tecpetrol SA, razón por la cual la sociedad presentó el 6 de febrero de 2019 un recurso jerárquico contra la modificación, sosteniendo que “tales liquidaciones constituyen una clara violación del artículo 17 de la Constitución Nacional al afectar derechos adquiridos de la sociedad que habían sido reconocidos por la propia conductora del Estado", a la vez que informó a la Comisión Nacional de Valores que “dejará de recibir 5.600 millones de pesos por la producción que inyectó el año pasado”. Y comunicó que producirá solamente los 8,5 millones de metros cúbicos por día que son los subsidiados, por lo que dará de baja 3 (tres) de los 4 (cuatro) equipos que están trabajando en Vaca Muerta y suspenderá al menos a 300 trabajadores, justo cuando el sindicalista y senador nacional Guillermo Pereyra, amenazó con romper los acuerdos de flexibilidad laboral con Rocca, si hay un solo despido.

Después de más de tres años de gestión, suponemos que Paolo Rocca, Luis Pagani y Cristiano Rattazzi, para nombrar tres empresarios críticos del gobierno anterior, se deben haber dado cuenta de la importancia de defender el mercado interno y la producción nacional, y de cuáles son los objetivos del capital internacional de quedarse con sus activos y por un precio muy inferior a su real valor.

 

Mañana es hoy

El problema financiero con el FMI es que en 2020 solo le va a prestar al gobierno argentino 973 millones de dólares por trimestre y a su vez, hay que comenzar a devolver el primer crédito del FMI del 14 de junio de 2018 por 14.458 millones de dólares, en ocho cuotas iguales trimestrales y sucesivas de 1.807,25 millones de dólares (más los intereses), a partir de septiembre 2020. Y así igual con los otros tramos que comienzan a pagarse nueve trimestres más tarde de haberse recibido. Recordemos que el valor es en DEG [2] y la tasa es variable y depende de la evolución de los DEG, pero se estima que rondaría el 4% anual.

Quiere decir que en el año 2020 se enfrentan vencimientos de capital de deuda por más de 25.000 millones de dólares, mientras que el FMI le prestaría a la Argentina una cuota reducida y además hay que comenzar a devolver el crédito. Todos los títulos que vencen después de 2019, como las series de Bonar 2020 (BONOS DE LA NACIÓN ARGENTINA EN DÓLARES ESTADOUNIDENSES 2020); Bonar 2022; Bonar 2024, etc., pagan tasa en dólares por encima del 10% anual (al 7 de febrero de 2019). En unos meses, cuando entre a “tallar” la volatilidad cambiaria por la fuga de capitales, se verá cual va a ser el rendimiento de esos títulos para que existan compradores.

Y por el frente externo, si bien en forma mentirosa el gobierno estima que van a tener superávit comercial (más por el freno de las importaciones por caída del PIB local, que por el acrecentamiento de las exportaciones), ellos mismos en Davos, Suiza, reconocieron que cierran este año 2019 con un déficit en la Cuenta Corriente de la Balanza de Pagos (se suman los servicios reales y financieros) en torno a los 12.000 millones de dólares, el 2,7 % del PIB.

Y no puede ser de otra manera, un gobierno que castiga a la población, a su trabajo y a la producción en general con altas y confiscatorias tasas de interés, con achicamiento permanente de los mercados y con un tipo de cambio que depende de la situación financiera y de la deuda y no como estímulo para las exportaciones.

Esto explica que el sistema financiero finalizó 2018 con una rentabilidad de 172.106 millones de pesos, un alza de 121% respecto a los 77.709 millones de pesos de 2017; que tengan LELIQs (Letras líquidas del BCRA) por $ 905.000 millones que funcionan como un encaje altamente remunerado, y que el crédito se reduzca y a tasas que superan holgadamente el aumento promedio de los precios. Sumado a la reducción del mercado interno, esto hace que solo se utilice el 56,6% de la capacidad instalada de las plantas industriales y que la ministra Carolina Stanley anticipe que la pobreza rondará el 30% de la población

 

El FMI, quinta columna del capital internacional 

No se trata solo de ganar las elecciones. De llegar al gobierno, se trata de gobernar con un plan y con el respaldo organizado de la población.

Con la burguesía rapiñera y parasitaria y la fuerte extranjerización de los principales resortes de la economía, necesitamos un Estado fuerte, capaz de elegir ramas productivas como punta de lanza del crecimiento del PIB. Un Estado que pueda intervenir extrayendo excedente (renta) del sector privado (vía retenciones e impuestos) y dirigir y ejecutar inversiones estratégicas para integrar cadenas productivas y, a la vez, que permita superar la dependencia de insumos y tecnología del exterior, con el fin de lograr el crecimiento con equidad social.

Alfonsín ganó las elecciones de 1983 con un plan dirigido por Bernardo Grinspun, que partía de investigar el origen de la deuda. Obviamente los beneficiados por la dictadura se opusieron férreamente, cuentan con prensa (y también beneficiado por la dictadura) adicta. Alfonsín termina aceptando la presión de la banca acreedora y de lo que ellos denominaron “capitanes de la industria” y le pide la renuncia a Grinspun, para acordar con el FMI. Esta legalización de la deuda generó una hipoteca impagable a la población. Lograda la transferencia de recursos, esos empresarios aumentaron los precios y Héctor Magnetto en persona le dijo en la cara a Alfonsín, cuando rogaba que le dejen terminar el mandato: “Usted no se da cuenta que ya es un estorbo”.

Si se desconoce cómo operan y que intereses defienden, estamos condenados a repetir la historia.

Es necesario plantear la discusión del verdadero estado de situación, entender que la visita del FMI encabezada por Roberto Cardarelli se propone consolidar el modelo de exclusión y renta financiera macrista, con o sin Macri.

El último Presidente del BCRA de la gestión anterior, Alejandro Vanoli, propone: La magnitud de la crisis que heredará el nuevo Gobierno a asumir el 10 de diciembre de 2019 requerirá de un pacto social para el crecimiento en el marco de un plan cuatrienal de desarrollo con equidad, lo que requiere de un gran acuerdo político y parlamentario para generar políticas de Estado con amplio consenso. Hay un camino alternativo al ajuste que nos conduce a una caída perpetua. No hay forma de que la solvencia financiera se divorcie de la marcha de la economía real. La única forma de no incurrir en un default es evitar la quiebra productiva y saldar la grave deuda social que se acumuló en estos tres años”. [3]

El verdadero debate está planteado.

 

 

[1] En un marco de libertad para importar y fugar capitales, el gobierno de Cambiemos solo puede sostener el esquema con más ajuste. En los modelos de apertura con endeudamiento externo y fragilidad financiera, un problema interno o internacional, puede desatar el desarme de posiciones en depósitos a plazo fijo, LECAPs, o incluso la no renovación de LETES, para reactivar el proceso de dolarización.
[2] Se utilizan los DEG : Derechos Especiales de Giro del FMI, que está compuesto por una canasta de moneda donde las principales son el dólar estadounidense, el euro, la libra esterlina,  y el yen , en conjunto da un  valor menor que el dólar.
[3] “Por qué el modelo de austeridad promovido por el FMI no funcionará”, Infobae 6 de febrero de 2018.

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