LA TOMA DE TIERRAS

El conflicto por la tierra recorre la historia de la humanidad y nuestra propia historia nacional

 

“…los humildes poseerán la tierra y gozarán de una gran felicidad” (Sal 37,11).

 

 

La tierra, y el consecuente hábitat humano, es uno de los bienes considerados “bendición de Dios” por el pueblo de Israel. Es promesa que busca cumplimiento en esta historia.

Pero el pecado del hombre, a través del tiempo, lo ha convertido en un “botín de guerra”.

El conflicto por la tierra no es nuevo. Es “el” conflicto que recorre la historia de la
humanidad y nuestra propia historia nacional. Hoy, este conflicto, en forma de “tomas de tierras” en el Conurbano bonaerense y en otros lugares del país, se ha convertido en una realidad que pide respuestas de fondo que busquen resolver y no dilatar el problema.

“El destino universal de los bienes no es un adorno discursivo de la doctrina social de la Iglesia. Es una realidad anterior a la propiedad privada” (Papa Francisco a los Movimientos Populares, 9/Jul/2015). Este es el marco para pensar una política de tierras para todos y todas.

La injusticia en la distribución de la tierra es flagrante. Extensiones inmensas con títulos de propiedad privada, barrios exclusivos, casas y departamentos vacíos, inmuebles ociosos, por un lado. Y, por otro, multitud de pobres y no tan pobres buscando un lugar en el mundo, a la intemperie del hogar imposible porque se les niegan sistemáticamente un pedazo de tierra y una casa digna.

Ya decía Carlos Mugica que “el Código Civil fue una avivada de doscientas familias que ya se habían apoderado de las tierras y por eso podían decir: 'cada uno tiene derecho a ser propietario de aquello que tiene'… 'hay que respetar la propiedad privada'”.

Pero "la única propiedad privada que tiene la gente de las Villas es el aire. Ninguna otra”.

Tremenda descripción de una injusticia que lleva décadas en el país.

La toma de tierras fomentada por las innumerables familias expulsadas de la Capital
Federal hacia el Conurbano bonaerense en tiempos de la dictadura militar y por las
migraciones internas y externas fue crítica. Pero tenía un gran caudal de solidaridad, de deseo de futuro, de lograr la casa propia. Y, no sin dificultades, esas tomas fueron inicio de muchos de nuestros barrios del Conurbano bonaerense.

Desde hace ya muchos años, las tomas se han complejizado muchísimo. El atravesamiento de negocios oscuros como la venta y compra de droga; la compra-venta y alquiler de lotes; y otras inconfesables actividades, por mano de verdaderas bandas (generalmente al cobijo de funcionarios que “miran para otro lado” y del personal de seguridad que termina siendo socio del delito) complican este escenario.

Las tierras de los pobres, de esta manera, se convierten en lugares invivibles. Y, en tiempo de pandemia, son espacios donde el riesgo de contagio del Covid se une al de enfermedades preexistentes propias de la pobreza.

En este contexto, de ninguna manera se puede avalar “la toma” como alternativa. Nos
preocupa que se aliente esta iniciativa. Pero, al mismo tiempo, debemos decir que esto no significa renunciar al justo reclamo de la tierra y la vivienda digna. La toma de tierras expone a las familias pobres a innumerables padecimientos y al conflicto con la ley.

Seguimos creyendo que la raíz del problema es la injusta distribución de la tierra y la
concentración de la misma en pocas manos. Pero la salida tiene que ser más creativa que exponer la carne de los pobres a nuevos sufrimientos.

  • Nos parece que el camino y la tarea por un acceso justo al hábitat pasan, entre otras
    iniciativas por: la creación de ordenanzas de Consejos Locales de Tierra y Hábitat en nuestros municipios. Y, desde allí, realizar aportes a la Ley Provincial de Acceso Justo al Hábitat en el caso de la Provincia de Buenos Aires. En esos Consejos locales confluyen las diferentes miradas: del Estado municipal, de las organizaciones sociales, de la universidad pública y, en algunos casos, de la Iglesia.
  • proyectos de lotes con servicios para los trabajadores donde la gente se construye la casa propia con planes de autoconstrucción. Valoramos los planes de vivienda terminada, pero el ingreso a la tierra y a la casa propia es urgente.
  • por generar espacios de formación en ámbitos académicos. Celebramos, en este sentido, la diplomatura en tierra y hábitat que ofrece la Universidad Nacional Arturo Jauretche de Florencio Varela para los compañeros de las organizaciones sociales.

Creemos que, especialmente en este tema, nadie es dueño de “la verdad” o posee “la
solución”. Las miradas aisladas no sirven. Necesitamos sentarnos a la misma mesa,
comenzando por aquellos y aquellas que no tienen casa ni tierra, y compartir miradas que concreten este sueño de multitud de familias. Y abrir esta mesa es una responsabilidad de las autoridades políticas de nuestros distritos.

Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella, el mundo y todos sus habitantes”, canta el salmista (24,1). Desde esta mirada del Dios Padre y Madre de todos y todas es que queremos mirar nuestra querida tierra, digna de vivir para todos sus hijos e hijas.

 

Adhirieron e hicieron propio el mensaje el Equipo de Curas de Villas y Barrios Populares de Buenos Aires y Gran Buenos Aires y el Equipo Padre Bachi de Curas en Barriadas Matanceras de la Diócesis de San Justo.

 

 

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