Uruguay achica su población, pero la de Maldonado crece, a fuerza principalmente de argentinos que invierten y se mudan al este del país, incentivados por canonjías tributarias y residenciales. Un mundo de ricos, bastante ricos y que quisieran serlo, con uruguayos cortando el césped.
El pronóstico no es novedoso, pero en este caso se toma el de Javier Sena, presidente de la Cámara Inmobiliaria de Punta del Este y Maldonado. El departamento tiene, dice, un mercado inmobiliario que crece a un ritmo sostenido, sin grandes sobresaltos ni retrocesos, pero con una firme continuidad que lo ha posicionado como uno de los polos de inversión más dinámicos del país.
La inversión del año pasado fue récord, y se permite el pronóstico de que la población se duplicará para 2040. Mientras, la proyección demográfica oficial afirma que el país está ante un envejecimiento poblacional pronunciado, con aumento acelerado de la proporción de personas mayores y reducción de mujeres en edad fértil. Así, el porcentaje de mayores de 65 años se duplicará o más hacia 2070, y la mediana de edad tenderá a acercarse a los 50 años.
En ese otro mundo que empieza en Maldonado, hoy hay planteadas obras en 5,2 millones de metros cuadrados de construcción por 12.000 millones de dólares, y nuevos proyectos impulsan viviendas, barrios privados y zonas francas en el este del país. El señor Sena es también optimista con las posibilidades de inversión inmobiliaria que se están abriendo unos kilómetros hacia Montevideo, en Piriápolis. El perfil del comprador se mantiene estable: una mayoría de extranjeros, principalmente argentinos, que creen encontrar un refugio para sus capitales.
A la expansión edilicia se suman avances en infraestructura y negocios estratégicos. Actualmente, hay dos zonas francas en ejecución: una vinculada al sector audiovisual en la zona de La Barra y otra sobre la avenida Gorlero, en Punta del Este, el denominado WTC Punta del Este Free Zone, que será el primer centro empresarial y de negocios con 27 niveles.
También estaba proyectada la zona franca de El Jagüel, con un barrio privado con viviendas, oficinas y un centro educativo, aunque su licitación se detuvo mientras los inversores evalúan con cautela el contexto económico.
Entre los megaproyectos íconos, Sena destaca la obra del empresario italiano Giuseppe Cipriani en donde se encontraba el hotel San Rafael. Este avanza en la restauración del edificio original y se prepara para iniciar la construcción de tres torres, como un emblema de la magnitud que está tomando la inversión en el este. La primera torre ya comenzó a elevarse, aunque el cielo le sea ajeno.
A los barrios privados y a los lotes también les llegó su hora. Hay proyectos con lotes de distintas dimensiones, desde mil metros cuadrados hasta chacras de una, tres o cinco hectáreas, en parte gracias a normativas especiales que permiten parcelar terrenos mayores. “Esto genera más oportunidades tanto para quien quiere hacer su casa como para quien busca invertir o instalarse por trabajo”, comentó Sena.
Las perspectivas demográficas son igualmente ambiciosas. Sena estima que, hacia 2035 o 2040, Maldonado podría alcanzar entre 350.000 y 400.000 habitantes, lo que implicaría casi duplicar la población actual, estimada oficialmente en 212.951 personas según el censo 2023. La cifra sería aún mayor, por la cantidad de habitantes no censados que trabajan en Montevideo y viven en el este.
El empresario no olvida a los trabajadores: resaltó el realojo del asentamiento Kennedy, donde familias que vivían en condiciones precarias han accedido a viviendas por cuotas mínimas. “La gente está muy contenta; pueden pensar en un futuro distinto”.
La presencia de depositantes argentinos en el sistema uruguayo, afirma Pablo Andrade, dirigente del sindicato de empleados bancarios, tiene una gran estabilidad a lo largo del tiempo. En primer lugar, porque “le tienen miedo a la inestabilidad de su país, cuya historia es que tarde o temprano le cambian las reglas de juego”. Y luego, porque Uruguay presenta virtudes en materia de libertad en el manejo de recursos que posibilita la normativa vigente. “Acá pueden disponer de los dólares en efectivo”, dijo.
El otro aspecto que señala Andrade es que el rasgo dominante de la oferta de productos financieros a través de tecnología en Uruguay tiene un débil nivel de control. Tampoco existe un control sobre las pequeñas financieras o el mercado negro financiero que puede estar haciendo circular tranquilamente dinero del narcotráfico, agrega Andrade. De hecho, hay hoy empresas y organizaciones que prestan dinero y lo cobran “gota a gota”, según lo llaman. “Lo cobran todos los días, como los colombianos a los feriantes y más, que ya están extendidos por todo el país y cuya persecución es dificultosa porque los pueden atrapar solo cuando le están cobrando a un cliente, o porque hicieron algún tipo de cobro violento. La tasa de interés bien puede ser de hasta el 2000%, mientras la tasa de usura máxima legal en enero de 2025 se ubicó en el 119%. Y los usuarios del sistema financiero están absolutamente indefensos, pues no hay supervisión ni control permanente para evitar que esas malas prácticas crezcan y se expandan”.
A la región puede irle bien o mal, pero en Uruguay el volumen de negocio de los bancos crece de 28.003 millones de dólares en 2010 a 137.200 millones en 2024; un 490%. Y la rentabilidad total del sistema bancario fue en 2024 de 1.576 millones de dólares; un aumento del 31% respecto del año anterior. Luego del efectivo, el de las finanzas es el rubro preferido del narcotráfico.
La predilección de adinerados argentinos por Uruguay continúa hasta hoy, con distinta intensidad, según los tiempos y sus temperamentos. Con la asunción en 2020 del gobierno de Luis Lacalle Pou, esa intensidad aumentó. Hubo una primera etapa de mudanza hacia el Uruguay de fundadores de empresas, CEO de unicornios y cientos de empresarios del sector informático, “que hoy están cómodos en el país vecino y no piensan en volver debido a ciertas condiciones humanas, financieras e impositivas”.
Y el éxodo sigue, esta vez de la mano de franquicias. Desde pocos meses atrás hay una nueva ola de argentinos. Ricardo Domínguez, de Rica Consultores (Montevideo), afirma que “están llegando muchas franquicias argentinas que se instalan en Uruguay y usan el beneficio de proyectos de inversión: el Gobierno devuelve la mitad de esos fondos vía descuento del impuesto a la renta por un plazo determinado, descontando de su impuesto a la renta. Y al reducir el capital hundido, se hace más alta la tasa de rentabilidad”. A esta fecha, “la llegada no es tanto de personas físicas, sino de empresas argentinas que están invirtiendo en un mercado estable en materia legal, fiscal y cambiaria”.
En cuanto a los CEO, desde el punto de vista de Uruguay que refleja la empresa citada, “la llegada vino con inversiones en inmuebles, además de nuevos proyectos que han desarrollado, y buscando los beneficios tributarios para la construcción, ya sea por la Ley de Vivienda Promovida o por el decreto de ‘gran dimensión económica’ para zonas de alto nivel adquisitivo. La realidad es que el paisaje uruguayo triplicó el número de grúas de la construcción, y muchas de estas obras son de empresarios argentinos”, indica.
El Banco Mundial señaló en noviembre de 2024 que la mudanza de megamillonarios y empresarios y emprendedores de la Argentina a Uruguay es en busca de “un entorno tributario amigable”. La institución, que aprueba el nivel de secreto bancario que tiene cómodo a todas las partes, señaló cinco incentivos que explican ese fenómeno:
1) la tributación territorial;
2) una alícuota significativamente más baja para no residentes sobre los ingresos generados en el país;
3) la competitividad del impuesto a la renta de sociedades;
4) tratados internacionales que ayudan a evitar la doble imposición;
5) el secreto financiero.
Lejos de la discreción, hay una lista VIP con siete nombres: Marcos Galperín, dueño de Mercado Libre; Martín Migoya y Guibert Englebienne, dos de los cuatro fundadores de Globant; Sebastián Serrano, fundador de Ripio, exchange cripto; Matías Woloski, cofundador de Auth0, empresa de seguridad informática creada en 2013, que se consideró uno de los “unicornios argentinos” y luego fue vendida; Federico Tomasevich, de Puente, industria financiera, y Gustavo Grobocopatel, empresario agropecuario considerado “el rey de la soja”.
“Esta nueva ola argentina fue precedida a comienzos de la década por unas trescientas compañías instaladas, tres cuartas partes dedicadas al comercio de bienes y el 25% restante a los servicios”, indicó Gerardo Tasende, de la consultora GTS.
“Hoy, la cantidad de empresas que exportan servicios supera las 2.000. Desde firmas con menos de cinco personas —contadores, abogados, consultoras, arquitectos, startups tecnológicos y profesionales independientes— hasta otras con más de quinientas personas en centros de servicios o compañías globales de outsourcing, como Tata Consultancy, Sabre, EGS y Globant”, informó Tasende. Lo que atrae a los empresarios argentinos al Uruguay, señala Domínguez, es que “hay reglas claras”. Y a esto se agregó que en 2020 el país simplificó la obtención de la residencia fiscal, con la compra de una vivienda por más de 530.000 dólares y sesenta días de residencia anual efectiva en el país.