La vorágine

No hay reestructuración de deuda sin ajuste, y no hay ajuste sin crecimiento de la pobreza y desintegración social

 

Los tiempos de la crisis se aceleran y el gobierno se hunde cada día más rápido en el caos. Un Macri indignado cree que el riesgo país aumenta porque el mercado duda, “pero es una duda infundada porque los argentinos no vamos a volver atrás” (clarín.com 24 4 2019) Alude elípticamente al cuco que, a su entender, asoma la cabeza y espanta a los mercados. Ocurre que, sutilmente, la dama ha roto el silencio y revolea un libro mostrándole al mundo que piensa, escribe, cuestiona y tiene intenciones de gravitar en las próximas elecciones.

Esto ocurre en circunstancias en que una crisis política y económica de magnitud insospechable desnuda las raíces de la estructura de poder y dinamita una estrategia de dominación centrada en la mentira sistemática y el armado de causas judiciales. Una estrategia que busca anestesiar a la población, dividir a la oposición e impedir toda posibilidad de pensamiento critico. Lo que esta en juego es algo mas que la reelección de Macri y el mercado lo intuye.

Las encuestas muestran la vulnerabilidad del Presidente. Sus amigos de antaño, los formadores de precios, olfatean el peligro y lo abandonan a raudales buscando alguien que lo reemplace. Varias son las apuestas: desde María Eugenia Vidal a los diversos zoquetes que a diario intentan bailar en el escenario político. Los hay de todos los colores y para todos los gustos: desde el blanco reminiscente de las boinas radicales a los variados tonos del vibrante azul celeste.

Mas allá de sus diferencias, todos se hermanan en algo esencial: reconocen la necesidad de “aliviar” la pobreza y prometen una reestructuración amistosa de la deuda externa (friendly, dicen los entendidos). Todo es cuestión de grados en el mundo de los zoquetes. Sin embargo, más allá de la virulencia que pueda o no adoptar el discurso político, lo cierto es que las gradaciones no existen ni en los estatutos del FMI ni en las experiencias que el país ha tenido con esta institución, ni en las intervenciones del FMI en el resto del mundo. En los términos de esta institución, no hay reestructuración de deuda sin ajuste, y no hay ajuste sin crecimiento de la pobreza y desintegración social.

 

Ajuste y usura

Tanto los “precios esenciales” del nuevo plan de Macri para llegar a las elecciones como la “reestructuración amistosa” de la deuda tienen algo en común: su índole efímera e irrelevante, destinada a disolverse en el agujero negro del ajuste. Allí reina la usura. Su esencia es, desde tiempos inmemoriales, morder a la presa y no soltarla hasta sacarle la ultima gota de sangre. Con dos experiencias fallidas en nuestra historia reciente, el FMI ha aprendido la lección: ahora el ajuste debe ser profundo y con rapidez alucinante. Si miramos lo ocurrido en los últimos tiempos tendremos una idea de lo que nos espera en el futuro.

A un año de la última corrida que culminó con el abrazo mortal del FMI, el país tuvo tres Presidentes del BCRA, el dólar mayorista subió 110%, el riesgo país se duplicó, el valor de las acciones en la bolsa medido en dólares cayó mas del 50% . En todo este período la inflación fue del 54.7% y la canasta básica —que incluye los bienes que consumen los más pobres— aumentó un 60.9%. Al mismo tiempo, las jubilaciones, pensiones y AUH que cobran ocho millones de personas perdieron un 25% de su valor; 250.000 empleos formales fueron borrados del mapa y los ingresos de cerca de 4 millones de empleados públicos se desvalorizaron en un 30%. Como consecuencia de estos fenómenos, vastos sectores de la población cayeron en la miseria y la indigencia. Hoy el endeudamiento se multiplica socialmente y el hambre cunde en un país que tiene el potencial de alimentar a cuatrocientos millones de personas.

El ajuste desolador no fue, sin embargo, igual para todos y todas. En efecto, el pago de los intereses de la deuda creció en este periodo un 106.7% y los subsidios un 86.1%. La mayor parte de estos últimos fueron a bendecir los bolsillos de empresas energéticas beneficiadas además por un tarifazo imparable. No por casualidad estas empresas pertenecen a un grupo selecto constituido por el Presidente, sus amigos y entenados. Así, una cuarta parte de lo recaudado por el Estado fue a parar a los bolsillos de los acreedores externos y de un grupo de empresas monopólicas. También se beneficiaron durante este período los bancos,y todos los capitales que pedalearon la bicicleta financiera, fuesen estos de origen local u extranjero. Y como frutilla del postre: los 56.000 millones de dólares que el FMI aporto al país a cambio de este ajuste se irán casi íntegramente a financiar la campaña electoral de este gobierno. Sin ellos, el país habría entrado en default hace un año. Con ellos, el gobierno ha estado ganando tiempo para llegar a las elecciones y perpetuarse en el poder.

 

Descontrol de la gestión diaria

No hay nada en el esquema de ajuste impuesto por el FMI que permita generar los dólares que se necesitan para pagar la deuda externa. Esta circunstancia, propia de todos los ajustes del FMI, ahora encrespa a la coyuntura política ante la evidencia de que este gobierno es incapaz de gestionar el día a día, acosado por una inflación descontrolada, por cuestionamientos internos y por una creciente crisis de legitimidad política. En este contexto, la volatilidad del periodo electoral es un dato más. Lo que ahora está en cuestión no es solo si Macri puede ser reelecto. A esto se agrega un nuevo imponderable: la posibilidad de un default y/o un estallido social antes de llegar a las elecciones del mes de octubre.

 

 

 

La farsa inherente a los “precios esenciales” propuestos por el gobierno para “aliviar” a la población quedo expuesta desde un inicio. Los productos sometidos al nuevo plan no son 64, sino 14. El resto son variaciones de un mismo producto. Muy pocos pertenecen a la canasta básica esencial. Asimismo, los precios de los productos “esenciales” fueron remarcados brutalmente en días previos, y muchos de estos productos aún no están en las góndolas de los supermercados. Por si esto fuera poco, los caballeros que firmaron este acuerdo han dejado expresa constancia que la continuidad del mismo depende de las variaciones del dólar. A esto se suma la abierta renuencia de los principales formadores de precios a bendecir el acuerdo.

Bajo esta bruma se inicio la semana, y el dólar siguió levitando hacia el techo de la franja de no intervención. El martes el riesgo país llegaba a los 868 puntos, y el gobierno enfrentaba un escollo muy temido: la dificultad para colocar las LETES a su vencimiento. El miércoles el pánico cundió: el dólar trepo un 4% llegando al filo de los $45. Los inversores de títulos de deuda publica argentina levantaban polvareda vendiendo masivamente sus tenencias. Esto provocó una estampida en el riesgo país que llego a los 954 puntos y castigó a las acciones argentinas en Wall Street que perdieron en un día el 12% de su valor. Los bancos fueron los mas castigados.

Al día siguiente el pánico continuaba agitando a los mercados. El riesgo país superaba los 1000 puntos, el dólar perforaba los 47 $ y el BCRA, en una maniobra desesperada, vendía dólares a futuro y aumentaba las tasas de interés por encima de los 70 puntos. Paralelamente dos bancos oficiales y la ANSES vendían millones de dólares para frenar la corrida y lograban que el dólar retrocediera a los $46. En medio del frenesí, el gobierno brillaba por su ausencia y solo Durán Barba, el estratega del Presidente, se animaba a decir que los inversores extranjeros “habían exagerado el riesgo político” (bloomberg.com 25.4 2019) Pocos días antes había comentado que “el déficit cero me importa un carajo… importa que la gente no esté angustiada… que se vaya a la mierda el FMI” (letrap.com 18 4 2014).

La dimensión de la crisis, sin embargo, no fue ignorada ni por el mercado financiero internacional ni por algunos exponentes destacados de la derecha liberal. Mientras el Financial Times anticipaba que la Argentina estaba al borde del abismo, un Morales Solá sumamente preocupado reconocía que “Macri no aguanta dos meses más de inflación al 4%” (la nación.com 24 4 2019) y Carlos Rodríguez anticipaba que “antes de las elecciones se les viene un plan Bonex” (ámbito.com 19 4 2019) Ponía así el dedo en la llaga. Ante la posibilidad de una corrida cambiaria, el BCRA no tiene cómo frenarla y al calor del fuego sagrado de las LELIQs, el sistema bancario no está en condiciones de resistirla. Esta semana, el pequeño grupo de poderosos inversores extranjeros con grandes inversiones en pesos empezó a asimilar el peligro de que una corrida cambiaria se transforme en una crisis bancaria ante la imposibilidad de los bancos de devolver los plazos fijos si estos son reclamados masivamente por sus inversores.

 

Crisis de legitimidad política y rol de la oposición

El descontrol oficial de la crisis económica, y el ruido ensordecedor de sus pormenores oculta un problema mayor: el desarrollo de la investigación de un juez federal, que en soledad pero de un modo implacable expone diariamente las entrañas de la mafia enquistada en el sistema institucional y la estrecha relación de funcionarios de los tres poderes del Estado, de los medios concentrados y de embajadas extranjeras con el negocio de la extorsión económica, el armado de causas judiciales; el espionaje ilegal, y movimientos de dinero en cuentas offshore. Esta investigación es radioactiva.

Con distintos artilugios el gobierno ha intentado frenarla. Por el momento no lo ha conseguido y los protagonistas de la saga continúan vulnerando el Estado de Derecho. El fiscal Stornelli rehúsa con total impunidad la convocatoria a prestar declaración indagatoria ante el juez Ramos Padilla. El juez Claudio Bonadío eligió el día jueves, en plena estampida del dólar y del riesgo país, para procesar una vez más a CFK. Dio así otra puntada a la trama de operaciones mediático judiciales con las que el gobierno ha pretendido impedir que CFK se presente en las próximas elecciones

Así, un gobierno que no puede gestionar el día a día de la crisis económica y manipula constantemente a las instituciones se come ahora vertiginosamente la cola y crea el caldo de cultivo para el estallido de una crisis de características imprevisibles. Mientras tanto, la fragmentación y dispersión de la oposición y el atronador ruido de su silencio le dan tiempo al ajuste del FMI para sembrar la paz de los cementerios y reproducirse cualquiera sea el gobierno que gane las elecciones en octubre.

La falta de discusión sobre lo que ocurre en el mundo que nos trasciende y las posibilidades que este brinda para salir del ajuste; y la falta de pronunciamiento sobre un proyecto económico y político alternativo al ajuste, que especifique el rol que deberá jugar cada uno de los sectores perjudicados por el actual proyecto de gobierno, reflejan la debilidad de la oposición. En estas circunstancias los zoquetes —los desconocidos de siempre que solo piensan en cómo agrandar el bolsillo propio a costa del ajeno y los vivillos que instigan a “vivir de lo ajeno…pero con códigos”— se preparan para una reestructuración amistosa de la deuda. Su friendliness contrasta con los improperios emitidos por el asesor político de Macri cuestionando las limitaciones impuestas por el FMI al manejo de la cosa publica.

Hoy vivimos un momento bisagra en la historia de nuestro país. El modelo de crecimiento económico con dependencia tecnológica está en crisis. Este modelo engendró una matriz productiva cuyo resultado ha sido la creciente concentración económica y el florecimiento de la patria contratista, la carencia estructural de divisas, las reiteradas crisis del sector externo seguidas de endeudamiento creciente y pobreza crónica. También está en crisis el modelo que este gobierno ha intentado imponer.

Hoy la dependencia tecnológica y el endeudamiento ilimitado han dejado al desnudo una estructura de poder que se reproduce con la corrida cambiaria, la inflación descontrolada y la fuga de capitales. Asimismo, el entramado mafioso que impide la vigencia del Estado de Derecho y reproduce el clientelismo y la corrupción aparece expuesto a la luz del día. De ahí la necesidad de plantear una alternativa nítida al ajuste que asegure participación y control de gestión de abajo hacia arriba y una fuerte intervención del Estado tanto en la administración de políticas como en la producción, a fin de lograr un crecimiento económico con inclusión social e integración nacional.

 

El mundo que nos trasciende

La integración económica y financiera del mundo ha alcanzado un nivel sin precedentes en la historia de la humanidad. La brecha entre la progresión del endeudamiento y la de la producción global es cada vez mayor y la banca central de los países más desarrollados no encuentra una política capaz de reactivar la producción sin explotar las múltiples burbujas que dominan al mercado financiero internacional.

En estas circunstancias, la falta de liquidez en dólares para afrontar una corrida bancaria que pueda ocurrir en cualquier parte del planeta expone la fragilidad del sistema financiero internacional y el rol explosivo de las economías emergentes, que, como la Argentina, poseen un alto grado de endeudamiento en dólares. Este peligro ha sido señalado por los organismos financieros internacionales y forma parte del contexto que tendrá que enfrentar el próximo gobierno, acuciado como lo estará por una deuda de más de 180.000 millones de dólares con diabólicos vencimientos en los próximos tres años.

En este mundo interpenetrado, endeudado y con crecimiento letárgico, la hegemonía del dólar como moneda internacional de reserva empieza a ser cuestionada tanto por países aliados a los Estados Unidos como por sus adversarios y enemigos. A ello ha contribuido la creciente militarización de la política económica norteamericana, que, si bien ha aumentado la tensión mundial, también ha engendrado una paradoja: la formación de alianzas entre países y bloques de países hasta hace poco tiempo imposibles de imaginar.

Las relaciones políticas, económicas y militares entre Rusia y China se han hecho más estrechas. Asimismo, el acercamiento de estos dos países a Alemania y otros países europeos ha tomado ímpetu en los últimos tiempos. Esto ha ocurrido en varios frentes: desde la articulación de un sistema de transacciones financieras independiente del dólar al aumento de la comercialización y aprovisionamiento de petróleo y gas ruso a Alemania. A esto se suma la penetración de la ruta de la seda China en el continente europeo a partir de la integración reciente de Italia y Grecia a este enorme emprendimiento (zerohedge.com 21 4 2019)

En vísperas de elecciones presidenciales en los Estados Unidos, los conflictos internos de este país se intensifican y el gobierno de Trump fuga hacia adelante con verborragia nacionalista y violentas amenazas de imponer por la fuerza cambios geopolíticos de magnitud. Sin embargo, el sonido de esta furia no debe oscurecer el hecho de que el mundo asiste a una multipolaridad creciente y aparecen nuevas oportunidades de asociación en la arena internacional.

 

 

 

 

 

 

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