LAS HUELLAS DE UNA AMISTAD

El documental “Cortázar & Antín, Cartas iluminadas” y su realizadora, Cinthia Rajschmir

 

Cortázar & Antín, Cartas iluminadas nos conduce, en su tránsito poético, por el vaivén de la correspondencia que enlaza a los protagonistas. Algunas manuscritas, otras con collages o deliciosamente mecanografiadas con la tipografía de los '60, se alternan con la conmovedora presencia de la voz y del decir de Cortázar en una emblemática cinta que, como aquellas, cruzó el océano para llegar a manos del joven Manuel Antín. 

Todo este transcurrir está signado por el humor y cierta candidez con la que estos enormes personajes iban conformando su vínculo creativo, no exento de dificultades para ensamblar sus dos universos. 

El film refleja ese romance entre literatura e imagen, que fue gestándose como rupturista de lo conocido hasta entonces y creció junto a una amistad que lo acompañó y lo trascendió.

La admiración mutua y las tensiones por llegar a una obra conjunta que resultara fiel a ambos lenguajes, forman parte del encanto de todo ese proceso en el que el documental nos adentra, enriquecido por los testimonios de sus actrices protagónicas, Dora Baret y Graciela Borges, quienes comparten sus vivencias iniciáticas de manos de esta dupla, que tanto marcó sus respectivos trayectos artísticos.     

—¿Qué motivó la elección del vínculo entre Julio Cortázar y Manuel Antín como eje del film? ¿Por dónde transcurre tu afinidad con el tema? 

—Cuando terminé de cursar la Maestría en Cine Documental en la Universidad del Cine, me reuní con Manuel Antín y al finalizar la reunión, me obsequió sus películas y un libro que contenía las cartas que Cortázar la había enviado mientras él realizaba los tres filmes basados en sus cuentos. Un año después de haber recibido lo que consideré como tesoros, decidí hacer el documental. Las cartas de Cortázar formaban parte de una historia que había que completar y reconstruir, y hablaban de un vínculo de amistad, de las dificultades que se presentan durante un proceso de traducción del lenguaje literario al cinematográfico, de la historia de nuestra cultura, y de una época, los años '60, muy importantes para el cine y la literatura.  

—¿Cómo fue el proceso de investigación y la selección del material? 

—Fue apasionante, comenzó con la lectura de las cartas y la visualización de los filmes. Más tarde incorporé bibliografía, material de archivo con fotografías de los filmes y recortes de diarios de la época, y finalmente, emprendí el camino de la escucha atenta y delicada de las palabras de Antín y de todos los protagonistas que pude convocar y que habían participado en aquellas películas. Como el estilo de documental que realizo termina en la sala de montaje, la investigación también finaliza cuando se realiza la edición final. Durante el proceso, cada dato que incorporaba abría un mundo por explorar. Lo difícil fue realizar un recorte de todo ese conocimiento. 

—¿Qué te produjo el contacto con esas cartas? ¿Modificó en algo tus planes?

—Me produjo una enorme emoción. Los planes se fueron modificando todo el tiempo, porque en principio yo pensé en hacer un cortometraje, pero la historia me resultó tan fascinante que la fui desplegando en la medida en que se abrían esas nuevas líneas que antes mencioné. 

—¿Trabajaste la película con un guión previo?

—Con Alejandra Marino trabajamos juntas en la escritura del guión. Fue un proceso muy hermoso, un tiempo de compartir asombros, ideas previas y novedosas a cuatro manos sobre los teclados de nuestras computadoras. Lo que generó una estructura narrativa a partir de la cual fui tomando decisiones para plantear mi película. 

—¿Qué considerás, más allá de las obras de la dupla cinematográfico- literaria, que nos están diciendo esas cartas y grabaciones, vistas desde la actualidad?

—Hablan de lo que implica desarrollar un proceso creador, de los momentos de acuerdos y de desacuerdos que se plantean cuando se trabaja con otras personas, también de lo enriquecedor que es trabajar con alguien a quien se admira y se respeta, y de la posibilidad de construir vínculos de amistad a pesar de las distancias físicas, estéticas, incluso ideológicas. También nos hablan de la necesidad de generar rupturas con algunas formas establecidas cuando se siente y se piensa que es necesario, y de hacerlo con pasión y libertad.

 

 

 

 

—¿Cómo ves esa etapa del cine, de cierta ruptura en su momento histórico, en relación con el cine nacional actual?

—Creo que las rupturas y permanencias forman parte de las dinámicas culturales. Particularmente, esas rupturas en el campo de la literatura y el cine de los años '60 abrieron caminos a las nuevas generaciones y allanaron búsquedas expresivas que surgieron en etapas posteriores. 

—¿Qué fue lo que más te movilizó de este rodaje en el que vos misma tenés participación, en escenas como la del emblemático London City?

—Fueron muchas jornadas de rodaje y cada una tuvo su encanto. Mientras grabábamos en la London, por supuesto, imaginaba la presencia de Cortázar y sentía que era un privilegio haber tenido la posibilidad de realizar esta película. 

—¿Cuánto de la atmósfera cortazariana te parece que aún permanece entre nosotros?

—Creo que este tiempo que nos toca vivir, justamente, podría encajar perfectamente en lo que se describe como una atmósfera cortazariana… Un contexto conocido y que considerábamos como real es de pronto invadido por una situación que modifica los parámetros con los que nos movíamos en el tiempo y en el espacio. Por momentos, podríamos sentir que vivimos en un universo fantástico, ¿no? ¡Qué pensaría, sentiría y escribiría Julio Cortázar en este tiempo! 

—¿Algo que te haya sorprendido de lo que fuiste encontrando en las entrevistas?

—Todo. Desde que comencé a conversar con Manuel, continué conversando con la vestuarista y escenógrafa Ponchi Morpurgo, esposa de Manuel, luego, con las actrices Dora Baret y Graciela Borges, y finalmente con el director de fotografía Ricardo Aronovich, todo lo que me relataron me asombró. Particularmente, los detalles de las situaciones vividas en aquel tiempo en el que las formas y los medios de hacer cine eran tan diferentes. Por otra parte, María Marta Antín me sorprendió con su relato acerca de cómo ella siendo pequeña vivía los estrenos de las películas de sus padres con gran emoción y expectativa familiar. 

—¿Cómo definirías ese vínculo tan particular entre los protagonistas?

—Como un vínculo de afecto, de mutua admiración y respeto. Un vínculo que le permitió a Manuel Antín compartir la escritura del guion de Circe con el admirado autor de esa historia y que quizás a Julio Cortázar le permitió continuar escribiendo influenciado por esa misma experiencia cinematográfica. Es importante destacar que después de que Cortázar viera La cifra impar y quedara tan impactado por la adaptación que Manuel había realizado de su cuento Cartas de mamá, comenzó a enviarle cuentos para que Antín los llevara al cine. Durante la realización de Intimidad de los parques, la distancia entre ellos se profundizó, pero continuaron la amistad durante muchos años. 

—¿Qué papel jugó la música en la película?

—Desde mi punto de vista, la música es fundamental en una obra cinematográfica. En este caso, Horacio Straijer compuso temas inspirados en la historia que le fui compartiendo y a partir de las imágenes que fue visualizando. Optó por proponer dos singularidades: utilizó una marimba como instrumento central en casi toda la obra y convocó al gran trompetista argentino Enrique Norris para homenajear el amor que Cortázar sentía por el jazz y en especial, por la trompeta, instrumento que tocaba. Horacio además conocía la obra de los artistas Adolfo Morpurgo (padre de Ponchi Morpurgo) y de Virtú Maragno, excelentes compositores de aquella época, que fueron convocados por Manuel Antin, y quiso homenajearlos también.  

Contanos sobre los dibujos que aparecen completando la poética de la película.

—Los dibujos surgen por la necesidad de expresar acontecimientos importantes que implicaron encuentros o emociones o situaciones que sentí necesario incluir y no contaba con materiales de archivo propicios. Desde un punto de vista poético, los dibujos constituyen un storyboard, que es una herramienta de trabajo del director para llevar a cabo los rodajes planteados en su guion. Entonces, aquello que no es posible ver de otra manera se incluyó en la película como recurso narrativo que a la vez es metáfora de una de las características de la película: que habla del cine dentro del cine. Los dibujos son de Julio Azamor.

—¿Qué proyectás filmar luego de Cortázar & Antin, Cartas Iluminadas?

—Me encuentro realizando un documental sobre la gran fotógrafa argentina Sara Facio, cuya obra es extraordinaria. Sara además fue quien me cedió generosamente las fotografías icónicas de Cortázar para que yo pudiera terminar de construir el personaje dentro del documental. Estoy muy emocionada con este nuevo proyecto, me siento muy honrada porque Sara aceptó la propuesta.  

—En el documental se dice que Cortázar hubiera querido ser director de cine y Antín escritor. ¿Qué hubieras querido ser de no ser documentalista?

—Yo no hubiera querido ser otra que quien soy. En realidad, yo soy siendo, en permanente transformación. Creo que el cine documental es un lenguaje y un arte a través del cual expreso mi punto de vista respecto de un acontecimiento que me conmueve, me emociona y siento la necesidad de compartir, pero si no me resultara suficiente, seguramente, estaría intentando formarme para poder expresarme a través de otros lenguajes. 

—¿Cuáles son las próximas funciones, circuito y proyectos de distribución?

—El documental se emitió por Cine.ar TV el sábado 25 de julio a las 18 hs y se emite hoy, domingo 26 de julio a las 6 y 12. En 2021 participará de la Selección Oficial del Festival Latinoamericano de Cine de Quito, organizado por la Cinemateca de Ecuador (espero que también pueda proyectarse en diferentes pantallas allí). Con respecto a los proyectos de distribución, como no es un documental temporal, creemos que se abrirán nuevos caminos de distribución en diversos ámbitos, posiblemente, académicos, culturales, literarios. Finalmente, tenemos la enorme expectativa de poder estrenarlo en salas, cuando volvamos a ver el cine en el cine.  

 

 

 

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