Leer debajo del agua

El Presidente confunde simpatía ideológica con voluntad de invertir

 

El discurso presidencial del viernes 19 de abril en el Hotel Llao Llao contiene ciertas claves que merecen un atento análisis. A veces es útil comenzar por el final, sobre todo cuando la trama previa tiende a distraer y confundir. Tras una interpretación del texto bíblico referido a cómo Moisés ordenó a las aguas del Mar Rojo a abrirse para que el pueblo judío se escapase de la esclavitud a la que querían someterlo los egipcios, vino el mensaje clave: “Muchachos, en algún momento van a tener que poner las pelotas, van a tener que invertir, se van a tener que jugar para que se abran las aguas y seamos libres”.

 

 

Antes de ello y tras ponderar los equipos de sus tres bloques:

  1. La macro a cargo de Toto Caputo, Pablo Quirno y Santiago Bausili
  2. Los desreguladores Federico Sturzenegger y el doctor Rodríguez Chirillo, y
  3. Diseño de la economía del futuro, a cargo de Demián Reidel,

vino una sentencia en la misma dirección: “Estamos haciendo, estamos dejando todo. Pero quiero ahora sí cerrar con algo muy importante para que tengan claro que yo les puedo dejar todo listo, pero que la decisión final es de ustedes. Los que tienen el poder de transformar la Argentina son ustedes, no es un político”.

 

 

Leyendo bajo el agua, el mensaje es claro: “Señores, me falta un jugador”. Y que no se interprete esto de un modo vulgar aludiendo a su posible estado de salud mental, sino a una realidad. El empresariado no ha movido ni una sola ficha hasta ahora, y las que ha movido no afectan el amperímetro. Al menos no en términos de nuevas inversiones productivas.

Una de las razones puede ser el desconcierto. Saben bien que el estribillo del déficit cero esconde varias trampas. No comen vidrio. Para poner ejemplos, la solución al tema de los pasivos remunerados del Banco Central desea forzar al mercado a salirse de la timba financiera a la que lo han acostumbrado “100 años de socialismo” (una de las frases más repetidas en las 8.300 palabras que contiene el discurso) para invitarlos al mercado de bonos. En criollo, endeudamiento en dólares de deudas en pesos, muchas de ellas de los propios importadores. También especula con que tasas de interés más bajas –como impulso hacia una inflación menor– pero con un “dólar casi anclado” aún permitan jugar a que rindan en dólares lo suficiente para que esa masa de dinero no se vuelque a una elevada y masiva demanda de divisas (inexistentes en el mercado). Por supuesto, los empresarios saben que tienen “agarrada de las pelotas a la Nación Argentina”, pues el descalce entre masa monetaria y reservas finalmente no ha sido sólo un producto del déficit fiscal, sino de la fuga de divisas que se produjo en 2019, cuanto las reservas del Banco Central pasaron desde un monto que había llegado a 72.678 millones de dólares en abril a 46.674 millones en octubre del mismo año, cuando todavía gobernaba Macri. Claro que llegó a esa cifra por el desembolso del préstamo del FMI. En el lenguaje de Milei, sobraban pesos y faltaban dólares, pero es obvio que en esta simple ecuación hay dos variables. Al respecto, y dada la corta memoria que manifiesta, convendría recordar las crudas críticas que él mismo le hizo a Caputo y a Sturzenegger [1], “dos de los que lo ponen todo”. Los empresarios desconfían, claro está. Porque también hacen números, es lo suyo finalmente. Y saben que el supuesto “déficit cero” oculta también que a la fecha la deuda de Cammesa con los generadores no ha tenido una solución estructural. La parte no pagada del costo de la energía eléctrica en el mercado mayorista ha sido del orden de 35 dólares por MWH en el promedio enero-febrero de 2024, contra 36 dólares en promedio durante todo 2023.

Los empresarios también saben que el efecto licuadora ha sido el más importante de los factores que explican el déficit cero que anunció como cuando dijo: “O sea que hicimos un ajuste de 13 puntos del PBI, es decir acabamos de hacer el ajuste fiscal más grande de la historia de la humanidad, porque además encima lo hicimos en tres meses”. Pero ese “efecto licuadora” –que el lunes 22 anunció como menor al del efecto “motosierra”– es la contracara de una caída de la actividad que no cierra para hacer negocios e invertir. ¿Qué sentido tendría para la industria invertir si opera con una capacidad ociosa del 44% a nivel general y al 65% en la rama de interés de, por ejemplo, un Cristiano Rattazzi?

 

Capacidad ociosa por rama industrial y variación de la utilización de la capacidad instalada en la industria entre diciembre 2023-febreo 2024 en relación al período 2016-2023. Fuente: elaboración propia con datos del INDEC.

 

No hay que confundir simpatía ideológica con voluntad de invertir. ¿Cuán agradable les ha resultado la frase “Don't pick the winners” (No elijas a los ganadores) en un país como el nuestro, donde la exigencia de reglas claras y estables ha sido un reclamo constante del empresariado? No lo sé, pero tengo mis dudas.

El empeño por negar la realidad es increíble, tanto como lo es una infantil –aunque peligrosa– ingenuidad. Milei dijo: “Cuando ustedes miran minería viene para arriba; cuando miran oil and gas viene para arriba; cuando miran el campo viene para arriba. Es decir, cada vez tenemos más indicios de que esto está rebotando y levantando. No sólo eso, sino que además ustedes tienen algunas cuestiones adicionales y es que donde se notaron las caídas más fuertes, el recorte se está dando en V de manera violenta. Ejemplos CAME, las ventas… pegó un rebote fuerte”.

El “Estimador Mensual de Actividad Económica” (EMAE) de febrero de 2024 avala que la afirmación del pum-para-arriba en todas las actividades primarias que festeja el Presidente es una realidad. Pero ellas representan tan solo el 10,3% del PBI. La caída que muestra el INDEC es del 3,2% global, pero la industria cayó un 8,4%, la construcción un 18,1%, el comercio un 5,5%, la intermediación financiera el 12,1% y los servicios un 2%. Sobre 15 actividades, ocho presentan tasas negativas, cuatro positivas y el resto ha quedado casi en un punto neutro. Es obvio que al Presidente este análisis le fastidia, como también el índice de tipo de cambio real multilateral, que considera como “una pelotudez”. Pero no creo que a los empresarios no les preocupe. Para que haya rebote, bien lo saben, se necesita que crezcan los salarios reales y el empleo.

Una frase dentro del discurso que refiere a lo anterior es la siguiente: “Yo, por ejemplo, no sé cuándo dicen ‘programa integral’, entonces dicen ‘políticas sectoriales’ dentro del programa dentro del programa. Miren, yo no soy Leontief, no les voy a hacer el plan quinquenal. Yo no creo en eso. Yo no creo en una economía dirigista”.

Pero no importa lo que el Presidente opine sobre esto, porque lo sectorial existe y tiene sangre en las venas, la economía se compone de sectores que combinan capital, trabajo, tecnología y esquemas financieros, pero también empresarios con nombres y apellidos. En síntesis, tiene vida, porque hay personas de carne y hueso, no perros clonados ni muertos que hablan. En todo caso, su destrucción es la muerte misma.

Pero las frases que más ruido han hecho son aquellas que hacen a una irresponsable apología del delito: “Es un héroe, el que fuga es un héroe, logró escaparse de las garras del Estado. Ustedes se ríen, pero yo lo veo así. ¿Qué le recomendarías a tu cliente? Me pongo el traje de economista: ‘comprá dólares’. Eso después figura como fuga. Y la verdad que, si lo compran en negro mejor, porque así no tienen que pagar un montón de impuestos estúpidos que hay, todo para financiar a los que levantan la manito y al que lo hace de queruza, para financiar a esos inútiles. La frase dice que ladrón que roba otro ladrón tiene 100 años de perdón’; digo, con lo que han robado los políticos argentinos tenemos la eternidad ganada”.

 

 

Imagino que los empresarios saben que son ellos los que fugan divisas y no precisamente porque el Estado les roba. ¿Es obvio, no? Porque en tal caso, el Estado tendría esos dólares que no tiene y que Caputo tampoco logra conseguir. ¿Qué clase de ladrón es uno que no se lleva el botín a sus arcas? Cuidado con lo que se dice, pues si salen a comprar dólares en el mercado negro, tal vez la brecha cambiaria vuelva a aumentar y, entonces sí, aquellos pronósticos catastrofistas de la hiperinflación serán una profecía autocumplida.

Por mucho que reniegue de la “pelotudez” acerca de los precios relativos y del indicador del índice de tipo de cambio real multilateral, los empresarios saben que es una suerte de brújula para olfatear cuándo el tipo de cambio está bajo y cuándo está alto. Al sector agroexportador no le da lo mismo liquidar sus divisas y por eso tiene silo-bolsas móviles que, en ausencia de un Estado que los monitoree, dan para todo tipo de ilícito. De hecho, el Presidente dijo con toda claridad que la devaluación fue para sincerar el tipo de cambio. Aún resuena la frase pronunciada en Mar del Plata en el coloquio de IDEA, cuando consideró que el peso “no puede valer ni excremento” y recomendó a los argentinos irse a la divisa extranjera, en el marco de la crisis cambiaria que atraviesa el país. ¿Se acuerdan de cómo hizo saltar al blue? ¡Vaya si es así la volatilidad a la que también hizo referencia!

En este cuadro recesivo, la exhortación que hizo (“Me pongo el traje de economista: ‘comprá dólares… y si es en el mercado negro mejor’”) puede ser leída en el contexto de la prédica de la reducción de la oferta monetaria (que cree que es la “causa” de la reducción de la brecha cambiaria), pero también como un “salgan a comprar muchachos, porque está baratísimo”. Luego, con ello, si se apuran se compran la Argentina por una ganga (o excremento). Tal vez los dólares de procedencia ilegal requieren de demanda. Su diputado estrella –que despegó de Fred Machado– tal vez susurra algo que no se puede leer, ni escuchar.

 

Índice de Tipo de Cambio Real Multilateral (ITCRM) desde enero de 1997 al 24-04-2024. Fuente: elaboración propia con datos del BCRA.

 

La reciente adquisición del HSBC por parte del Grupo Galicia, por 550 millones de dólares y cuyos accionistas controlantes son tres familias (Escasany, Ayerza y Braun), indicaría que las políticas de los gobiernos anteriores (“socialistas” según Milei) no han sido “empobrecedoras” para ellas. De hecho, el Banco Galicia tuvo un rescate del Banco Central en 2002 por 1.200 millones de dólares. Por caso, la familia Braun es dueña de Supermercados La Anónima, un actor que jugó, como otros, un importante papel en el incremento de precios que marcan todo el período de alta inflación desde 2016, al amparo del desdoblamiento cambiario desde 2019 a la fecha. Si hasta Toto Caputo se ha atrevido a cuestionar las ofertas 2x1 violando el dogma libertario de que los precios reflejan las realidades del mercado, algo indicaría que los supermercados se han hecho la fiesta ofreciendo descuentos que por sí mismos revelan el grado de abuso de precios y poder de mercado al que se hallan acostumbrados.

Pero cuidado con los fondos de inversión gigantes como BlackRock, que anuncia manejar unos 10 millones de millones de dólares-, unas 16 veces el PBI de la Argentina, y que ya es propietario de acciones en varias empresas multinacionales de fuerte presencia local y de varias de las empresas más importantes del mercado argentino [2]. Vinculado a la gigantesca toma de deuda durante la gestión del Presidente Macri, en 2016-2017 ha sido partícipe de la “lluvia de dólares”, que fue dragada como el propio Presidente lo sabe. Los empresarios que estaban en Llao Llao también.

Respecto al futuro, entonces, no sabemos mucho, y leer bajo el agua es difícil cuando se invoca tanto al principio de la revelación en contra de la “casta”. Porque tras la marcha universitaria no ha habido quórum para tratar el presupuesto y tras el aumento de los sueldos del Senado hay un enojo popular legítimo, poco importa ya que los de La Libertad Avanza se hayan hecho su propia fiesta en medio del aumento súbito en las cifras de pobreza.

Respecto al equipo encargado de tecnologías, si hay alguien que “encarna el futuro” es Elon Musk. Los negocios exponenciales vinculados a la “creación de unicornios” a través de Internet-apps-plataformas-innovación tecnológica de alto riesgo, que eran furor hace unos 10 ó 15 años, hoy ya no son lo que eran. A veces hasta Musk tiene problemas –a pesar de su habilidad para atraer inversores poco cautos– a proyectos un tanto costosos y descabellados. Estos se basan en visiones audaces y atractivas del futuro pero que, por el largo tiempo de su desarrollo, incertidumbres tecnológicas y de mercado, incurren en costos hundidos cuya recuperación depende mucho de sus propias opiniones que hace públicas en X (antes Twitter). Tesla, por ejemplo, ha acumulado deudas. Las acciones de dicha empresa en enero de 2022 estaban a 383 dólares y un año después se estimaban en 144 dólares. La rentabilidad de proyectos como Starlink es puesta muchas veces en duda por los conocedores del mundo de las finanzas que definen a dicha empresa como “más de arte que de ciencia”. SpaceX –clasificada como un “centicornio”, una empresa unicornio 100 veces mayor– obtiene la mayor parte de su dinero a través de contratos gubernamentales y comerciales. Esta empresa registró una pérdida de 559 millones de dólares sobre ingresos de 4.600 millones en 2022, la mitad de la pérdida de 2021. Sus ganancias en 2023 fueron de solo 55 millones de dólares sobre ingresos de 1.500 millones. Si hacemos las cuentas, sus pérdidas acumuladas entre 2021 y 2023 rondan los 1.600 millones de dólares. ¿Se salvará la Argentina por radicar Tesla o Starlink? ¿O más bien será otro factor problemático? ¿Pueden nuestros jóvenes “triunfar” aspirando a obtener uno o varios unicornios?

Por su parte, las exportaciones minero-energéticas masivas son aún una promesa. Se enfrentan con cuestionamientos socio-ambientales pero, a su vez, son sectores poco propensos a ceder renta, con lo cual en ausencia de un Estado fuerte y a su vez confiable tampoco aportarán divisas así como así. Y, si no lo hacen, la pregunta lógica es ¿para qué les permitiríamos disponer de nuestros recursos y de esas divisas, cuando además todas remiten utilidades, dividendos, intereses de deudas autogeneradas y así el balance de divisas para sostener la industria y el consumo de la gente se hace imposible? El balance fiscal tampoco crece como para sostener dicho consumo y crear oportunidades.

Esta cuestión, que cada día aparece en los medios bajo la discusión de si “la esperanza de una luz al final del túnel” se manifestará con una recuperación con forma de V (rebote inmediato de la actividad económica), de U (una recuperación que pasa por varios años de un umbral de actividad muy bajo para luego subir) o de L (una recuperación tras un prolongado y doloroso umbral de destrucción de capacidades productivas instaladas y un desempleo masivo y desesperante), involucra necesariamente al modelo de país real existente, al deseado y al posible. Lo imposible es discutir esto con rigor técnico y poniendo todas las cartas sobre la mesa.

Asumo que los empresarios entienden bien de estas cosas. Por eso el Presidente se anima a hacer apología del delito –no es la primera vez–, porque la “idea que tiene en la cabeza” tal vez es otra y aplique aquello de que los hijos de este mundo son más astutos que los hijos de la luz. Total, si todo sale mal, la responsabilidad seguirá siendo de “la casta”, “del peligroso hartazgo de la gente” que, para cuando se dé cuenta de que nunca llegaremos a ser Alemania o Irlanda, en el mientras tanto se pueda colar un decreto y una ley que destruyan a la Argentina con todas sus inútiles instituciones, controles y regulaciones socialistas, para convertirla en un país bananero, repleto de pandillas.

Pero leer bajo el agua tiene sus peligros, puedo estar ignorando realidades paralelas. No me refiero a los mensajes de Conan, ni a que al parecer no toma el pulso de la calle, sino a que en el mundo están moviéndose fichas que no vemos. Es tal vez el Gólem, la manifestación de lo absoluto, mejor dicho su simulación, un simulacro, un aprendiz de hombre que encarna a este otro inacabado e imperfecto. En función de su cualidad de obra inacabada, el Gólem carece de alma. Pero, a su vez, es uno que se escapa fácilmente del control y provoca catástrofes.

 

 

 

* El autor es economista. Profesor titular regular de la Universidad Nacional de Río Negro y adscripto a la Fundación Bariloche.

 

[1] Declaró Milei cuando estaba en campaña: “Parte del acuerdo del Fondo se lo patinaron en el Banco Central, para salvar a quienes financiaron los que quisieron ocultar el desastre del 28 de diciembre de 2017”. Luego recordó lo que sucedió aquel día: “Hacen una conferencia de prensa en la que está Federico Sturzenegger, presidente del Banco Central, Marcos Peña, (Luis) Toto Caputo, ministro de Finanzas, y Nicolás Dujovne, ministro de Economía. Frente a la política monetaria que estaba llevando a cabo el Banco Central deciden avanzar sobre la independencia del Banco Central y modificarle las metas”. Sin embargo, luego “viene la corrida y el Banco Central trata de bancar los trapos. La Argentina se queda sin financiamiento y entonces lo consigue de BlackRock, de Pimco y de Templeton y salen a decir ‘vieron que no pasó nada, conseguimos el financiamiento’. Pero, obviamente, después había que salir. Y como no nos daban los números, tuvimos que ir al Fondo Monetario Internacional, y nos pusieron 45 mil millones de dólares”.
[2] Por ejemplo, Mercado Libre, Tenaris, Grupo Galicia, Banco Macro, Telecom, Pampa Energía, TGN, Arcos Dorados y Adecoagro, entre otras.

 

 

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