LETRAS DEL SOL NACIENTE

Belleza y espíritu combativo se combinan en una antología de literatura japonesa

 

“Rebelarse contra el método que dicta que siempre debemos volver a la esencia individual cuando consideramos los problemas sociales, y debemos enfatizar en cambio uno que nos obligue a esforzarnos por considerar las dimensiones sociales de los problemas individuales”. Inversión crítica del paradigma estético mercantilista al mismo tiempo que propuesta programática, tamaña declaración publicada en el número inaugural de la revista Senki (Bandera de Batalla) en los albores de los años '30 del siglo pasado, rige los basamentos del “realismo proletario”. Movimiento dominante en la literatura de Japón durante aquella época, ocupaba a la mitad de los periodistas y escritores que se ganaban el pan en las muchas publicaciones “burguesas” y reunía a las plumas progresistas que  confluían en el joven Partido Comunista nipón.

Ciertamente diferenciado del realismo socialista que para la misma época Pepe Stalin imponía a sangre y fuego en la URSS, la versión literaria japonesa resulta de una cruza entre la escuela de las Nuevas Sensaciones (encabezada por Kawabata y Yokomitsu) y cierta interpretación marxista de la función artística. Si bien los literatos obreros apuntan a “organizar la vida de las masas en la dirección de la verdadera emoción, pensamiento y voluntad proletaria”, el orden jerárquico de los sustantivos anuncia distinciones en relación a su primo estético soviético. Al fin y al cabo, en aquellos tiempos de comunicaciones morosas, la condición insular del Imperio, vigentes resabios feudales y el hecho de que el peronismo no se había inventado, reforzaban una inextinguible poética que caracteriza hasta hoy a las letras provenientes de aquellas islas del Sol Naciente (que no ilusionan parecerse al bestsellerismo norteamericasno, claro). Al priorizar su tarea de agitación y propaganda, la literatura proletaria japonesa de aquél entonces tenía en claro hasta tal punto la necesidad de un equilibrio entre la eficacia política y la potencia literaria, que se ocuparon en teorizarla. Advertidos de que “el mal arte genera mala política”; de que, por ejemplo, “muchos cuentos parecen meros recortes de una novela, sin principio ni fin, y por eso no sirven”, coincidían en la condición de que los textos han de evitar “que se conviertan en los viejos sermones asquerosos que ordenaban a las personas que hicieran esto y que hicieran aquello”. Propugnaron una historia “que te haga decir en el momento en que terminás de leerla, sí, así es como es, eso es lo correcto. El tipo de trabajo que te golpea justo donde cuenta”.

 

Uno de los autores, Yuriko Miyamoto.

 

 

 

 

Tema privilegiado, presente en el conjunto de la literatura proletaria, la articulación entre cuerpo anatómico y espíritu reproduce el milenario vínculo entre lo sensible y la naturaleza que atraviesa toda la producción artística nipona con una pragmática histórica que impregna de sangre el tan próximo siglo XIX y los arranques del XX: la confluencia del belicismo con la economía de mercado. Luego de la guerra ruso-japonesa llegó el enfrentamiento con China, extendido hasta la Segunda Guerra Mundial, sin contar los enfrentamientos de menor intensidad que jalonaron historia y tradición. Pero con el reinado del capitalismo, trabajadores, soldados y prostitutas se convirtieron en mercancía; meros recursos equivalentes en su carácter de materia prima para la producción y, como tales, prescindibles y reemplazables. Junto con el pacifismo, en ese carácter sustituyeron a nobles, samurais y seres mágicos como protagonistas de la ficción literaria y política.

Circunstancias todas detalladas en Bajo un cielo oscuro cargado de nieve por Miguel Sardenga –asimismo responsable de selección de textos— en su espléndido estudio preliminar, donde brinda contextos indispensables a fin de abordar los seis relatos breves que componen la pandémica edición, cuya potencia se verifica en los contenidos. Confluencia en la que destaca la traducción al rioplatense a cargo de Masako Kano y Mariana Alonso, que se arriesgan y triunfan no sólo al acentuar en la última sílaba (“¿Quién te creés que sos?”, “Te agarrás a las piñas, si querés. Y si querés robar, robás”), sino al conservar cadencia y sustrato propios de las letras japonesas.

Una mujer y cinco varones son los autores que nos traen obras escritas entre 1926 y 1946. Todos ellos padecieron en su momento persecución y cárcel, alguno tortura y muerte. Yoshiki Hayama (1884-1945), obrero manual reiteradamente encarcelado por su militancia, expone en tono confesional La prostituta, un relato centrado en las acciones, bajo las cuales se van descubriendo los senderos que parten del prejuicio y desembocan en el conflicto de clase. Denji Kuroshima (1898-1943), de paupérrimo origen campesino, despliega en Una moneda de cobre de dos senes la parábola de la niñez, la carencia y los anhelos que van de la algarabía a la tragedia. Intelectual de clase media, fundador de la escuela de las nuevas sensaciones con Kawabata, Teppei Kataoka (1894-1944) ejemplifica con Esta vez sí un subgénero peculiar: el cuento mural. Propuesta de lectura grupal, no superaba las diez páginas destinadas a las paredes de fábricas, bares, plazas, pasillos y salas de reuniones, se construía en función de un diseño especial con el propósito de habilitar el comentario, la discusión y el intercambio entre una población no siempre alfabetizada. Curiosamente, en Buenos Aires, para la misma época, Borges experimentaba algo idéntico en la fugaz revista mural Prisma, acota Sardegna, el compilador.

 

Uno de los autores, Kensaku Shimaki.

 

Empleado bancario en una ciudad del interior que en 1930 se afincó en Tokio, donde pronto pasó a la clandestinidad hasta ser detenido por la policía política que lo torturó hasta matarlo, Takiji Kobayashi (1903-1933) hasta el día se hoy es el emblema del escritor militante. 15 de marzo de 1928, cuento extenso o nouvelle corta que se ofrece en esta edición, evoca el comienzo de la revuelta obrera, campesina y estudiantil, un importante jalón de las luchas sociales, tanto como de la salvaje represión que a partir de allí se tornó sistemática hacia todo atisbo de izquierdas. Narra la vida cotidiana de los militantes sindicales, las repercusiones de su actividad en el ámbito familiar, escapes y detenciones, convivencia solidaria en la prisión, hasta los grafitis en baños y celdas dejados por los prisioneros, sin omitir escenas de tormento y muerte. Delicadeza y sutiles pinceladas características del arte japonés le permiten a Kobayashi desentrañar las más crueles situaciones evitando golpes bajos, sin perder la tensión dramática

El tránsito de la vida rural a la urbana, que modificó la vida japonesa de posguerra pero comenzó tres décadas antes, es desplegado por Yuriko Miyamoto (1899-1951), hija de profesionales destacados, estudiante de Columbia que conoció al director de cine Sergei Eisenstein en Moscú, se interiorizó en la revolución proletaria y ya nada le fue igual. De regreso a Japón pasó a dirigir la revista literaria marxista Mujeres Trabajadoras, fue arrestada en unas diez oportunidades y se considera un baluarte del primitivo activismo feminista. Su cuento La familia de Koiwai resignifica las historias tradicionales de clan para ubicar la saga en una unidad doméstica cuyos miembros se van sumando en formas paulatina al compromiso revolucionario. También en consonancia con los relatos naturalistas de corte animista que abundan en las leyendas japonesas, La rana roja de Kenasaku Shimaki (1903-1945) adopta el formato de una deliciosa fábula en la que el comportamiento del animalito frente a la adversidad transforma, sin efectismos y a golpe de metáforas, el desánimo en vigor a un hombre desahuciado.

Estilos diversos de poética constante, mensaje político conceptual que procura evadir el panfleto, recursos narrativos imaginativos, son algunos de los elementos que hacen de los seis autores compilados en Bajo un cielo oscuro cargado de nieve una muestra representativa de talento, camaradería, heroísmo y compromiso con el campo popular. Una literatura para nada menor se transforma en arma revolucionaria a medida que sus cultores avanzan en experiencia y aprendizaje. Estos textos fueron sometidos a la censura y ahora son rescatados en una edición que hace constar palabras y párrafos tijereteados entre paréntesis y negrita, a fin de brindar versiones lo mas completas posible, a la par que se demuestra una vez más la miserabilidad del censor. Narraciones que además descerrajaron persecución, clandestinidad, exilio, cárcel, tormento y hasta muerte a sus autores, reaniman antiguas batallas y retornan victoriosas en las renovadas formas de expresión y combate a la injusticia.

 

 

FICHA TÉCNICA

Bajo un cielo oscuro cargado de nieve

Antología de literatura proletaria japonesa

Yoshiki Hayama, Denji Kuroshima, Teppei Kataoka,

Takiji Kobayashi, Yuriko Miyamoto, Kenasaku Shimak

Traducción de Masako Kano y Mariana Alonso

Selección y estudio preliminar de Miguel Sardegna

 

 

 

 

 

 

 

Buenos Aires, 2021

176 páginas

 

 

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