Llegaron los 7.500

Los dólares disponibles deberían destinarse a sostener el funcionamiento de la macroeconomía

 

Desde finales del primer trimestre, la conducción del Palacio de Hacienda persiguió la finalidad de obtener del FMI transferencias para estabilizar el tipo de cambio. Finalmente, el miércoles pasado se aprobó el desembolso de los anhelados “fondos frescos”, de 7.500 millones de dólares. Además, se confirmó el ingreso de la Argentina al grupo BRICS, lo que en el caso de necesidad le permitiría al país tramitar la obtención de créditos internacionales con este grupo de países.

“Estabilizar el tipo de cambio” parece un concepto sencillo, pero su connotación en el contexto que atraviesa la economía argentina es, aunque parezca sorprendente, difusa. La semana pasada el tipo de cambio oficial se devaluó en un 22 % y alcanzó los 350 pesos por dólar, con las consabidas consecuencias inflacionarias que ya se están observando, y que posiblemente eleven la tasa de inflación a los dos dígitos mensuales, o al menos a valores muy próximos durante los dos meses siguientes.

Se supone que el dólar oficial no va a incrementarse hasta noviembre. Por lo que tiene lugar la pregunta sobre qué es lo que se estabiliza. El gobierno parece mantener una preocupación con los llamados dólares financieros. Es decir, el dólar MEP, que actualmente se encuentra en una cotización aproximada a los 670 pesos. Ya se ensayaron intentos de intervención en este mercado, entre abril y mayo, para disminuir el valor del dólar blue, con el cual se arbitra porque se trata de dos segmentos de compra desregulada. Pero el MEP, a diferencia del blue, es un mercado legal, por lo que el gobierno puede intervenir en este incrementando la oferta.

 

Bandas

Sergio Massa declaró en una conferencia de prensa que existe un acuerdo que autoriza al gobierno a intervenir sobre los dólares bursátiles con un esquema de bandas, las cuales no son públicas. Es decir que si el dólar MEP alcanza valores por debajo de un mínimo o por encima de un máximo, el Banco Central argentino intervendría comprando, en el primer caso, e incrementaría la oferta en el segundo, para que el valor de este tipo de cambio se mantenga dentro de ciertos límites.

Este tipo de esquemas se suelen utilizar para administrar el tipo de cambio oficial. Su uso en un mercado paralelo es inusual, debido a que se entiende que estos no regulan el funcionamiento general de la economía. De hecho, desde que se produjo la histeria blue en la última semana de abril, cuando se intervino en el mercado del dólar bursátil para producir una baja del tipo de cambio ilegal sin la anuencia del FMI, el gobierno muestra una atención un tanto desproporcionada con respecto a la importancia de este problema.

 

La prioridad es la macroeconomía

No es que el mismo sea negligible, en vista de que la existencia de un mercado paralelo puede perjudicar la liquidación de exportaciones o conducir a maniobras fraudulentas en la facturación de importaciones. Pero persisten otras emergencias. La economía sigue retrayéndose y el saldo comercial no da tregua, con lo que todos los dólares disponibles deberían destinarse al pago de las importaciones necesarias para el funcionamiento de la macroeconomía y los pagos de deuda externa hacia el FMI que resulten impostergables.

Los datos del Estimador Mensual de Actividad Económica indican que para el mes de junio se produjo una caída del 4,4 % frente al mismo mes del año anterior. La reducción de la actividad en el total del primer semestre es del 1,9 %. Hasta mayo era del 1,3 %, frente a igual período de 2022, con lo que se concluye que la misma se agravó.

Si bien en la diferencia de 4,4 puntos porcentuales que median con junio de 2022, 3,7 provienen de la disminución de la actividad agrícola y ganadera, los resultados de otras ramas de la actividad también merecen comentarios. La industria manufacturera cayó 3,6 puntos (lo que ya se anticipaba con los datos del Índice de Producción Industrial), y transporte y comunicaciones, 3 puntos. Electricidad, gas y agua tuvo una caída de 7 puntos. Estos tres guarismos permiten inferir que el consumo de servicios está retrayéndose en conjunto con la producción y, posiblemente, también debido al encarecimiento, que disminuye su uso doméstico.

El intercambio comercial argentino de julio volvió a resultar en un déficit, por quinto mes consecutivo. El mismo se eleva a 649 millones de dólares. Las exportaciones totalizaron un valor de 6.060 millones de dólares, mientras que las importaciones llegaron a 6.709 millones. Este saldo representa una reducción con respecto al desequilibrio alcanzado en junio, de 1.833 millones de dólares, y eleva el déficit acumulado en el año a 5.142 millones.

Las exportaciones cayeron en julio un 22,4 % con respecto al mismo mes del año anterior, y en el total del año acumulan una caída del 24,2 %. Las importaciones disminuyeron en un 19,1 %, acumulando en 2023 una reducción del 10,1 %. Es un dato relevante, porque indica que, aunque la desaceleración de la economía, cada vez más pronunciada, comprima las importaciones frente a 2022 en una proporción creciente, todavía no se revierte la pérdida en el comercio exterior. Esto sucede mientras la distancia de las exportaciones con respecto a sus valores del año pasado se estabiliza.

 

Perspectivas

El Banco Central compró aproximadamente 2.000 millones de dólares dentro del programa de Fomento Exportador, que acompañó al incremento del impuesto PAIS que se puso en vigencia el 24 de julio. De estos, la mitad se acumularon en agosto. En conjunto con los dólares que queden del desembolso proveniente del FMI, una vez que se cancelen las deudas por créditos de monto acotado que se solicitaron a Organismos Internacionales para poder afrontar los vencimientos con el Fondo que tuvieron lugar en estos meses, constituyen en lo inmediato una recomposición de las Reservas Internacionales. No obstante, predominan las presiones a la baja sobre las RRII, simplemente por el hecho de que en el sector externo se sigue produciendo una sangría.

La última edición del informe de política monetaria que publica el BCRA, correspondiente a julio, señala que hacia fin de año “el recientemente inaugurado gasoducto Néstor Kirchner (que permitirá sustituir importaciones de combustibles) y nuevos oleoductos (que impulsarían las exportaciones de petróleo excedente) (…) sumadas a otras (obras) ya planificadas, posicionarán a la Argentina como un exportador neto de energía”. En el caso de que este panorama tenga lugar, es posible que se estabilice el saldo del comercio exterior y mejoren las perspectivas para la actividad.

Hasta tanto, los datos económicos confirman que en lo que resta de 2023, es difícil esperar algún tipo de modificación sustantiva que mejore el contexto macroeconómico y permita anticipar cambios en la situación socio-económica. De momento, lo más próximo que se espera para evitar un deterioro aún mayor son los anuncios sobre medidas para compensar a la población por los efectos de la devaluación. Se esperaba que los primeros tuviesen lugar esta semana. Será la entrante.

 

 

 

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