Los futuros del pasado

Marxismo, peronismo y revolución, una historia de las FAR

 

Desde mediados de la década del ‘50 hasta la dictadura militar de 1976 la Argentina vivió un proceso de creciente conflictividad social e inestabilidad política. El período estuvo signado por la convergencia de diversas crisis, tanto debido al agotamiento de su régimen de acumulación como a la crisis de legitimidad que atravesaron sus instituciones democráticas tras la proscripción del peronismo en 1955. La falta de resolución de esta situación no solo produjo el descrédito del sistema de partidos, que contrastaba con el poder de grupos de presión como las Fuerzas Armadas, los sectores empresarios y los sindicatos, sino que también derivó en serios cuestionamientos y rupturas en diversas organizaciones e instituciones de la sociedad civil. Todo ello generó transformaciones significativas en las orientaciones y prácticas políticas de actores sociales preexistentes, y la emergencia de otros nuevos.

En el caso de los partidos y agrupaciones de izquierda –como también de grandes contingentes de la clase media–, uno de los elementos centrales fue el replanteo de la caracterización del peronismo, dada su persistencia como identidad política de la mayor parte de la clase obrera. Este proceso se vio complejizado por el impacto de la Revolución Cubana, que reinstaló el tema de la revolución en la agenda de una izquierda hasta entonces apegada a concepciones gradualistas y a la utilización de medios legales en la lucha política. Profundos procesos de transformación y radicalización tuvieron lugar también en diversos sectores del movimiento peronista y de los cristianos, que de la crítica de las estructuras eclesiásticas pasaron progresivamente a la impugnación del sistema social. En este contexto, y particularmente desde el Cordobazo de 1969, se abrió en el país un período de cuestionamiento generalizado que se manifestó en los más variados ámbitos de la sociedad. Por entonces, amplios sectores de la clase trabajadora, del campo cultural, la Iglesia y el movimiento estudiantil protagonizaron un intenso proceso de activación social y politización que dio lugar a un conjunto de movimientos de oposición de diverso orden que ha sido denominado “nueva izquierda”. Pese a su diversidad, que incluyó tanto la protesta social como la radicalización política, estos sectores convergieron en torno a un discurso y estilo político compartido que expresaba sus demandas en términos de “liberación nacional”, “socialismo” y “revolución” [1]. Su presencia alteró notablemente la dinámica política nacional, precipitando el fin de la “Revolución Argentina” (1966-1973), dictadura militar que sucesivamente encabezaron Juan Carlos Onganía, Roberto Marcelo Levingston y Alejandro Agustín Lanusse, y el regreso del peronismo al poder. Las organizaciones armadas que surgieron por entonces, al desafiar el monopolio estatal de la violencia legítima y establecer variados lazos con el movimiento de protesta social más amplio, fueron actores destacados en este convulsionado proceso. Entre ellas pueden mencionarse las Fuerzas Armadas de Liberación (FAL) y el Partido Revolucionario de los Trabajadores-Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP), filiadas con la izquierda marxista, y las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP), Montoneros, Descamisados y las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), identificadas con la izquierda peronista.

Este libro analiza los orígenes y desarrollo de una de esas organizaciones: las FAR, sobre la cual no se había realizado ninguna indagación sistemática hasta el inicio de esta investigación.

Si bien venían gestándose desde tiempo atrás, las FAR se presentaron públicamente en 1970. Sus principales grupos fundadores, provenientes de rupturas de distintos partidos de la izquierda marxista, se perfilaron a lo largo de la década del ‘60. Dos de ellos fueron gestados por militantes que rompieron con el Partido Comunista. El primero, liderado por Carlos Olmedo –luego máximo dirigente de la organización–, lo integraron activistas que ya habían transitado por diversos ámbitos disidentes del partido a comienzos de la década, entre ellos Roberto Quieto. El otro, donde se destacaba la figura de Marcos Osatinsky, se apartó de la Federación Juvenil Comunista en 1966. El último de estos grupos lo encabezó Arturo Lewinger. Sus integrantes habían militado previamente en el Movimiento de Izquierda Revolucionaria-Praxis orientado por Silvio Frondizi y, luego, en una escisión de aquel denominada Tercer Movimiento Histórico, que estaba fuertemente influenciada por el revisionismo histórico y el nacionalismo popular. A mediados de los ‘60 estos grupos comenzaron a reinterpretar el fenómeno peronista, particularmente el rol histórico que había jugado entre las masas. Básicamente, dejaron de concebirlo como una suerte de “desvío” en la conciencia de la clase obrera para pensarlo como un “momento” en la larga marcha que la conduciría al socialismo, aunque siempre considerando que el rol del movimiento había concluido y debía ser superado. A su vez, las estrategias políticas que se plantearon por entonces para lograr la liberación nacional y social que impulsaban fueron muy variadas; incluyendo, en algunos casos, desde perspectivas de visos insurreccionales que no desdeñaron la participación electoral a nivel comunal hasta la apuesta por un golpe militar de base popular y estilo nasserista. Tras el golpe militar de 1966, y ya decididos a emprender la lucha armada, estos tres grupos participaron de distintas experiencias guevaristas. Primero se entrenaron en Cuba buscando integrarse al Ejército de Liberación Nacional (ELN) que el Che lanzó en Bolivia como parte de su estrategia continental. Luego de su muerte, formaron parte de la sección argentina del ELN, la continuación de aquel proyecto que entre 1968 y 1969 lideró Inti Peredo, uno de los antiguos combatientes de Guevara. Tras la desarticulación del ELN, esos grupos se fusionaron, sumaron nuevos núcleos militantes y atravesaron un ciclo de redefiniciones político-ideológicas. Básicamente, transitaron desde una estrategia guevarista, de carácter continental y fuerte énfasis en la guerrilla rural, hacia otra de orden nacional basada en la lucha urbana, sin abandonar por ello la importancia que, en la llamada “teoría del foco”, tenía la acción armada como forma de generar conciencia entre las masas. Desde entonces, se constituyeron como “organización político-militar” de actuación nacional y urbana con vistas a impulsar una “guerra popular y prolongada”. Ya bajo la sigla FAR, en 1970 se presentaron públicamente con la toma de Garín, dejando pintada en las paredes de aquel pueblo bonaerense la consigna sanmartiniana que desde entonces los identificaría: “Libres o muertos, jamás esclavos”.

 

La toma de Garín, en tapa de Clarín.

 

 

A su vez, sin dejar de reclamar una lectura marxista de la realidad nacional y al socialismo como objetivo final, en 1971 asumieron públicamente al peronismo como identidad política propia. Lo hicieron mediante una serie de consideraciones de orden teórico, ideológico y político que plasmaron en “Los de Garín”, reportaje publicado en la revista Cristianismo y Revolución, sumamente difundido en la época y que se convirtió en una referencia importante para aquellos activistas interesados en la conjunción entre la izquierda marxista y el peronismo. Además, el documento suscitó una intensa polémica con el PRT-ERP, lo que dio lugar a uno de los debates político-intelectuales más importantes dentro del campo de las organizaciones armadas argentinas.

 

 

 

Paralelamente, las FAR desarrollaban una intensa actividad. Llegaron a crear regionales en distintos lugares del país como Buenos Aires, Córdoba, Tucumán y luego Santa Fe y Mendoza. A su vez, durante 1971 comenzaban a plantearse cómo articular su accionar más orgánicamente con grupos de activistas a nivel barrial, estudiantil y sindical, al tiempo que también intentaban converger con FAP, Montoneros y Descamisados en una instancia de coordinación denominada Organizaciones Armadas Peronistas (OAP). Tras la frustración de esa experiencia, finalmente las FAR se fusionaron con Montoneros en 1973.

Ahora bien, conviene partir planteando un interrogante simple y complejo a la vez: ¿por qué tiene sentido estudiar las FAR? Es decir, insertando esta experiencia en un campo de problemas mayor para sugerir los posibles aportes de su abordaje.

En principio, en vistas del itinerario mencionado, puede considerarse a las FAR como exponente de un conjunto de problemáticas más amplias que fueron claves en la Argentina del período: la identificación con el peronismo de vastos sectores de izquierda, particularmente de sus filas juveniles de clase media ilustrada, la legitimación de la violencia como forma de intervención política y la opción por la lucha armada como modalidad específica de ponerla en práctica.

Pero, además, creemos que el análisis de las FAR nos permite iluminar nuevas facetas dentro del propio campo de las organizaciones armadas peronistas. Como sugerimos al inicio, el proceso de politización y radicalización que eclosiona a principios de los ‘70 se gestó a partir de las transformaciones y rupturas operadas en distintas tradiciones político-culturales, fundamentalmente: el peronismo, el catolicismo, el nacionalismo y la izquierda. Las organizaciones armadas que se identificaron con el peronismo no fueron una excepción en este sentido. En efecto, los estudios sobre FAP y Montoneros han mostrado que la primera organización fue emergente, fundamentalmente, del proceso de radicalización del propio campo peronista y que la segunda lo fue de las transformaciones ocurridas en el mundo del nacionalismo y los cristianos post-conciliares. La mayoría de los integrantes de Descamisados, una organización más pequeña y mucho menos estudiada, provenía también de la militancia católica, tanto en agrupaciones universitarias como en la Democracia Cristiana. Mientras tanto, consideramos que esta investigación sobre el itinerario de gestación y desarrollo de las FAR nos permite analizar un cauce de radicalización política distinto del que dio lugar al resto de las organizaciones armadas peronistas: las profundas reconfiguraciones ocurridas en la cultura política de la izquierda argentina del período, tanto en sus tradiciones político-ideológicas como en sus formas de hacer política. Ese itinerario a lo largo del cual se gestaron las FAR –con sus rupturas y continuidades– le otorgó a su proyecto y a su identidad política una impronta particular que analizaremos en este libro.

Teniendo en cuenta esta perspectiva, el libro analiza la experiencia de las FAR desde una perspectiva socio-política considerando el período que va desde los primeros ‘60, cuando comenzaron a perfilarse sus grupos fundadores, hasta las elecciones presidenciales de marzo de 1973. Desde entonces, no solo cambia notablemente la dinámica política nacional, sino que la realidad de la organización ya está signada por el proceso de fusión con Montoneros. Si bien el anuncio formal de la unificación se realizó en octubre de ese año, lo cierto es que, desde los comicios, las principales definiciones públicas de ambas organizaciones fueron realizadas de modo conjunto y las agrupaciones de activistas a nivel estudiantil, sindical y barrial con que ambas se habían ligado fueron confluyendo en los distintos “frentes de masas” que se lanzaron por entonces.

Básicamente, nos proponemos comprender, tanto en sus orígenes como en su desarrollo e implicancias, el proceso de identificación de las FAR con el peronismo y su dinámica de funcionamiento como organización político-militar. Ambas líneas de análisis implican, además, adentrarse en los modos en que la organización concibió sus vínculos con sectores más amplios de la sociedad, particularmente con aquellos que buscaba movilizar.

¿Cuáles fueron los principales núcleos de la estrategia discursiva que le permitió a las FAR legitimar su identificación con el peronismo desde una perspectiva marxista y un proyecto político cuyo objetivo final era el socialismo? ¿Cómo caracterizaban al movimiento peronista, sus sectores internos y el rol de Perón en el proceso de liberación nacional y social que impulsaban? ¿Cuál fue la lógica de sus prácticas políticas y político-militares? ¿De qué modo plantearon la relación entre lucha política armada y no armada y la forma de vincularse con grupos de activistas afines? Estas son tan solo algunas de las preguntas que exploramos a lo largo del libro.

De este modo, buscamos realizar un aporte a la comprensión de algunas dimensiones que consideramos claves en el proceso de activación, politización y radicalización que tuvo lugar a fines de los ‘60 y principios de los ‘70: la convergencia entre izquierda y peronismo, la creciente legitimación de la violencia como medio de transformación social y la forma en que las organizaciones armadas concibieron los vínculos entre protesta social y política radical.

 

 

 

 

* El presente texto constituye un extracto de la introducción del libro Los futuros del pasado. Marxismo, peronismo y revolución: una historia de las FAR. Buenos Aires, Prometeo, 2021, pp. 21-25.
** La autora es doctora en Ciencias Sociales, docente de Sociología en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la UNLP e investigadora del CONICET.
[1] Tortti, Cristina y González Canosa (dir.) La nueva izquierda en la historia reciente argentina. Debates conceptuales y análisis de experiencias. Rosario, Prohistoria, 2021.

 

 

 

 

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