Y llegó el día que la familia de Pablo Grillo estaba esperando. Pasaron casi siete meses para que la querella –la familia se presentó en la causa el 21 de marzo– recibiera la información desde el juzgado de María Servini: el procesamiento del gendarme Héctor Guerrero, el brazo ejecutor de la mano dura de Patricio Bullrich y su protocolo anti protesta, se hizo realidad.
La magistrada lo procesó por los delitos de lesiones gravísimas y abuso de armas reiterado en cinco oportunidades, todo agravado por ser miembro integrante de una fuerza de seguridad. Además, impuso un embargo de 203 millones de pesos y le mantuvo la prohibición de salir del país: el gendarme deberá fijar un domicilio y dar aviso al Poder Judicial si se ausenta por más de 72 horas y, a la vez, presentarse en los primeros cinco días de cada mes en la delegación de la Policía Federal más próxima.
⚠️Pablo Grillo: procesaron al gendarme Guerrero
La jueza Servini determinó que disparó la granada de gas lacrimógeno que hirió en la cabeza al fotógrafo, en la represión del 12 de marzo. Probó que lo hizo de forma deliberada y reiterada, poniendo en riesgo a las personas.🧵 pic.twitter.com/XWf0hVPrao
— CELS (@CELS_Argentina) October 7, 2025
Demasiado revés para un gendarme que se había declarado inocente y que no sólo había contado con la defensa de su fuerza, que mostró un inquebrantable espíritu de cuerpo, sino de la propia Bullrich. Por el contrario, Servini dio por probado que, en primer lugar, Guerrero fue el autor del disparo de la granada de gas lacrimógeno que hirió de gravedad a Pablo Grillo. Y, como valor agregado, sumó que su conducta se hizo de forma deliberada y antirreglamentaria, “a sabiendas de que con su accionar podía poner en riesgo la integridad física de cualquiera de las personas que se hallaban frente a él, o incluso la vida”.
También descartó el principal argumento que dio el gendarme, fundamentalmente sobre que no tenía “visual” de los manifestantes. La Justicia se basó en informes y pruebas que se van acumulando en la causa. “De estas imágenes puede apreciarse, sin ninguna duda, que Guerrero efectuó el disparo de forma antirreglamentaria en dirección hacia la cual se hallaban los manifestantes, con una visibilidad más que clara, sin haber ni humo ni agua ni ninguna otra sustancia u obstáculo que pudiera haber evitado que el nombrado detectara la presencia de una gran cantidad de personas en la dirección hacia la que disparó”, reza un fragmento del procesamiento. De ese modo, Servini determinó que lo hizo de forma prohibida, deliberada y reiterada sin que ninguno de sus jefes interviniera para frenarlo. “Ellos también deben ser investigados. No sólo no había una reprimenda, sino que lo felicitaban”, exclamaron los familiares del fotógrafo.

La querella había pedido el procesamiento por homicidio agravado en grado de tentativa aunque, de todas maneras, se mostró conforme. “Lo evaluamos positivamente, es un cargo de tinte agravado por el uso de armas. A Guerrero le imputan no sólo el disparo que puso en riesgo la vida de Pablo, sino otros que hizo de modo antirreglamentario y que por suerte no impactaron en ninguna otra persona, lo cual prepara el terreno para una condena grave y ejemplar. Esperamos que la Cámara lo confirme”, dijo a este medio Claudia Cesaroni, una de las abogadas de Pablo Grillo.
Además, en el mismo dictamen y por otro hecho, la jueza Servini procesó al prefecto Sebastián Martínez por lesiones graves contra el manifestante Jonathan Navarro, uno de los cientos que se movilizaron el 12 de marzo junto a sus amigos hinchas de Chacarita para apoyar a jubiladas y jubilados. En el caso de Martínez, la resolución da por probado que el prefecto buscó herir a Navarro, quien perdió su ojo izquierdo a causa del disparo recibido. Ambos procesamientos fueron dictados sin prisión preventiva, y Martínez también recibió embargos y restricciones para salir del país.

Héctor Guerrero es, por ahora, el único imputado por el caso Grillo. En el procesamiento, la jueza confirmó la hipótesis de que el disparo, cuya detonación derivó en las lesiones sufridas por Grillo, provino del personal de Gendarmería Nacional que se hallaba en la intersección de avenida Yrigoyen y calle Solís, “y más precisamente accionado por el cabo primero Jesús Héctor Guerrero”. En la causa se anexaron otras pericias técnicas de notable valor: para los investigadores, la posición del tirador y la de la víctima resultaron tan trascendentales como haber dilucidado la trayectoria de tiro, además de la altura y el ángulo en que se ejecutó el disparo. Sin embargo, la jueza todavía no avanzó en las responsabilidades políticas, algo que la querella busca profundizar y así llegar a los altos mandos, incluida Patricia Bullrich en la cúspide del Ministerio de Seguridad.
Apoyado en el informe del Mapa de la Policía, la querella afirma que el disparo fue hecho de forma horizontal y directamente hacia el cráneo de Grillo, con clara intención de disuadir la protesta social. Sostiene, en efecto, que la detonación fue a la cabeza y a una alta velocidad. A Pablo Grillo le pegó de frente, sobre los huesos más duros del cráneo. Eso, según los médicos que lo trataron, le dio una chance para sobrevivir. En ese marco, en el expediente se encuentran las decenas de imágenes y videos que aparecieron después de la represión del 12 de marzo, muchas de las cuales fueron determinantes para la identificación que realizó el Mapa de la Policía. Las imágenes, en su integralidad, muestran al agente disparando directamente en línea recta y sin respetar el ángulo de 45° que establece el protocolo, en dirección al fotógrafo, que al momento del impacto se encontraba agachado, desarmado y con su cámara, detrás de una barricada.
“Esa acción criminal constituye una violación a los protocolos nacionales e internacionales sobre el uso de armas menos letales”, agregó Cesaroni. Todo sucedió durante la marcha de los jubilados del 12 de marzo, cuando Pablo Grillo fue alcanzado por un cartucho de gas lacrimógeno lanzado por la Gendarmería, que por órdenes de la ministra de Seguridad Patricia Bullrich limpiaba las calles bajo una brutal represión. Tras el feroz impacto, el joven fue llevado de urgencia al Hospital Ramos Mejía y empezó un lento proceso de rehabilitación, con altibajos y varias operaciones, bajo secuelas de gran impacto sobre su salud que derivaron en un presente de incertidumbre y de cautela por parte de sus familiares.

Tras el hecho, la ministra Bullrich intentó garantizar un manto de impunidad. En rápidas declaraciones televisivas, dijo falsamente que Grillo era un militante kirchnerista que estaba preso, cuando ya estaba internado en el hospital Ramos Mejía, y que el gendarme había disparado de manera correcta, como indican “los manuales”, pero que el proyectil se desvió. Luego, lo defendió “por cumplir con su deber”. En los dichos de Bullrich, el disparo no fue directo a la cabeza sino que, de acuerdo a sus firmes declaraciones, “el agente tiró de forma oblicua hacia el suelo, es decir, cumpliendo los protocolos de seguridad”.
Desde aquel momento, la Casa Rosada se mostró inquebrantable: no hubo sumarios contra Gendarmería. Y, por otra parte, la propia Gendarmería Nacional cerró en tiempo récord su investigación administrativa interna sin aplicar ningún tipo de sanción. Según su informe, Guerrero actuó “conforme a las órdenes” y no se evidenció “intención de dañar a persona alguna”, calificando lo ocurrido como un “hecho fortuito”, producto de la “mala visibilidad”. Como si hubiese sido poco, concluyó que la responsabilidad no fue del cabo Guerrero, quien accionó el arma lanzagases, sino de la propia víctima, a quien describió ubicado “en la línea de tiro”.
Así, prueba a prueba, la Justicia comprobó exactamente lo contrario: que el gendarme violó los protocolos de seguridad. La querella, tras el procesamiento de Guerrero, puso el acento en la decisión política de la represión, que –de acuerdo a lo que dijeron a este medio– sigue pendiente de investigación judicial. La línea temporal y cronológica no deja dudas. ¿Se la citará a declarar a Bullrich para desmontar, punto por punto y frase por frase, la versión oficial que expandió maliciosamente desde la postrimería del verano porteño?
Lo cierto es que, pese a los intentos de la dama de hierro y Gendarmería por cerrar el caso del joven fotógrafo de 35 años, la causa judicial sigue su curso. Ahora se abre un panorama sombrío para el gobierno y otra de sus mentiras queda notablemente en evidencia. Su versión oficial de los hechos sufrió un notable cross a la mandíbula.
Vamos por todos los responsables politicos y penales.
Verdad y justicia por Pablo.#justiciaporpablogrillo
¡Nunca Más a la mentira y la represión! pic.twitter.com/NjJ5ddgaJn— JusticiaPorPabloGrillo (@JusticiaXGrillo) October 9, 2025
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