El general retirado Claudio Gallardo es quien está detrás de los nombramientos de los militares con que se rodea Victoria Villarruel, hija, sobrina y nieta de uniformados. Su encumbramiento le permite manejar recursos, contrataciones de personal de apoyo a la Vicepresidenta y traslados en aeronaves.
Vale repasar sus antecedentes.
En el primer año de la administración de CFK, cuando el general César Milani asumió la inteligencia militar, Gallardo pasó a ser jefe de Inteligencia en Neuquén. Hacia 2011 fue designado jefe del Departamento de Inteligencia. Para 2013, ascendió a jefe del Destacamento de Inteligencia de Combate. Esa carrera llevó a varios medios hegemónicos a repetir que era un hombre “de Milani y el kirchnerismo”. Sin embargo, fue el ministro de Defensa Julio Martínez (2015-2017, UCR) quien firmó su encumbramiento como director general de Inteligencia del Ejército que dirigía Diego Luis Suñer hacia diciembre de 2016.
Antes de que pasara el verano ya estaba involucrado en un caso por privación ilegítima de la libertad, apremios ilegales, amenazas, abuso de autoridad e incumplimiento de los deberes de funcionario público.
El principal denunciado era el jefe del Batallón Apoyo de Inteligencia, con asiento en Campo de Mayo, Carlos Augusto César Verón, ascendido a coronel en abril de 2016 (decreto firmado por Gabriela Michetti).
“Yo ya maté a dos”
Antes de que terminara aquel año, se conoció el faltante de seis equipos de comunicaciones Harris RF 5800, valuados en 100.000 dólares, muy apetecidos por bandas narcotraficantes. Por eso, el coronel Gallardo, jefe de Inteligencia de Campo de Mayo, se presentó el 20 de diciembre de 2016 para dirigir los interrogatorios a las personas con acceso al depósito. En ese contexto, un personal civil de Inteligencia (PCI) denunció ante el juez Sebastián Casanello y el fiscal Franco Picardi que el coronel Verón lo amenazó y golpeó, luego de tenerlo “prisionero”, incomunicado y custodiado hasta cuando quería ir al baño.
Según el acusador, Gallardo le exigía el faltante de dos equipos porque “el capitán Longo confesó” el destino de los otros cuatro.
Verón lo amenazó: “Te voy a llevar al río y te voy a convertir en un NN (…). Te voy a golpear tanto que tu hija no te va a reconocer (…). Yo ya maté a dos”.
En la crónica de Clarín, se especuló que podría tratarse de una interna entre militares y que altas fuentes del Ejército afirmaron: “Le dimos a Gallardo la directiva de que se ponga al servicio de la ley”.
Casi una década después del inicio de aquella gestión macrista, Gallardo reapareció en un nuevo gobierno de derecha. Entró por la puerta de Villarruel, hija de Eduardo, un ex camarada de armas.
Su nombre no fulguraba a mediados de 2023, cuando el principal referente militar de LLA era Jorge Eduardo Lenard Vives, coronel (R) de Inteligencia que venía de Juntos por el Cambio e integraba la Fundación Oíd Mortales. Este licenciado en Estrategia y Organización de la Escuela Superior de Guerra fue director de Investigaciones de la Aduana durante la administración Macri, en la que quedó involucrado en la causa del falso abogado Marcelo D’Alessio. Con el arribo de Javier Milei, fue el encargado del traspaso de información con Aníbal Fernández y Héctor Mazzei, jefe de Gabinete en Defensa.
Meses después de la asunción de ese fin de año, era Gallardo el asesor de la Vicepresidenta, junto a otro militar retirado, Alejandro Perichon (ex director de Personal en la Dirección de Inteligencia), según reveló en Ámbito el periodista Gabriel Morini, quien agregaba que, en la Jefatura II de Campo de Mayo, Gallardo había sido subalterno de Celestino Mosteirin, otro espía que pasó por el gobierno de la CABA y la Agencia Nacional de Seguridad Vial antes de recalar como virtual número dos de la AFI de Milei.
Hacia noviembre de 2024, en la red digital de Elon Musk, una cuenta atribuida a Santiago Caputo adelantó el nombramiento de Gallardo como director de Seguridad en el Senado:
🚨 🚨 ESPIONIAJE 🚨🚨
Victoria Villarroel, actual presidenta del Senado, acaba de nombrar a Claudio Gallardo como Director de Seguridad de la Cámara Alta. Pero ¿quién es realmente este General Retirado? 👇 pic.twitter.com/6YTR05KIHz— Toni Styles (@toni_styles) November 23, 2024
Agregaba que “Gallardo no es cualquiera en el mundo de la seguridad y la inteligencia. Es cercano al ex general Milani, figura clave de la última dictadura” (dejarlo pegado con CFK y con Videla tiene pretensión de improbable carambola). El posteo especulaba con que Gallardo operaba para desmantelar a “un personaje clave de la política actual” como “el niño SC”. Las iniciales de Santiago Caputo llevaron a pensar en el armado de la Secretaría de Inteligencia (SIDE) bajo su órbita.
Así planteado, Villarruel estaría armando un equipo de contrainteligencia que la preserve de las intromisiones que la Rosada implementaría en pos de controlarla, algo de lo que su personal, como Enrique Bergalli, se siente víctima cuando afronta embestidas por las redes virtuales. En el Senado que ella preside, el personal que responde a Gallardo como jefe de Seguridad incrementó las restricciones a ingresos y pasillos.
Presas de su pasado
Esta semana, Gallardo incorporó a su equipo a otro ex militar de Inteligencia: Juan Manuel Gustavo Gestoso Presas, confeso destructor de pruebas sobre las maternidades clandestinas durante la dictadura.
En 2008, el ex teniente coronel Gestoso Presas pasó de ser jefe de Informática en la Jefatura II a jefe de la Compañía de Inteligencia 5 de la V Brigada de Montaña en Salta. Allí, a mediados de mayo, conoció por el coronel Carlos Fernando Tozzeto Arias, director del Hospital Militar, el hallazgo de dos libros con anotaciones de nacimientos desde la década del ‘70.
Gestoso Presas minimizó que tuviera información relevante; ordenó su incineración al capitán Silvio Manino Leal, a quien, sin embargo, le exhibió que esa documentación era solicitada en el caso de un nacimiento en septiembre de 1975 que buscaba la Comisión Nacional de Identidad, a los que les mintió que ya había quemado los libros.
El capitán optó por esconderlos en el hueco de la rueda de auxilio de su VW Gol para trasladarlos a casa de su hermano en Tucumán, hasta decidir qué hacer. Por fin los llevó a la Cartera de Defensa, donde la ministra Nilda Garré avaló su acción, radicó la denuncia penal e inició un sumario.
Gestoso Presas supo que su subordinado estaba en Buenos Aires; le envió mensajes para solicitarle explicaciones; lo llamó en vano. Lo esperó a que regresara.
“La vida de Manino Leal fue un infierno durante largo tiempo. Tuvo custodia durante dos años. Su esposa sentía que la seguían. Su suegro recibía amenazas”, resumió una nota de Luciana Bertoia esta semana. Según el capitán, Gestoso Presas mandaba correos con textos celebratorios de la represión en los ‘70, decía que había estado bien; visitaba a los detenidos de lesa humanidad, como hacía Victoria Villarruel desde CELTyV, entidad con la que contó para que abogaran en su apoyo.
Gestoso Presas, al igual que Tozzeto Arias, fueron pasados a disponibilidad y a retiro. Cuando llegó a juicio, argumentó que se trataba de una acusación común que merecía ser prescripta, pero los fiscales entendieron que eran conexos a causas de lesa humanidad. Para colmo, uno de los cinco testigos de sus defensores incurrió en contradicciones tan notorias que el fiscal pidió su detención y proceso por falso testimonio.
En los volúmenes salvados de la incineración se detectaron “tres asientos del Libro III (Maternidad) vinculados con el nacimiento” de lo que parece haber sido una única persona. En dos, coincidían las fechas, el documento, el apellido materno y el del médico, además del sexo del recién nacido, aunque había inexactitudes suspicaces, según consignó por entonces la cobertura de Elena Corvalán para Radio Nacional Salta.
A pesar de haber admitido los hechos —a los que dio otra interpretación— Gestoso Presas zafó porque el Tribunal de Salta —Marcelo Juárez Almaraz, Marta Liliana Snopek y Federico Díaz— lo sobreseyó al considerar que ese delito, que no era de lesa, había prescripto.
Por eso, este ex oficial al que la acusación le había pedido una inhabilitación para ejercer cargos públicos, pasó este 22 de mayo a ser subdirector general de Auditoría y Control de Gestión del Senado de la Nación, en la sede de la democracia que, hace casi medio siglo, su Ejército había cerrado.
La designación, mechada en el artículo 6 del decreto 306/25, se mezcló con otros movimientos de colaboradores de Villarruel.
A la mesa
Gallardo quedó secundado por un retirado del Ejército, Carlos Olivelli, ex jefe de Seguridad de la Casa de la Moneda, ahora subdirector general de Seguridad.
Otro ex funcionario con silla cercana es el coronel (R) Vives, como asesor de la Secretaría de Estrategia de Asuntos Militares. Perichón estaría como asesor, aunque sin designación. A ellos se suman el consultor Mario “Pato” Russo y la amiga de la adolescencia de Villarruel, la directora de Auditoría y Control de Gestión María Eugenia Tesande, de acuerdo a una reconstrucción de Giselle Leclercq, en Perfil, que no obtuvo respuesta del equipo senatorial y no hay razón para suponer que contestarían diferente a El Cohete, que, sin embargo, puede dar testimonio gráfico de la mesa de Villarruel, luego del tedeum del 25, en cuya foto no quisieron posar ni Gallardo ni Gestoso.

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