Lucha por la tierra, pelea por el territorio

Las tres C (Colegio-Club-Capilla) que contrarrestan el triste destino de Calle-Cárcel-Cementerio

 

En este último tiempo, gran parte de las noticias que llegan de nuestro
Conurbano hacen referencia a la toma de tierras. Este hecho se mira desde
distintos lugares, pero lo cierto es que no tiene un único protagonista, sino
que convergen distintas realidades.

Existe una situación de hacinamiento en muchos de nuestros barrios
populares que se generaron hace décadas con otras tomas. Hoy esas
familias no tienen espacio para albergar a los hijos y a sus nietos.
A partir de la pandemia la situación se ha agravado en muchos por la
imposibilidad del pago de alquileres para muchas familias que vivían en
situación de precariedad y que ahora se encuentran en la calle. Unida a la
necesidad de una vivienda digna y la ociosidad de ciertos terrenos
provinciales y municipales convertidos en basurales y espacios de delito, se
encuentra la organización de las tomas u ocupación de tierras por ciertos
sectores, junto con el negocio que vienen realizando desde hace años las
mafias de las tierras.

Pero, junto al tema de la tierra, se da también otra realidad que es la lucha
por el “territorio”. De distintos lugares y posiciones, no es novedad para
ninguno de los matanceros, la lucha por el dominio del territorio desde las
mafias instaladas con el robo, desde el negocio de los narcos, desde el
posicionamiento de sectores que bloquean en nuestros barrios la entrada
y paralizan el desarrollo digno de gran cantidad hombres y mujeres que
luchan por una vida mejor. La necesidad, el miedo y la manipulación hacen
de nuestra gente soldaditos de un oscuro ejército o esclavos para
sobrevivir. Fuimos testigos de bloqueos violentos de calles con incendio de
gomas y amenazas ante la iniciativa de hacer una sala de primeros auxilios
o un comedor y guardería para el beneficio de un mayor número de vecinos.
Todo esto no es de hoy, hace años que viene pasando.

En este marco se inscribe lo sucedido, hace poco más de una semana en
una de nuestras rutas provinciales, con el padre Nicolás Angelotti (Tano),
párroco de la parroquia San José que abarca los barrios de San Petesburgo,
Puerta de Hierro, 17 de marzo y 17 de marzo bis. Ante las muchas versiones
que corren por los medios, algunas hechas de recortar y pegar, siento la
responsabilidad de decir que:

  • Claramente no fue un simple robo. Cuatro motos, 8 personas, 6 tiros
    al aire, culatazo en la cabeza y la frase: “Tano, danos el celular” junto
    con la aparición del vehículo intacto a pocas horas, nos habla de otra
    cosa.
  • Sin ser demasiado intuitivos y conociendo ciertos códigos, este hecho
    tiene las características de un aviso o llamada de atención.
  • No podemos afirmar que está ligado a las mafias de las tierras, dado
    que los sacerdotes que trabajan en las zonas afectadas no se
    encuentran en ningún sector en pugna, sino que acompañan las
    situaciones para que no haya violencia con el triste resultado de una
    guerra de pobres contra pobres o fuerzas seguridad.

Ciertamente está molestando a los que quieren seguir sometiendo
delictivamente y desde otros intereses a nuestros barrios la acción que
vienen realizando nuestros curas en barriadas, dentro de los cuales se
encuentra el padre Tano.

Asumimos el llamado del Papa Francisco de Techo-Tierra-Trabajo. Se
apuesta a la esperanza desde la propuesta para los chicos y los Jóvenes
de Colegio-Club-Capilla, que contrarresta el triste destino de Calle-
Cárcel-Cementerio.

Frente al negocio de las tierras: se trabaja por la integración urbana.
Frente el narcotráfico: se lucha por sacar a los pibes y pibas de la droga
con educación, deporte, familia grande y hogares de recuperación.
Frente a la cultura del descarte: se crean hogares de abuelos y abuelas
en situación de calle.

Frente el alambrado y dominio del territorio: se busca liberar la vida
desde comunidades que se organizan y viven solidariamente.
Repudiamos este hecho, como tantos otros que atentan contra el digno
desarrollo y crecimiento de nuestra gente. Creo que no sólo tiene que
ser investigado como un hecho aislado sino dentro de un marco más
general de prevención y cuidado de nuestra población.

Queremos que nuestros barrios no vivan desde el miedo y la
servidumbre que paralizan toda posibilidad de una vida buena, sino que
trabajamos para que, como hijos de Dios e hijos de este suelo, “tengan
Vida y Vida en abundancia”.

 

 

 

* Eduardo García es el obispo católico de San Justo.

 

 

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