Macri, capobastone de la necropolítica

En cuatro años de gestión neoliberal casi se duplicó la población en situación de pobreza

 

El lucro como motivador excluyente de las decisiones económicas dejó a la casa común en el umbral de un desastre ambiental, a lo que sumamos el encarecimiento paulatino de la energía y la escasez de agua dulce, que obliga a decidir entre trasladar a los costos la solución del triple dilema o disminuir el consumo ajustando el cinturón en el nivel medio y alto de la pirámide de ingresos o reduciendo drásticamente la población mundial. El dilema no es nuevo. En su viaje a la Argentina, George Bush Jr. le regaló a Néstor Kirchner el libro Principios de Economía Política de Thomas Malthus (1766-1834), donde el autor sostiene que las guerras, las pestes y otras catástrofes permiten equilibrar las necesidades de alimento con la capacidad de producirlo dado que mientras que ésta aumenta en proporción aritmética (1, 2, 3, 4, …) la población se incrementa geométricamente (1, 2, 4, 8…).

No entraré en la discusión acerca del entorno en que escribió Malthus (fines del siglo XVIII), la irrupción de la revolución industrial o del conocimiento; lo cierto es que ni entonces ni ahora propone nadie ajustar el hiperconsumo, sino que, como dijo John K. Galbraith, “entre los muchos que han procurado colocar a los pobres sobre las espaldas de los pobres o sacárselas de las de los más ricos, nadie lo hizo más completamente que Malthus” y sus actuales seguidores. No por incrementarse el conocimiento los humanos nos volvemos más civilizados, como demuestran claramente la brutalidad de las intervenciones bélicas del actual y decadente Imperio en Asia y Medio Oriente.

Michel Foucault [2] introdujo la noción de biopolítica para referirse al sistema que opera facilitando, limitando, obstruyendo o impidiendo conductas, y convirtiendo las relaciones de poder en dominación. De esa forma se va creando un sentido común de lo correcto o incorrecto, que convierte a los ciudadanos en marionetas que operan para la plena satisfacción de los que controlan los resortes de poder mundial. El discurso construido manipulando verdades, torciendo hechos e inventando mentiras (post-verdades), caen sobre los pueblos a través de los Estados, del mercado (vía la publicidad y el neuromarketing), el (ab)uso de los medios de comunicación masivos, la formación en las aulas y las declamaciones (seudo) morales, científicas y tecnológicas. Se inventó una libertad artificial de individuos racionales que operando sobre el mercado y al servicio de la reproducción del capital, condicionan la democracia representativa despreciando el interés ciudadano. Un espurio poder político soberano usa la disciplina para hacer dóciles y dominables los cuerpos, llegando a la aplicación de anatomopolíticas que incluyen: dejar morir, limitando el acceso a las medicinas ante expansiones de epidemias y pandemias, controlando la natalidad, limitando el acceso a alimentos, expulsando del sistema económico a una parte importante de la población a la que se le priva el acceso a servicios públicos (sanitarios, vivienda digna y alto costo del agua, gas y energía eléctrica) y sociales (jubilaciones y pensiones), liberación de zonas para el tráfico de drogas, administración de la violencia, migrantes desamparados, fomento de guerras religiosas.

Analizando lo que ocurre en el continente africano, el filósofo camerunés Achile Mbembé, describió el tránsito hacia un poder mundial capaz de administrar no solo la vida, sino también la muerte. Lanecropolíticadesacraliza lo biológico, lo demográfico, lo humano; cosifica al hombre, le quita el carácter de individuo inimitable, indivisible e irreproducible, para convertirlo en mercancías que pueden ser sustituidas, utilizadas o desechadas; “la noción de biopoder es insuficiente para reflejar las formas contemporáneas de sumisión de la vida al poder de la muerte. Además he utilizado las nociones de política de la muerte y de poder de la muerte, para reflejar los diversos medios por los cuales, en nuestro mundo contemporáneo, las armas se despliegan con el objetivo de una destrucción máxima de las personas y de la creación de mundos de muerte, formas únicas y nuevas de existencia social en las que numerosas poblaciones se ven sometidas a condiciones de existencia que les confieren el status de muertos vivientes. El ensayo subraya también algunas de las topografías reprimidas de la crueldad (plantación y colonia, en particular) y sugiere que el poder de la muerte nubla las fronteras entre resistencia y suicidio, sacrificio y redención, mártir y libertad”[3]. La economía de la muerte puede ser más intensa, voluminosa y planificada; “todos somos potencialmente negros”: los africanos, los asiáticos, los musulmanes, los latinoamericanos, los viejos y los integrantes del cuarto mundo integrado por quienes viven en el primer mundo en condiciones de precariedad.

Orwell, Bradbury, Eggers, Huxley, Dick, Zamiátin, Scott Card, etc., trabajaron el género de ciencia ficción que hoy explotó con nuevos textos, películas y series distópicas. El bombardeo de catástrofes malthusianas (Ready Player One, Black Mirror, Years and Years, The Avengers, etc.) preludian una era de catástrofes forzadas. (Como sucediera con el burlesco choque de civilizaciones [4], premeditadamente divulgado en aulas de CEOs, convertido en best seller y reproducido por los medios de comunicación para formatearnos las cabezas, de modo que aceptáramos como natural el ataque a Irak justificado por el Equipo “B” (OSP) comandado por el mismo personaje que le regaló a Kirchner el libro de Malthus y su vice, Dick Cheney.) El Informe sobre Estabilidad Financiera Mundial del Fondo Monetario Internacional, en su capítulo “El impacto financiero del riesgo de longevidad”, propone subir la edad de jubilación o disminuir las prestaciones para no desestabilizar al sistema (de seguridad social y financiero), mostrando que el dios dinero es más importante que la vida. Christine Lagarde, de quien Mauricio Macri dijo estar enamorado, se encargó de promover mundialmente su propuesta.

Y si bien Maurizio no tiene la impronta de Jair Bolsonaro, ambos son cultores de la necropolítica. En cuatro años de gestión neoliberal casi se duplicó la población en situación de pobreza e incrementó en un 50% la miseria. Se duplicó la desocupación, bajó un cuarto el salario real. La participación del trabajo en el PBI perdió 10 puntos entre 2015 y 2019. Como muestra el índice Gini aumentó la inequidad, desfinanció la educación y la salud. Las tarifas llegaron a niveles insostenibles obligando a cortar gastos en otros rubros. (Colegios privados, pre-pagos médicos, viajes y turismo en la clase media o directamente espaciar las comidas en los menores niveles de ingresos, poniendo al país en situación de emergencia alimentaria.) Cada 20 horas muere un ciudadano a causa de la acción de fuerzas de seguridad y la lucha contra la mafia se limitó a la caza de perejiles. La “kosovización” de América Latina ha comenzado, lo muestra la violencia en las calles de Perú, Ecuador, Chile, Bolivia, Venezuela, Haití; y los actos de terrorismo desatados por los paramilitares, los señores de la guerra, las maras y los narcos brasileños, colombianos, mexicanos y centroamericanos. Este escenario es el preludio de la eliminación masiva del lastre excedente que integran los que ya fueron y los que serán excluidos por el mercado.

 

 

 

[1] Carlos Cleri, especializado en Prospectiva Estratégica, fue Jefe de Gabinete de Asesores del Ministerio de Economía y Producción durante la administración de Néstor Kirchner.
[2] Michel Foucault, “Nacimiento de la Biopolítica”, Primera Edición 1978.
[3] Achile Mbembé, “Necropolítica”. Melusina, España, 2011.
[4] Samuel Huntington, “El choque de civilizaciones”, Paidos Estado y Sociedad, Buenos Aires, 1997.
[5] El “modus operandi” fue descripto magistralmente por Adrian Salbuchi en “El cerebro del Mundo”, Editorial Solar, Argentina, 1999.
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