También Maradona fue un “suicidado por la sociedad”, como Marilyn, como Jackson, como Discépolo, como Van Gogh (merci Artaud). Y sí, la perversidad de una sociedad con sus poderes de turno, no soporta, no tolera, no comprende al genio. Su incomprensión –hija de su impotencia espiritual–desata el más feroz de los castigos sobre él: lo aborrece, lo apedrea, lo niega. Su contrapeso es la otra cara de esa sociedad, la que lo ama hasta el ahogo, pero lo ama.
“Me amabas tanto y tanto/ que me cansó tu tristeza” escribió Homero Manzi.
Digámoslo, muchos hombres y mujeres de genio mueren y siguen muriendo en vida. ¿Vos también estás pensando en Charly García? ¿Y el mismísimo Jesús con los tres clavos de la Pasión y esa frase que todavía duele? (“¡Dios mío! ¡Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?”) ¿Y Lennon? ¿Y el Che en La Higuera? Lo repito: Maradona es un suicidado por la sociedad y en su derrame Maradona une, Maradona divide, Maradona nuestro, Maradona nadie, Maradona carne, Maradona espíritu, Maradona inmaculado, Maradona diseccionado, Maradona posters, calle, chopera, iglesia; y lo televisamos a todo color y es para el mundo “El Pibe de Oro”: el de la panza vacía en los barriales de Fiorito; “Pelusa”: el de la zurdita endemoniada; “Dieguito”: el hijo de La Tota; “D10S”: el más inmortal de los mortales; “El Diego de la gente”: el plebeyo más hermoso del planeta; “Maradó”: el de la Ferrari negra y el que se dejó atajar un penal por un pibe que nació sin piernas; “Diegote”: el de las noches de narices blancas junto a los amigos del campeón; “El Diez”: el que supo reunir multitudes en Nápoles; Diego: el que lloramos aquella última vez que murió, con un baño químico como único testigo.
El sueño del pibe (Juan Puey/Reinaldo Yiso), adaptada por El Diez.
Verba filosa
¿Qué decir de sus misiles verbales? “A Burlando lo conozco de mañana, de madrugada, de noche y de contra-noche”, frase dirigida al abogado mediático, rey de la ética, que recientemente supo defender a Julieta Prandi, sexualmente abusada por su ex marido, pero que unos añitos atrás hizo lo propio a favor del violador Juan Darthés. ¿Y la frase dedicada al por entonces gobernador de Buenos Aires Eduardo Duhalde? “Si lo veo a Duhalde en el desierto, le tiro una anchoa”. Y ya que hablamos de “contra-noche” y de falopa: “La droga es como un Pac-Man, se come a toda tu familia”. A veces me pregunto, de estar vivo ¿qué hubiera dicho tras el debut con derrota de la Argentina frente Arabia Saudita en Qatar 2022? Déjame pensar que, si el Diego la pudría con alguna declaración, la Argentina no ganaba el mundial. Demasiado peso su palabra.

El fraserío es interminable: “Pelé debutó con un pibe y le pega a la jermu”; “Coppola es vivísimo, fuma abajo del agua”, “A Sampaoli si le tirás la pelota te la devuelve con la mano”, “Pasman, vos también la tenés adentro”; “Cristiano Ronaldo hace un gol y te vende un shampoo”; “Grondona le toma la leche al gato”; la tristísima del mundial de Estados Unidos 1994: “Creeme, me cortaron las piernas”; la mágica del mundial México 1986: “Fue la mano de Dios”, cuando le preguntaron por el primer gol a los ingleses; la comparación insólita: “Llegar al área y no poder patear al arco es como bailar con tu hermana”.

Quizá, mi exceso de amor por El Diez me lleva a pensar que algunas de sus sentencias merecen ingresar al libro de oro del fraserío porteño que tuvo entre sus elegidos a varios hombres del tango. Por caso, Carlos de la Púa (el “Malevo” Muñoz) dio para el cantor Roberto Maida este inmejorable piropo envuelto en metáfora: “Maida nació en una pichonada del Spinetto”. Enrique Santos Discépolo presintiendo un futuro a pura nariz y costillas: “Yo había llegado a un punto de flacura tal, que si me tapaba un ojo quedaba disfrazado de aguja”. Aníbal Troilo, segundos antes de saltar al precipicio de la fama: “La noche que debuté en el café Ferraro tenía los bolsillos llenos de miedo”. Julián Centeya repetía la palabra “NO” toda vez que le ofrecían viajar al extranjero y remataba: “No me imagino desayunando fuera de Buenos Aires”.
En fin, Maradona tuvo algo de ese ingenio popular y repentista y quizá, a escala verbal, su mejor gol sea: “Yo me equivoqué y pague. Pero la pelota, la pelota no se mancha”. Te invito a verlo, a escucharlo, a leer su gestualidad (fíjate como se autoabraza) y detenete con él cuando incrusta los puntos suspensivos luego del “Pero la pelota noooo… (y ahí es cuando se detiene el mundo) la pelota no se mancha”.
Ya sé, si esta nota ofreciera la caja de comentario, la horda de haters saltaría como leche hervida enumerando las mil y una erratas del Pibe de Fiorito. Las conozco y me duelen, pero no me interesa ser parte de tu equipo.
Ahora, a seguirla con “El Maradona Tango Club”. Ya estamos a metros del 30 de octubre, se viene el cumpleaños número 65 del marciano nacido en el Hospital Evita de Lanús.

Cucusita (Carlos Lucero / Alberto Castillo)

Paciencia, será otra vez (Carlos Rebeiro/ Adolfo Berón)
Bailando gotán
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