Mentira

Lino Barañao usa datos truchos para sugerir que la ciencia argentina está para un nueve

El Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva bajó a segunda división. Bajó por decreto: no perdió en la cancha. Fue transformado en una secretaría. El único sobreviviente del gobierno anterior (Lino Barañao), que se había quedado para defender los intereses de la comunidad científica, al final se ve que no pudo. Según declaró a amigos de su confianza: “Si renunciaba, todo iba a ser peor”. Pero no le salió bien. Encima, el otro día, en una aparición televisiva ofreció una visión de su área decididamente patética. 

No me interesan los enfrentamientos personales: creo que no agregan nada, salvo al morbo que nos ha invadido e infectado todo el tejido social. Ahora tengo una propuesta: ¿qué hacer cuando ciertos dichos que pretenden describir ciertos hechos, no se compadecen con la realidad?

Uno tiende a pensar que hay dos alternativas: o bien los hechos están equivocados (usualmente de fácil verificación) o bien, los dichos que pretenden describirlos son falsos.

Sin embargo, hay una tercera posibilidad que también deberíamos contemplar: los dichos son verdaderos, pero meramente anecdóticos (o irrelevantes) si uno considera la pintura general. Me explico. Lo que Barañao hizo fue buscar datos en forma intencionada para exhibir algo que ‘suene’ bien, de manera tal que el ciudadano medio no pueda notar que esos datos son poco representativos.

Por definición, no sería una mentira en el sentido estricto de la palabra, pero conllevarían una intención aviesa que solamente sirve para confundir. Es por eso que me permito seguir sosteniendo que lo que dijo… ¡es mentira!

En la nota [1] que le efectuaron en el canal que tiene el diario La Nación, Barañao dijo:

“…cuando uno toma la inversión del Estado en ciencia básica como por ciento del PBI y lo compara con los países de la OCDE (hace unos meses pedí ese informe)… ¿sabe en qué lugar estamos?”

Y sin esperar respuesta, contestó él directamente:

“¡Segundos después de Corea!” (los signos de admiración son míos).

Esos son los dichos. Ahora, agreguemos un poco más de información.

En primer lugar: el informe de la OCDE a que el ex ministro hace referencia y al que se puede acceder… ¡no muestra la ‘inversión del estado en ciencia básica! [[2]]. Lo que muestra es el porcentaje del componente estatal en la inversión total en ciencia y tecnología de un país, el cual en Argentina es bastante mayor que el de la mayoría de los países de ese organismo (75% comparado con el 25% de EEUU) simplemente porque el aporte privado aquí es muy pequeño).

Pero también muestra que la inversión en ciencia básica como porcentaje del PBI es una de las más bajas (0,15% comparado con 0,45% de EEUU). Y con un detalle no menor: ese 0,15% del año 2016, en el año 2015 había sido del 0,21%, cayendo casi un 30% en un año. Y esto, sin tener en cuenta la catástrofe del 2018.

Para ayudar al ex ministro que parece haber perdido la memoria, quiero apuntar algunos hechos que quizás lo ayuden a detectar que la comunidad que él dice defender no parece muy contenta:

  1. En este momento los fondos de funcionamiento de los más de 200 institutos de investigación del CONICET son menores al 50% nominal del 2017 pese a una inflación acumulada que supera el 70%;
  2. No hay dinero para reuniones científicas;
  3. El estado no puede cumplir con los compromisos de los subsidios para compra de equipamiento de laboratorio aprobados (PMEs);
  4. Los salarios y becas perdieron más de un 30% de poder adquisitivo;
  5. En su área (la de Barañao), más precisamente en el CONICET, se redujeron 500 nuevos ingresantes por año en la carrera de investigador;
  6. No son nombrados los técnicos del CONICET que ganaron sus cargos por concursos;
  7. No se pagan los fondos de los proyectos de unidades ejecutores (PUEs);
  8. Suspendió los intercambios de investigadores co-financiados con otras agencias internacionales;
  9. Mientras tanto, el actual secretario (y ex ministro) se permite el lujo de no responder a cartas que le fueron enviadas en forma personal por el ¡90% de los directores de Instituto! (¿Serían para saludarlo agradecerle?)
  10. Y si estamos tan segundos de Corea (no aclaró cuál de las dos Coreas), ¿no convendría utilizar un poco mejor las reglas del protocolo y contestar también a las cartas firmadas por miles (miles) de científicos extranjeros y decenas de premios Nobel?
  11. Hace NUEVE meses (escribí nueve, por las dudas) que se conocieron los resultados de las elecciones del Directorio del CONICET y todavía no han nombrado a quienes ganaron (Alberto Kornblihtt y Mario Pecheny)… ¡con más del 60% de los votos! [3]
  12. Otra pregunta: las personas que suelen juntarse con pancartas y carteles en los alrededores del edificio donde Barañao (siempre) y Cecatto (hasta hace poco) concurren para cumplir con sus tareas… ¿lo hacen para festejar lo bien que las llevan a cabo o tienen algún reclamo?

Por otro lado, como el ex ministro suele decir que el grupo de personas que ‘se quejan’ son científicos capitalinos enrolados en el kirchnerismo, lo que no he logrado encontrar (pero solo porque no se buscar bien, seguro) es: ¿dónde están los apoyos de los científicos del interior? [4] O si prefiere… ¿dónde están los apoyos de los científicos capitalinos que no son K? 

Finalmente, ¿por qué necesitará, arrastrándose por las alcantarillas, exagerar y sobreactuar su macrismo, cuando es claramente visible que ningún otro ministro o secretario ni siquiera lo ensaya para no quedar en ridículo? ¿Será que el ex ministro perdió ese sentido?

Cuando este (su) ciclo se termine, intuyo que Baraño quedará solo como un paria; repudiado por unos (ahora) y descartado por otros (ya llegará Lino, es solo cuestión de paciencia): es muy difícil jugar el partido con las dos camisetas al mismo tiempo. Al final se nota.

¡Qué mal que les debe estar yendo a todos los otros países asiáticos, si la Argentina ya ha logrado superarlos en inversión en ciencia básica! No, ya sé: no solo es Gran Bretaña que con el Brexit se va de Europa: Japón, por ejemplo, decidió unirse a la comunidad europea para que al ex ministro le den bien las cuentas.

Es por eso que quiero terminar como empecé: mentira, Lino. Es mentira.

 

 

 

Nota adjunta

De acuerdo con los datos que provee la UNESCO, fíjese cómo ‘evoluciona’ la Argentina. En el 2014, el porcentaje del PBI que el país invertía en Ciencia y Técnica fue del 0.59%. En el 2015, el 0.61%. Curiosamente, desde que llegó Macri, en el 2016 (que es el último dato que se puede encontrar allí), descendió al 0.53% ¿Me equivoco o fue Macri —cuando era solo candidato y no Presidente— quien sostuvo en el debate con Scioli que habrían de llevar ese índice al 1.5% del PBI? Al Presidente se le está agotando el tiempo, y al ministro… perdón, al secretario... también. Apúrense por favor.

 

 

[1] La entrevista completa se puede ver acá: https://www.youtube.com/watch?v=Uu7jitq7hKw alrededor de los 5 minutos y 45 segundos

[2] El informe con los Indicadores de Ciencia y Tecnología de la OCDE se pueden consultar en https://doi.org/10.1787/2304277x. La página 21 muestra la inversión de ciencia y tecnología como porcentaje del PBI, la página 25 la inversión en ciencia básica como porcentaje del PBI y la página 33 la inversión en ciencia y tecnología realizada por los gobiernos.

[3] Para poder comparar con el tiempo que pasó entre las fechas en las que fueron elegidos y los nombramientos, es bueno saber que Dora Barrancos (Ciencias Sociales y Humanidades) y Mirtha Flawiá (Ciencias Biológicas y de la Salud), fueron elegidas el 27 de marzo del 2014 y nombradas el 21 de julio del 2014 (3 meses y 24 días después). En cambio, Miguel Laborde (Ciencias Agrarias, Ingenierías y Materiales) fue elegido junto a Roberto Salvarezza el 6 de julio del 2016. Laborde tuvo que esperar 1 año y 4 meses (hasta el 8 de noviembre del 2017) para que lo nombraran. Mientras tanto, cuando se iban a cumplir dos años y el gobierno se resistía a nombrar a Roberto Salvarezza, los salvó la campana, ya que a Salvarezza el pueblo lo eligió como diputado de la Nación. Recién allí, y después de 1 año y 11 meses, el gobierno nombró a Roberto Rivarola que había salido segundo. Son verdaderamente impresentables.

[4] Para tener una idea de lo extendido que está el reclamo en todo el país, una de las cartas a las que hice referencia más arriba fue suscripta por el 90% de los directores de institutos, firmada por 245 directoras y directores de institutos que están distribuidos en 22 provincias de todo el país: todas las que tienen Instituto del Conicet. Firmaron todos los directores de Córdoba, todos los de Rosario, todos los de Tucumán, todos los de Santa Fe, la enorme mayoría de los de la Patagonia. Si esto no sirve como evidencia del reclamo del sector científico y el repudio a Barañao, es porque hay más provincias en la Argentina que las que yo conozco y más institutos escondidos en alguna parte.

 

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