NÉSTOR Y LA UTOPÍA DE LA IGUALDAD

Un sistema de seguridad social que no discrimina, el mejor legado de Kirchner

 

Conocí a Néstor Kirchner en una camioneta que transportaba a unas diez personas desde el aeropuerto a la mina de carbón de piedra de Río Turbio, donde iba a anunciar la implementación de un régimen especial de seguridad social para los trabajadores de la minería. El proyecto de decreto normativo era de mi autoría, por lo cual acompañé a Sergio Massa al anuncio y en un momento Néstor se acercó y conversó con nosotros unos minutos. Ese momento está grabado en mi memoria, al igual que conocer la mina de Río Turbio y a sus trabajadores, hecho que me permitió tomar dimensión de lo justo que significaba reconocerles aquel régimen especial. Ningún medio nacional le dio la más mínima importancia a la noticia aunque para aquellos que trabajan en la mina tuvo una trascendencia enorme.

El 27 de octubre se cumplió el décimo aniversario de la muerte de Néstor Kirchner. Hubo infinidad de conmemoraciones a lo largo y ancho de nuestra patria. Miles de personas en forma explícita y millones en forma silenciosa lo recordaron con inmenso cariño. Imagino que ese reconocimiento y afecto espontáneo, para muchos adalides de la derecha recalcitrante, habrá saturado su morbosidad. El reconocimiento de la humanidad del mensaje, de la firmeza en las decisiones y de la coherencia ideológica que impulsó el accionar político, económico y social de Nestor Kirchner confluyen en el amor y la admiración de todos aquellos que fueron cautivados por su personalidad y dedicación.

Cientos de invitados a los medios de comunicación recordaron infinidad de anécdotas e historias de las que fueron testigos junto a Néstor, el Flaco o Lupín, como cada uno lo recordaba según la parte de su vida que había compartido con el ex Presidente. Infinidad de discursos y relatos desfilaron por las pantallas de televisión y las redes sociales, incluso algunas imágenes que lo muestran muy joven. Miles de personas a pesar de la pandemia optaron por tomar las calles y las rejas de la Casa Rosada fueron receptoras de un gran mural de flores de una belleza impactante. Las paredes se llenaron de murales que el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires rápidamente borró.

Sin duda fue un día muy emotivo, pareció como si la historia se tomara revancha y dijera que a los grandes hombres y las grandes mujeres se les recuerda con amor y con pasión. Pero quizás lo más impactante del día fue que se recordara su obra, su estilo y su inclaudicable vocación por lo nacional y popular. La mayoría de los medios pusieron el acento en el accionar de Kirchner en defensa de los derechos humanos, entendidos como el derecho a la libertad, a la identidad, a la condena de aquellos que participaron del golpe cívico/militar de 1976 y que fueron responsables de crímenes de lesa humanidad, y está muy bien rescatar esa faceta. También se le dedicaron muchos minutos de aire y páginas de tinta a la renegociación de la deuda externa y el proceso de desendeudamiento nacional en relación con el FMI. Hubo muchos recuerdos representativos del esfuerzo de Néstor por consolidar la “Patria Grande” y en especial la reunión de Mar del Plata donde con el accionar coordinado de otros líderes latinoamericanos se dio por tierra el ALCA impulsado por Estados Unidos. Pero lo que más se vio, se oyó o se leyó ese día fue la empatía que desbordaba en cada discurso, en cada abrazo o en cada decisión.

Sin embargo quisiera rescatar desde estas líneas algo a lo que los medios, como de costumbre, le han dedicado escasa atención y espacio pero que para mí es lo verdaderamente relevante y en cierta manera revolucionario del accionar de Néstor: su conjunto de ideas y decisiones en materia de políticas sociales. Un sucinto racconto nos ayudará a dimensionar el impacto de las mismas:

  • Durante el período mayo 2003 a diciembre 2007 tuvieron lugar doce aumentos jubilatorios.
  • La jubilación mínima, que en mayo de 2003 ascendía a 220 pesos, pasó a 600 en diciembre de 2007, representando un incremento del 273%. Por otro lado la inflación en todo ese período fue del 44,10%, por lo que la recuperación del poder adquisitivo de las prestaciones fue notorio, situación que impactó directamente en la calidad de vida de un amplio sector vulnerable.
  • En cuatro años la jubilación creció, en términos reales, casi al doble.
  • Las tarifas públicas fueron subsidiadas por el gobierno, lo cual representó un significativo alivio económico para los más vulnerables.
  • Cuando llegó Néstor al gobierno el país abonaba 1.687.224 jubilaciones. Si tomamos la Encuesta Permanente de Hogares de esa fecha quedaban fuera del sistema 2.170.046 personas mayores de 65 y 60 años, de las cuales 596.934 eran hombres y 1.579.528 mujeres. Para diciembre de 2007 la totalidad de las mujeres mayores de 60 y los hombres mayores de 65 años de edad que así lo desearan podían acceder a un beneficio jubilatorio. Ello debido a la implementación del Plan de Inclusión Jubilatorio a partir de un sistema de moratorias que permitían regularizar aportes habida cuenta de los problemas de empleo que habían dejado los años de neoliberalismo (contratos laborales “basura” donde el mismo Estado permitía contratar personal sin obligación de efectivizar aportes y contribuciones pero manteniendo la obligación de acceder a un beneficio jubilatorio luego de registrar treinta años de servicios con aportes; o privatizaciones con retiros voluntarios, que en los hechos significaron que cientos de trabajadores de mediana edad se retiraran del mercado laboral pero no pudieran reinsertarse en el mismo años después, dificultándoles esa situación en acceso a la jubilación; etcétera).
  • Se reimplantó el régimen previsional docente, el de los mineros, el de los trabajadores de Luz y Fuerza que hubieran cesado antes de 1994 y el de los científicos.
  • Se incorporó la garantía del haber mínimo en el régimen de capitalización.
  • Se dictó la ley 26.222 que modificó el régimen de capitalización y fue el primer paso en el camino de la reestatización del sistema de jubilación privada con el reinado de las AFJPs.
  • Se creó el Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS).
  • Infinidad de pequeñas acciones, todas en el mismo sentido, que serían la base para la gran transformación del sistema de seguridad social producida durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner a partir de diciembre de 2007.

Pero todos esos logros empalidecen ante lo que entiendo fue el logro más representativo de la política social de gobierno en aquellos tiempos, a partir de lo cual quedó sellado el mayor avance conceptual en materia de seguridad social de la historia argentina. Ese logro cristalizó la diferenciación entre un esquema de seguro social –que da prestaciones exclusivamente a quienes aportan a ese sistema– respecto de un sistema de seguridad social, que brinda cobertura a todos los ciudadanos que padecen una contingencia social. Así, mientras el seguro social reemplaza al salario, la seguridad social cubre la necesidad temporal de cada persona sin importar cuál es su aporte al régimen, respetando el conjunto de derechos humanos sociales y económicos que enarbolan (al menos desde el discurso) dirigentes de todos los sectores. Mientras un seguro social se basa en una solidaridad entre iguales, la seguridad social se basa en una solidaridad social e integral. Mientras el seguro social consolida el status quo, la seguridad social transforma la realidad, promueve la igualdad y rompe con la discriminación entre trabajadores formales e informales, entre hombres y mujeres.

En este punto me permito señalar que las cartas magnas constitutivas de casi todas las naciones democráticas establecen como principio fundamental la igualdad entre quienes la integran. Esta igualdad es una derivación directa e innegable de la verdadera dignidad del ser humano, que pertenece a la realidad intrínseca de la persona sin importar su raza, edad, sexo, orientación sexual, credo, nacionalidad o partido político. La dimensión democrática de la solidaridad social recrea los ideales de fraternidad e igualdad originados en la Revolución Francesa, que proclamaban la inclusión como ciudadanos libres e iguales a personas y grupos hasta ese momento excluidos como tales. Si bien el concepto de ciudadanía ha contado con distintos significados desde su nacimiento en Grecia (hace al menos veinticuatro siglos) a la fecha, el más interesante hoy en día es el asociado al concepto de “ciudadanía social”, que entiende que ciudadano es aquel que en una comunidad política goza no sólo de los derechos civiles y políticos –vinculados con el ejercicio de la libertad individual y la participación política– sino también de los derechos sociales cristalizados a partir del acceso al trabajo, a la educación, a la vivienda, a la salud y a las prestaciones sociales en tiempos de especial vulnerabilidad. Estos derechos sociales estarían asegurados por el Estado nacional, entendido como el Estado social de derecho. Por eso entiendo que a partir de las políticas sociales que Néstor impulsó, la Constitucional nacional con su artículo 14 bis pudo tener un correlato tangible y palpable en el seno de la sociedad argentina.

Siento en mi corazón que el accionar en materia social de Néstor, continuado por Cristina, configuran el legado popular por el cual se los recordará. Y esto no opaca la grandeza de los restantes logros ni la admiración que producen. La diferencia radica en que el alcance de las políticas sociales implementadas abarca el reconocimiento integral de los derechos humanos, es decir tanto los de primera generación (vinculados a derechos civiles y políticos) como los de segunda generación (derechos sociales, económicos y culturales), por lo que su potencia es indiscutible. A lo largo del tiempo se dan marchas y contramarchas, avances y retrocesos en la construcción, pero cada hito social deja un mojón que tarde o temprano vuelve a renacer.

Este es mi pequeño homenaje a un hombre que supo hacer y que actuaba como pensaba. Quisiera terminar esta nota con un extracto del discurso de Cristina Fernández de Kirchner del 29 de diciembre de 2009, anunciando la creación de la Asignación Universal por Hijo (AUH): “Las sociedades donde han alcanzado desarrollo y crecimiento social, han sido (exitosas) porque han podido generar puestos de trabajo muy bien remunerados y un sistema de seguridad social que ha cubierto a todos los sectores”.

No tengo dudas que este es el camino y que si estuviera Nestor Kirchner trabajaría denodadamente en consolidar esta idea, como lo hizo hasta que se lo llevó la muerte. No olvidemos nunca su legado.

¡Hasta siempre Néstor!

 

 

 

 

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