NI LAS CASAS DE LA TUPAC RESPETA MORALES

El gobierno de Jujuy sigue destruyendo la obra social de Milagro Sala

 

Gerardo Morales parece haber construido una nueva herramienta de persecución política. Históricamente, el Instituto de Vivienda y Urbanismo de Jujuy fue uno de los espacios claves para el negocio inmobiliario y el control social vía políticas asistenciales. El ingreso de la Túpac Amaru al mundo de la construcción cambió esas reglas de juego. La Túpac construyó barrios y ciudadanía de la mano de una política que venía a resolver un déficit habitacional estructural. Desde el cambio de gobierno, Morales abrió todo tipo de frentes contra Milagro Sala. Incluso entró al Alto Comedero, el barrio más simbólico de la organización, colocando a un interventor. Se apropió de la escuela, del complejo de deportes, de la pileta, espacios de salud y recreativos. Pero hasta ahora no había avanzado de modo tan claro sobre las casas.

El IVUJ está presidido por Walter Morales, hermano del gobernador. El martes al mediodía, funcionarios del organismo entraron al Alto Comedero para marcar una veintena de casas. Sin ningún aviso previo, ni orden judicial, cambiaron las cerraduras de las viviendas de moradores que a esa hora no estaban. Y les dejaron una faja sobre paredes, puertas y rejas con la leyenda: casa recuperada. Una frase que el diputado Juan Manuel Esquivel, del Frente Unidos y Organizados, denuncia como muestra de obscenidad. La incursión a plena luz del día, sin tapujos ni pudor, genera terror entre habitantes que a la noche volvieron a ocupar las casas luego de hacer una denuncia y donde ahora mantienen guardas sucesivas para impedir el saqueo.

 

"Estamos recibiendo todavía información", dice Esquivel. Hubo ingresos del mismo tipo en casas construidas en todas las etapas del barrio. "El asunto es que más allá de que el IVUJ haya estado haciendo relevamientos, como seguramente los viene haciendo, pidiendo a la gente que regularice los papeles, etcétera, etcétera, lo que no pueden hacer es ir y sacarlos. Que se metan a las casas, así nomas, sin ir y hacer un pre-aviso, sin ir, y decirles: Mire, usted vive acá y pasa tal cosa. ¡No! Fueron y les cambiaron las cerraduras. Debería haber habido una orden judicial. Si no Morales borra nuevamente lo que escribió con la mano. Cuando denunciaba que Milagro ponía y sacaba gente de las casas. Eso es lo que él está haciendo, porque se mete en las casas, con la obscenidad de poner un cartel en colores que dice ¡Viviendas recuperadas!".

El martes 31 al mediodía, cuando Milagro se descomponía —pocas horas después iba a ser llevada nuevamente ante un Tribunal presidido por una jueza bochada en los exámenes, que la expulsó del juicio cuando quiso hablar y prohibió el ingreso a la prensa—, el hermano del contador entraba con el IVUJ al barrio para clavarle al calvario todavía más estacas. Los vecinos no recibieron notificaciones previas. Volvieron a sus casas corriendo cuando otros les avisaban lo que había pasado. Buscaron cerrajeros. Salieron a hacer la denuncia a la policía que les dijo que el IVUJ había pedido refuerzos para entrar al barrio pero sólo a modo testimonial. Y fueron al instituto a repetir lo mismo. Allí les dijeron que les sacaron las casas porque las casas son del Estado. Entre las víctimas hay dos mujeres que fueron docentes de los institutos que tenía la Túpac, antes de que se los expropiaran.

Una de ellas, madre de cinco hijos, trabajadora de día y de noche, con más de cincuenta años, dice lo siguiente sin nombre y apellido porque está aterrorizada: "¿Se puede imaginar usted, señora, lo que significa eso?", pregunta. "¡Cambian la cerradura! ¿Cómo puede ser eso? Yo puedo entender que me hayan puesto una faja, pero que me entren a la casa, y cambien la cerradura, señora, no puede ser. Lo que más me duele es que hayan entrado a mi casa. Cuando me fui al IVUJ a la tarde, me dijeron que eran casas del Estado.

—¡Y yo también pertenezco al Estado! —les dije— Y el Estado cómo es, tiene el tupé de entrar a mi casa, ¡cambiar la cerradura! ¿A usted le parece! ¡Todo porque es el Estado! Sabe que, le dije: El Estado también soy yo, yo pertenezco al Estado, soy argentina, pago mis impuestos. Y después me dicen que las casas no están pagadas. En cualquier caso, digo yo, pueden decir y avisar, y la gente en cualquier rato puede pagar las casas y listo. Pero, ¿cómo, cambiar las cerraduras?"

Mientras todo esto sucedía, Walter Morales se presentaba como en una infamia, en un programa de radio en el que no dijo una sóla línea de lo que estaba sucediendo. Lo que dijo sin embargo, puede servir para interpretar el mensaje: interpeló a los habitantes de las casas por las moras y anunció un aumento en las cuotas, una estructura de viviendas que se supone destinada a abastecer un déficit habitacional de estructura, corrido ahora con la vara del ajuste.

Esquivel explica que esta situación genera un doble problema para los habitantes del barrio. No solo está la expulsión, sino el estigma. Así como Milagro no soporta que la traten de ladrona, aunque sabe que todas las causas están amañadas para perseguirla, pero aún así, eso se le trasforma en una pesadilla, los vecinos del Alto Comedero se encuentran frente al mismo problema. Los que encontraron la faja de clausura y luego decidieron entrar de nuevo a sus casas donde habían dejado hasta los platos sin lavar, entienden que el barrio los mira para señalarlos y esa faja se trasforma en otra forma de reforzar los estigmas.

"Mis hijos ya son grandes y los más chicos hoy están estudiando", dice la misma mujer. "Se fueron a la escuela porque no podemos quedarnos acá, esperando que vengan. Ellos tienen que rendir. Y yo tengo que trabajar en varios lugares, entro temprano y vuelvo a la noche, porque a mí me importa el porvenir, un bienestar mejor. Yo no tengo hijos que no hacen nada. Gracias a Dios, lo que tengo me lo gané. Si me fui a los piquetes era porque reclamaba algo justo para todos. Yo trabajé. Gracias a Dios tengo trabajo. No es que soy una ignorante. Y lo que tengo no me vino de arriba. Por eso todo esto me da rabia".

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