No llores por mí, Argentina

La revancha electoral de Milei

René Magritte, El arte de vivir, (1967), intervenido por Navaja y animado por Silvia Canosa

La victoria obtenida por el gobierno de los Hermanos Milei en los comicios de ayer repite la sorpresa y la extensión de aquella que los instaló en 2023. Tal como anticipamos en la nota principal de ayer, una vez más ningún sondeo previo anticipó la nueva ola morada que fortaleció al gobierno. Por eso El Cohete nunca publica esas elucubraciones inútiles. Lo menos esperado fue la caída de Fuerza Patria en la provincia de Buenos Aires, de lo cual su gobierno no dio cuenta en el mensaje de asunción de la derrota, en el que repitió lo que había sido su discurso de campaña, como si nada hubiera ocurrido. En el principal distrito del país, un candidato recién incorporado a La Libertad Avanza, que reemplazó de urgencia a otro, corrido por sus nexos con el narcotráfico, se impuso por medio punto porcentual sobre un oficialismo que en septiembre lo había aventajado por 13 puntos. Hasta febrero, las encuestas tendían a coincidir con el resultado de ayer. Pero a partir de allí, el clima varió y se llegó al momento de las elecciones con lo que hasta el gobierno consideraba un probable empate. Esto se debió a episodios como la criptoestafa $Libra (por la cual son investigados tanto aquí cuanto en Estados Unidos, el presidente y su hermana); la fulminante popularidad de la antigua Guantanamera con una nueva letra dedicada a la Zarina; las revelaciones sobre el financiamiento del primer candidato a diputado nacional bonaerense por un detenido cuya extradición había reclamado Estados Unidos por narcotráfico y lavado de dinero; la seguidilla de votaciones contrarias en el Congreso a decretos y vetos presidenciales sobre la salud pública, la educación, las empresas del Estado y el descontrol de las fuerzas de inseguridad que apuntan con balas de goma y cartuchos de gas lacrimógeno a la cabeza de quienes protestan. A esto se sumó la agudización de la crisis económica, con la producción y el empleo hundidos en forma voluntaria por el gobierno, para controlar la emisión monetaria y aumentar las tasas, de modo que la cotización del dólar no se espiralizara durante la campaña electoral. Ni el blanqueo de capitales, ni un repo bancario, ni el auxilio de emergencia del Fondo Monetario Internacional pudieron detener la corrida cambiaria en las dos semanas previas a las elecciones.

Ése fue el momento de la intervención del gobierno estadounidense, que prometió sostener al gobernante más afín en la región, siempre que se impusiera en las urnas, porque de otro modo "no seremos generosos". Milei fue sometido a humillaciones sin precedentes, que agradeció sin parpadear, como la transmutación de una programada reunión bilateral en un almuerzo-conferencia de prensa. Trump lo dedicó a la autoalabanza por su rol de pacificador en Medio Oriente y Ucrania, y cuando Milei lo felicitó, no hubo intérprete que tradujera sus palabras, cosa que Trump desechó. En otro encuentro con periodistas, pero ya sin Milei, Trump dijo que la prometida ayuda se debía a que la Argentina "se está muriendo". El ministro de Economía estadounidense Scott Bessent, confesó en otra entrevista el interés de su país en el uranio argentino y que Milei le había prometido alejar a la Argentina de China. En realidad, no es sólo el uranio, sino la docena y media de elementos que brillan a la izquierda de la tabla periódica de los elementos químicos metálicos, como Gadolinio, Lantano, Cerio, Praseodimio, Neodimio, Prometio, Samario, Europio, que, junto con minerales críticos como Litio, Vanadio, Cobalto, Galio, Níquel y Platino, son imprescindibles para producir computadoras, autos eléctricos, misiles, celulares, turbinas, satélites y equipos médicos. Casi en su totalidad son producidos y procesados por China. Nicolás Malinovsky y Diego Hurtado son dos científicos argentinos que han escrito en El Cohete sobre la apetencia estadounidense por ellos, además del programa nuclear argentino. Ese interés estadounidense es anterior a la segunda presidencia de Trump. Lo hizo explícito en una reunión con políticos el ex embajador Marc Stanley y en presentaciones ante el Congreso de su país la ex jefa del Comando Sur, generala Laura Richardson.  Stanley dijo en aquella ocasión que la Argentina tenía los recursos minerales, energéticos y alimentarios que el mundo necesitaba, que Estados Unidos estaba dispuesto a participar y que todo debería realizarse con acuerdo de los principales partidos, sin esperar al proceso electoral que se avecinaba. Milei les dio la oportunidad de entrar en acción. Como se ve, hay novedades que no son muy nuevas. La primera ministra de Relaciones Exteriores de Milei, Diana Mondino, firmó un memorándum de cooperación con Estados Unidos "para la gobernanza, la inversión y seguridad de las cadenas de suministro a nivel global".  Ante el Congreso argentino, Diego Hurtado explicó que  tal memorándum se inserta en la estrategia para la seguridad de los minerales críticos, que Washington comparte con el Congo, República Dominicana, Ecuador, Namibia, Perú, Serbia, Ucrania, Uzbekistán y Zambia. Stanley y Richardson hablaban como si esos recursos les pertenecieran. Ya sabemos por qué.

Coincidente con el comienzo de la veda preelectoral, llegó a Buenos Aires para encabezar una convención mundial del principal banco de Estados Unidos, el JP Morgan, su presidente, Jamie Dimon, quien recibió a Milei en el Museo Nacional de Arte Decorativo. Es uno de los tres bancos que Bessent seleccionó para encargarse de la venta de dólares en el mercado argentino y organizar un canje de deuda sobre el que no se conocen los detalles. La pregunta que se hicieron hasta los guacamayos mediáticos que repiten los disparates que dice Milei fue si esa ostensible dependencia de Estados Unidos, que debería contener la corrida cambiaria e impedir que el gobierno se derritiera como un iceberg ante el cambio climático, incidiría en forma negativa en las urnas. Ayer quedó claro que no. Tanto el jefe de gabinete Guillermo Francos cuanto el propio Milei, fueron inteligentes al comenzar sus respectivas alocuciones sobre el éxito de la Boleta Única de Papel, que permitió conocer el 90% de lo escrutado antes de las nueve de la noche. Milei por primera vez pareció amplio al invitar a los demás partidos (salvo el peronismo, por supuesto) a sumarse a sus filas. Está claro que necesitará de ellos porque a pesar de su victoria aún carece de la mayoría necesaria para avanzar con las leyes que ha prometido, sobre el trabajo asalariado y los impuestos. Incluso fue sutil en relación a su propio partido, porque agradeció uno por uno a cada ministro, incluso al renunciante Gerardo Werthein, a quien atribuyó los acuerdos con Estados Unidos. Comenzó por Francos y concluyó con Santiago Caputo, de modo que todas las versiones sobre cambios en el gabinete entran en pausa.

Buscar las explicaciones de lo sucedido llevará tiempo. Pero hay una norma general que se aplica: los electorados son más lentos que las élites. Si le otorgan la confianza a un presidente, sobre todo en medio de una crisis como la que padecía la Argentina luego de los gobiernos de Maurizio Macrì y el Doctor Fernández, los votantes no tienden a golpearlo en la primera prueba posterior a su asunción. En la historia reciente del país, la única excepción fue Fernando De la Rúa, por razones que no es el momento de explicitar. La separación de José Luis Espert de la lista bonaerense, el apoyo de las finanzas de Wall Street y el acto de cierre de campaña en Rosario, mostraron que, a pesar de todo, Milei podía retomar la iniciativa.

Dentro de este panorama general, en el que Milei superó el 40% de los votos válidos emitidos, en la elección general menos concurrida desde el derrocamiento de Perón en 1955, la provincia de Buenos Aires requiere una atención especial. Una constante de dos décadas es que el peronismo no gana elecciones intermedias en Buenos Aires. La última vez había sido en 2005, cuando CFK acabó con el duhaldismo. Así como la victoria parece haber apaciguado las pugnas internas libertarias, es probable que la derrota agudice las del peronismo. Como advirtió una y otra vez El Cohete, los próximos dos años no serán fáciles para el gobernador Axel Kicillof, que empezó su campaña presidencial de la peor manera, tomando distancia de CFK y con excesiva antelación.

Ella se opuso al desdoblamiento de las elecciones bonaenses justamente tres años antes del recambio presidencial, el 9 de diciembre de 2024. "Sigo creyendo, junto a otros compañeros y compañeras que, en las próximas elecciones parlamentarias en la provincia de Buenos Aires, tanto nacionales como provinciales, lo mejor para los bonaerenses en general y para el peronismo en particular es votar una sola vez, el 26 de octubre" recordó el 14 de abril de este año en las redes antisociales . "O sea: elecciones concurrentes tal y como se viene haciendo hace más de 40 años, desde el advenimiento de la democracia, y bajo administraciones de distinto signo político". Mencionó los cuantiosos recursos por el desdoblamiento electoral con una diferencia de apenas seis semanas, "en el marco de las dificultades económicas y de toda índole, que está atravesando la sociedad producto de las políticas de Milei", a cuya resistencia deberían dedicarse todos los esfuerzos y recursos.

"Más de mil obras públicas paralizadas, 8 de cada 10 nuevos desempleados son bonaerenses, la actividad económica cayó 8 puntos interanual, el consumo tiene su peor descenso desde 2016 y se perdieron 11 puntos de Coparticipación Federal. Estas son sólo algunas de las calamidades acontecidas desde la llegada de Milei a la Casa Rosada". Los presidentes de los bloques legislativos provinciales Teresa García y Facundo Tignanelli habían presentado un "proyecto de ley de concurrencia electoral para que los bonaerenses voten una sola vez". Como presidenta del Partido Justicialista Nacional, Cristina les solicitó que lo retiraran y que apoyaran "el proyecto de ley del compañero gobernador, que fuera firmado por la oposición (UCR, LLA y el PRO)", a pesar de "seguir creyendo que desdoblar las elecciones en las Provincia de Buenos Aires es un error político (Dios quiera que me equivoque)".

No fue una plegaria atendida.

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