No me gusta Bach

Si se elimina la ambigüedad a un artista, se lo destruye

Ilustración: Gio Fornieles.

 

Cate Blanchett, en una actuación descomunal y multi premiada, interpreta en Tár a una directora de orquesta que está a punto de dirigir la Sinfonía No. 5 de Gustav Mahler y consagrarse como “la primera mujer titular de la sinfónica de Berlín”. La película de Todd Field complejiza el camino de un artista y la cancelación de su carrera, sin sentenciar ni aleccionar. Lydia Tár es una compositora brillante pero un comportamiento oscuro con una pasante la llevará del primer puesto al último: el exilio de las Sinfónicas más importantes del mundo. En una secuencia en la que Tár ofrece una master-class en la escuela de música Juilliard, uno de sus alumnos manifiesta el rechazo absoluto para interpretar a Bach: “¡No me gusta Bach! Como persona BIPOC y pangénero no puedo aceptar la vida misógina de Bach”. La directora confronta a sus alumnos a no seguir los criterios selectivos de la época. “Deberías poder frenar tus ganas de sentirte ofendido –le dice a su alumno–. El problema de declararte un disidente es que si el talento de Bach puede reducirse a su género, sexualidad y raza, el tuyo también, y cuando dirijas una orquesta, ¿con qué criterio esperas que te evalúen?” Durante dos horas y media, la película pone en cuestión el tema controversial de la vida ¿privada? de un artista y las acusaciones que recibe por su comportamiento.

 

Aceptar o cancelar

“Esta época lee mal porque lee desde la identidad. Los pro-wagnerianos ven a Wagner como Dios. Los anti-wagnerianos lo ven como un nazi. El problema es que Wagner no es ni solamente Dios, ni solamente un nazi, sino las dos cosas a la vez. Si se elimina la ambigüedad a un artista, se lo destruye”. La cita es de Ariana Harwicz, escritora argentina radicada en Francia, que viene pronunciándose en contra de la cancelación y la precaución de no ofender a nadie en creaciones artísticas. No se trata de que Wagner haya apoyado al nazismo (murió en 1883), sino que fue el régimen nacionalsocialista el que se aprovechó de las óperas del compositor como una liturgia necesaria para el partido del Tercer Reich.

La época es el tiempo del ofendido. La ofensa cataliza una pertenencia, un tipo específico de identidad y posición frente al mundo. Un ser y estar que excluye todo aquello que no queda circunscripto. Dime qué te ofende y te diré a qué micromundo perteneces. Me declaro feminista y a partir de esta porción de identidad todo lo que queda afuera puede ofenderme. Viva la diversidad, pero… que la diversidad me respete, a la manera que yo creo. Pretender que una obra se adecúe a una ideología anticapitalista, o antirracista, feminista o pro-inmigración para defender buenas causas es, cuánto menos, paradójico. Mientras se le atribuye un poder político que fue previamente abandonado por la discusión política, se mutila su despliegue, el juego al que es llamado el arte, celebrar la tensión, hacer nido ahí en donde no hay obediencia, donde algo puede ser bello y horroroso sin sentencia.

En el año 2019, el premio Nobel de Literatura concentró un enorme repudio; figuras de la literatura como Salman Rushdie o Joyce Carol Oates apoyados por el Pen Internacional (asociación mundial de escritores), escritores bosnios, políticos y funcionarios culturales, se manifestaron en contra de que se premiara al escritor austríaco Peter Handke. “Por ser una persona de bajísima calidad moral por su apoyo a Serbia durante la guerra de los Balcanes”. Handke, especialista en la obra de Kafka, es un renombrado autor de teatro y también guionista de cine. Wim Wenders y él se conocieron en el colegio en 1966 y afianzaron su amistad trabajando juntos. El miedo del portero ante el tiro penal es una novela que fue adaptada al cine por Wenders en 1972. Los guiones de Handke tienen la cadencia y la atmósfera de Wenders. Los temas de su literatura no son ajenos a la provocación. La obra de teatro Insultos al público es una rebelión en la que los actores increpan al público sin ninguna acción más que esta apelación; fue puesta en escena en el Aula Magna de la Facultad de Medicina de la UBA en octubre de 1971. Las alas del deseo (1987), obra de una lírica inigualable, elevó a Wenders a ser parte del cine mundial. El guion fue escrito por Peter Handke, inspirado por las Elegías de Rilke. No alcanza el espacio de esta nota para hablar sobre la obra de Handke, pero con un par de títulos en los medios periodísticos alcanza para rechazar un universo enorme de poética y belleza, que se pierde con la cancelación.

 

Peter Handke. Foto: César Cabrera.

 

El Nobel nunca está exento de polémicas. En 2018 fue suspendido por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial por un escándalo: 18 mujeres denunciaron que habían sido acosadas sexualmente por Jean-Claude Arnault, un fotógrafo vinculado a la Academia. Algunos miembros renunciaron y el premio fue postergado. Cuando la intimidad es espectáculo y el show es perplejidad se vuelve difícil –si no imposible–escindir la moral de la función. La época necesita una narrativa nueva para ser contada.

Los defensores de la práctica de la cancelación no se reconocen como censores. Se pronuncian en casos puntuales en los que un acto viene a alterar cierto orden público que merece ser salvado, resguardado. Se busca consenso para confirmar que artistas, intelectuales, artesanos de las letras y las palabras deben responsabilizarse de actos o hechos de su vida por ser públicos.

“En este contexto, yo anunciaría el fin del arte. Si Dios murió, también puede morir el arte, tranquilamente”, asegura Harwicz en su ensayo El ruido de una época. Si Dios y el arte han muerto, ¿qué/quién ha ocupado ese espacio sagrado?, no tanto “divino” por una supremacía religiosa sino más bien por el ejercicio de fe que supone admirar el arte y suspender la razón.

Habría que pensar qué novedades surgieron estos últimos años para que el carácter de una obra se vea subyugada por la vida de su creador.

 

Creación-creador

 

 

“Por hacerte con las riendas de los medios a escala global, por fundar y estructurar la nueva democracia digital, por trabajar a cambio de nada y ganar a los profesionales en su propio juego, el personaje del año eres tú”.

Con esas palabras, la revista Time anunciaba que el personaje del año 2006 éramos todos nosotros. Cada uno de nosotros podía verse reflejado en la portada de Time en la que una pantalla de computadora era un espejo. La revista, que desde el año 1927 tiene la tradición de seleccionar una figura que se haya destacado en el año, advertía que “la época” era la del individuo creador de contenido. Yo, tú, él, nosotros, vosotros, ellos. Todos creadores de obra. Propagadores de la autoficción que alcanzaría su éxtasis a partir del nacimiento del ágora digital del siglo XXI, el hijo de Mark Zuckerberg: Facebook. El Señor de las redes sociales. Facebook nuestro que estás en la web, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu Reino y hágase tu voluntad, en la tierra como en la red, danos nuestro post de cada día, perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden, no nos dejes caer en la tentación de abandonar y líbranos del mal. Amén.

 

Literatura ¿comprometida?

“Su obra está fuertemente marcada por la época del apartheid, lo que, lejos de darle carácter local, la convierte en universal”. La Academia Sueca argumentó de esta forma el Nobel de literatura al escritor sudafricano J. M. Coetzee en el año 2003. Coetzee construyó una obra que describe los efectos del racismo. A través de una prosa simbólica plena de metáforas y alegorías, resulta difícil discernir cuánto es confesión y memorias personales escritas en tercera persona. Precisamente, uno de los intereses intelectuales del escritor es el concepto de “ficción confesional”: cuánto de ficción y cuánto de confesión hay en una autobiografía. Para Coetzee estas categorías se vuelven completamente difusas. El autor considera que por un lado existe la verdad de los hechos, fácil de adulterar porque ¿cuán objetiva es la realidad?, existen puntos de vista. Por otro lado, existe una verdad más elevada que, aunque pueda tratarse de asuntos propios, en su carácter de universales exceden la identificación con la vida del autor. En este sentido, Barthes plantea en un ensayo de 1967 que el autor se desdibuja a medida que el texto, apropiado por el lector, va constituyéndose en una obra infinita que ya ha sido expresada en textos anteriores. Para Barthes, el autor debe desaparecer para que el lector exista. ¿Cuáles son las obligaciones del autor con el lector, más allá de la verosimilitud libre de engaños? ¿La autobiografía es un procedimiento literario en beneficio de la creatividad o una narrativa narcisista del sujeto contemporáneo? Coetzze escribió sobre esto en Verdad en la autobiografía, en donde aparece por primera vez una ética de ese género literario: “Toda autobiografía es narración, toda escritura es autobiografía”. La lógica de J. M. Coetzee es compartida con Borges: “Toda literatura es autobiográfica, finalmente. Todo es poético en cuanto nos confiesa un destino”.

 

Redes sociales

“A la Argentina de Milei, la vivo junto a mis hijos y no me gusta, pero entiendo que había procesos impostergables que realizar dentro de la economía argentina”, dijo Fito Páez en una entrevista en España, y agregó que “las utopías no sirven para nada. Las políticas de izquierda, del marxismo europeo y del americano, fracasaron como proyecto histórico”. La idea de “lo impostergable en la economía” es la narrativa política instalada por este gobierno para realizar un ajuste extremadamente riguroso, cruel, inhumano y exigido por el Fondo Monetario Internacional. Páez ya había generado polémica cuando dijo: “Si bailas esa que te van a perrear y te van a garchar toda la noche es problema tuyo. Después, cuando vayas a defender los derechos, no me pidas que te apoye”. En el mismo programa aseguró nunca haber sido kirchnerista y que fue un error la carta que publicó en 2011 por la victoria de Mauricio Macri. Se nota que, en la vida de Fito, faltan las charlas con Horacio González. Sin embargo, más allá y/o más acá, Fito Páez es el creador de bellezas, el mismo que escribió “Tu amor abrió una herida porque todo lo que te hace bien siempre te hace mal, tu amor cambio mi vida como un rayo para siempre, para lo que fue y será”. Los versos más lindos que abren una canción de amor. Fito creó una ética y una estética con el disco El amor después del amor, el álbum más vendido de la historia del rock en la Argentina por su calidad musical y lírica. Fito tiene una obra que respalda su lugar en el rock nacional. Fito se expresa y opina, también.

Al artista de hoy, la época le exige consagrarse no a su creación sino a sus seguidores. El triunfo del individualismo hace del sujeto creador, un sujeto alienado. El personaje del año 2006 de Time es hoy creador-creado-creación-opinión, obra en/de sí mismo. La opinión es la obra de estos tiempos. Lo que no puede una obra lo puede la opinión.

El arte debería celebrar la paradoja, la contradicción, la poética de lo múltiple. “¿Me contradigo? Muy bien, me contradigo, soy amplio, contengo multitudes”. Con estos versos, Walt Whitman pasaba a ser uno de los poetas más grandes del verso libre moderno.

 

 

 

 

* La autora es licenciada en periodismo.

 

 

 

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