No me importa, se importa

La agricultura familiar arruinada por la política nacional

Néstor Villacorta.

 

Néstor Villacorta es representante de la Federación de Trabajadores por la Economía Social (FETRAES), rama rural. Vino cuando era muy chico desde Jujuy. Es hijo de productor, su crianza fue en el campo, en Parque Pereyra Iraola. Actualmente es trabajador de la parte agraria junto con doce cooperativas y tres asociaciones de pequeños productores. Están ubicados en el cinturón hortícola de La Plata, Berazategui, Florencio Varela y Parque Pereyra Iraola. Más del 80% de los trabajadores son arrendatarios de pequeñas parcelas, de media a dos hectáreas. En diálogo con El Cohete a la Luna, manifiesta que la apertura importadora del gobierno de Milei está destruyendo la agricultura familiar.

 

 

“La apertura de la importación nos perjudica”, reafirma Villacorta. “Veníamos produciendo demasiado, tenemos que tener políticas de ordenamiento de producción. Para eso se necesitan  equipos técnicos que no tenemos, se necesita la investigación, la tecnología, que hoy no tenemos”, señala. 

 

 

 

El ciudadano común, cuando se refiere al precio de las frutas y verduras, se olvida de considerar las razones por las cuales se compra caro. Por ejemplo, la liberación del precio del combustible, que se triplicó con la llegada de Milei, hace que se encarezcan los insumos que utiliza el productor agropecuario para su labor. “El ciudadano común consume lo justo y necesario y seguimos produciendo caro”, expresa Villacorta.

La libertad no fue más que liberación de precios, destructiva para el sector. 

 

 

El sector hortícola que representa Villacorta tiene el acompañamiento de las políticas públicas del gobierno bonaerense. “Nos vienen bancando, conteniendo, a distintas organizaciones de productores, distintos compañeros. Sabemos que esas políticas no alcanzan para todos, pero tratamos de utilizarlas de manera estratégica para que puedan llegar a la mayor cantidad de compañeros y cooperativas y que les permitan llevar adelante esta situación difícil”.

La importación parece un despropósito cuando este sector produce “en cantidad y calidad, con todos los cuidados necesarios”, indica. “Nosotros somos mayormente productores de hoja. Todo lo que es perejil, acelga, rúcula, lechuga, hinojo, albahaca, espinaca, remolacha, brócoli, coliflor, repollo. Hacemos eso y también tenemos los productores de flor, una gran legión de floricultores, que también vienen sufriendo esta situación”, explica Villacorta.

“El gobierno nacional tomó un rumbo en contra de la agricultura familiar, en contra de los pequeños productores”, reitera.

En estos tiempos se están preparando para recibir la temporada primavera-verano, que es cuando comienza a salir el tomate de la zona. “¡A quién se lo vamos a vender si entra tomate de otro lado!”, se lamenta. “Y la ciudadanía va a estar comiendo un tomate sin saber la procedencia. No sabemos cómo está cultivado”. Un cajón de tomates que viene desde Chile (que trae entre 18 y 20 kilos) tiene una “diferencia de entre 6.000 y 10.000 pesos menos”, analiza. “Es más barato el de Chile que el que viene de Jujuy”, puntualiza.

Con el Ministerio de Desarrollo Agrario bonaerense están vinculados a través de distintos programas de asistencia.

Mercados Bonaerenses “ha sido una herramienta para el productor, para llegar a vender su producción. Si bien no resuelve la situación, es una alternativa válida, de la que participan varias organizaciones”.

Villacorta menciona como programa importante el de fortalecimiento al sector mediante la línea de maquinaría agrícola, que les permitió la adquisición de un tractor, implementos y herramientas (disco, arado, rotovator, alomador, surcador, trasplantadora de plantines, sembradora, rotoenfardadora, entre otros), lo que facilitó las labores y mejoró los diferentes tipos de producciones.

Destaca el programa porque son “herramientas fundamentales” para el sector “que permiten abaratar costos”. “La mano de obra de tractor del mercado está rondando los 80.000 y 100.000 pesos. Con un tractor puesto dentro de la organización, financiado y acompañado por la provincia, la hora trabajada está entre 40.000 y 50.000 pesos; eso permite pagar la mano de obra del tractorista y el combustible”, explica.

Valora que el Ministerio de Desarrollo de la Comunidad “llegue con alimentos y, en caso de emergencia, con colchones, frazadas, tirantes”. La presencia del Estado bonaerense es la contracara de las políticas de daño del gobierno de Milei.

 

 

Cuando tenga la tierra

Un reclamo histórico, pero que no se olvida, es la lucha por la tierra. “El acceso a la tierra es lo más difícil. Los pequeños productores de la región venimos sufriendo esa situación desde hace muchos años, hoy agravada porque aumenta todo”, expresa Villacorta. “El año pasado se estaban pagando entre 100.000 y 120.000 pesos la hectárea de alquiler; hoy, que comienzan a renovar contratos, me dicen que subieron de 300.000 a 380.000 pesos la hectárea. Estamos muy mal”. 

El problema del valor de la tierra es un reclamo no resuelto desde hace muchos años. Si bien se estaban trabajando en algunas políticas públicas para resolver algunas problemáticas durante el gobierno de Alberto Fernández, lo cierto es que quedaron en la nada. “La ley de agricultura familiar, que resolvía algunas cuestiones, hoy está tirada al tacho. El tema tierra es requerido por las organizaciones de pequeños productores”, afirma Villacorta, que desde FETRAES, junto a otros compañeros, se encarga de trabajar en Parque Pereyra Iraola cuatro hectáreas haciendo huerta agroecológica.

El tema de alquiler de la tierra afecta al productor-agricultor y los perjudica. “Si bien no se puede acceder a la tierra, tampoco hay una ley de arrendamiento que ordene y garantice la estabilidad de los pequeños productores en la región”, reclama. “Hemos sido arrinconados en los cinturones hortícolas por la especulación inmobiliaria que hace que las tierras aptas para producir estén cada vez más caras”.

Remarca que lo que ocurre es que aquellos propietarios de pequeñas parcelas de tierra, “hoy no alquilan más para quinta, hacen dos o tres cabañas, una pileta y le sacan cinco o seis veces más de ganancia que alquilarla para hacer quinta”. Pero Néstor Villacorta dice que lo peor para los pequeños agricultores-productores es que “avanzó la necesidad de construir barrios cerrados indiscriminadamente. Eso ha arrinconado a los productores a zonas muy malas para la producción y a la vez muy caras”. 

 

 

 

 

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