NO SOS VOS, SOY YO

Ordenar al FMI que frene la caída resulta por ahora rentable y de bajo costo

 

El arreglo del gobierno con el FMI para intervenir a discreción en el mercado cambiario y sofrenar la corrida contra el dólar fue caracterizado como un apoyo firme de la administración Trump a las posibilidades de la reelección presidencial. Las razones esgrimidas entreveran afinidades personales e ideológicas con cuestiones geopolíticas relacionadas con la crisis de Venezuela y el papel de China y Rusia.

En principio, si ese fuera el caso, lo que haría consistente la apuesta de Washington, en función de la supuesta comunidad de agendas, no sería el apoyo a tal o cual candidatura si no a la que cuenta con más posibilidades en esa fuerza política. En consecuencia, a la vista del retroceso en las encuestas del jefe de Estado y mientras siga por esa causa en danza el Plan V del espacio interior (V por María Eugenia Vidal), aún con la hasta ahora insalvable limitación de no contar con tan siquiera una candidatura aceptable a la gobernación bonaerense que la reemplace, es factible sospechar que los partidarios de la reelección del actual presidente estarían deambulando hacia una serendipia, en la que Washington no debería ser ajeno.

No lo ve así Juan Gabriel Tokatlian (Crisis, 03052019), para quien a su “entender, desde el advenimiento de la democracia en 1983 y la reforma constitucional de 1994, ningún presidente había contado con tanto apoyo político en Estados Unidos para ser reelecto como Mauricio Macri […] Asistimos a un caso infrecuente en la historia contemporánea de las relaciones bilaterales: ya no es el “Braden o Perón” agitado desde Buenos Aires sino una suerte de “Macri o el abismo” articulado tácita y pre-electoralmente desde Washington DC. Habrá que ver si eso funciona a los fines de Cambiemos o se convierte en un boomerang político. En todo caso, es inusitada la intensidad del soporte de fuerzas influyentes en la capital estadounidense”. De acuerdo a los datos y hechos que cita Tokatlian, el apoyo es para consolidar alfiles en “La creciente contienda chino-estadounidense y la renovada tensión ruso-estadounidense [que] se irá manifestando con más fuerza en la región y se ahondará en los años por venir”, dado que “por tercera vez desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, la región es parte de lo que se denomina la “alta política”. Esto quiere decir que está envuelta en una dinámica que la ubica en un lugar de mucha visibilidad para las grandes potencias”. Subraya Tokatlian que al neoliberalismo que ha sentado sus reales en la región, se lo observa como “proyectos hegemónicos limitados que no parecen consolidarse porque no pueden ser plenamente aceptados por las mayorías sociales. Por lo tanto, los procesos electorales reflejan esa tensión y la contienda presidencial argentina no escapará a dicha regla”.

 

La liebre

Lo cierto es que la crisis de Venezuela la ha comenzado a agitar el gatomacrismo como estandarte de campaña. La meta es intoxicar una vez más al electorado con la idea de que la potencial vuelta de Cristina nos lleva a una crisis como la venezolana. Que eso se inscriba en la desangelada, por decir lo menos, política intervencionista de Washington, no debe llevar a eliminar del cuadro que por definición las metas que mueven a la Casa Blanca entrañan asuntos globales e internos. Es en la morfología y en el resultado de esa ecuación a donde hay que hurgar para mejor distinguir al gato de la liebre.

Susan E. Rice, ex asesora de seguridad nacional (2013-2017), en una columna del New York Times (05/05/2019) a su pregunta retórica en la bajada de la nota sobre la política exterior de Trump: “¿Por qué otra cosa seguiría tantas políticas en América Latina que no sirven al interés nacional?” le responde con el título de la columna: “La verdadera política exterior de Trump: cebar a la base republicana”. Rice afirma que “El tema unificador de la política exterior de Trump es simplemente servir a su política interna”. Rice no menciona a la Argentina en su artículo que toma como eje para la región las decisiones de política exterior que se vienen sucediendo hacia Cuba, Venezuela y el llamado Triángulo Norteño, conformado por Guatemala, Honduras y El Salvador, los "tres países mexicanos" de un reciente post de la Casa Blanca. “Muchos presidentes antes de Trump han cometido errores graves, a veces catastróficos en la política exterior; pero pocos, si acaso hubo alguno, decidieron casi todos los aspectos de la política exterior sobre la base de lo que lo ayudaría a ser reelegido”, caracteriza Rice. Las elecciones presidenciales norteamericanas ocurrirán dentro de 18 meses.

Según estipula Janan Ganesh (Financial Times 08052019) esto se da en un clima de opinión pública norteamericana en el que “Solo el 45 % de los millennials y sus juniors” creen que los Estados Unidos deben asumir un "papel de liderazgo en el mundo". Y 46% para su antecesor etario inmediato: la Generación X. Los datos son extraídos de una encuesta reciente realizada por la Ong Center for American ProgressLa encuesta informa que el grueso de los millennials y de las personas nacidas con posterioridad "no tienen ningún punto de vista sólido sobre ningún tema de política exterior o de seguridad nacional. Desde este estado de la opinión pública infiere Ganesh que “Los estadounidenses que están más interesados en el peso de la responsabilidad global, para ponerlo con tacto, dejarán de votar en las próximas décadas. Los gobiernos deben responder cada vez más a un electorado que prioriza lo doméstico”. Ganesh sopesa que “en algún momento se registrará en las críticas que los políticos individuales importan menos que las restricciones populares sobre ellos”. De suerte tal que “Al contornear la política exterior, los candidatos demócratas están siendo, pues, democráticos. Si Trump pierde con uno de ellos, los aliados de Estados Unidos pueden contar con un sucesor más amable y predecible. Pero en no mucho más que eso”, deduce Ganesh.

La actual entronización cultural mayoritaria del tradicional aislacionismo norteamericano, constatada por Ganesh y reflejada por Rice, va a contramano del extendido punto de vista del apoyo de Trump a Macri. De ser lo primero, la afinidad ideológica no cuenta. La alta política menos. No es que las cuestiones geopolíticas sean desdeñables. Lejos de eso. Pero de ahí a hacerles jugar un papel que no las comprende, se corre el riesgo de dar un salto hacia la desorientación. Se podría contra argumentar que en los documentos oficiales norteamericanos sobre seguridad y defensa, Rusia y China aparecen como adversarios declarados. Eso es una cosa, otra muy diferente es que para un presidente investigado formalmente por la acusación de haber conspirado con los rusos para hacerse de la presidencia, le viene como anillo al dedo denunciar la supuesta injerencia de Moscú en Venezuela. De todo esto, entonces, habría que entrever que Trump dándole una circunstancial mano a la Argentina, se está ayudando a sí mismo y nada más. Es cuestión de examinar algunos rasgos de las cuestiones económicas de fondo que perfilan tal comportamiento.

 

America First

Es probable que el 4 de julio (Día de la Independencia) la actual expansión en los Estados Unidos que comenzó en junio de 2009, rompa el récord histórico de 120 meses posterior a la Segunda Guerra Mundial, correspondiente al ciclo alcista que fue desde marzo de 1991 hasta marzo de 2001. El promedio posterior a la Segunda Guerra Mundial entre recesiones es de 58 meses. No obstante, ¿la próxima recesión está a la vuelta de la esquina?, se pregunta el economista inglés Franck Portier (Voxeu, 03052019). Portier hace hincapié en que en la encuesta semestral de la National Association for Business Economics (grupo que reúne a los analistas de las grandes corporaciones norteamericanas) realizada en febrero pasado, tres cuartos de los panelistas dijeron esperar una recesión económica desde ahora hasta fines de 2021. Mientras que solo el 10% de los panelistas esperan una recesión en 2019, el 42% dice que una recesión podría ocurrir en 2020, y el 25% espera una en 2021.

No es que tienen una visión determinista del ciclo económico, ni esperan que ocurra una recesión con probabilidad uno (certeza absoluta) cuando la expansión alcance los diez años de duración. Lo que sugieren los modelos de los que se valen Portier y el resto, conforme los datos con los que los alimentan, es que deviene más probable que ocurra una recesión en los próximos uno o dos años, y que este riesgo es mayor que hace dos años. También dicen esos modelos que la probabilidad de recesión aumenta bastante cuando ocurre un shock adverso repentino. Por ejemplo, un aumento de la tasa de la Fed o el default en un mercado emergente. ¿Y China y la guerra comercial? Los dos primeros son una pérdida segura. Lo segundo una ganancia potencial. Se inscribe en pelea interna de Trump con las corporaciones multinacionales para que dejen de invertir en el exterior y regresen a su terruño. Cuando se asientan en territorios de bajos salarios, lo que ganan esos países lo pierden los norteamericanos. La reversa los hace ganar.

En esa disputa con las corporaciones, Trump y su objetivo de ser reelecto no están para acusar ningún golpe de los mercados. No tienen ese espacio. El miércoles 1° de mayo la Reserva Federal dejó las tasas de interés sin cambios, y a los mercados no les gustó. Desde 2015, ha aumentado las tasas nueve veces en respuesta a un fortalecimiento de la economía. De un tiempo a esta parte, a medida que el crecimiento económico regularizó su impulso y la inflación ha caído aún más por debajo de un objetivo del 2% anual, la Fed no mueve las tasas. El presidente de la Fed, Jerome (Jay) Powell, ese miércoles dijo que no "vio un caso sólido para moverse en ninguna dirección". Powell confió que "Nuestra perspectiva, y mi perspectiva es positiva, es saludable para la economía de los Estados Unidos durante el resto de este año".

Eso pone a la Fed nuevamente en desacuerdo con el presidente Trump. El martes 30 de abril, Trump instó a la Fed a recortar las tasas, aduciendo que la economía de Estados Unidos "subirá como un cohete". El miércoles la Fed hizo caso omiso a Trump y continuó con su enfoque cauteloso. Y los mercados de valores ajustaro algo a la baja mientras aguardan un recorte de tasas más adelante en el año. Se fían en que la Fed desarrolle una mejor percepción de los mercados. Si persiste por donde viene, el riesgo que ven los mercados es el de exacerbar la volatilidad, un pasaporte a la recesión.

Si bien Powell sostuvo el 1° de mayo con relación al sistema financiero que "los riesgos se han moderado un poco", la Fed teme que el enorme endeudamiento privado (base del récord del crecimiento operado) si no se frena y al contrario se aumenta recortando la tasa, degenere en una crisis con serias consecuencias. Tal lo señalado por el Financial Stability Report (Informe de Estabilidad Financiera) de la Fed de este semestre dado a conocer el lunes 6 de mayo en el que se indica que "Los préstamos a empresas con grandes deudas pendientes, conocidos como préstamos apalancados, aumentaron en un 20% en 2018 a 1,1 billones” de dólares. Advierten que "La proporción de préstamos nuevos y grandes que se otorgan a los prestatarios con riesgo comparativo ahora supera los niveles máximos alcanzados anteriormente en 2007 y 2014". En tanto que "Una proporción mayor es de los prestatarios con calificaciones crediticias más bajas y niveles de deuda ya altos [por lo que] Cualquier debilitamiento de la actividad económica podría aumentar las tasas de incumplimiento y dar lugar a contracciones relacionadas con el crédito al empleo y la inversión entre estas empresas" alerta el Stability Report. Trump al contrario de Powell, supone que el no recorte de la tasa por parte de la Fed está impulsando las contracciones y pone en peligro su estrategia de relocalización interna de las corporaciones.

Hace algo más que una semana, Trump anunció que los Estados Unidos para cortar con el tire y afloje de las negociaciones con China elevarían sus aranceles sobre las importaciones desde el gigante asiático por 200.000 millones de dólares a un 25% desde el 10% actual y comenzaría a cobrar esa tasa sobre los 325.000 millones restantes en breve. La agudización de las tratativas con China está semana se espera que naden en la ambigüedad. Los mercados se alteraron pero no mucho. Aunque los errores de cálculo son siempre posibles, America First se va imponiendo. Según los medios norteamericanos la U.S. Chamber of Commerce (Cámara de Comercio de los Estados Unidos) tradicionalmente la voz principal de las corporaciones estadounidenses en Washington, ha perdido mucho terreno. La presión de la Casa Blanca por aranceles y límites a la inmigración está en las antípodas de los objetivos institucionales de U.S. Chamber. Las fuertes criticas de Trump a los funcionarios de U.S. Chamber ha dado sus frutos. Hasta hace dos años, las corporaciones que aportaban más de un millón de dólares anuales a la U.S. Chamber, bajaron de 42 a 23 y según los que están en esta temática la tendencia  no paró. Corporaciones importantes como CVS Health y Apple se han desafiliado.

A todo esto, el Labor Department (Departamento de Trabajo) informó que el desempleo en abril se encontraba en un 3,6%, el más bajo desde 1969. Se considerará que tal número satisface bien el mínimo del 4% necesario para mostrar el pleno empleo, que tiene en cuenta a las personas que cambian de trabajo como algo habitual. Los salarios comenzaron a crecer por arriba de la magra inflación. La economía sigue generando un fuerte crecimiento del empleo a tres meses de que se alcance la expansión más larga desde que se rastrearon estos datos hace 170 años.

Bajo este conjunto de circunstancias se entiende porque le aflojaron al gatomacrismo tanto la cuerda financiera con el FMI. Trump no va a tomar el menor riesgo interno por un mercado emergente cuya caída, por el momento, no tiene mayor costo frenar y le podría generar problemas innecesarios en momentos en que está concentrado dando peleas de otro volumen y significancia. El gatomacrismo creído de que está recibiendo los beneficios de jugar un gran papel geopolítico, será el último en enterarse.

 

 

 

 

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