No voló ni una mosca

El paro tuvo éxito en todo el país y la movilización superó las expectativas

 

La Confederación Sindical Internacional (CSI), que agrupa a 200 millones de trabajadores de todo el mundo, envió su solidaridad y apoyo a la medida del 30A. “El paquete de ajuste, el endeudamiento y las políticas económicas del actual gobierno representan un golpe brutal a toda la clase trabajadora del país”, expresó. El respaldo de la CSI brinda protección legal a todos los trabajadores que quedaron en descubierto por el abandono de la CGT residual. Las 70 regionales que votaron el paro en el plenario del Smata pueden darse por cumplidas. Para muestra, en Córdoba la percepción de un “parazo” no exagera la nota. Convocada por la CGT Rodriguez Peña en soledad, la jornada fue protagonizada por los tres gremios con mayor poder de convocatoria (Luz y Fuerza, Surrbac y Municipales) junto con las dos CTA. Hubo colectivos con frecuencia de domingo y asistencia escasa en los puestos de trabajo. La movilización desbordó las expectativas de los organizadores y acompañada por CTEP, CCC, Barrios de Pie y Movimiento Evita, colocó la confrontación en un escalón superior duplicando la asistencia a eventos anteriores. En Rosario se realizaron dos actos simultáneos, el del MSR (Movimiento Sindical Rosarino) y el del 21 F, ambos coparon el centro de la ciudad y hacen lamentar la falta de unidad. El panorama fue de una ciudad paralizada. En Santa Fe Capital el MOS (Movimiento Obrero Santafecino) marchó por el centro y culminó en un acto masivo frente a la casa de gobierno. Similar panorama se vivió en cada una de las regionales cegetistas, que fueron acompañadas por todo el abanico sindical y las organizaciones sociales presentes en cada localidad.

La madrugada del paro mostró los aeropuertos desolados. Ni siquiera el personal de negocios al interior de las salas de embarque se presentó a trabajar. El descontento generalizado por las paritarias a la baja y la presencia de las empresas de low cost en cielos argentinos hizo que no volara una mosca. Es en la actividad aeronáutica donde primero cristalizó la política unitaria con la formación de Sindicatos Aeronáuticos Unidos (APA, APTA, UPSA, UALA, APLA).

 

 

Con una asistencia perfecta de organizaciones que marcharon con sus banderas en tono combativo, la Plaza de Mayo se vio desbordada, así como las calles y diagonales adyacentes, por varios cientos de miles de manifestantes. Se destacaron las columnas de Camioneros, Smata, Docentes (Suteba y UTE), y los Sindicatos de la Corriente Federal (SADOP, SATSAID, Gráficos, Farmacia, Sitraju, Lecheros, Molineros y otros). ATE (estatales) mostró su habitual despliegue con banderas de cada repartición. Para su referente, Daniel “el Tano” Catalano, “la rebeldía de los gremios combativos se llevó puesta la institucionalidad de las centrales obreras que no supieron acompañar al pueblo trabajador. Hoy se concretó el primer hecho gremial que paralizó el país con una plataforma para que el renacer de la organización obrera siga siendo la base de resistencia de los argentinos al Fondo y al neoliberalismo”.

Desde la tribuna y en tono fervoroso arengaron a la multitud Sergio Palazzo, Hugo Yasky y Pablo Moyano (entre otros), quienes coincidieron en caracterizar la jornada como “histórica” y “punto de partida” de un plan de lucha sostenido en el tiempo para derrotar al modelo. Pese a las provocaciones policiales que culminaron con 20 “demorados” en la 9 de Julio, la movilización transcurrió  en paz y la desconcentración fue tranquila.

 

 

Fue un paro a la vieja usanza. Los colectivos no debían circular y el activismo desmadrado realizaba acciones de “resistencia técnica” para eludir el chaleco institucional de los grandes aparatos o bien era alentado por sectores marginales de la construcción sindical. La desesperación por la crisis generada por el macrismo lleva a que los pronósticos de estallido social se acerquen a la línea de peligro. Sobre la medianoche, la pueblada de gente que “está re podrida”, al decir de Pablo Moyano, se tradujo en incendios no casuales de unidades de transporte y pedreas a los colectivos que volvían cerca ya del horario de comienzo del paro. Durante la madrugada la vigilia anunciaba un fuerte acatamiento, mientras se preparaban cortes intermitentes de accesos a la Capital, algunos de fuerte repercusión, como el de Puente La Noria. Operativos policiales realizaron algunas detenciones tras incidentes.

Los últimos cartuchos de un gobierno a la defensiva se incineraron en un desesperado intento de empiojar la contienda con los gremios, extendiendo conciliaciones obligatorias a diestra y siniestra, en obvio acuerdo con la dirigencia de la CGT borrada. Ante la posibilidad de que se sancionara a los sindicatos que realizaran la medida de fuerza, Hugo Moyano afirmó: “La lucha  siempre la llevan adelante los que no están dispuestos a retroceder por amenazas”. En diálogo con Radio 10 durante la previa del paro se explayó: “Así como los militares pusieron presos a dirigentes, estos (por el gobierno de Cambiemos) tratan de impulsar multas o lo que sea posible, como ya ocurrió con nosotros por parte del ex ministro de Trabajo Jorge Triaca”. El máximo referente del FreSiMoNa (Frente Sindical para el Modelo Nacional) señaló que las organizaciones gremiales hicieron llegar su respuesta a las oficinas de la calle Alem donde vegeta a solas con su malicia el hombre a cargo de la devaluada repartición de Trabajo y Seguridad Social, un tal Lucas Aparicio, subordinado de Dante Sica y experto en embarrar la cancha.

 

 

Moyano realizó una dura advertencia sobre las provocaciones del gobierno y en especial del Ministerio de Seguridad a cargo de Patricia Bullrich, quien convocó a una más de sus dudosas conferencias de prensa para plantear acusaciones de “generar caos, miedo y riesgo país, con episodios cuasi terroristas y métodos mafiosos”. La ministra aprovechó para amenazar a los manifestantes que cortaran autopistas con la carga de infantería de gendarmes, prefectos y policías variopintos. El jefe de Camioneros respondió que el gobierno “perdió la brújula” y criticó a los sindicatos que no se sumaron a la medida de fuerza del martes. La previa estuvo cargada de intenciones pacíficas de los manifestantes. El bancario Sergio Palazzo, referente de la Corriente Federal de Trabajadores, salió a pedirle al gobierno que abandone sus amenazas y provocaciones para “preservar el sano espíritu de la protesta”.

Los colectiveros eran la gran incógnita de la jornada. La apuesta de Cambiemos a la docilidad del gremio de los choferes resultó un tembladeral donde se mezcló el casi paro, casi franco, casi nada, con la propuesta de la CATT (Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte) de no realizar tareas el Día del Trabajador. Se pudo comprobar en la jornada del 30A que algunas seccionales del interior de la Unión Tranviarios Automotor (UTA), entre ellas Santiago del Estero, Chaco, Trelew y Corrientes, adhirieron a la huelga junto a varias decenas de líneas urbanas del conglomerado DOTA y sus empresas del área metropolitana de Buenos Aires. Recorridos enteros se quedaron sin frecuencia gracias a un acuerdo de las empresas con Miguel Angel Bustinduy, ex socio del viejo Roberto “Gallego” Fernández en la conducción del sindicato. Las patronales del grupo, que favorecieron el paro de sus empleados, sostienen una dura puja por la ganancia y los subsidios con el capo del Ministerio de Transporte, el hombre de las concesionarias Guillermo Dietrich, que tiene preferidos para los negocios.

Como parte del ejercicio de aprietes y barras bravas, el aparato sindical del renunciante Secretario de Organización y ahora opositor encarnizado al “Gallego” obligó a blindar la sede central de la UTA en la calle Moreno con tropas de Gendarmería y se presentó en sociedad exagerando su influencia, que sin embargo fue suficiente para excusar la asistencia al trabajo de miles de “huelguistas por cuenta propia” quienes aprovecharon para quedarse en sus casas rechazando con bronca la borrada de los dirigentes de sus sindicatos. La pelea de facciones entre Bustinduy y Fernández viene alentando el surgimiento de una camada de nuevos dirigentes, que más temprano que tarde habrán de aliarse en las batallas por venir, como lo hicieron con la resistencia a la prisión de los cuatro choferes de la Línea Este de La Plata, que fueron liberados el lunes entre vítores de familiares y compañeros, colectiveros del Expreso Lomas (que luego garantizaron el corte en puente La Noria), choferes de diversas líneas de la oposición al sindicato (como el cuerpo de delegados de la 60, que se hizo presente en la Plaza de Mayo con sus banderas) y el acompañamiento de los manifestantes de partidos y gremios presentes que exigían la liberación de los choferes presos políticos.

Con la instalación de 300 ollas populares desde el Monumento al Trabajo hasta la Plaza de Mayo para que “vean el hambre que tiene el pueblo” al decir de Pablo Moyano, este 1º de mayo se cierra una etapa. En 20 días prometieron volver a reunirse “en unidad” para definir los próximos pasos del plan de lucha, en el camino del movimiento obrero hacia una central única. Omar Plaini leyó el documento consensuado por las organizaciones sindicales, que “rechaza la reforma laboral, pide paritarias libres y reclama un aumento salarial de emergencia”. El fervoroso entusiasmo que acompañó las palabras de los oradores es el síntoma más claro de que los trabajadores ya no esperan “la cabeza de los dirigentes” para marchar.

 

 

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