Nos matan parejo

Una investigación estadística revela nuevos datos sobre femicidios

 

“Durante el período 2002-2016 los femicidios no se han incrementado”, dice la Licenciada en Estadística y Magíster en Demografía Social Jimena Kohan, que diseñó un instrumento para medir su evolución y características. Según su estudio, la cantidad de femicidios es estable a lo largo de esos años y tiene un promedio de 273 defunciones por año.

Uno de las cinco exigencias delineadas en el contexto del surgimiento del movimiento Ni Una Menos en 2015 fue la elaboración de un registro oficial y actualizado sobre femicidios porque “sólo dimensionar lo que sucede permitirá el diseño de políticas públicas efectivas”. Al día de hoy, a una semana del quinto Ni Una menos, este objetivo no se cumplió. Las organizaciones de mujeres y feministas siguen siendo la fuente más confiable para conocer cifras.

“La Argentina, al igual que la mayoría de los países de la región, carece de estadísticas oficiales que habiliten el acercamiento y abordaje de esta problemática en su real dimensión, tanto cuantitativa como cualitativa”, explica Kohan, que intentó brindar una respuesta a esta vacancia, recurriendo a las estadísticas vitales como fuente no tradicional, en el marco de la Maestría en Demografía Social de la Universidad Nacional de Luján y específicamente en su tesis dirigida por Carlos Grushka y Silvia Chejter.

 

Kohan parte de las estadísticas vitales para contar y describir femicidios.

 

La fuente del Informe Estadístico de Defunción, de donde parte la investigación de Jimena, es una planilla que se llena al momento de asentarse el acta de defunción de la persona fallecida. Dada la fiabilidad de estos datos, Kohan apunta que sería interesante que el personal médico que completa estos instrumentos reciba un mínimo de capacitación en muertes violentas de mujeres.

 

Cantidad de femicidios en la Argentina (2002-2016)

Según la investigación de Kohan basada en las estadísticas vitales, en el período 2002-2016, de las 74.322 mujeres que murieron por causas externas entre 2002 y 2016 en la Argentina, 4.092 fueron categorizadas como femicidios. Un promedio de 272 femicidios por año. Un femicidio cada 32 horas.

 

 

Evolución de los femicidios en el tiempo

Los femicidios no están en ascenso, la mala noticia es que se mantuvieron estables al menos durante los 15 años que van entre 2002 y 2016. Este dato derriba la suposición de que la violencia machista está en aumento y especialmente luego de la explosión del activismo feminista a escala masiva. Que hay un backlash, una respuesta que redobla la apuesta violenta con el objetivo de disciplinar las rebeldías. Esta investigación revela que no es tan así.

La cantidad absoluta de femicidios estimados anualmente a lo largo de los 15 años (Gráfico 4) presenta leves oscilaciones por debajo de 300 casos sin una tendencia clara en el tiempo. Si lo pensamos en términos de femicidios por horas, como suele hacerse en la prensa y en el activismo, se trata de un femicidio cada 32. Un dato muy similar al relevado por monitoreos de organizaciones; por ejemplo el de Mumalá para 2018 arrojó el dato de que hubo un femicidio cada 34 horas (Mumalá, 2018).

 

 

“Se puede concluir que en el período estudiado, la magnitud del fenómeno no se ha modificado y se mantiene constante en alrededor de 2 femicidios por cada 100.000 mujeres”, expresa la investigación. Este hallazgo, que podría leerse como un argumento para restarle relevancia al fenómeno de la violencia femicida, en realidad confirma su permanencia y extensión.

 

Edad de las víctimas de femicidio

Entre los datos más interesantes que arroja el estudio está la relación entre la juventud y la potencialidad como víctima. A medida que aumentan las edades, las frecuencias de los femicidios de las víctimas disminuyen: 27% son jóvenes y adolescentes de entre 15 y 24 años. Es interesante contrastar este dato con estudios basados en el recuento periodístico, como el Observatorio Ahora que sí nos ven, para el cual el 18% de las víctimas de femicidio durante 2019 tenía entre 15 y 25 años. O el Observatorio de la Casa del Encuentro, que en el período 2008-2017 contó 2679 femicidios, de los cuales el 32% corresponde a mujeres de 19 a 30 años. No hay uniformidad al respecto.

 

 

“Una primera lectura de las frecuencias y distribución según edad podría hacernos suponer que son las mujeres más jóvenes las más afectadas por esta problemática”, aclara Jimena. “Sin embargo se verifican muy leves diferencias entre los grupos etarios”. La menor tasa es de 1,8 en el intervalo 55-59 años y las mayores tasas son de 2,3 femicidios por cada 100.000 mujeres entre los 20 y 24 años.

Este dato relativiza la suposición de que la violencia femicida ataca especialmente a las mujeres jóvenes. Hay más víctimas jóvenes, pero esto es porque también hay más personas jóvenes.

 

 

Nivel de Instrucción alcanzado por las víctimas

Las/os expertas/os en violencia de género señalan que la violencia femicida ocurre cualquiera sea el nivel educativo o la condición de clase. Sin embargo, según este estudio los grupos de mujeres con menor nivel educativo estarían más afectados que los de mujeres con mayor nivel de instrucción.

Considerando que hay una limitación metodológica, dado que en el formulario hay un alto porcentaje de no respuesta sobre el nivel de instrucción de la víctima (44%), en función de los casos con respuesta, 56% de las víctimas de femicidio tenían estudios primarios o menos, el 33% secundario completo o incompleto y sólo el 11% tenían estudios superiores/universitarios incompletos o completos (Tabla 2).

 

 

Las Tasas de Femicidio descienden a medida que aumenta el nivel de instrucción alcanzado. Los grupos de mujeres con menor nivel educativo estarían más afectados que los de mujeres con mayor nivel de instrucción (Gráfico 2).

 

 

En conclusión: hay femicidios en todas las franjas educativas, pero las mujeres con menor nivel educativo son las más perjudicadas.

 

Condición de actividad de las víctimas

Respecto a la actividad de la víctima, se vuelve muy sugerente el dato que arroja la investigación y confirma la suposición de que mujeres con menos autonomía económica están más expuestas a las violencias machistas.

Del mismo modo que la medición del nivel educativo, la condición de actividad también es una variable de difícil captación en el Informe Estadístico de Defunción, lo cual se advierte en el alto porcentaje de no respuesta (31%).

En la distribución de los casos con respuesta, el 42% se ubica en la categoría de activas, la cual contiene a las mujeres que trabajaban o estaban de licencia o no trabajaban y buscaban trabajo. Kohan cruzó esta información con los Censos 2001 y 2010. Según el Censo 2001 el 55% de las mujeres de 14 años y más eran inactivas; mientras que en el Censo 2010 el 45%. En la población expuesta en promedio, el 50% estaban inactivas, mientras que en la medición de femicidios la proporción de inactivas es del 58%, es decir, que están sobrerrepresentadas.

 

 

Acorde con estos hallazgos, Kohan señala el posible vínculo que la inactividad podría tener con las violencias en el hogar. Para ello cita el III Informe del Centro Reina Sofía (2007), que señala que las mujeres víctimas de violencia de pareja presentan un mayor número de episodios de pérdida de empleo. Los problemas de salud y las múltiples consecuencias que la violencia ocasiona en su productividad laboral, incrementan la frecuencia de la pérdida de empleo.

En este sentido, el Informe Anual de CEPAL (2011) consigna que cuando el femicidio es provocado por una pareja o ex pareja como corolario de un crescendo de violencia, si “las mujeres cuentan con ingresos propios, aunque sean mínimos, enfrentan mejor la violencia, mientras que las que dependen económicamente de los agresores tienen más dificultades para superarla. No obstante, muchas mujeres con ingresos, empleo estable y hasta niveles altos de educación, son muertas por sus parejas o ex parejas”.

 

Las causas de muerte

Según esta investigación, en el 52% de los femicidios la causa de muerte fue con un arma de fuego. En la Argentina, al igual que en la mayoría de los países del mundo, las mujeres no son las usuarias ni compradoras de las armas de fuego: el 97 por ciento de los pedidos ante el Registro Nacional de Armas (RENAR) para convertirse en legítimos usuarios son hombres. Según el Registro de Femicidios y Homicidios Agravados por el Género de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, casi una de cada cuatro víctimas fueron asesinadas a balazos. En coincidencia, según el Observatorio de femicidios “Adriana Marisel Zambrano”, de la Casa del Encuentro, en el período 2008-2017, 1 de cada 4 femicidios fueron cometidos con arma de fuego. El estudio de Jimena Kohan duplica el número: en el 52% de los casos fue con arma de fuego, en el 32% con arma blanca y en el 9% por ahogamiento, sumersión, estrangulamiento y sofocación (Tabla 5).

 

 

La disponibilidad de armas de fuego en una casa incrementa los riesgos para la mujer. Un estudio del CELS sobre las estadísticas de letalidad policial (1996-2018) releva las muertes de particulares en hechos de violencia con participación de fuerzas de seguridad. En el caso de las víctimas mujeres, casi la mitad de ellas tenía menos de 28 años y el 40% fueron muertas en un contexto de uso particular de la fuerza policial, “es decir, cuando un funcionario utiliza un arma para resolver conflictos personales ajenos a su función. En casi todos los casos se trata de femicidios”. El informe revela que entre 2015 y 2018, 23 mujeres murieron en CABA y GBA a manos de sus parejas o ex parejas policías, 9 de estas mujeres eran a su vez integrantes de una fuerza de seguridad. En el caso de las mujeres policías muertas de manera violenta entre 1996 y 2018, el 62% fue asesinada por su pareja o un familiar, y no en un enfrentamiento.

 

El lugar de ocurrencia de la defunción

Lejos de la asociación entre femicidios y seguridad pública, que redunda en el pedido de más policías para frenar la inseguridad de las mujeres, la investigación de Kohan confirma que el 57,8% de los femicidios se da en el ámbito privado, específicamente en viviendas particulares. El observatorio de la Casa del Encuentro también arroja un dato similar: en más del 51% las víctimas encuentran la muerte en sus hogares, pero si tomamos todos los femicidios perpetrados en cualquier vivienda (sea o no la casa de la víctima), ese número alcanza el 62,6 %.

 

 

Distribución de las víctimas por provincia

Los mayores valores corresponden a la provincia de Formosa (3,2), seguida por Misiones (2,9), luego por Neuquén, Chaco, Santa Cruz (2,7) y San Juan es la jurisdicción con menor tasa (1,2) (mapa Gráfico 7).

 

 

Este hallazgo contradice la suposición de que es en las provincias del norte, usualmente relacionadas por el sentido común a prácticas más conservadoras y por tanto más machistas que el resto del país, donde los índices de femicidios serían más altos. Por el contrario, provincias “jóvenes” y “ricas” como Neuquén o Santa Cruz tienen valores similares a Chaco, Formosa y Misiones.

 

Una nueva forma de medir

A diferencia de otras metodologías, como el recuento a partir de datos periodísticos (con el recorte que esto supone) o de datos provenientes de los registros de la Justicia (cuyos límites están dados por la ausencia de judicialización de muchos muertes violentas), la medición de Kohan se basa en el uso de las estadísticas vitales, “que brindan datos confiables, específicos y comparables entre poblaciones diversas”.

 

 

El empleo de estadísticas vitales y las causas de muerte para la medición de femicidios no tiene antecedentes en la Argentina. El único relevamiento similar fue llevado a cabo por ONU-Mujeres, el Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES) y la LXI Legislatura de la Cámara de Diputados de México en 2012. Aquella investigación considera como primera aproximación a los “feminicidios” las defunciones femeninas con presunción de homicidio, y utiliza como fuente de datos a las estadísticas vitales.

En la Argentina, las estadísticas vitales brindan información standarizada y de forma continua desde hace más de diez años, a nivel del país y por provincia, lo cual permite una amplia caracterización sociodemográfica. Como ventaja se puede destacar que los datos obtenidos a través de esta fuente son recopilados en un Sistema Estadístico de Salud coordinado por el Ministerio de Salud de la Nación. La Organización Panamericana de la Salud (OPS, 2007) especificó que la cobertura de las defunciones en la Argentina es del 97% y con una muy buena confianza.

Respecto a cómo se construyen los datos, Kohan explica que “las defunciones se separan en causas definidas, causas mal definidas y desconocidas, además las causas definidas se dividen en 18 categorías, dentro de ese grupo estás las causas externas que son las que se utilizan para el estudio de los femicidios”.

En la CIE-10 (La Clasificación Internacional de Enfermedades 10a edición se utiliza para catalogar las causas de muerte) las defunciones por causas externas son las muertes por accidentes, suicidios y agresiones.

A diferencia del antecedente de medición de México, donde se contabilizaron todas las defunciones catalogadas como agresiones, aquí se realizó una selección más específica de defunciones. Se tomaron las siguientes decisiones con respecto a la información:

  • Universo de análisis: mujeres de 15 a 64 años.
  • Causas de muerte seleccionadas: defunciones por agresión homicida con daño intencional y defunciones de intención no determinada o sin intención ocurridas en la vivienda, bajo el supuesto de que hubo una posible agresión oculta.
  • Agresiones por medios no especificados: son aquellas en las que se desconoce el arma utilizada en la agresión.
  • Muertes en ocasión de robo: quedaron incluidos entre los femicidios porque la fuente no permite discriminarlos del resto de los homicidios.
  • Sexo del victimario ignorado: Aun cuando la fuente no permite conocer si la muerte fue provocada por varón o mujer, se la considera femicidio.
  • Suicidios: no se contabilizan como femicidios.
  • Muertes por causas con problemas de clasificación y desconocidas: no se consideran femicidios. Sin embargo, es probable que una proporción de ellos sí lo sea.

 

Jimena espera que el aporte contribuya a la elaboración de políticas públicas acordes al fenómeno, algo que el gobierno de la alianza Cambiemos no ha realizado. El total del gasto orientado con objetivos explícitos de género del Presupuesto de 2019, según el relevamiento efectuado por CEPA, representa el 0,11% del Gasto Total. Asimismo, tomando el total de programas que contienen políticas destinadas a género del 2019 y comparando con el presupuesto de 2018, se verifica una caída en términos reales de 19,1%. Con voluntad política, esta investigación podría proveer de datos fiables a políticas orientadas a la prevención de los femicidios, un fenómeno constante.

 

 

 

 

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