Nunca menos

Entrevista a Alberto Sileoni

 

Desde la asunción del Presidente Javier Milei, se abandonaron en la provincia de Buenos Aires 1.000 obras, de las cuales 80 de ellas son escuelas. Pero la provincia no interrumpió la tarea de construcción de escuelas y han sido inauguradas hasta el cierre de esta nota 276. De cara a las elecciones bonaerenses del 7 de septiembre, parece fácil decir que mientras el gobierno provincial construyó más de 270 escuelas, Milei frenó o abandonó 80 escuelas. Pero estará por verse si es advertido por la sociedad. El director de Cultura y Educación, en diálogo con El Cohete a la Luna, analiza el trabajo realizado desde su área.

¿Lograrán los candidatos patriotas interpelar a la sociedad? ¿Basta con decir que hay que ponerle un freno a Milei? ¿Hay ánimo de escuchar? Las dificultades, como intentar que no decaiga el porcentaje de votantes, no parecen ser el único problema. El discurso de Milei va dirigido a “la gente de bien”. Nada más atomizado e individualista que eso, pero nada más efectista para estos tiempos. Es que la fragmentación social no es cosa nueva;  existieron procesos históricos que tuvieron éxito en romper ese tejido colectivo.

La política económica de la dictadura dejó una sociedad muy fragmentada, incluso astillada por la desaparición forzada de personas. Toda una generación diezmada. Durante los noventa, las privatizaciones no hicieron más que agudizar ese proceso de descomposición social que terminó con el estallido de aquella primera alianza en 2001. A pesar de que los gobiernos kirchneristas produjeron una transformación social que no se olvida y se manifiesta en el amor hacia Cristina Kirchner —líder proscripta y presa política—, no se debe olvidar que el gobierno de Macri fue en la misma dirección con sus políticas económicas que aquella dictadura, que el menemismo. 

El macrismo avanzó en generar individuos sueltos, atomizados. El gobierno de Alberto Fernández, más allá de la negociación con el FMI que nos ató a sus condicionamientos, tuvo una pandemia que hizo de la sociedad un desencuentro, manifestado en la supervivencia dentro de sus domicilios, acentuando el individualismo existente. Como resultado, obtuvo individuos con escasa capacidad de pensarse como parte de un colectivo. A esos individuos se dirige el discurso efectista de Milei. Para el politólogo y filósofo Eduardo Rinesi, el Presidente utiliza mucho en sus discursos la palabra "derechos" para ir contra ellos. Para Milei, si los pobres tienen derechos, alguien tiene que pagarlos, y sus amigos —los hombres de bien— van a tener que pagarlos. Según él, eso es inaceptable porque “distorsiona las leyes del mercado”.

Su efectividad no está en sus dichos, sino en la inacción que provoca. La destrucción del topo no tiene una respuesta social fuerte. Si no hay obra pública, pareciera no importar. Logró imponer la idea en no poca gente de que el Estado es el mal. 

Dialogamos con Alberto Sileoni sobre lo que percibe en sus recorridas por el extenso territorio bonaerense, para pensar en lo que nos pasa como sociedad, porque hacer escuela, para recomponer ese tejido social, indicaría pensar todo de nuevo.

 

—En la recorrida por los distritos bonaerenses, en las inauguraciones de escuelas, ¿la gente advierte la importancia de la obra pública?

—El presidente Milei fue veinticinco veces al exterior y no visitó una escuela pública en todo el tiempo de su gestión. Con lo cual, allí hay una clara inclinación de sus preferencias. En algún sentido, gobernar es elegir, es preferir. Y sabemos que el Presidente y su gobierno no eligen mirar a los jubilados, a los vulnerables, a las personas con discapacidad, a los estudiantes, a los trabajadores, a los empresarios pymes, a los enfermeros, al Garrahan, al INTI, al INTA, al instituto del Cáncer. En la provincia de Buenos Aires hay 1.000 obras paralizadas; 80 de ellas son escuelas que estamos reconstruyendo y recuperando nosotros. En Presidente Perón, inauguramos la escuela 276 de la actual gestión. A eso debemos sumar ampliaciones, reparaciones, remodelaciones profundas en edificios y la construcción de 1.300 aulas. La importancia que se le da a la obra pública la vemos en la sociedad, en las comunidades; hay mucho agradecimiento, mucha satisfacción. Pero me parece que una de las tareas de la política, del campo nacional y popular —para decirlo en términos generales— es discutir con la sociedad.

—¿Por qué sobre esas 80 escuelas paralizadas no existe un reclamo de la comunidad? ¿Se percibe mayor o menor conciencia de la sociedad sobre lo que significa la motosierra-ajuste de Milei? 

—A veces no hay reclamos respecto de esas escuelas paralizadas, como no hubo reclamos respecto de los libros que dejó de distribuir el gobierno nacional, como tampoco hubo reclamo con respecto de las netbooks que nación eliminó. Entonces, me parece que la conciencia social —para decirlo de algún modo y humildemente, porque no considero que formemos parte de un grupo de iluminados que arroja luz a la mala conciencia del resto de la sociedad—, la generación de conciencia en términos de advertir la importancia de la obra pública, del Estado, forma parte de una de las discusiones que tiene la sociedad argentina. Hay que transmitirle a la sociedad que, sin el Estado, esas obras serían imposibles, no habría escuelas. En Bellocq, partido de Carlos Casares, localidad de 600 habitantes, inauguramos una escuela. Y  reinauguramos pequeñas escuelas; no digo edificios en este caso, sino pequeñas escuelas que habían cerrado en la gestión 2015-2019. Escuelas rurales de cuatro alumnos, de seis estudiantes. Eso sería absolutamente imposible sin la presencia del Estado, que es siempre el resguardo de los más sencillos. Ahora, todavía no hay una conciencia plena de ello y me parece que hay que trabajar mucho para que la población lo advierta. Siempre, allá donde vamos, nos piden más Estado, nunca menos. Inauguramos una escuela y nos dicen: “Pero no se olviden de que en el barrio de acá a pocas cuadras falta un jardín”. Te piden escuelas, te piden jardines, te piden enfermeros, te piden más docentes, te piden más seguridad, te piden más Estado.

—“La muerte es mejor que ser esclavo de los maturrangos”, decía José de San Martín, a quien recordamos hoy por conmemorarse un nuevo aniversario de su muerte ocurrida el 17 de agosto de 1850. Es necesario detenernos en San Martín, que prefería morir antes que ser esclavo, cuando tenemos un Presidente que no tiene problemas en ser esclavo del FMI a costa del sufrimiento de su pueblo. Siempre sostuviste con claridad que la escuela no es neutral. ¿Cuál es el verdadero sentido que debe tener el concepto de libertad, hoy tan  desvirtuado?

—Por supuesto que la escuela no es neutral. Contra quién sos neutral, podría decirse. Está fuera de discusión. Paulo Freire hablaba de los intelectuales del “no ver”, que son aquellos educadores que analizan la sociedad como si no formaran parte de ella. Eso me parece que es indiscutible. La escuela debe ser un sitio que hable de paz, de entendimiento, de no discriminación. Y eso ya es una postura política. Si vas a hablar de la destrucción del planeta, inevitablemente tenés que hablar del capitalismo salvaje; si no, sería un ambientalismo aniñado.

Pero siempre hay ahí una tensión, que es que el educador, la educadora, tienen que tener mucha sensibilidad de cómo alientan la discusión. Tener el recaudo de que puedan hablar todos y todas. Relativizar las opiniones, en términos de dejar que circulen las voces. Y entender que hay un equilibrio asimétrico, que su opinión como docente es más escuchada que el resto. Que no implique un sesgo o un dominio de una opinión. Pero sí, evidentemente, hay un derecho, y voy más allá, el deber de transmitir determinadas cuestiones en términos del cumplimiento de la ley inclusive. La ley habla del bien común, de la justicia, de la injusticia social, de la igualdad educativa. La ley habla de nuestra identidad latinoamericana. Al pasado reciente lo denomina terrorismo de Estado; por lo tanto, ahí hay otra entrada para los que discuten la política: es el cumplimiento de la ley. Nosotros hacemos algunas cuestiones que tienen que ver con la educación sexual y la memoria, simplemente cumpliendo la ley de educación nacional y provincial. 

A la palabra libertad hoy hay que explicarla. Porque en algún sentido está vacía de contenido. Desde el siglo XIX, el federalismo argentino, el nacionalismo, el radicalismo democrático de Yrigoyen, el peronismo entendieron que la palabra libertad siempre debía estar amarrada al concepto de igualdad. Pero la derecha en la Argentina viene malversando esa palabra hace más de 100 años. El golpe de 1930 se dio para proteger la libertad. Y los golpistas de la fusiladora de 1955 grabaron en los sótanos de la iglesia del Socorro la marcha de la libertad. Augusto Pinochet usó libre, una canción de Nino Bravo, justificando su represión ilimitada. 

Después de la pandemia se ha acentuado el uso de una libertad mal entendida, que es ni más ni menos hacer lo que quiero. Y ese es un concepto que hay que discutir con los chicos. Hacer lo que quiero no es libertad. No es el terraplanismo, no es vacunar a mis hijos si quiero. Los resultados están a la vista. Volvemos a tener tuberculosis, volvemos a tener sarampión. 

Pero muchos de nosotros pensamos que la libertad tiene que ver con la igualdad, que es la libertad para los más débiles. Desde el siglo XIX se discute que, en situaciones de desigualdad, la libertad era una trampa. 

Hay una famosa frase de Noam Chomsky, que dice más o menos lo mismo cien años después: “La libertad cuando no hay oportunidades es un regalo envenenado”. Me puedo ir a los orígenes de la historia, la Proclama de Tiahuanaco; Juan José Castelli habla de la absoluta igualdad. Y José Gervasio Artigas decía que habrá patria para todos o para nadie. Ahí hay una discusión, hay que trasladársela a los chicos, hay que discutir con ellos. Hay que hacerles ver que una libertad sin aditamento es una libertad vacía. Es la libertad del “sálvese quien pueda”. 

Muchos de nuestros pibes forman parte de la extensísima legión de vulnerables que hay en la Argentina. Entonces, advertirles que en ese reparto ellos van a estar más debilitados porque siempre les va a tocar la peor parte. Siempre los ponen en la fila de “a vos no te va a tocar”. Eso se puede discutir con los chicos; algunos lo entenderán. Hay épocas que ayudan y épocas que son más difíciles. Esta es una época donde hay una derecha nacional e internacional muy fuerte respecto de estas discusiones. Los docentes están amenazados por las denuncias de adoctrinamiento. Tengo un registro último de denuncias que, la verdad, son un chiste. Que si uno las lee, son cosas de una liviandad que asusta, pero por ahí anda un video de La Libertad Avanza hablando de eso, del kirchnerismo como adoctrinamiento, sostenido y alentado, entre otros, por el ex ministro Alejandro Finocchiaro. Hablan de esas cosas porque no pueden hablar de que en cuatro años sólo hicieron 60 escuelas. Que alguna vez alguna de ellas explotó, que bajaron el salario de los docentes. La libertad, si no está abrazada a la igualdad, es un embuste.

—¿El discurso oficial de Milei, propagado por los medios hegemónicos, le sigue permitiendo sostener el verso de “no hay plata”?

El argumento de que no hay plata hace agua por todos lados. Porque sí hay para eximir de determinadas retenciones al sector agroexportador. No hay plata para algunos sectores. No hay plata para jubilados, para los educadores, para todo lo que se ajusta en salud. Por lo tanto, hay una oportunidad clara en estas elecciones del 7 de septiembre, en las que estamos defendiendo la gestión bonaerense. Es una oportunidad para decir “basta, Milei con el ajuste, basta de solazarse con el ajuste”, de disfrutar el dolor de los demás. Basta de discutir con niños de 12 años que tienen autismo. Ya es vergonzoso lo que hace este Presidente. Basta de convertir los problemas sociales en problemas particulares. Cuando alguien dice que el autismo de tu hijo no es un problema del Estado, convierte un problema social en un problema particular. Y eso es —probablemente— una de las maniobras más sutiles del neoliberalismo. La deserción del Estado funciona con esa faceta, de eliminar el problema social y convertirlo en un problema particular, diciendo: “Bueno, arréglate”. Y eso en todos los ámbitos: la salud, la educación. Ahí hay una discusión que nos parece central dar en la sociedad argentina y de cara a estas elecciones.

—Cuando hablas de lo realizado en tu área, recalcas también lo mucho que hace falta mejorar. ¿Cuáles de las transformaciones realizadas en educación no podrías dejar de enumerar? ¿Cuáles de las carencias te parecen fundamentales abordar?

Hay una obligación ética y política de poner las deudas delante de todo. Porque eso es lo que nos pide la sociedad, eso es lo que nos está exigiendo. También el gobierno, su Presidente insensato, se explica por la defección de los gobiernos democráticos anteriores. Un gobierno antiperonista de derecha que lo ha hecho mal, un gobierno más de nuestro signo que ha dejado insatisfacciones. Creo que, en los logros en educación, los materiales son muy importantes. 276 escuelas y lo enumerado. Pero también hay reformas en el orden de lo pedagógico. Nuevo diseño curricular del nivel inicial; hay un 70% de niñas y niños del nivel primario que tienen más horas de clase; 640.000 chicos tienen más horas de clase. El régimen académico del nivel secundario, que no es sencillo, lo estamos trabajando —sabemos que hay resistencia—, pero dejamos atrás una matriz centenaria de repitencia que ya no tenía sentido. Un nuevo régimen académico para la educación superior. Hemos cambiado los regímenes de la educación de adultos y de la educación especial. Esos son logros de esta gestión. Estamos cerrando una paritaria con un aumento del 5% en dos tramos, mientras el gobierno nacional la hace desaparecer. La paritaria docente en la provincia de Buenos Aires es una paritaria abierta que, por supuesto, discutimos, se tensiona, pero es una decisión  dejar ese escenario abierto absolutamente para la discusión salarial, no solo de los docentes, sino de todos los trabajadores del Estado bonaerense. 

Las carencias también nos las dicen. Hay carencias materiales que hemos reducido. En esta provincia hace algunos años se hablaba de riesgo de inicio de clases. Ya no hablamos de riesgo de inicio, sino de condiciones de inicio. Cuando llegamos había 1.000 escuelas con el gas cortado, con problemas. Ahora seguimos teniendo algunos problemas, pero son residuales, mucho más focalizados. Es claro que cada vez hay más seguridad en las escuelas respecto de las condiciones eléctricas, las condiciones de gas. Pusimos una placa en la sala central de esta Dirección General de Cultura y Educación recordando a Sandra y Rubén (trabajadores de la escuela primaria n.º 49 Nicolás Avellaneda de Moreno que, producto del desinterés del gobierno de Vidal en garantizar escuelas seguras, perdieron su vida por la explosión de una garrafa). El 2 de agosto es el Día de la Escuela Pública Digna y Segura; entonces, esas cuestiones materiales las estamos resolviendo, pero todavía son un problema. Y hay una demanda que también recogemos de la sociedad que apunta a que los estudiantes tengan clases todos los días y aprendan más. Esa es una tarea sobre la cual tenemos que seguir trabajando mucho. Lo estamos haciendo el Estado provincial y los municipios con una absoluta deserción del Estado nacional, que se ha desvinculado de lo que son sus funciones, en términos financieros y de conducción del sistema educativo.

 

 

 

 

 

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