Otra política social es posible

Las cuentas tienen que cerrar con los vulnerables adentro

 

Un antiguo dicho popular argentino vinculado al invierno y los viejos dice que “julio los prepara y agosto se los lleva”. No sé cuántos de nuestros mayores se habrán ido este agosto, pero lo que no tengo dudas es que la incompetencia en el manejo de los fondos públicos por parte del neoliberalismo hizo realidad ese dicho respecto del Fondo de Garantía de Sustentabilidad: entre julio y agosto de 2019, el FGS se redujo en $262.086 millones, lo que equivale a decir que desaparecieron del mismo U$S 17.919,68 millones.

Según el Informe Estadístico de ANSES del mes de septiembre de 2019, donde se reflejan los datos del mes de agosto, en la página 84 se lee que en julio, por todo concepto, el FGS contaba con $2.164.884 millones, mientras que en agosto ese monto se redujo a $1.902.798 millones. Por lo tanto, la pérdida neta en pesos alcanzó $262.086 millones. Para que el lector se haga una idea de que significa esta pérdida, tenga presente que esa cifra es muy similar a un año del incremento de las jubilaciones y pensiones del orden del 20% comprometido por Alberto Fernández, o similar al valor de entregar entre 3 y 4 años de medicamentos gratis por parte de PAMI para todos sus afiliados.

Pero más impresionante aún es la pérdida en dólares. Tanto es así que si se divide lo consignado para julio en el citado informe, es decir $2.164.884 millones, por el valor del dólar a esa fecha —$ 45,04 por dólar—, resulta que para el mes de julio el FGS ascendía a U$S 48.065,40 millones, mientras que aplicando el mismo método para agosto, es decir dividir $ 1.902.798 millones del FGS por el valor del dólar a $ 63,12, el Fondo alcanzaba un monto total de U$S 30.145,72 millones. La resta entre ambos guarismos arroja una diferencia negativa en agosto de U$S 17.919,68 millones. Esto significa que, en un solo mes, el FGS perdió más que todas las reservas de libre disponibilidad que hay en el Banco Central.

A fin de acercar un poco de tranquilidad en este tema, contemporáneamente con esta pérdida, el Director Ejecutivo de ANSES, Emilio Basavilbaso, dijo al diario El Litoral: “El dinero de ANSES se cuidó muchísimo, yo me ocupo especialmente de eso, y no fue una caja para el Estado. En primer lugar, porque hemos bajado mucho los costos y fuimos muy cuidadosos con el dinero de los jubilados”. Y agregó sin siquiera sonrojarse que “al Fondo de Garantía de Sustentabilidad, que ha quedado de la época de las AFJP, también lo cuidamos. Lo que pasa es que es el fondo más grande que hay en la Argentina, y —a diferencia de lo que pasaba antes— no tiene que quedar en pesos en una cuenta sin ninguna rentabilidad. Nosotros invertimos ese dinero. Porque todos sabemos que, con la inflación que hay, si uno tiene los pesos frenados van perdiendo valor. Entonces los invertimos en bonos y en acciones, y eso genera una rentabilidad. Hoy están pagando mucho dinero los bonos argentinos, estamos con tasas altísimas. Entonces, eso nos garantiza mantener al Fondo”. Cuesta imaginar en realidad qué hubiera pasado si no lo hubieran cuidado con el esmero con dicen haberlo hecho. En verdad, si no fuera tan dramática la situación, si no fuera tan dañino el resultado, causarían gracia tanta hipocresía, descaro y cinismo.

 

Emilio Basavilbaso, el cuida.

 

Pero conviene repasar en qué ha consistido el cuidado esmerado del responsable máximo de ANSES, Emilio Basavilbaso. Según el Informe estadístico de ANSES de diciembre de 2015, pagina 73, en noviembre de dicho año el FGS contaba con $ 641.429  millones, que a un dólar de $ 9,75, implicaban un total de U$S 65.787 millones, mientras que en la actualidad se cuenta con los citados U$S 30.145 millones. De estos guarismos se desprende que, aún siendo tan cuidadoso con los recursos de ANSES, al Director Ejecutivo se le han perdido U$S 35.642 millones. Es muy interesante analizar cómo manipulan la realidad para hacernos creer que son puros y eficientes, cuando en verdad son, como mínimo, mercachifles improvisados. Cabe recordar que, entre las cosas que decían antes de llegar al gobierno, es que el FGS era usado para financiar los gastos del Estado kirchnerista, a pesar que desde el 2009 al 2015 el FGS no hizo más que crecer y capitalizar ganancias. Sin embargo, ahora Basavilbaso insiste con que el ANSES no fue una caja para el Estado. En 2015 el FGS tenía el 62,50% de sus fondos en operaciones de crédito público de la Nación, en agosto de este año en ese mismo concepto tiene el 62.8%, pero además tiene en títulos emitidos por entes estatales el 3,6% y en prestamos a las provincias el 5,5%. Es decir que, para financiar el Estado, utilizan el 71,9% mientras sus criticados kirchneristas usaban el 63,1%.

Y más aún, sin tener en cuenta el festival de toma de deuda registrado en septiembre de 2019, puede constatarse que el macrismo usó para financiar su Estado empobrecido, sin salud, sin paritarias libres, sin medicamentos gratis, sin programas sociales de crecimiento, con menor gasto en educación y ciencia y tecnología, un 8,8% más que el Estado despilfarrador del kirchnerismo. Sin embargo, su baja moral le da todavía margen para hablar públicamente e indicar que no usaron al FGS como “una caja para el Estado”. Para patentizar lo que hace un proyecto popular y uno elitista, basta ver que hasta 2015 la inversión en proyectos productivos o de infraestructura alcanzaba el 11,8% del FGS, mientras que en 2019 ese tipo de inversión bajo al 5,1%.

Pero hay algo que quizás sea lo más paradigmático entre las implicancias que dejó el paso del neoliberalismo en estos años, y es lo acontecido con los créditos ANSES. En el año 2015, la tasa que se cobraba alcanzaba el 24% y los beneficiarios solicitaron créditos por un total que representó un 2,4% del FGS; mientras que en el año en curso, con una tasa que es bastante más que el doble de la que se cobraba en el gobierno anterior, al mes de agosto representaba el 9,5% del FGS. Puede verse claramente que se triplicaron las solicitudes aún a pesar de las tasas usurarias cobradas. Esta situación obedece al empobrecimiento generalizado de los beneficiarios de la seguridad social, toda vez que mientras los créditos solicitados durante el gobierno kirchnerista respondían a la necesidad de encarar una inversión extra en el hogar, cambiar el auto o hacer un viaje, ahora los beneficiarios acuden en avalancha para solicitar el crédito que les permita cubrir su canasta de alimentos o pagar los servicios públicos. Es decir, se endeudan para sobrevivir y después verán. Algo así como si un náufrago se abraza a una piedra que sabe que lo va a hundir pero lo hace con la esperanza de poder respirar un tiempo más.

Claro que, si se les pide explicaciones, los economistas que administran la seguridad social de la Argentina neoliberal o  los terroristas sociales que pululan en los medios dominantes, se esmeran en entregar explicaciones tecnocráticas: que para insertarnos al mundo hay que hacer ajustes en el gasto público, que la culpa la tiene el gobierno anterior que hizo crecer mucho el gasto social, que las restricciones monetarias, que la devaluación, que la apertura al mundo, que la baja de las acciones y títulos, que la baja de las tasas internacionales, que el FMI, que la OCDE, etc. Todo ello volcado en una planilla Excel que como corolario nos mostrará que todavía tendría que quedar menos de lo que quedó, pero que gracias a la acción brillante del los CEOs gobernantes se logró moderar la caída. Sin embargo no parecen tener tanta claridad para explicar qué pasó con los más de 35.000 millones de dólares que no están más en el FGS, ni quién es el responsable. Todo esto acompañado de la complacencia descarada de los medios dominantes de comunicación, que son capaces de dedicar una tarde entera a un joven hambriento que intenta robar un celular y a un grupo de energúmenos que le dan una paliza, mientras que la pérdida sideral en los fondos del FGS no merece ni un párrafo.

La seguridad social es una cuestión humanista, ética y jurídica, que toma partido por los más vulnerables, basada en un principio rector que es la solidaridad social y fundamentada en una serie de principios y valores tales como la equidad, la suficiencia, la integración, el respeto a las diferencias, la universalidad, la inmediatez, la integralidad y la responsabilidad del Estado, todo ello reflejado por el artículo 22 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que determina que el derecho a la seguridad social es un derecho humano. Claro que todos estos valores y principios aplicados a la seguridad social tienen consecuencias económicas, pero el centro de las políticas deben ser las personas y no las cuentas econométricas.

Por eso creo que una de las principales batallas culturales que tendrá que dar el futuro gobierno nacional, popular y democrático es dejar en claro que la seguridad social es un derecho humano, y como tal debe tratarse como política de Estado y no como un apéndice de la política económica, toda vez que la ciencia económica debe estar al servicio de la seguridad social. Hay otra forma de hacer política social. Hace falta vocación y mucho amor al prójimo.

 

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