PANDEMIA Y TOTALITARISMO

O se conducen ya los cambios que hay que hacer o los desconocidos de siempre se saldrán con la suya

 

Se acerca el final de un año tumultuoso y el avance implacable de la peste hace tambalear la esperanza de ingresar en breve a una post pandemia. Una cuarta ola de Covid 19, más virulenta que las anteriores, amenaza a Alemania y a otros países europeos y los respectivos gobiernos contemplan la posibilidad de nuevas restricciones al movimiento de sus poblaciones.[1] En Estados Unidos el 59% de la población ha recibido dos vacunas, pero este año Covid 19 ha provocado más muertes que en 2020. Un decreto obliga a los empleados públicos a vacunarse o perder su empleo si no lo hacen, pero una proporción importante de la población civil, militar y de las fuerzas de seguridad se resiste, y la constitucionalidad del decreto es discutida en los tribunales. [2] La decisión de la FDA (Food an Drug Administration) [3] de bloquear judicialmente hasta el 2076 la publicación de los datos e información que sirvieron de base para su aprobación de la vacuna de Pfizer [4] ha vuelto a encrespar el rechazo a la vacunación, fenómeno que se amplifica por la adhesión de muchos partidarios de Trump. Esta protesta se ha transformado en arma de la lucha contra el gobierno de Biden a quien los seguidores de Trump acusan de haberles robado la elección de 2020. En paralelo, crecen en el mundo las movilizaciones populares que rechazan la vacunación, y las distintas medidas restrictivas adoptadas por los gobiernos y cuestionan las ganancias de las corporaciones farmacéuticas.

Poco a poco, la pandemia avasalla el escenario político y revela su capacidad para desgarrar la cascara institucional que recubre a la estructura de poder global y exponer las causas que explican las tensiones sociales y geopolíticas que hoy colocan a la humanidad al borde del abismo. La peste abre así una ventana por la que una población mundial, fragmentada en mil pedazos, puede atisbar el porqué de un sufrimiento generalizado y la distancia que existe entre los dichos del relato oficial y los hechos que resultan de sus políticas. Detrás de las diferencias que separan y enfrentan a los unos contra los otros asoma un denominador común: una estructura de poder que se reproduce inculcando la apatía, la desesperanza, el fanatismo, el miedo y el odio hacia el otro, aquel enemigo interno y/o externo que “viene por todo”.

Muchos minimizan las movilizaciones masivas contra las vacunas considerándolas episodios provocados por teorías conspirativas para desestabilizar a los gobiernos. Si bien esto puede contribuir circunstancialmente a desencadenar estas movilizaciones, las raíces de este fenómeno son mas profundas y se relacionan con el avance del totalitarismo en el mundo.

 

 

Variantes del totalitarismo

Un informe reciente [5] del Instituto para la Democracia y el Apoyo Electoral, situado en Suecia, estudia el “preocupante impacto” de la pandemia sobre los sistemas políticos mundiales. Analizando las políticas restrictivas tomadas durante la pandemia el informe concluye que todos los gobiernos, independientemente de su origen democrático o dictatorial, han aprovechado a la peste para volverse más autoritarios. La pandemia ha intensificado un proceso preexistente de erosión de las instituciones democráticas que ahora amenaza transformar al autoritarismo en la “nueva normalidad”. Asimismo, el informe señala la existencia de “un fenómeno más insidioso que se esconde detrás de la pandemia”: el crecimiento en la última década de partidos “iliberales y populistas” que buscan llegar al poder para desmantelar los controles existentes sobre la autoridad gubernamental. Así, el enfrentamiento entre los partidos políticos norteamericanos seria impulsado por el afán de que “la tribu propia domine” sobre la otra.

Hoy en día los enfrentamientos políticos ocurren en un contexto donde la creciente concentración global del poder ha intensificado los enfrentamientos entre los que más tienen y multiplicado la desigualdad económica y social. Esta disputa por la apropiación de una mayor cuota de poder político y económico deriva en un canibalismo entre las élites, fenómeno que se acelera ante la posibilidad de un estallido anárquico por parte de una población mundial que no encuentra canales institucionales para expresar sus demandas. Así, un sector de las élites reedita tácticas fascistas para cooptar este estallido. Esta radicalización de facciones de la derecha oculta otro fenómeno simultáneo y más profundo: el creciente totalitarismo de gobiernos que, reivindicando a la democracia y al liberalismo, manipulan a los partidos políticos, a los medios de comunicación, redes sociales e instituciones republicanas para imponer coercitivamente políticas que maximizan las ganancias y el poder de grupos poderosos, pero minúsculos. La estrategia norteamericana de provocar cambios de regímenes políticos a través del lawfare y de las “revoluciones de colores” ha intensificado este fenómeno totalitario, cuyas raíces mas profundas se encuentran en una fase del capitalismo que se basa en el espionaje y el control de la información por parte de un reducido grupo de monopolios tecnológicos.

Hoy asistimos a una metástasis del totalitarismo, que se ramifica en distintas direcciones y adopta distintos disfraces. Estos, sin embargo, no bastan para ocultar su esencia inalterable: el control social a partir de una violencia, explicita y subliminal, que no admite la reflexión ni el disenso y fanatiza al todo social fragmentando a sus actores en “identidades excluyentes”. La algarabía furiosa del fascismo es el telón de fondo de un escenario internacional dominado por un capitalismo de espionaje. Así, ya sea en el centro o en la periferia del orden global, la inclusión social impone la necesidad de introducir cambios en la matriz productiva reestructurando al mismo tiempo el sistema político a fin de garantizar la participación activa de los ciudadanos de a pie y su control sobre las decisiones que se toman. Es pues algo que no se logra en un día, ni con un plan plurianual.

 

 

Maximización de ganancias y populismo

Esta semana el Presidente Biden confirmó a Jerome Powell en la Presidencia de la Reserva Federal. Sin embargo, el principal obstáculo para concretar la política de reconstrucción nacional prometida por Biden reside en una política monetaria que se mantiene intacta desde la crisis financiera de 2008. La reelección de Powell promete más de lo mismo.

Durante el periodo de gestión de Biden la inyección de liquidez financiera a bajas tasas de interés ha provocado un crecimiento de 37% del valor de las acciones del S&P 500, el índice donde cotizan las acciones de las principales corporaciones norteamericanas [6]. Esta política monetaria estimula un aumento de la inversión especulativa en detrimento de la inversión en la economía real. Su consecuencia es un aumento de la concentración de la riqueza en pocas manos, y una creciente desigualdad económica y social. Hacia octubre de 2019, el 10% de los norteamericanos más ricos poseían el 89% del total de las acciones del país. Dos años después, la riqueza acumulada por las personas más ricas creció un 70%. Hoy 745 multibillonarios acumulan en conjunto 5 billones (trillions) de dólares. En 19 meses de pandemia, incluido casi un año del gobierno de Biden, los más ricos ganaron fortunas equivalentes al 60% de los 3,5 billones (trillions) de dólares que costaba el plan de reconstrucción nacional (Build Back Better) [7] presentado inicialmente por Biden ante el Congreso. Para ser aprobado por sus propios correligionarios el plan fue reducido a la mitad y enviado la semana pasada al Senado, donde probablemente será recortado de nuevo. El proyecto contiene subsidios para promover la lucha contra el cambio climático, ayuda preescolar universal, un subsidio mensual por hijo, otro por ausencia por enfermedad, y una reducción en la prima del seguro médico oficial, que ahora va a incluir la provisión de audífonos. Sin embargo, sigue excluyendo la regulación del precio de los medicamentos a pesar de que esta promesa fue eje de la campaña electoral. El gobierno se comprometió a regular estos precios solo después de que se cumplan 10 años desde su lanzamiento al mercado. Esto implica una victoria de las corporaciones farmacéuticas, que podrán seguir cobrando precios que superan en los Estados Unidos a los que rigen en Canadá y países europeos.[8]

En medio de estos traspiés, el gobierno enfrenta ahora un aumento del precio de los combustibles y de los alimentos. Ha intentado controlar a los primeros coordinando con otros países una liberación simultánea de las reservas nacionales de gas y petróleo. Sin embargo, la reticencia de la Organización de Países Exportadores del Petróleo, incluyendo a Rusia, a aumentar la cantidad de hidrocarburos que venden, acicatea la maximización de ganancias por parte de las corporaciones que extraen energías fósiles. Estas resisten el ruego de Biden de disminuir sus ganancias en épocas de pandemia. Esta situación, sumada a la maximización de ganancias por parte de las corporaciones que controlan los precios de los alimentos, ya impacta sobre el salario real norteamericano y pone en riesgo a la reconstrucción nacional.

Mientras tanto, los monopolios tecnológicos y los medios de comunicación actúan en tándem censurando el disenso social y político, y creando un espacio donde solo resuenan mensajes purgados por una “cancelación” previa de opiniones y discursos políticos considerados inadecuados. En su lugar se propagan, de un modo explícito y subliminal, nuevas formas de expresión racista (Critical Race Theory, CRT) que en esencia reproducen una pelea facciosa por el control de espacios de poder. Esto, sumado a la incapacidad de satisfacer las promesas electorales, ha llevado a la derrota electoral de los demócratas en Virginia y a la precipitada caída de la popularidad de Biden.

 

 

Argentina: algunas variantes de la violencia

La violencia del discurso que impulsan la oposición macrista y los sectores fascistoides que Macri corteja, se intensifican frente a un gobierno que se sabe débil. En paralelo, el fusilamiento esta semana de un pibe por “portación de rostro” permite atisbar el nauseabundo dominio de Rodríguez Larreta. Allí pululan, entre otros, las bandas policiales que actúan por la libre recaudando a piacere, y quien sabe por orden de quién. Mientras Larreta critica al gobierno nacional por la falta de seguridad, fomenta esta anarquía que reproduce el odio y el miedo hacia unos “delincuentes” que cometieron el error de parecerse a “los negros, feos y malos”. Nada nuevo bajo el sol macrista, pero profundamente doloroso.

Esta no es la única violencia que agita al país por estos días. Los desconocidos de siempre, aquellos que forman precios y hambrean a la población, han anunciado que de ninguna manera van a mantener en enero un congelamiento de precios que solo alcanza al 7% de los productos de una cadena de supermercados. Y por si no se les cree, ya subieron un 1,7% los precios de estos productos en relación al inicio del congelamiento. Mientras tanto, el Ministro Matías Kulfas retó al Secretario de Comercio por “pensar en voz alta” cuando sugirió que frente a la inflación internacional y a la reticencia a bajar precios habrá que pensar en introducir retenciones a las exportaciones de la carne y/o subsidios cruzados para defender la mesa de los argentinos. Esa ha sido la historia de todos los gobiernos democráticos desde el Terrorismo de Estado. Ahora la situación es más dramática: los ingresos de más de un 40% de la población están por debajo del nivel de pobreza —incluyendo a más de la mitad de los niños— y el FMI nos aprieta para que cedamos más divisas de las exportaciones. Tal vez sea por eso que los Ministros Kulfas y Guzmán se preocupan tanto por pasar unas leyes de hidrocarburos y de desarrollo agroindustrial que enterrarán al país por la senda de un extractivismo que beneficia a unos pocos monopolios y multiplica la miseria y el endeudamiento. Por esa vía, lejos de crecer, se aumentará la primarizacion que, según el mismísimo Paolo Rocca, arriesga sumergir en 10 años a América Latina “en la ingobernabilidad”. [9]

El Presidente y su Ministro de Economía prometen que se llegara a un Acuerdo con el FMI “que no implique arrodillarse”, y que no sea un ajuste. Estas promesas no caen en el vacío sino en un pueblo hambreado y harto de esperar, que le ha mandado un mensaje muy claro en las elecciones. Las reservas del Banco Central se están evaporando, y su “tiempo” coincide con los pagos que exige el FMI en los meses que vienen. En este contexto: ¿qué harán los exportadores, cuando se junten con la platita de la próxima cosecha? Seguramente, lo mismo de siempre: retenerla hasta conseguir el tipo de cambio que quieren. Esta es, sin duda, otra forma de violencia que despluma al país.

El gobierno hará bien en elegir en quién confía, con quien hace acuerdos y qué tipo de acuerdos hace. Tiene frente a sí a los desconocidos de siempre que, aunque firme con el FMI, le harán lo mismo que le hicieron a Macri: inflación, corrida cambiaria y fuga de capitales. También tiene por delante a cooperativas, movimientos sociales, pequeñas y medianas empresas, sindicatos, miles de pequeños productores, 14 millones de desocupados y tantos otros que esperan cambios drásticos y la posibilidad de contribuir activamente al despegue del país. ¿Por qué no recurrir a ellos, haciendo participar a sus representantes en una plataforma que genere políticas de impacto inmediato para empezar a resolver el problema del hambre y la existencia de una matriz productiva que condena, entre otras cosas, al extractivismo, las sobre importaciones y el desempleo estructural? ¿Por qué no reformar al actual Consejo Económico y Social, que pretende ser sofisticado y efectivo y sólo ha servido para calentar sillones y entramparnos mas por el camino que impone el FMI?

Los meses que vienen son cruciales, y la batalla principal transcurrirá en el territorio nacional. Ya no existe margen para titubear y para delegar en los ministros la solución de los problemas con el FMI, con los acreedores y con los formadores de precios. O se conducen los cambios que hay que hacer en lo inmediato, o los desconocidos de siempre se saldrán con la suya.

 

 

 

 

[1] bbc.com 17 11 2021, zerohedge.com, 22 11 2021
[2] Existen además otras explicaciones para el rebrote, entre ellas el reconocimiento por parte de Bill Gates que las vacunas atenúan el riesgo de muerte, pero no la infección. twitter.com 10 11 2021 zerohedge.com 17 11 2021.
[3] Agencia federal encargada de proteger la salud publica regulando medicamentos y drogas humanas y animales, aparatos médicos, tabaco, alimentos etc.
[4] zerohedge.com 18 11 2021
[5] Global State of Democracy 2021, idea.int
[6] zerohedge.com 3 11 2021
[7] inequality.org 18 10 202; edition.cnn. com 8 9 2021
[8] time.com 19 11 2021
[9] infobae.com 18 11 2021

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