La cita es el 24 y el 25 de junio, en el local del Foro Mundial de La Haya, Países Bajos, en una ciudad militarizada (todo un símbolo) y controlada por al menos 27.000 efectivos de distintas fuerzas y para la cual el gobierno destina 95 millones de euros. Los actores, los representantes de los 32 países que integran la Organización de la Alianza del Tratado del Norte (OTAN), así como una decena de sus “socios globales”. El objetivo, multiplicar los presupuestos militares de todos sus Estados miembros en una escalada bélica que la Alianza justifica mirando de frente a Rusia y de reojo a China.
Aunque para nada novedosa, ya que lo viene repitiendo desde hace meses, la ponencia más reciente de Mark Rutte, secretario general de la OTAN, el 9 de junio en el Chatham House de Londres, actualiza las perspectivas de esta organización y anticipa los objetivos de dicha Cumbre. Esencialmente, aprobar lo que Rutte define como el plan para transformar la Alianza y “construir una OTAN mejor… más fuerte, más justa y más letal. Para que podamos seguir manteniendo a nuestra gente a salvo y a nuestros adversarios a raya”.
Rutte, líder del derechista Partido Popular por la Libertad y la Democracia de su país entre 2006 y 2023 y primer ministro durante catorce años (2010-2024), analiza de forma tan simplista como lineal la geopolítica mundial: “Debido a Rusia, la guerra ha regresado a Europa. También nos enfrentamos con la amenaza del terrorismo y una feroz competencia global”. Y acota que Rusia se ha aliado con China, Corea del Norte e Irán, y que todos ellos “están expandiendo sus fuerzas armadas y sus capacidades”. En términos de municiones, afirma, Rusia produce en tres meses lo que la OTAN produce en un año y se calcula que su base industrial para la defensa fabrique 1.500 tanques, 3.000 vehículos blindados y 200 misiles Iskander sólo en 2025. Según Rutte, “Rusia podría estar lista para usar la fuerza militar contra la OTAN dentro de cinco años”.
Hoy reconvertido en secretario de la Alianza, Mark Rutte argumenta que China también está modernizando y ampliando su ejército a un ritmo vertiginoso: “Ya cuenta con la armada más grande del mundo. Y se espera que su fuerza de combate aumente a 435 buques para 2030. Está reforzando su arsenal nuclear. Su objetivo es contar con más de 1.000 ojivas nucleares operativas hacia 2030”. Y advierte que “quienes se oponen a la libertad y la democracia se atrincheran. Se preparan para una confrontación a largo plazo. Y tratan de dominarnos y dividirnos”. La conclusión de Rutte es contundente: “Ya no hay Este ni Oeste: sólo existe la OTAN”.

Plan apocalíptico
Para el secretario general de la OTAN no hay duda de que “una OTAN más fuerte significa gastar mucho más en nuestra defensa”. Y asegura que hacia fines de 2025 todos los países miembros de su organización alcanzarán su objetivo inicial de destinar el 2% de su Producto Interno Bruto (PIB) para la defensa, objetivo que se ajusta a la promesa ya consensuada en 2014 durante la Cumbre de la Alianza en Newport, Gales. Aunque en esa ocasión dicho consenso no fue vinculante, es decir, de carácter obligatorio.
“Ahora tenemos un plan concreto para el futuro”, afirma Rutte, y agrega que “sabemos qué necesitamos y sabemos qué hacer”. Amplificando las nuevas exigencias del gobierno de Trump, Rutte espera que en la Cumbre de La Haya los líderes aliados acuerden destinar a mediano plazo el 5% del PIB de sus respectivos presupuestos nacionales a la defensa. “Será un compromiso de toda la OTAN y un momento decisivo para la Alianza”, anticipa Rutte.
Su plan consta de dos partes: un 3,5 % de esos aportes se destinará a lo que él considera necesidades militares básicas. El resto, a inversiones relacionadas con la defensa y la seguridad, incluyendo infraestructura y el desarrollo de la capacidad industrial. Este programa, con propuestas que Rutte considera ya como “decisiones”, se basa en los planes de batalla y los objetivos de capacidad de la Alianza, es decir, el volumen de fuerzas y capacidades que se espera de sus aliados. Rutte es contundente: “Los detalles exactos son confidenciales, pero necesitamos un aumento del 400% en la defensa aérea y antimisiles… Nuestros ejércitos también necesitan miles de vehículos blindados y tanques adicionales. Millones de proyectiles de artillería adicionales. Y debemos duplicar nuestras capacidades de apoyo, como la logística, el suministro, el transporte y el apoyo médico. Los aliados invertirán en más buques de guerra y aeronaves. Por ejemplo, adquirirán al menos 700 aviones de combate F-35 [de la multinacional de origen estadounidense Lockheed Martin]. También invertiremos en más drones y sistemas de misiles de largo alcance. Y aumentaremos nuestra inversión en capacidades espaciales y cibernéticas”.
La otra mirada
El movimiento pacifista mundial desde hace tiempo se opone muy críticamente a la OTAN, a la que define como una alianza militar que fundamenta su razón de ser en el uso (o la amenaza) de la violencia. Varios de sus principales organizaciones asociadas que conforman la Coalición de la Contracumbre por la Paz y la Justicia convocan en La Haya, el 21 y 22 de junio, a una iniciativa mixta de reflexión y movilización. Esta coalición, compuesta por organizaciones y activistas que se oponen a la militarización de Europa y del mundo, afirma que mientras “los líderes de la OTAN planean un mayor gasto en defensa, se escucha un contundente contramensaje: los miles de millones gastados en armas agravan la inseguridad, socavan la justicia social y aceleran la crisis climática”.
Como lo señala el Transnational Institute (TNI), con sede en Amsterdan, Holanda, uno de los promotores de esta iniciativa, “los días previos a la cumbre de la OTAN la coalición busca amplificar una voz crítica y alternativa”. Mediante mesas redondas, talleres y conferencias, este evento contestatario “explorará los riesgos del enfoque militarizado de la OTAN y promoverá vías hacia una paz sostenible y justa”. El evento culminará con una manifestación en las calles contra la cumbre de la Alianza.
El propio TNI acaba de publicar el documento STOP a la Cumbre de la Guerra de la OTAN, elaborado por tres organizaciones especializadas. El mismo analiza, entre otros temas, las diversas “formas como la OTAN contribuye concretamente a aumentar la inseguridad, obstaculizar una paz sostenible y mantener la injusticia”.
Entre sus argumentos, el TNI señala que la opción de la alianza militar por la violencia deja en un segundo plano “otros ángulos y vías, como la diplomacia, la prevención de conflictos y el diálogo”. Recuerda que la OTAN se centra en los intereses de sus Estados miembros, lo que “va más allá de la defensa colectiva del territorio común”. Y sostiene que busca mantener y ampliar la (poderosa) posición de los países de la OTAN a nivel mundial y la competencia con sus competidores geopolíticos (China y Rusia), así como garantizar el acceso a las materias primas (fósiles). En este sentido, señala el documento del TNI, la OTAN constituye “principalmente, el brazo militar del capitalismo occidental”.

El documento del TNIrecuerda que las guerras y otras operaciones militares en las que participa la OTAN “causan muchas muertes, heridas, traumas, destrucción y daños medioambientales” y que “países como Afganistán, Irak y Libia quedan en ruinas y son un coto de caza para las empresas occidentales en ámbitos como la reconstrucción, la explotación de materias primas y la seguridad”. Por otra parte, sostiene que la expansión y el escudo antimisiles aumentan las tensiones. Tras el final de la Guerra Fría, cuando muchos países del antiguo Pacto de Varsovia se unieron a la OTAN, Rusia percibió esa expansión hacia el oeste como una amenaza. La retirada de Estados Unidos del Tratado de Misiles Antibalísticos con Rusia y la construcción de un escudo antimisiles aumentaron las tensiones. La aceptación de Ucrania como candidato potencial a la OTAN es señalada como una de las causas de la invasión rusa.
El TNI sostiene que, en lugar de presionar por el desarme nuclear, “la posibilidad de desplegar armas nucleares constituye una parte central de la estrategia militar de la OTAN”, a sabiendas de que “las armas nucleares son las más destructivas del mundo”. A nivel climático, argumenta el documento publicado por el TNI, los efectos nocivos de dicha estrategia militarista son notables debido a que “el complejo militar-industrial contribuye significativamente a las emisiones de gases de efecto invernadero, con un 5,5% del total mundial”. Por otra parte, dicho complejo “está al margen de todos los acuerdos climáticos”. Con respecto a la expansión territorial de la OTAN, el TNI habla de “la militarización de las fronteras exteriores de Europa, en los mares Mediterráneo y Egeo” y alega que “esta vigilancia fronteriza contribuye a la violencia y a las violaciones de los derechos humanos contra los refugiados y les obliga a utilizar rutas más peligrosas y los servicios de los contrabandistas de personas”.
Por último, el TNI responsabiliza a la OTAN de despilfarrar dineros al sostener la industria armamentística, estimular el desarrollo de nuevas armas y tecnologías militares y promover la expansión de las capacidades de producción de armas. Y denuncia el apoyo de la OTAN a regímenes autoritarios, ya que, con el fin de promover sus intereses, coopera frecuentemente con otros países socios, pero sin prestarle demasiada atención a la naturaleza de algunos de esos gobiernos, tal es el caso de Egipto, Kazajstán, Pakistán, Tayikistán y los Emiratos Árabes Unidos, así como de Israel, un aliado importante, a pesar de años de violencia, ocupación y opresión israelí contra el pueblo palestino.
Voces antimilitaristas
Las críticas y las iniciativas disidentes contra la política oficial de Europa y la OTAN se multiplican. Por ejemplo, el Llamamiento unitario contra el rearme europeo y la continuidad de la OTAN, promovido por organizaciones ecologistas, de derechos humanos, pacifistas y de desarrollo, principalmente de España, aunque no solo de ese país.
Esta iniciativa considera que la Alianza Atlántica forma parte de un sistema de seguridad “que ha contravenido de forma reiterada la Carta de las Naciones Unidas, generando más inseguridad en diversas zonas geográficas del mundo”. Se opone al “actual despliegue militar estadounidense de 750 bases en más de 80 países”. Expresa su preocupación por “la existencia de un arsenal de armas de destrucción masiva, especialmente nucleares, que pone en riesgo la existencia de la humanidad y de la vida en el planeta”. Se rebela contra las “guerras comerciales impuestas por las élites económicas en beneficio propio y en contra de los intereses de las mayorías sociales a escala global”. Y se pronuncia a favor de un sistema de seguridad basado en el fomento de la confianza y la cooperación entre países e interesado en dar respuesta a amenazas globales como el hambre, la desnutrición, la pobreza, la desigualdad, la enfermedad, el desempleo, la emergencia climática, las armas de destrucción masiva, el irrespeto por los derechos humanos y el incumplimiento sistemático del derecho internacional.
Otra iniciativa, la campaña Stop al rearme, bienestar social en lugar de guerra, busca convertirse en un movimiento continental. Como lo afirman sus promotores, “nos oponemos a los planes de la Unión Europea de gastar 800.000 millones de euros adicionales en armas”. Y agrega: “Serán 800.000 millones de euros robados. Robados de los servicios sociales, la sanidad, la educación, el trabajo, la consolidación de la paz, la cooperación internacional, una transición justa y la justicia climática [y que] solo beneficiará a los fabricantes de armas de Europa, Estados Unidos y otros países”.
Concepto que ratifica Jordi Calvo, coordinador del Centro Delàs de Estudios por la Paz que tiene su sede central en Barcelona y presencia en otras ciudades del Estado Español y que es signatario del Llamamiento unitario y miembro de Stop al rearme. “El pretendido incremento que propone la OTAN al 5% busca aumentar el dinero disponible para la industria militar”, señala Calvo. E insiste en que “las armas que se comprarán con los aumentos propuestos serán sobre todo de EEUU, el principal impulsor y beneficiario”. Jordi Calvo define como prioridad del movimiento por la paz, desarrollar “una visión crítica de las propuestas militaristas de la OTAN que pueden haber sido determinantes para que la guerra volviera a Europa”.
Guerra o paz. OTAN o el freno a la militarización. Una Europa en ebullición (con decenas de actividades cuestionadoras como otra contracumbre a realizarse en Bruselas y una Conferencia por la Paz en Madrid) propone un debate de fondo de sociedad. El poder (Gobiernos, la misma OTAN) buscan avanzar linealmente, sin consulta alguna, amurallando al Viejo Mundo y lanzándolo a la aventura bélica. Importantes sectores sociales levantan el tono, cuestionan, apuestan a otra construcción de la seguridad continental y, sobre todo, recuerdan los estragos y el alto precio que la Europa contemporánea ha tenido que pagar por sus propias guerras durante las últimas once décadas y a partir de un muy nefasto 28 de julio de 1914.
--------------------------------
Para suscribirte con $ 8.000/mes al Cohete hace click aquí
Para suscribirte con $ 10.000/mes al Cohete hace click aquí
Para suscribirte con $ 15.000/mes al Cohete hace click aquí