Pegame y llamame Marta

Los no masoquistas que votaron a Bullrich y Milei son una oportunidad para Massa

 

Ya en los estudios pioneros sobre la personalidad autoritaria y el fascismo, Erich Fromm (estudiando Alemania en 1930) y Theodor Adorno (analizando Estados Unidos en 1945) descubrieron que la mayoría de quienes eran autoritarios hacia los otros, también presentaban elementos masoquistas, vinculados a su propensión a ser sumisos frente a los poderosos. En la Argentina de la gestión de Mauricio Macri, Juntos por el Cambio trató de potenciar este tipo de inclinaciones a partir de un discurso que apelaba al "sacrificio", para tratar de consolidar una base electoral capaz de serle fiel incluso en medio de la crisis económica de la segunda parte de su mandato. Si en 2015 Macri prometía "la revolución de la alegría", su discursividad fue siendo cada vez menos festiva y más centrada en la idea de "austeridad" (que obviamente, no incluía a la clase empresarial). Como analizó Gisela Catanzaro, fue apelando más al (auto)sacrificio y, a la vez, a la necesidad de castigar a los otros. En la actual campaña, Patricia Bullrich ha profundizado esta línea que promete un orden autoritario, pero que también convoca al sacrificio ("Sé que el cambio es difícil y es con dolor y es con esfuerzo"). Sin explicitarlo tan claramente, también Javier Milei realiza apelaciones similares con sus promesas de acabar con la "justicia social", combinadas con una promesa de "libertad" en la que, seguramente, se impondrían los más fuertes.

Ahora bien, para comprender que entre ambos candidatos hayan sumado más de la mitad de de los votos de las PASO no es necesario postular que todos sus votantes posean esta personalidad masoquista o hayan sido ganados por esta actitud "sacrificial". Ya Adorno analizaba que, si bien muchos norteamericanos adherían a los planteos de derecha debido a su personalidad claramente autoritaria, otros lo hacían sin tener este carácter. En estos casos, su orientación hacia la derecha se explicaba por el clima de época y por ciertos patrones de la cultura política de ese país que generaban una fuerte inclinación a no informarse sobre las cuestiones políticas, a guiarse por estereotipos descalificadores hacia los políticos progresistas, a pensar que un gobierno legítimo es el que está en línea con los grandes capitalistas, y a no tener ninguna compasión con los pobres (el listado es más extenso, pero parece que hubiera sido escrito, punto por punto, para describir la actitud de la gran mayoría de los votantes de la derecha argentina actual).

Podemos preguntarnos: ¿cuántos de quienes votan a los candidatos de la derecha lo hacen por haber internalizado estas actitudes "sacrificiales" emparentadas con el masoquismo, y cuántos lo hacen por motivos más vinculados a otras cuestiones? La distinción resulta importante porque quienes lo hacen por motivos anclados en planos más profundos de su personalidad difícilmente repiensen su voto frente a los argumentos racionales que puedan presentarles sus amigos, familiares, compañeros o colegas.

Obviamente, esta es una cuestión muy difícil de investigar. Sin embargo, un primer indicio podría surgir de las respuestas frente al siguiente enunciado de la encuesta realizada luego de las PASO: "Para algunas personas, para que el país salga adelante, todos tenemos que sacrificarnos, reduciendo nuestros salarios durante un año. ¿Usted qué piensa de esta idea?"

El 55% de los votantes de Milei e igual porcentaje de los de Bullrich manifestaron que estaban de acuerdo o que, en todo caso, podrían llegar a aceptarlo. Al final de la nota se reproducen los resultados en detalle, pero cabe aclarar que las opciones de respuesta eran "muy de acuerdo", "de acuerdo, pero que también reduzcan sus ganancias los empresarios", "no acuerdo, pero podría llegar a aceptarlo" o "no estoy para nada de acuerdo". Es cierto que alrededor de un 20% solo dice que lo haría si también los empresarios aceptaran reducir sus ganancias, algo que está completamente fuera de los programas de estos dos candidatos. De todos modos, parece ser gente que quiere creer en ello. Por tanto, podríamos estimar que la mayoría de los votantes de las fuerzas de derecha parecen ganados por esta actitud "sacrificial".

Sin embargo, estos porcentajes podrían también ser leídos en un sentido opuesto: el 45% de quienes votan a Milei o a Bullrich no está dispuesto, de ningún modo, a sacrificarse aceptando una reducción de sus salarios para que "el país salga adelante".

En este, como en otros puntos, se abre una posibilidad para Sergio Massa. Tal como interpeló a los empresarios en el Council of the Americas, pidiéndoles que "hagan la cuenta del almacenero", también podría apelar al más puro egoísmo de los votantes para que repiensen su voto y voten "en defensa propia". Una porción significativa de quienes han votado a Milei y, más aún, a Rodríguez Larreta presentan perfiles ideológicos mucho más afines al discurso de Massa que al de Milei o Bullrich. Y, en el caso de quienes no fueron a votar a las PASO, pero que seguramente irán en las generales, estas afinidades son incluso más extendidas. Además, entre estos últimos, es muy generalizado el rechazo al "sacrificio": el 60% de quienes no fueron a votar, no están dispuestos a que les reduzcan los salarios.

De modo que Massa puede apelar a los no masoquistas. Obviamente, para ello tiene, también, que lograr instalar la creencia de que en 2024 la situación económica de las mayorías populares va a mejorar notoriamente.

Para que el país salga adelante, todos tenemos que sacrificarnos,

reduciendo nuestros salarios durante un año. ¿Usted qué piensa de esta idea?

 

 

 

 

*Investigador del CONICET y docente de la Universidad Nacional de Quilmes.

 

Libros citados:

Adorno, Theodor y otros, La personalidad autoritaria. Buenos Aires, Editorial Proyección, 1965.

Catanzaro, Gisela. Espectrología de la derecha. Buenos Aires, Cuarenta Ríos, 2021.

Fromm, Erich. Obreros y empleados en vísperas del Tercer Reich. Un análisis psicológico-social. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2012.

 

 

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