PELÍCULAS ESCONDIDAS (11)

Un homenaje criollo a Stalin, en ocasión de su muerte en 1953, producido por el Partido Comunista

 

Josef Stalin falleció el 5 de marzo de 1953 y el Partido Comunista de la Argentina convocó a un “gran funeral cívico” para el 28 de ese mes. El evento fue filmado y con ese material se hizo un corto de título elocuente: Gloria eterna al inmortal Stalin. Fue producido por el PC y no tiene créditos, pero es evidente que lo hizo un equipo profesional. En su mayor parte está integrado por imágenes del acto propiamente dicho, pero también tiene un prólogo que pone en escena la convocatoria mediante afiches y volantes, con un relato en off que prolonga los adjetivos del título. En el evento, comendado por una gigantografía de Stalin, orquesta y coro interpretaron la Cantata a Stalin (música de A. Alexandrov, letra de M. Inyushkin) y el poeta Raúl González Tuñón leyó un poema dedicado a Stalin. El film no dice cuál de todos, pero seguramente fue Mi último poema a Stalin:

Cómo decir en un solo poema

la historia de esta voz que se ha callado

mientras se oye el fragor de un mar de pena

Otros dirán el juicio autorizado

yo solo sé cantar para su gloria

y en loor del Maestro y el Soldado

Yo solo reverencio su memoria

donde jamás penetrará el olvido

sino el recuerdo, hermano de la historia.

El centro del acto —y del corto— lo ocupa Victorio Codovilla, el histórico dirigente del Partido Comunista de la Argentina. Su discurso, pródigo en adjetivos entusiastas, se escucha abreviado en el film por obvias razones prácticas pero fue publicado completo en el libro Stalin – Gigante del pensamiento y de la acción, que puede leerse aquí.

El corto constituye un documento impresionante sobre la retórica del PC previa al proceso de “desestalinización” que llevó adelante el gobierno de Nikita Khruschev desde 1956. Esa retórica estaba en perfecta sintonía con la imagen de sí mismo que Stalin se había hecho edificar en el cine soviético, en particular desde 1945. En épicas reconstrucciones de la derrota nazi (La batalla de Stalingrado, La caída de Berlín), en reescrituras de la propia historia soviética (El inolvidable 1919) o incluso en comedias musicales inofensivas (Los cosacos del Kuban), es abrumadora la omnipresencia de Stalin como centro y fuente de toda posible virtud política, estratégica y moral. Las copias contemporáneas que hoy circulan de esos y otros films son posteriores a 1956 y por lo tanto fueron expurgadas de sus escenas más grotescas, pero el distribuidor Isaac A. Vainikoff, dueño de Artkino Pictures de la Argentina, conservó las versiones originales a pesar de la orden soviética de destruirlas. Como el corto argentino, esos films son testimonio directo del culto a la personalidad.

Contra lo que suele creerse, la relación del PC argentino con el peronismo no fue siempre de crispación total, pese a que durante sus primeros años fueron habituales las clausuras, persecuciones y prohibiciones, que llegaron hasta el cine. David José Kohon escribió el guión de su primer film, La flecha y un compás, durante un mes que pasó preso en 1950 por repartir volantes del PC. En una entrevista con Daniel Sendrós publicada en 1997, Isaac Vainikoff, quien se hacía llamar Argentino Lamas, recordó que las películas de Artkino estuvieron prohibidas entre 1950 y 1951, aunque simultáneamente se las pedían para ver en la residencia presidencial. El escritor comunista Alfredo Varela fue preso en julio de 1951 acusado de participar en la organización de una huelga ferroviaria, lo que obligó a Hugo del Carril (y a su guionista Eduardo Borrás) a trabajar el guión de Las aguas bajan turbias con Varela en la cárcel de Devoto y a suprimirlo de los títulos. Varela fue liberado en mayo de 1952 y para entonces las relaciones entre el PC y el peronismo habían mejorado notoriamente, en parte porque el partido condenó el frustrado golpe de Estado que lideró Benjamín Menéndez el 28 de septiembre de 1951 y en parte porque respondió a la convocatoria de Perón para formar un frente popular unido. Poco después Vainikoff fue autorizado a exhibir todo el cine soviético que quisiera y hasta se le pidió que gestionara una nutrida delegación para el primer Festival Internacional de Mar del Plata.

Pero Codovilla llegó a evaluar que las relaciones habían mejorado demasiado. El dirigente Juan José Real, Máximo, que había apurado el acercamiento institucional al peronismo aprovechando un viaje de Codovilla al exterior, resultó expulsado del PC pocas semanas antes de la muerte de Stalin.

El corto muestra que los asistentes al “gran funeral cívico” de Stalin desbordaron la capacidad del auditorio donde se realizó. En los afiches que se ven al principio puede leerse que el auditorio en cuestión fue el “Salón Príncipe” (Sarmiento 1230). El PC omitió que el nombre completo del lugar era “Príncipe George”, en homenaje a George Edward Alexander Edmund, Duque de Kent, hijo del rey Jorge  V y muerto en un accidente aéreo en 1942. A primera vista parece una omisión culposa, para disimular que el homenaje al prohombre soviético se realizaba en un sitio que a su vez homenajeaba a la monarquía británica. Pero hoy se sabe que el Príncipe George tuvo una vida personal muy agitada y bisexual, y que entre sus amantes figuró Anthony Blunt, uno de los espías soviéticos del llamado Círculo de Cambridge. Stalin estaba en todo.

 

 

 

 

FICHA TÉCNICA

Gloria eterna al inmortal Stalin (Argentina-1953) producción del Partido Comunista de la Argentina. 10’.

 

 

 

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